Hubo tantos solares en el Señorío de Vizcaya, la Provincia de de Guipúzcoa y el Duranguesado con referencia al linaje de Ibarra, que no se puede señalar a alguno como origen del apellido. De todos ellos, los Ibarra de la villa guipuzcoana de Éibar han aportado una importante saga de militares, de colonizadores del Nuevo Mundo y de administradores imperiales de la Monarquía hispánica tanto en Europa como en América. Fundada por Alfonso XI en 1346, en la orilla del río Ego, afluente del Deva, esta villa se distinguió como un pueblo fabricante de armas principalmente arcabuces y lombardas, con destino en gran parte para los Reales Tercios de Infantería españoles.
Los Ibarra de Éibar, como su significado indica, procedían de la parte de la ribera en el arrabal (Errebala). Existen datos documentales del siglo XV según cuales hubo alcaldes de apellido Ibarra o que los vecinos se reunían en el arrabal cerca de la Casa Ibarra de Suso (Ibarra-goikoa) para resolver sus asuntos.
CALLE EGO-GAIN DE EIBAR Y ESCUDO DE IBARRA |
La noticia más antigua de la familia Ibarra de Éibar está datada en 1452. Relata que Martín López de Ibarra y su hermana María López de Ibarra dividieron a medias el patrimonio familiar con todos sus montes, heredades, casas, molinos, huertas y demás pertenencias, formando desde entonces las dos casas solariegas Ibarra de Suso e Ibarra de Yuso (lbarra-golkua e lbarbea) próximo a lbarrekruz. Estaban asentadas en el antiguo arrabal de la villa, muy cercanas entre sí, pero desaparecidas en la actualidad.
La más notable era la Casa Ibarra de Suso, con torre central de planta cuadrangular, que fue ampliada con la casa palaciega contigua durante el siglo XVI, y que ostentaba el blasón de armas sobre el balcón abierto en el ángulo de la fachada. Su promotor fue Pedro de Ibarra y Eguiguren, contador del emperador Carlos V, y por eso se popularizó con el nombre de Kontadorekua, la Casa del Contador. Pedro se casó con Ana de Unzueta, heredera del solar Unzueta de parientes mayores del bando oñacino, sito en el mismo Éibar, y se proclamó señor de la casa de Unzueta, como se puede leer en su lauda sepulcral existente en la vizcaína Colegiata de Cenarruza, que antiguamente fue la parroquia del bando de Oñaz. Los descendientes de estos Ibarra fueron miembros principales en las distintas órdenes militares, para lo cual litigaron no pocas veces en las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada.
Tras la pérdida troncal del linaje, la casa fue pasando a otros propietarios hasta fue adquirida por un militar arcabucero del Ejército español y hábil orfebre Eusebio de Zuloaga, en 1861, donde nació su nieto, el célebre pintor Ignacio de Zuloaga.
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ESCUDO DE ARMAS IBARRA |
El escritor Gregorio de Múgica y Múgica ha estudiado a los más destacados eibarreses con este apellido en su obra Monografía histórica de Éibar. Si por algo han destacado los Ibarra de Éibar en la historia ha sido por formar parte de las primeras oleadas descubridoras y colonizadoras del Virreinato de la Nueva España durante todo el siglo XVI.
Entre los primeros eibarreses que emigraron al Nuevo Mundo figuran Martín de Ibarra y Laurenbide en setiembre de 1526 y Ortuño de Ibarra y Mendilibar en 1538.
La familia de eibarreses asociada a la conquista y colonización en el Virreinato de la Nueva España es la que lideraron Diego de Ibarra y Francisco de Ibarra. Procedían del arrabal de Yuso, adelante del camino real, y la rivera del Ego.
Miguel de Ibarra y Marquiegui fue el primero de la familia que pasó al Virreinato de la Nueva España. Desempeña un papel activo y notable en las batallas del peñón de Nochistlán y del Mixtón, que consiguió la definitiva pacificación de Reino de Nueva Galicia. Fue cofundador de la ciudad de Guadalajara junto a Cristóbal de Oñate, defensor frente a los ataques indios y su primer alcalde en 1539.
