Durante la Baja Edad Media, en las Provincias vascongadas surgió una nueva estructuración social como consecuencia, fundamentalmente, de la fundación de las villas y la configuración de su nueva población, con unos privilegios y con unas aspiraciones distintas de los hombres de la Tierra Llana.
Ante la crisis económica de la Baja Edad Media derivada de la pérdida de valor de su tierra, los parientes mayores buscaron nuevas inversiones en la actividad comercial y la fabricación artesanal de productos del hierro para afianzar sus rentas, así como participando en las rentas de la Iglesia. La violencia y uso de la fuerza y poder fue una nueva vía para fortalecer y ampliar su renta, creando grandes enfrentamientos como las Guerras de Banderizos.
La necesidad de fortalecer y ampliar su renta llevó a los Parientes Mayores a protagonizar frecuentes enfrentamientos a la sombra de los cuales crecieron algunos linajes nobiliarios. También la obtención de cargos reales o mercedes que repartía el señor de Vizcaya entre los linajes vascongados supuso nuevas rentas y cuotas de poder, entre las que comprendieron los oficios de prestamero (Lope García de Salazar), merino, alcalde de ferrería o cargos cortesanos como el de paje de la reina (Francisco Adán de Yarza).
Un ejemplo de poderoso linaje que perduró a través del tiempo gracias a los cargos reales y su importancia socio-política fue el Adán de Yarza. Pero Adán de Yarza y Juan Galíndez de Muxica fueron los alcaldes de villas de Vizcaya que negociaron el Fuero de 1342 con el rey Juan de Castilla y su esposa María. Después de varios siglos, en 1846, Mario Adán de Yarza, político liberal bilbaíno tuvo que acudir a la Junta General de abril de 1877 como diputado, junto con Benigno de Salazar, en la que acordaron rechazar la Ley de 21 de julio del mismo año que abolía los Fueros.
La nobleza gozaba de exenciones tributarias, a cambio de servir al rey o al señor. Eran propietarios de tierras y se beneficiaban de sus rentas, sometían a su autoridad, en la mayor parte de las ocasiones, al resto de los habitantes del Señorío y Provincias. Por otra parte, el Fuero Viejo les beneficiaba concediéndoles mayores ventajas que al resto de los "vizcaínos".
ESTRUCTURAS MEDIEVALES EN VILLAS VASCAS |
Progresivamente fue apareciendo un tercer grupo de origen reciente: los habitantes de las villas; entre los que comenzaba a organizarse una nueva clase, la burguesía, como fruto de la actividad urbana.
Las villas fueron fundándose desde esos grupos comunitarios territoriales, principalmente a partir del siglo XIII, pero también XIV. Se constituyeron en concejos gracias a un fuero del rey, que articulaba los solares, garantizando su patronato territorial y poniendo en sus manos los derechos de patronato sobre la iglesia o monasterio del lugar. De manera que continuaron existiendo dentro de las villas los solares hidalgos propietarios tanto de sus pertenencias como de sus correspondientes derechos; incluso se daban casos en que los labradores hubieron de pechar al concejo a diferencia de sus propios parientes hidalgos.
Paralelamente, las comunidades de solares que no se constituían en villas fueron reformando la lógica del parentesco en el sentido de unificar sus solares, ponerlos bajo un único heredero y ampliar sistemáticamente su red doméstica de parientes y deudos escalonadamente fijados a su servicio. Estas comunidades extramuros organizadas por vínculos personales constituían una red parental y su escasa referencia al territorio se lograba únicamente con su vinculación al templo o monasterio del lugar.
A diferencia de estas comunidades de solares, las villas aforadas que vinculaban a las redes de intercambio de mercancías, ferias y mercados reforzaban cada vez más su influencia territorial concejil, siendo ésta la que iba mediando los intereses de los solares y ya no tanto las ataduras y alianzas personales dentro de la propia comunidad. Así se fue consolidando la villa aforada como centro de intercambio de personas y bienes, entre los cuales cobraban vigor los derechos y privilegios del vecindario en su conjunto. A ese nuevo espacio de derecho público privilegiado se fueron acercando innumerables aldeas rurales circundantes a las villas buscando una mejor seguridad jurídica en sus fueros, privilegios, libertades, y en una justicia más igualitaria que no emanara del linaje personal de su correspondiente pariente solariego. En el siglo XV, se fueron generando estos contratos entre aldeas próximas y estas villas aforadas.
SEÑORES FEUDALES VASCOS |
En consecuencia, se diseñó bastante pronto una línea divisoria de intereses:
1. los solares hidalgos de la villa junto con los demás vecinos vinculándose con los derechos, libertades y privilegios del territorio concejil.
2. los solares hidalgos extramuros que vinculaban entre sí como fuente del derecho mediante la suma de parientes.
Los habitantes de la villa eran denominados hombres buenos. Poseían determinados solares relevantes por su patrimonio que intervenían en el seno de cada comunidad bien fuese para constituirse en villa aforada o bien para vigilar el cumplimiento del fuero dentro del concejo. Este núcleo de hombres buenos fue el inicio legal de la ocupación selectivamente minoritaria de los cargos municipales.
Los habitantes de extramuros fueron los llamados escuderos y caballeros. Eran gente de solares destacados en servicios personales al rey, militares fundamentalmente, que acudían a proteger sus fronteras con Navarra, Francia y otros lugares. También estaban incluidos los parientes mayores, de los Oñaz y bastantes otros bandos, quienes pretendían además ejercer dentro de las villas su función militar de protección, lográndolo en múltiples villas guipuzcoanas como Azcoitia, Azpeitia, Vergara o Mondragón.
LABRADORES Y GANADEROS VASCOS |
Los profundos cambios sociales produjeron largos conflictos. Fueron especialmente crueles y devastadoras las Guerras de Banderizos, un conflicto entre los linajes de hidalgos que se unían a los Oñaz o las Gamboa, que se prolongaron durante los siglos XIV y XV.
Las luchas entre los hidalgos y los nobles fueron una manera de redistribuir los ingresos económicos, incrementaron la presión sobre los agricultores y atacaron a las villas que se estaban enriqueciendo. Como reacción contraria a la lucha entre nobles y bandos los pequeños nobles y los grupos de campesinos y habitantes de las urbes se crearon las Hermandades.
Con ayuda de la Corona, lucharon contra los abusos de los linajes, limitaron totalmente la influencia de los parientes mayores y fueron la base de las nuevas instituciones y la organización de las provincias. Para finales del siglo XV, se estableció la paz. Sin embargo, las guerras de bandos y las hermandades no fueron las únicas consecuencias de la crisis de la Edad Media tardía: la herejía de Durango, que surgió en el segundo cuarto del siglo XV y duró hasta el XVI y los conflictos que se generaron como consecuencia de la misma se deben situar en el mismo contexto.
PASTOR Y ALDEANA VASCOS |
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