22/02/2019

Juan de Garay Otáñez y Rada


Maestre de Campo de los Tercios de Lombardía y capitán general de los Ejércitos de Extremadura, Guipúzcoa y Cataluña

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JUAN DE GARAY OTÁÑEZ Y RADA
Y ESCUDOS DE GARAY Y DE RADA

A pesar de que sus padres eran originarios de Vizcaya, nació en Madrid el año 1586, a causa del trabajo de su padre, Juan de Garay Otáñez y Rada, que era caballerizo natural de Sopuerta, miembro del Real Consejo de Hacienda. Posteriormente fue nombrado contador del rey en la Guerra de Perpiñán, tiempo en el cual su familia ya se hallaba nuevamente en Portugalete. Su madre fue Magdalena de Rada, de Portugalete, y su hermana Mariana de Garay, que nació en esta villa. Seguramente él, de no haber nacido accidentalmente en Madrid, con toda probabilidad también lo hubiese hecho en Portugalete pues de esta villa eran vecinos sus padres.

Siendo niño marchó a Italia para obtener una formación militar, hasta que en 1621 ingresó en una compañía en el Tercio de Flandes del Conde de Fuentes.

En Flandes pasó once años, participando en el sitio de Breda de 1624, en el socorros de Hertogenbosch de 1629, en el cerco de Maastricht de 1631, y en la toma de Stevenswert de 1632. En 1629, ingresó en la Orden de caballeros de Santiago.

En 1635, fue destinado a la Valtellina, en Italia, al mando del tercio de Pedro de Haro, para expulsar a los franceses y recuperar Morbegno. Al año siguiente se encontraba en la batalla de Tornavento, que detuvo la invasión franco-saboyana del Milanesado, consiguiendo el grado de maestre de campo al mando del Tercio Viejo de Lombardía.

Fue nombrado general de Artillería del Ejército de Lombardía en mayo de 1638. Antes de comenzar la campaña siguiente, moría en 1639 su superior jerárquico, Martin, mientras reconocía el castillo de Cengio, recayendo sobre Juan de Garay la responsabilidad abrir la campaña.

En abril de 1639, Partió de Vercelli internándose en el Piamonte sin preocuparse demasiado por dejar atrás Santhià y Trino, dos importantes plazas saboyanas. Cruzó el Pó por Pontestura, que se creía era su objetivo y acababa de ser reforzada. Pero, decidió marchar sobre Verrua, mucho mas fuerte que la anterior aunque peor guarnecida. Ordenó asaltarla por cinco puntos diferentes, sin asedio previo, y la ganó en 4 horas. Después tomó los puestos de Crescentino, a la otra parte del Pó, que se rindió el 11, a la vista del grueso del ejército que el marqués de Leganés llevó en su apoyo. Aquella misma noche, Madame Royale, regente de Saboya, escribía una dramática carta a su hermano, el rey Luis XIII de Francia: "J'ai perdu deux places qui sont des principalles... Ayez pitié de moi, qui me perd!".

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SITIO DE BREDA, POR PIETER SNAYERS
Y ESCUDOS DE ARMAS DE GARAY Y DE RADA

El ejército español enfiló hacia Turín, encontrarse con la caballería enemiga, alojada entre la ciudad y el río, junto al puente sobre el Pó, "a la que se rompió con general estrago y prisión de más de 600, entre ellos personas de importancia". Espantada, la duquesa abandonó su palacio y se refugió en la ciudadela, escribiendo el 17 a La Valette para que reuniera las guarniciones del Monferrato y acudiera prestamente en su ayuda.

Ni Leganés ni Garay disponían de fuerzas suficientes para sitiar la ciudad, pero su movimiento atrajo sobre la capital piamontesa un flujo de socorros que dejaron desguarnecido el Monferrato. El 25 de abril, al alba, levantaron el campo y marcharon sobre Villanova d'Asti, que asaltaron y tomaron en la noche del 27. El 30 tomaron, también al asalto, la ciudad de Asti, quedando sitiada la ciudadela, que se rindió 6 días después; entretanto, se apoderaron también de Pontestura y del fuerte castillo de Agliano, que fue desmantelado. Trino, considerada inexpugnable, cayó el 24 de mayo y Santhiá lo hizo el 14 de junio, a la vista del socorro que llevaba el marqués Guido Villa. Desesperada, la regente se vio forzada a firmar un tratado con el rey de Francia, su hermano, por el cual entregaba a éste las plazas de Carmagnola, Cerasco, Savigliano y Revello a cambio de importantes refuerzos. Desconociendo este hecho, Leganés cayó de nuevo sobre Turín, tras haberse apoderado de Moncalvo, y tomó la ciudad el 27 de julio, por escalada, sitiando en la ciudadela a Cristina de Saboya y a sus últimos defensores. Pero no pudo ganarla antes de que Longueville se presentara con un socorro de 12.000 infantes y 4.000 caballos reunidos en Pignerolo. Leganés, sitiador y sitiado, para salir del paso hubo de firmar una tregua por 3 meses, que no fue ni entendida ni bien recibida en España y que e costaría el cargo. Sin embargo, Juan de Garay salió mejor librado.

