11/01/2024

Fortificaciones defensivas navarras en la Modernidad


Pamplona se convirtió en un elemento clave en la cadena defensiva del territorio español que la Monarquía quiso establecer en los Pirineos desde Fuenterrabía hasta Figueras durante el siglo XVI. De hecho, Pamplona, Puente la Reina, Estella y Lumbier fueron las fortalezas que se mantuvieron en pie tras las derribadas en la conquista de 1512.

Tras los sucesos militares de 1512 y 1521, quedó de manifiesto la importancia estratégica de la capital navarra, por lo que no se tardó en cerrar las murallas y en construir el Castillo Nuevo al sur de la ciudad. Pero aquel castillo pronto se quedó anticuado, no muy apropiado para resistir con éxito las innovaciones bélicas que se estaban produciendo. En 1571, Felipe II decidió la edificación de una moderna ciudadela de Pamplona en sustitución del castillo, encargando la planificación al ingeniero Jacobo Palear Fratín.

Esta nueva fortaleza se convirtió en el principal bastión defensivo de Navarra. Tenía cinco baluartes con todos sus bastiones revestidos de piedra y amplios fosos, algunos llenos de agua; asentada sobre roca, era el único obstáculo que podía impedir a los franceses llegar a Madrid si invadían la península.

CIUDADELA DE PAMPLONA

El virrey Vespasiano Gonzaga fue el encargado de comprar las tierras donde debía edificarse la fortaleza, la que consideraba iba a ser "la más insigne fábrica fortificada del mundo". De los cinco baluartes previstos, se construyeron en primer lugar los dos que iban a ceñir los muros de la ciudad y en 1584 se empezaron los que estarían fuera; ya en el siglo XVII, el progreso de la construcción se vería afectado también por los pagos, que interrumpían las obras en ocasiones.

Desde inicios del siglo XVII, estaba clara la convicción de que Pamplona y su ciudadela habían de ser la salvaguardia de Castilla frente a la invasión de un ejército francés. Por eso, en 1611, el Consejo de Guerra decidió la colocación de 400 hombres de guarnición permanente en la fortaleza, convencido de que los franceses desistirían de cualquier tentativa contra ella. Además, había recursos para armar hasta 15.000 hombres, de modo que los paisanos navarros y los de las vecindades de La Rioja y Guipúzcoa podrían ser útilmente empleados en caso de movilización.

PLANO DE PAMPLONA Y SU CIUDADELA DE 1845

Mientras, durante estos años, las obras continuaban con retrasos y reformas hasta que en 1646 llegó a su conclusión. Durante la visita que hizo Felipe IV aquel año quedó tan impresionado por el aspecto de la ciudadela que decidió impulsar su financiación.

En cuanto al armamento depositado en la ciudadela, su volumen es un indicador indirecto de la importancia que la Corona le atribuyó como bastión defensivo. Debía proporcionar armas a los efectivos que llegaran de Vizcaya, Guipúzcoa, La Rioja y Castilla, hasta el punto de poder dotar a 15.000 hombres si fuese necesario.

Pero, la ciudadela de Pamplona no protegía totalmente el reino. Se necesitaban otros apoyos, dada la tendencia francesa a recurrir a la zona del Bidasoa, a los pasos de Irún y Behovia, para sus ataques e invasiones sobre la península. De manera que los ingenieros Fratín, Gandolfo, Tejeira y Alberti consideraron que era necesario reforzar adecuadamente la frontera, dando prioridad a dos lugares, Maya del Baztán y Burguete, mientras Lumbier quedó en un plano bastante más secundario y, pese a la guerra con Francia de 1635, su guarnición de unos 300 hombres permaneció inalterable.

FORTALEZA DE ARTAJONA

En Maya existía un castillo sobre un peñasco; sus dimensiones eran tan reducida que la guarnición entraba con suficiencia, por lo que "se le ha ayudado de fuera con otra fortificación pequeña de tierra y fagina en la forma que el sitio lo ha requerido… que es por donde se puede arrimar el enemigo a él con las zarpas."

Pero todavía en 1638, la fortificación estaba sin rematar y, como ocurría con la ciudadela pamplonica, los recursos y víveres andaban siempre escasos. Cuando se produjo el enfrentamiento con Francia en 1635, esta adquirió una posición de vanguardia. En 1640, se destinó un contingente permanente que estaba compuesto por cuatro compañías con 279 hombres en total.

Según el escrito del historiador Gallástegui:
"era, este de Maya, uno de los muchos casos de respuesta del reino a los estímulos de la Corona: en Pamplona se habían librado las patentes de capitanes a favor de los hombres del Valle de Baztán (ahí estaban sus apellidos para atestiguarlo) que habían podido realizar sin dificultades sus reclutas en su vecindad, a favor de suministros regulares librados por Hacienda a lo largo del verano de 1640."
En cuanto a Burguete, su nueva fortificación era de forma irregular para adaptarse al sitio elegido donde debía construirse, y tampoco podía darse por concluida en 1638, año en que la amenaza francesa constituía más que una temible posibilidad. Su situación era comparable en las carencias a las de Maya y Pamplona y también, a causa de la guerra, se cuidó su construcción y se reforzó su guarnición elevándola a cinco compañías que, en conjunto, en 1640 no superaron los 301 hombres, pues dos de ellas tenían muy escasos efectivos.

CASTILLO DE JAVIER

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