Diego de Ibarra y Marquiegui fue expedicionario y colonizador en el Virreinato de la Nueva España. En 1546, descubrió las minas argentíferas de Zacatecas, fundó dicha ciudad y fue su alcalde, además de gobernador de Nueva Vizcaya.
Francisco Ibarra y Arandia, sobrino de Diego, fue el principal promotor de la conquista y colonización del Reino de la Nueva Vizcaya del Virreinato de la Nueva España en 1554, fue su primer adelantado, gobernador y capitán general, descubriendo ricas minas argentíferas y fundando importantes ciudades como Durango, El Fuerte, Concordia o Nombre de Dios.
Bartolomé de Ibarra fue contador del virreinato de la Nueva España en la ciudad de México.
Miguel de Ibarra fue juez de testamento, capellanías y obras pías en el Arzobispado de México. Fue catedrático en propiedad de la cátedra de Derecho en la Real Universidad mexicana.
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ESCULTURA MIGUEL DE IBARRA Y MARQUIEGUI EN GUADALAJARA |
Cuando la mayor parte del territorio del Virreinato del Perú estuvo colonizado y las estructuras administrativas establecidas, varios fueron los eibarreses con este apellido que sirvieron en cargos de poder.
Miguel de Ibarra y Amaya fue el séptimo presidente de la Real Audiencia de Quito en 1600, uno de los más valorados del periodo virreina español. Fundó la ciudad de San Miguel de Ibarra en el norte de Ecuador, fomentó la industrial del textil buscando el desarrollo de los obrajes de las encomiendas, y desarrolló la industria minera de Zaruma.
Antonio de Ibarra no nació en Éibar, pero era sobrino del eibarrés Francisco de Ibarra, el fundador de Nueva Vizcaya. Estudió Cánones en la Universidad de México, doctorándose en 1591. Enviado al Perú, sirvió como corregidor de Parinacocha y Cajamarca, y fue abogado general de los indios, asesor del virrey Luis de Velasco y fiscal interino de la Real Audiencia de Lima. En 1607, fue nombrado fiscal de la Real Audiencia de Charcas, y oidor del mismo en 1613.
Diego López Ibarra fue capitán y sargento mayor en la Capitanía General de Chile en 1657, llegando a ser general de flota de galeones en 1672.
Antonio de Ibarra fue oidor de la Real Audiencia de las Charcas, en el Perú. Auditor general de la gente que luchó con ocasión de la guerra que España sostuvo en Sajonia. Más tarde ocupó los cargos de camarero del papa Paulo III, abad de Santa Vitoria de Milán y canónigo.
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ESCULTURA MIGUEL DE IBARRA Y AMAYA EN QUITO |
Una de las ramas de este linaje Ibarra de Éibar fue la que encabezó Francisco de Ibarra e Ibarra, con gran tradición en las armadas y ejércitos de la Monarquía española de los siglos XVI y XVII.
Francisco de Ibarra e Ibarra nació a comienzos del siglo XVI. Combatió con el duque de Alba en la Guerra de Lombardía. Fue comisario general del Tercio de Infantería, proveedor general de los Ejércitos, y miembro del Real Consejo de Guerra. Fue veedor general de la Real Armada de la Liga cristiana que tomó parte en el combate de Lepanto, luchando a las órdenes de Juan de Austria. Falleció en Madrid, en 1580. Sus hijos fueron Cristóbal de Ibarra y Aizpiri Vargas; y Diego de Ibarra y Aizpiri Vargas.
Diego de Ibarra y Aizpiri Vargas fue veedor general del Reino de Sicilia y, después, de los Estados de Flandes. Luchó en el combate de Lepanto junto a su padre. Por tan gran victoria consiguió ser caballero de la Orden de Santiago, gentil-hombre de la Cámara y mayordomo del archiduque Alberto, superintendente de la Real Hacienda, embajador extraordinario en Francia desde 1593 y veedor general en los estados de Flandes. Alcanzó su cumbre en la administración de Felipe III cuando fue nombrado miembro del Consejo de Estado y Guerra. Falleció en Madrid, en 1626. Hijos suyos fueron Francisco de Ibarra y Baresi y Carlos de Ibarra y Baresi.
