Jefe de escuadra de la Armada española del siglo XIX, involucrado en todas las guerras de finales del siglo XVIII, participó en los combates del cabo san Vicente, en 1789, y en el de Trafalgar, en 1797, y en la Guerra de la Independencia de 1808-1814
IGNACIO DE OLAETA Y ALLENDE SALAZAR |
Ignacio de Olaeta y Allende Salazar era natural de Guernica, Vizcaya, donde nació en 1757. Se integró en la Real Armada española en agosto del 1773 como cadete guardiamarina del Departamento Naval de Cádiz. Durante los primeros años participó en varias acciones navales por el Mediterráneo junto a otros jóvenes almirantes vascos de su generación.
Su bautismo de fuego tuvo lugar siendo alférez de fragata durante la Expedición militar a Argel, en 1775, a bordo del buque Santa Rosa de Lima, que lideraba el general navarro Pedro González de Castejón. Se trataba de una invasión combinada de tropas navales y terrestres de aproximadamente 50 navíos y más de 20.000 soldados, que pretendía tomar el puerto y su ciudad, foco de piratas berberiscos que dificultaba el comercio español por el Mediterráneo. Olaeta ayudó de forma activa en el desembarco de tropas de infantería como en el rembarco de tropas cuando fue imposible continuar con la invasión.
En esta escuadra de González de Castejón se encontraban otros almirantes vascos como José de Mazarredo, Francisco de Hidalgo Cisneros o José Ramón de Gardoqui, entre otros. Se empezaba a consolidar un núcleo de almirantes vascongados que volvería e encontrarse en el bloqueo de Gibraltar de 1781 o en los combates contra la Flota británica del almirante Howe.
En 1776, embarcado en la fragata Santa Teresa, Olaeta estuvo persiguiendo barcos corsarios berberiscos que asediaban las rutas comerciales del Mediterráneo.
A finales de ese año, volvió a tomar parte de una expedición importante con destino a Montevideo, en el Virreinato del Río de la Plata, junto a otro alférez vascongado José Ramón de Gardoqui, a las órdenes de Francisco Javier Everando de Tilly. Formaba parte de una armada que escoltaba a buques de transporte de tropas al mando del general Cevallos. Tras llegar en marzo de 1777, se integró a una potente armada de unos 20 navíos que pretendía reconquistar algunos territorios suramericanos que habían sido invadidos por fuerzas brasileñas del Ejército portugués. Olaeta participó en el combate de la isla Santa Catalina, los días 19 y 20 de abril de 1777, y en otras acciones de recuperación del territorio hasta firmar un tratado con Portugal.
En 1779, dio comienzo la Guerra anglo-española de 1779-1783. Gardoqui fue integrado en la Armada del general Luis de Córdova y Córdova, después de ascender a alférez de navío. Era una flota combinada hispano-francesa, para interceptar los refuerzos que Londres enviaba a sus puertos de las provincias norteamericanas que había proclamado la independencia con respecto a la Corona británica. España aportaba cerca de 30 navío y 7 fragatas, y otras embarcaciones menores. Así, partió de Cádiz en la primera expedición del Canal de la Mancha, que solo consiguió apresar al navío Ardent.
En 1782, continuaba involucrado en la guerra contra Gran Bretaña. Fue incorporado a las tropas de refuerzo que mantenían el llamado Gran Asedio de Gibraltar desde 1779. Tomo parte de los bombardeos al puerto, en la defensa de las novedosa baterías flotantes, así como en los combates contra buques británicos en aguas del estrecho.
Tras el fin de la guerra, en diciembre de 1783, Olaeta fue ascendido a teniente de navío y puesto al mando del buque Ardilla, un bergantín de 16 cañones capturado a la Armada británica durante la Guerra de la Independencia estadounidense. En febrero de 1784, llegó a Montevideo, en el Virreinato del Río de la Plata, formando parte de un convoy compuesto por las fragatas Sabina, Perpetua, la corbeta Elena y varias urcas con tropas del Regimiento de Burgos. El nuevo comandante del apostadero, el capitán Francisco Idiáquez de Borja, ordenó a Olaeta el reconocimiento de la costa norte del Río de la Plata, a partir del mes de noviembre de aquel año. Durante aquella singladura, intervino en la recuperación del navío La Limeña, que se encontraba desarbolado y sin control, había encallado en la ensenada de Castillejos, en el litoral de Brasil. Pudo trasbordar a su tripulación así como mercancías y un caudal valorado en 4 millones de pesos que entregó en Mar del Plata.
