Gobernador y Capitán General de Guipúzcoa, Teniente General de los Reales Ejércitos y Virrey del Perú durante el primer tercio del siglo XVIII
JOSÉ DE ARMENDÁRIZ Y PERURENA
José de Armendáriz y Perurena era natural de Ribaforada, Navarra, donde
nació en 1670. Era miembro del linaje nobiliario navarro de Armendáriz, con
palacio situado en la calle San Francisco de Pamplona. Empezó a servir a finales del siglo XVII en el
Real Ejército de la Monarquía hispánica de Carlos II como capitán de
caballería.
Durante la Guerra de Flandes se
halló en las batallas de Fleurus, en 1690, y Neerwinden, en 1693. Pasó a
Cataluña ascendido a maestre de campo del Cuerpo de Dragones, y concurrió al
sitio de Palamós y la campaña sobre Barcelona. Destinado a Nápoles y ascendido
a brigadier, participó en la Guerra de Portugal.
Durante la Guerra de Sucesión
española, fue partidario del bando borbónico, ascendiendo sucesivamente a
brigadier y coronel. Estuvo presente en el sitio de Gibraltar, en
1704, como mariscal de campo. Fue promovido luego a teniente general de los
Reales Ejércitos borbónicos por su comportamiento en la toma de Alcántara, en
1706. Desempeñó cargos en Extremadura; comandó las tropas reales en la batalla
de Lagudina, en 1708, y tuvo acción decisiva en Villaviciosa, en 1710, donde
cayó herido. Por sus méritos demostrados en guerra, el rey Felipe V le concedió
el Toison de Oro haciéndole miembro de la Orden de Santiago y, en tal virtud,
beneficiado con las encomiendas de Montizón y Chiclana, además de recibir el
título de marqués de Castelfuerte, en 1711.
SITIO DE GIBRALTAR DE 1704
En los últimos años de la Guerra
sucesoria, intervino en la pacificación de Aragón y el sitio de Barcelona,
además ejerció la gobernación de Tarragona.
En 1717, durante la Guerra de la
Cuádruple Alianza, participó en las campañas de Cerdeña y Sicilia,
contribuyendo a la toma de Mesina y la victoria de Francavilla, en 1718, siendo
ascendido a capitán general el año siguiente.
Era gobernador y capitán general de
Guipúzcoa cuando fue nombrado virrey del Perú, en 1723.
Durante su gobierno en la capital del
virreinato del Perú, Lima, desde 1724 hasta 1736, destacó por su empeño
reformista, versión peruana de los esfuerzos reorganizadores de Felipe V en la
península.
Trató de mantener a la jerarquía
eclesiástica dentro de los límites estrictos de su competencia, poniendo
límites a la multiplicación de los conventos de religiosos, aunque favoreció el
establecimiento de misiones franciscanas. Trabajó por mejorar la Hacienda y por
mantener las regalías de la Corona frente a las autoridades eclesiásticas, lo
que le deparó algunos enfrentamientos con la Inquisición. No obstante, como
otros regalistas de su tiempo, era un ferviente católico.
Su actitud se vio determinada por ideas
y sentimientos contrapuestos, pues mientras fortificaba las costas y
reorganizaba la armada para proteger justamente al comercio contra el
contrabando internacional e incluso dictaba medidas para favorecer a los indios
y defenderles de los abusos de sus subordinados, se veía obligado a transigir
con éstos y consentir represiones a veces injustas.
Dirigió la represión de la sublevación
de los comuneros de la provincia de Paraguay, entre 1717 y 1735. Los comuneros
eran vecinos laicos que se opusieron a las autoridades virreinales y
eclesiásticas en defensa de sus intereses económicos principalmente. Las
autoridades habían donado a los jesuitas unos indios en régimen de encomienda,
siendo solicitados al mismo tiempo por los vecinos. El enfrentamiento dio
origen también a una posición antiabsolutista, que se basaba en la teología
española de la segunda escolástica.
El Ayuntamiento de Pamplona acordó en
1731 rendirle público homenaje, entre otras cosas, por su donación de joyas y
dinero para el culto de San Fermín.
Hasta que el 4 de enero de 1736 dejó el
virreinato fue coherente con sus principios absolutistas y mantuvo una correcta
administración. Al final de su gobierno consiguió sacar a flote la economía
peruana basada principalmente en la minería y en el comercio.
Tras regresar a España, murió en Madrid
en 1740.
JOSÉ DE ARMENDÁRIZ Y PERURENA
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