Francisco de Ibarra y Baresi nació en Palermo mientras su padre servía como veedor general de Sicilia. Fue caballero de la Orden de Santiago en 1604, y gentilhombre de Cámara del archiduque Alberto de Austria. Se casó con María Enríquez Boonen, natural de Bruselas.
Carlos de Ibarra y Baresi fue almirante de la escuadra de Cantabria, pasando a Berlingas en 1616. Tomó parte en la victoria alcanzada contra los holandeses en el estrecho de Gibraltar en 1627 y el año siguiente recibió el encargo honroso de organizar una flota. En 1633, fue general de la Real Armada de la guarda de la Carrera de Indias encargada de escoltar a la flota de galeones mercantes. En 1638, obtuvo sonada victoria contra la escuadra de Pie de Palo en aguas de Cartagena de Indias. Tenía los títulos de vizconde de Centenera, que se le concedió en 1637; primer marqués de Taracena en 1639; comendador de Villahermosa en la orden de Santiago; gentil-hombre de boca del rey; miembro del Real Consejo de Guerra; y caballero de la Orden de Alcántara. Murió en Barcelona en 1639 y fue enterrado en el convento de San Francisco de esta ciudad.
PLAZA DE UNTZAGA DE EIBAR Y ESCUDO DE IBARRA |
Otros varios eibarreses sirvieron en los Tercios de Infantería y Flotas armadas del Ejército español durante las largas contiendas que los monarcas de la dinastía de los Habsburgo mantuvieron con las potencias enemigas.
Pedro Ortuño de Ibarra y Mendilibar era hijo de Ortún Sánchez de Ibarra y de María de Mendilibar, vecinos de Éibar. Comenzó a servir en el Ejército de la Monarquía de Carlos V, llegando a ser capitán de infantería. Durante una batalla, Ortuño mató al veneciano César Fragoso y al español Pedro Rincón en el río Po, embajadores de Francisco I de Francia, que iban a pedir ayuda a los otomanos, en lugar de rendirse. El rey francés reclamó la entrega de Ortuño a su primo y rival político Carlos V, y por consejo del emperador español cambió el apellido Ibarra en Inarra, para librarse del castigo. Este lance ocurrió durante las Guerras franco-española de Italia, durante toda la mitad del siglo XVI. Fue veedor general en Milán y caballero de la Orden de Calatrava.
En 1538, partió con destino al Virreinato de la Nueva España, participó en alguna expedición de colonización y llegó a ocupar el cargo de tesorero general y factor real.
Esteban de Ibarra fue secretario del emperador Carlos V y miembro del Consejo de Guerra en 1547. Sirvió en las galeras de Alemania y se señaló en la prisión del duque de Sajonia, por lo cual el emperador Carlos V le otorgó el título de castellano de la fortaleza de Manfredonia.
Francisco de Ibarra fue comendador de la Orden de Santa Cruz de la Zarza en Castilla, proveedor y comisario general en las armadas y ejércitos de España desplegados en Flandes en 1570, y miembro del Consejo de Guerra de Felipe II.
Juan de Ibarra fue general de marina en la Carrera de las Indias. Tomó parte de la Grande y Feliz Armada que en 1588 se dirigió a la conquista de Inglaterra, a las órdenes de Oquendo en la Armada de Guipúzcoa, mandaba la urca Santa María del Juncal.
Cristóbal de Ibarra fue capitán de caballería ligera en los Tercios de Milán y caballero de la Orden de Santiago, que murió luchando en el cerco de Ginebra, yendo al frente de dos mil caballeros.
Francisco de Ibarra fue maestre de campo y de la cámara del archiduque Alberto en Flandes, miembro de la Orden de Santiago, que falleció en alguna batalla de la Guerra de los Treinta Años en 1622.
Lucas de Ibarra fue pagador general de ejércitos y revisor de las cuentas del patrimonio real en Sicilia.
Esteban López Ibarra fue secretario de los Reales Consejos de Guerra y de Hacienda, caballero de la Orden de Santiago, y fundador de la basílica de San Esteban en su Éibar natal.
Pedro de Ibáñez Ibarra fue oidor en la Real Audiencia de Sevilla, proveído por gobernador de la isla española de Santo Domingo.
Juan de Ibarra fue secretario y consejero del Real Consejo de Indias y caballero de la Orden de Calatrava.
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