Cumplidos los 3 años reglamentarios que todo oficial debía servir en América, Olaeta regresó a Cádiz en otoño de 1786, al mando de su bergantín en conserva de la fragata Santa Sabina. Al año siguiente, el buque Ardilla fue desmantelado y Olaeta gozó de un permiso para descansar un tiempo.
Volvió al servicio en la Armada española al mando del navío San Ramón de 68 cañones, construido bajo el sistema francés Gautier en los astilleros de La Habana en 1775. Su misión era transportar hasta Veracruz a Juan Vicente de Güemes Pacheco (conde de Revilla Gigedo) recién nombrado en octubre de 1789 máxima autoridad del Virreinato de la Nueva España. Consiguió ganarse la confianza del virrey y recibió la ejecución de otras misiones.
Siendo inspector del Apostadero de La Habana puso en marcha la construcción de dos bergantines, en Volador y el Saeta, que debían reforzar el control sobre la costa mejicana del Caribe. En 1790, había conseguido organizar una flotilla caribeña compuesta de los buques Castilla, Volador, Saeta y Flor de Mar. Con una redistribución más eficientes de las unidades disponibles y nuevos planes de trabajo pudo reducir considerablemente el contrabando de mercancías por el mar Caribe y el golfo de México. Un año después fue ascendido a capitán de fragata. Olaeta permaneció en el Virreinato hasta inicios de 1795, pues fue requerido desde la península para tomar parte en la Guerra de la Convención francesa, durante la Primera Coalición.
En mayo de 1795, fue puesto al mando del Departamento Naval de Cádiz con el cargo de mayor de brigada, hasta embarcar dos meses después en la fragata Nuestra Señora del Pilar de 40 cañones, construida en el Arsenal de Ferrol y cuyo casco estaba recubierto de cobre. Integrado en la flota del general Federico Gravina, participó en las operaciones de recuperación de Rosas frente al Ejército de los convencionales francés, en diciembre del mismo año.
Después de la Paz de Basilea, en 1796, Olaeta fue requerido a realizar un viaje transatlántico hasta las islas Antillas al mando de la fragata Ceres de 40 cañones, construida en el Arsenal de La Habana en 1791. Estaba integrada en la escuadra del general José Solano, compuesta por 7 navíos y 4 fragatas, a la que debían sumarse en aguas caribeñas las divisiones de los generales Gabriel de Aristizábal y de Sebastián Ruiz de Apocada y Eliza, este último era un gaditano de origen vasco.
En agosto de ese año, Olaeta junto a resto de expedición atacó los asentamientos británicos en las ensenadas de Bull y Chateaux y en los puertos de las islas San Pedro y Miguelón, y destruyó más un centenar de barcos mercantes privados con bandera inglesa. Con la misión cumplida, Olaeta regresó a la península junto a algunos de los buques de Solano, debiendo pasar por los cabos de San Vicente y de Santa María en vigilancia de barcos mercantes españoles que hacían la Carrera de las Indias.
COMBATE DEL CABO SAN VICENTE |
En 1798, dio inicio la Guerra de la Segunda Coalición entre España y Francia contra Gran Bretaña. Olaeta fue integrado en la armada del general Juan de Lángara a bordo de su fragata Ceres, que partió de Cádiz hacia el Mediterráneo. En aguas próxima a Cartagena mantuvo combate directo con la fragata británica White, que tras dos horas de refriega se dio a la fuga. Desde este puerto murciano, prestó protección a las lanchas cañoneras del comandante Antonio Barceló con destino a Algeciras desde donde lanzar el asedio a Gibraltar.
