29/01/2024

Letrados vascos en la Corte de Madrid


Desde mediados del siglo XV, en los tres territorios vascos comenzó a crearse una especie de burguesía burocrática formada por letrados, que aumentó durante el reinado de los Reyes Católicos y que alcanzo un considerable desarrollo con la llegada al trono de la dinastía de los Habsburgo.

El letrado era considerado por documentos de la época como un "hombre de saber", una expresión del cambio social que se estaba produciendo en los siglos de la Baja Edad Media. Eran momentos en que un creciente pluralismo estamental llevaba a una paralela diversificación de funciones sociales. El nuevo grupo social de los letrados fue adquiriendo una conciencia estamental por su valor y aportación a la comunidad mediante el empleo de su profesión: consejeros, jueces, notarios, escribas, literatos, cronistas, etc.

El historiador guipuzcoano y cronista de Felipe II Esteban de Garibay caracterizó a los letrados vascos como:
"de buena habilidad, no solo para las cosas de pluma, como se vee de ordinario entre los ministros de la casa del Real, y en la arte de la navegación, y en los demás exercicios de pendola, mas también para la arte de la navegación, y profesión de la disciplina militar, y no menos en el exercicio de las letras, aunque no sucede a muchos tomar esta via."
Se refería en las "cosas de la pluma" al arte de escribir con corrección, caligrafía y conocimientos auxiliares; a la contabilidad, y a la redacción de cartas y contratos. En este aspecto, varios vascos destacaron en las disciplinas de la Pedagogía y la Caligrafía.

Las nóminas de estudiantes vascos en las universidades españolas fueron abundantes en los siglos XVI y XVII. Había médicos y abogados, que desempeñaron cargos importantes, y hombres de ciencia que contribuyeron al progreso de la técnica en general y de la industria del hierro y naval en particular.

LETRADOS CALÍGRAFOS VASCOS

Juan de Iciar es el más conocido de todos los letrados calígrafos. Este durangués, nacido en 1522, es el maestro renacentista por excelencia. Sus obras fueron analizadas por Emilio Cotarelo, que lo consideró "el mejor calígrafo de su tiempo, no sólo en España, sino en toda Europa". Su obra más conocida es el Arte de escribir, publicada en Zaragoza en 1552, y que tuvo varias ediciones hasta 1566. También publicó una Aritmética en 1549 y un libro con modelos de estilo epistolar llamado Nuevo Estillo d’escrevir cartas mensageras en 1552, ambas publicadas en Zaragoza.

Cotarelo resaltó el interés que tuvo para la historia de las costumbres la carta "sobre las calidades que han de tener los oficiales de la casa de un señor y de otros oficiales que no se usan y serán necesarios".

ARTE DE ESCRIBIR, POR JUAN DE ICIAR

Otro vascongado que preparó a muchos en las "cosas de la pluma" fue el arrantiano Pedro de Madariaga, al que Cotarelo dedicó también un artículo. Nació en 1537, siendo discípulo de Iciar en Zaragoza y estuvo en Italia. Madariaga compuso otro libro de caligrafía con dos ediciones y título distinto, en 1565 y 1567. En este libro, dividido en diálogos, aparecen distintos interlocutores con apellidos vascos, como los de Gamboa, Oñez, Balçola, Ibarra, Urcuzu, Velgara, Ayala y Guevara.

En uno de estos diálogos, en el primero, enfatizó lo que se decía ya en su tiempo en toda España: "Yo soy muy afectado a los buenos escribanos; sino que por estos reynos (de Valencia) no tenemos tan buen aparejo como allá en vuestra Vizcaya." En el séptimo de la primera parte se leyó además: "Un maestro de escribir hay en Vizcaya que trae naves por mar."

ARTE DE ESCRIBIR ORTOGRAFÍA, POR PEDRO DE MADARIAGA

Felipe de Zabala, nacido en 1580 en Marín, en el valle de Léniz, trabajó en la Corte junto a su hermano Tomás. Publicó en Madrid, en 1634, una Introducción nueva del arte de escribir, también en diálogo y durante más de cincuenta años fue maestro en uno de los barrios madrileños más populosos. Zabala estuvo examinando muchas veces con el calígrafo montañés Pedro Díaz Morante, y con su discípulo Pedro de Aguirre.

Según las investigaciones de Cotarelo en torno a la caligrafía y las de otros autores basados en documentos distintos, se puede afirmar que "las cosas de la pluma" dieron en el siglo XVI una marcada superioridad a los vascos:
"Era ya cosa sabida, que todas las oficinas reales, en los Consejos, y al lado del Rey y de sus primeros ministros, había de haber un secretario vizcaíno, alavés o guipuzcoanos que lo mandaba, y disponía todo y que había llegado allí sólo por su pericia pendolística, ayudado después de otras cualidades de voluntad y entendimiento. La tradición se conserva aún en el siglo XVIII, donde abundan en las secretarías los apellidos de aquellas dichosas y fecundas comarcas."

En tiempos de Fernando VII e Isabel II, vivió uno de los mejores calígrafos españoles. Se trata de José Francisco de Iturzaeta que nació en Guetaria en 1788. Llegó a ser el segundo director de la Escuela Normal Central de Maestros.

ARTE DE ESCRIBIR LA LETRA ESPAÑOLA, POR JOSÉ FRANCISCO DE ITURZAETA

La capacidad caligráfica del letrado vascos en la Edad Moderna estaba unida a la aptitud para ser secretario real o consejero de aristócratas e instituciones, pero también para los negocios públicos y privados. Así lo escribió con Miguel de Cervantes en el capítulo VIII de la primera parte del El Quijote de la Mancha, mostrando la lucha del hidalgo Don Quijote con el gallardo "vizcaíno" Sancho de Azpeitia de esta manera:
"Venía en el coche, como después se supo, una señora vizcaína, que iba a Sevilla, donde estaba su marido, que pasaba a las Indias con un muy honroso cargo."

También en el capítulo XLVII de la segunda parte aparece Sancho Panza haciendo de gobernador de la ínsula Barataria y recibe un mensaje del Duque, pregunta:
"¿Quién es aquí mi secretario? Y uno de los que presentes estaban respondió: Yo, señor, porque sé leer y escribir, y soy vizcaíno. Con esa añadidura, dijo Sancho, bien podéis ser secretario del mismo Emperador."

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA EN SAN SEBASTIÁN

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