Uno de los mejores marinos científicos del siglo XVIII fue el teniente de navío José Manuel de Moraleda y Montero, un guipuzcoano natural de Pasajes de San Pedro. A él se deben estudios tan extensos como precisos sobre la cartografía e hidrografía de la costa americana del océano Pacífico, especialmente en la Capitanía General de Chile, que pertenecía al Virreinato del Río de la Plata. Fueron destacables la Expedición geográfica al archipiélago de Chiloé, en 1786, y la Expedición geográfica a las costas de La Patagonia occidental, en 1792. Pero ambicionaba con desarrollar su proyecto de establecer las derrotas de todos los puertos de la América española.
Sirvió en la Real Armada española durante cuarenta y seis años, como él mismo señaló, "sin la menor intermisión, uso de licencia, solicitud de destino, ni repugnancia del que se le ha dado". Y es que además de poseer habilidad para la cartografía y el dibujo técnico que demostró en sus mapas, era un hombre de carácter enérgico, fuerte y sano, sufrido y valeroso.
Los estudios de Moraleda recibieron elogios de marinos de la talla de Felipe Bauzá, José de Bustamante y Alejandro Malaspina, comandantes de la Expedición científica y política alrededor del Mundo entre 1789 y 1794, quienes pudieron comprobarlos cuando hicieron escala en el puerto de San Carlos de Ancud, el 5 de febrero de 1790. En una extensa carta del comandante Malaspina al secretario real de Marina e Indias, Antonio Valdés, elogió los resultados de Moraleda, así como sus virtudes profesionales en el mar del sur.
Su nombre ha quedado perpetuado por la comisión chilena que, a bordo de la corbeta Chacabuco, visitó las aguas de los archipiélagos de Chiloé, Guaitecas, Chonos y Taitao, entre 1870 y 1873. En su memoria, esta comisión hidrográfica nombró al principal canal de la Región de Aysén con su apellido, por ser el primer explorador científico en realizar estudios y reconocimientos en el entorno del Canal de Moraleda. Estos territorio fueron la isla Grande de Chiloé, los archipiélagos de las Guaitecas y de los Chonos, las aguas de los golfos de Ancud y de Corcovado, y una porción de territorio continental que va desde el río Maullín y la bahía de Reloncaví, en el norte, hasta el río Palena y el lago Yelcho, al sur.
Moraleda dejó una serie de diarios de navegación, donde junto a derroteros y mapas, también realizó comentarios etnográficos sobre las poblaciones y fortificaciones que visitaba.
Parte de estos trabajos fueron publicados por Diego Barros Arana en 1888 bajo el nombre de Esploraciones jeográficas e hidrográficas de José de Moraleda i Montero. Aquel mismo año, también fueron publicados por Francisco Vidal Gormaz en dos volúmenes de los anuarios hidrográficos de la Marina de Chile.
No solo Chile ha recuperado la obra y vida del marino guipuzcoano, también en España. Hugo O'Donell escribió el libro El viaje a Chiloé de José de Moraleda (1787-1790), que fue publicado en Madrid, en 1990. Veinte años más tarde, una publicación del Untzi Museoa-Museo Naval de San Sebastián lanzó el ensayo Moraleda, explorador del Pacífico insular.
Desde entonces, han aparecido diversas reediciones modernas de sus diarios de navegación, junto a trabajos cartográficos que agrupan sus mapas.
En la actualidad, el archivo del Museo Naval de Madrid guarda dos retratos del marino, diarios de navegación y cartografías, mientras que la biblioteca de la Oficina Hidrográfica de Santiago conserva entre sus libros más preciosos el manuscrito autógrafo, con sus viñetas y dibujos.
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