En el puerto de Cádiz, se unió a la Armada del Océano del general José de Córdova, poniéndose al mando de la fragata Nuestra Señora Atocha de 40 cañones, construida en el Astillero de La Habana en 1789. La desorganización de aquella flota oceánica después de sufrir un duro temporal fue aprovechada por la británica del almirante John Jervis para largar un ataque en lo que fue el combate del cabo San Vicente, el 14 de febrero de 1797. Algún otro marino vascongado tomó parte en el encuentro, como Baltasar Hidalgo de Cisneros o Jun Aguirre, pero Olaeta no lo hizo al encontrar su fragata bastante lejos de la formación.
Cuando fondeó en la bahía de Cádiz, se puso a las órdenes del bilbaíno José de Mazarredo, nombrado nuevo comandante de la Armada del Océano por destitución del anterior. Su primera acción fue romper con el bloqueo de Cádiz de 1798 por una flota al mando del almirante Horatio Nelson, saliendo en persecución de sus navíos.
BLOQUEO NAVAL DE CÁDIZ |
Tras la acción, Olaeta permaneció en labores de vigilancia en aguas mediterráneas entre los Departamentos Navales de Cádiz y de Cartagena. En este puerto se integró en la Flota Combinada hispano-francesa del almirante Eustache Bruix en mayo de 1799. Ya en verano, zarpó desde Cádiz con destino al puerto francés de Brest, donde permanecería la flota atracada a la espera de que el cónsul Napoleón Bonaparte diese la orden de realizar un ataque sobre puertos ingleses y desembarco de tropas. En esta expedición al Canal de la Mancha, Olaeta coincidió con otros almirantes vascongados como Moyúa, Churruca, Ayalde, Gardoqui, Álava, etc., y con el propio comandante Mazarredo. Esta relación de amistad y vecindad con estos altos mandos sirvió para que Olaeta promocionase su ya dilatada carrera en la Armada española.
Tal fue la confianza del comandante Mazarredo tuvo en él, que le permitió tomar el mando del navío San Pablo en labores de vigilancia sobre aguas de Brest cuando aún era capitán de fragata. Este era un navío de 74 cañones, construido en el Astillero de Esteiro, Ferrol, en 1767, en el sistema de Gautier. Cuando Mazarredo fue relevado al mando de la escuadra por Federico Gravina, Olaeta transbordó a sucesivos navíos: Neptuno (80 cañones, 2 puentes, 1795), Pelayo (74 cañones, 2 puentes, 1791) y Concepción (120 cañones, 3 puentes, 1779).
En 1802, se ponía fin a la Guerra de la Segunda Coalición por la Paz de Amiens. Momento en el que Olaeta fue nombrado capitán de navío, máximo grado en la escala de oficiales de la armada. Entre 1803 y 1804, se le asignó el navío Glorioso de 70 cañones y 2 puentes, construido en el Astillero de Esteiro, en el sistema de Jorge Juan, en 1755; y poco después el navío Castilla, de 64 cañones y 2 puentes, construido en el sistema Gautier, en 1780.
NAVÍO SANTÍSIMA TRINIDAD |
Estando en el Departamento Naval de Cádiz en septiembre de 1805, fue solicitado por el general Baltasar Hidalgo de Cisneros para ponerse al frente del enorme navío Santísima Trinidad, con el cargo de capitán del Consejo del Jefe de Escuadra. Tenía 136 cañones y 4 puentes, fue construido en el Astillero de La Habana, en 1769.
Un mes después, el 21 de octubre de 1805, se produjo el combate de Trafalgar entre la Escuadra Combinada franco-española del vicealmirante Villeneuve y el teniente general Gravina contra la flota británica de Horatio Nelson. Al mando del Santísima Trinidad estaban los capitanes de origen vasco Baltasar Hidalgo de Cisneros, jefe de escuadra, y Francisco Javier de Uriarte y Borja, comandante del buque; mientras que Olaeta era capitán del Consejo de Escuadra.
El Santísima Trinidad era uno de los objetivos de Nelson por ser el mayor navío de línea jamás construido hasta el momento, era llamado el "Escorial de los Mares", y portaba 1.159 marinos.
Olaeta resultaría gravemente herido mientras defendía el costado de babor de aquella nave. Como todos los mandos del Trinidad, quedó prisionero por los británicos, y dicho navío se fue a pique esa noche durante la fuerte tormenta mientras era remolcado por otros tres buques ingleses.
