14/08/2025

José de Armendáriz y Perurena


Gobernador y Capitán General de Guipúzcoa, Teniente General de los Reales Ejércitos y Virrey del Perú durante el primer tercio del siglo XVIII

JOSÉ DE ARMENDÁRIZ Y PERURENA

José de Armendáriz y Perurena era natural de Ribaforada, Navarra, donde nació en 1670. Era miembro del linaje nobiliario navarro de Armendáriz, con palacio situado en la calle San Francisco de Pamplona. Empezó a servir a finales del siglo XVII en el Real Ejército de la Monarquía hispánica de Carlos II como capitán de caballería.

Durante la Guerra de Flandes se halló en las batallas de Fleurus, en 1690, y Neerwinden, en 1693. Pasó a Cataluña ascendido a maestre de campo del Cuerpo de Dragones, y concurrió al sitio de Palamós y la campaña sobre Barcelona. Destinado a Nápoles y ascendido a brigadier, participó en la Guerra de Portugal.

Durante la Guerra de Sucesión española, fue partidario del bando borbónico, ascendiendo sucesivamente a brigadier y coronel. Estuvo presente en el sitio de Gibraltar, en 1704, como mariscal de campo. Fue promovido luego a teniente general de los Reales Ejércitos borbónicos por su comportamiento en la toma de Alcántara, en 1706. Desempeñó cargos en Extremadura; comandó las tropas reales en la batalla de Lagudina, en 1708, y tuvo acción decisiva en Villaviciosa, en 1710, donde cayó herido. Por sus méritos demostrados en guerra, el rey Felipe V le concedió el Toison de Oro haciéndole miembro de la Orden de Santiago y, en tal virtud, beneficiado con las encomiendas de Montizón y Chiclana, además de recibir el título de marqués de Castelfuerte, en 1711.

SITIO DE GIBRALTAR DE 1704


En los últimos años de la Guerra sucesoria, intervino en la pacificación de Aragón y el sitio de Barcelona, además ejerció la gobernación de Tarragona.

En 1717, durante la Guerra de la Cuádruple Alianza, participó en las campañas de Cerdeña y Sicilia, contribuyendo a la toma de Mesina y la victoria de Francavilla, en 1718, siendo ascendido a capitán general el año siguiente.

Era gobernador y capitán general de Guipúzcoa cuando fue nombrado virrey del Perú, en 1723.

Durante su gobierno en la capital del virreinato del Perú, Lima, desde 1724 hasta 1736, destacó por su empeño reformista, versión peruana de los esfuerzos reorganizadores de Felipe V en la península.

Trató de mantener a la jerarquía eclesiástica dentro de los límites estrictos de su competencia, poniendo límites a la multiplicación de los conventos de religiosos, aunque favoreció el establecimiento de misiones franciscanas. Trabajó por mejorar la Hacienda y por mantener las regalías de la Corona frente a las autoridades eclesiásticas, lo que le deparó algunos enfrentamientos con la Inquisición. No obstante, como otros regalistas de su tiempo, era un ferviente católico.

Su actitud se vio determinada por ideas y sentimientos contrapuestos, pues mientras fortificaba las costas y reorganizaba la armada para proteger justamente al comercio contra el contrabando internacional e incluso dictaba medidas para favorecer a los indios y defenderles de los abusos de sus subordinados, se veía obligado a transigir con éstos y consentir represiones a veces injustas.

Dirigió la represión de la sublevación de los comuneros de la provincia de Paraguay, entre 1717 y 1735. Los comuneros eran vecinos laicos que se opusieron a las autoridades virreinales y eclesiásticas en defensa de sus intereses económicos principalmente. Las autoridades habían donado a los jesuitas unos indios en régimen de encomienda, siendo solicitados al mismo tiempo por los vecinos. El enfrentamiento dio origen también a una posición antiabsolutista, que se basaba en la teología española de la segunda escolástica.

El Ayuntamiento de Pamplona acordó en 1731 rendirle público homenaje, entre otras cosas, por su donación de joyas y dinero para el culto de San Fermín.

Hasta que el 4 de enero de 1736 dejó el virreinato fue coherente con sus principios absolutistas y mantuvo una correcta administración. Al final de su gobierno consiguió sacar a flote la economía peruana basada principalmente en la minería y en el comercio.

Tras regresar a España, murió en Madrid en 1740.

 JOSÉ DE ARMENDÁRIZ Y PERURENA

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