El predominio hispano sobre el Atlántico había desaparecido, así como el desarrollo ilustrado a ambos lados del océano. No queda ni tiempo, ni dinero para recuperarlo. Y pronto surgiría la invasión napoleónica de un aliado convertido en enemigo, Francia, y la ayuda de un enemigo convertido en aliado, Inglaterra. Este caos interno propiciaría una consecución de emancipaciones coloniales en América. Atrás quedaron tres siglos de supremacía de Imperio virreinal, aunque no sería hasta finales del siglo XIX cuando se pierda definitivamente.
Tras su liberación, Olaeta fue ascendido a brigadier de la Armada en noviembre de 1805. Con el inicio de la Guerra de la Independencia en 1808, participó entre el 9 y el 14 de julio en el asalto a la escuadra francesa del almirante Rosily, atracada en Cádiz. Fue un ataque basado en divisiones de lanchas cañoneras desde el mar, apoyados por artillería desde las playas gaditanas.
Durante el conflicto, estuvo al mando de los navíos Neptuno y Miño. En este último buque realizó tres singladuras hacia La Habana y Veracruz para traer caudales y tropas militares a la península y, a la vez proporcionar armas con las que sofocar las primeras insurrecciones de los virreinatos americanos.
En 1813, fue nombrado vocal del Consejo de Guerra que se formó en el Puerto de Santa María para encabezar un tribual que juzgase a los militares colaboracionistas con los franceses. Difícil función encomendada a Olaeta fue la de juzgar a oficiales y generales que se habían arrestado en territorio dominado por los imperiales, analizando cada caso con diferentes circunstancias.
En octubre de 1814, cuando ya terminó la Guerra de la Independencia española, Olaeta fue ascendido a jefe de Escuadra. Al año siguiente, durante el reinado de Fernando VII, fue recompensado con la entrega de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Ese mismo año, Ignacio de Olaeta y Allende Salazar murió en Cádiz a los 58 años de edad, tras haber dedicado 42 a servir a España con lealtad y honor.
El predominio hispano sobre el Atlántico había desaparecido, así como el desarrollo ilustrado a ambos lados del océano. No queda ni tiempo, ni dinero para recuperarlo. Y pronto surgiría la invasión napoleónica de un aliado convertido en enemigo, Francia, y la ayuda de un enemigo convertido en aliado, Inglaterra. Este caos interno propiciaría una consecución de emancipaciones coloniales en América. Atrás quedaron tres siglos de supremacía de Imperio virreinal, aunque no sería hasta finales del siglo XIX cuando se pierda definitivamente.
COMBATE DE TRAFALGAR |
Tras su liberación, Olaeta fue ascendido a brigadier de la Armada en noviembre de 1805. Con el inicio de la Guerra de la Independencia en 1808, participó entre el 9 y el 14 de julio en el asalto a la escuadra francesa del almirante Rosily, atracada en Cádiz. Fue un ataque basado en divisiones de lanchas cañoneras desde el mar, apoyados por artillería desde las playas gaditanas.
Durante el conflicto, estuvo al mando de los navíos Neptuno y Miño. En este último buque realizó tres singladuras hacia La Habana y Veracruz para traer caudales y tropas militares a la península y, a la vez proporcionar armas con las que sofocar las primeras insurrecciones de los virreinatos americanos.
En 1813, fue nombrado vocal del Consejo de Guerra que se formó en el Puerto de Santa María para encabezar un tribual que juzgase a los militares colaboracionistas con los franceses. Difícil función encomendada a Olaeta fue la de juzgar a oficiales y generales que se habían arrestado en territorio dominado por los imperiales, analizando cada caso con diferentes circunstancias.
En octubre de 1814, cuando ya terminó la Guerra de la Independencia española, Olaeta fue ascendido a jefe de Escuadra. Al año siguiente, durante el reinado de Fernando VII, fue recompensado con la entrega de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Ese mismo año, Ignacio de Olaeta y Allende Salazar murió en Cádiz a los 58 años de edad, tras haber dedicado 42 a servir a España con lealtad y honor.
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