TERCIO DE LOMBARDÍA DEL GENERAL JUAN DE GARAY OTAÑEZ Y RADA

Al término de aquella brillante campaña, Felipe IV le ordenó regresar a España. El rey quiso nombrarle general de la Artillería de Cataluña, dándole una encomienda de 3.000 ducados y el castillo de Perpiñán, pero Juan fue capaz de imponer sus propias condiciones. Así, en mayo de 1640, obtuvo el cargo de gobernador general de las Armas de Cataluña, bajo la promesa de que no serviría en el Ejército ningún maestre de campo general y que el marqués de Mortara, gobernador de la Caballería de las Ordenes Militares, estaría a sus órdenes. En Zaragoza tuvo noticias del levantamiento del Principado, por lo que se detuvo allí hasta recibir nuevas órdenes de la Corte, que le prescribían embarcarse por el Ebro hasta Tortosa para, desde allí, llegar por mar a Collioure y alcanzar después Perpiñán, donde ejercería su puesto de gobernador de las armas.

El nuevo virrey de Cataluña, duque de Cardona, marchó a Perpiñán para entrevistarse con él en junio de 1640. Garay era su subordinado y hubo de acatar sus órdenes, muy severas con los militares a quienes el pueblo en armas había expulsado de Cataluña y masacrado a sus soldados. El levantamiento catalán intentó justificarse como reacción ante los excesos cometidos por los tercios durante su invernada en el Principado entre enero y abril de 1641, lo pero el virrey creía que imponiendo castigos a los líderes se resolvería la situación. Así metió en prisión a algunos jefes (Gheri della Rena, Leonardo Moles, etc.). Garay impuso a la ciudad el alojamiento de sus soldados intramuros, sugiriendo un ataque sobre Barcelona, para poner fin a la revuelta.

Su plan, visto en la Junta de 11 de agosto de 1640, fue aprobado el 15 de agosto, para efectuarse el 20 de setiembre del mismo año. Pero este plan no puedo llevarse a cabo porque el ejército al mando del marqués de los Vélez, llegó hasta el Conflent para converger con el de Garay, como éste había propuesto. En cambio, se le ordenó embarcar con 4.000 hombres hasta Tarragona, una orden que no pudo cumplir porque un ejército francés estaba apostado en las fronteras del Rosellón, habiéndole impedido tomar la rebelada villa de Illes-sur-Têt. En consecuencia, solo pudo embarcarse con dos cañones y algunas compañías de infantería que alcanzaron el puerto tarraconense el 25 de diciembre, dos días después de la capitulación de la plaza. Dado que el ejército real tenía completo sus cuadros, Juan sirvió de voluntario, pero tras la derrota de Montjuich, ante Barcelona, el 26 de enero de 1641, el marqués e los Velez el mando de la campaña de vuelta a Tarragona. Por ello, la Junta Grande le propuso el 8 de marzo de 1641 como gobernador de las armas de Extremadura, empleo que se le confió con el título de maestre de campo general, pidiéndosele que hiciera su viaje por Navarra y Guipúzcoa para reconocer de paso el estado de sus fortificaciones. Desempeñó este cargo desde julio de 1641 hasta marzo de 1644, fecha en la que presentó su dimisión para marcharse a su casa de Bilbao.

El retiro no fue duradero. El 15 de julio de 1645, aceptó su designación en la Capitanía General de Guipúzcoa, como lugarteniente general del virrey de Navarra, conde de Oropesa. Allí desplegó una gran actividad acomodando a los numerosos regimientos que aportaban en San Sebastián y Pasajes con destino al frente catalán, sobre todo valones y alemanes. También hubo de asistir en las levas y suministros para la Armada y, por supuesto, en el mantenimiento del orden, que resultaba complicado a causa del continuo tránsito y alojamiento de militares. Así, el 6 de agosto de 1647 se produjo en Fuenterrabía un gran altercado entre paisanos y soldados alemanes en marcha hacia Tortosa. Precisamente, la pérdida de dicha plaza en Julio de 1648 permitió a Juan de Garay volver a mandar tropas en sustitución de Francisco de Melo, durante el verano de 1649.

GUERRA DE LOS SEGADORES

Con el nombramiento obtuvo también el marquesado de Villarrubia de Langre, que el rey le concedió en 1649, antes de partir a Zaragoza. Con libertad para tomar decisiones, preparó un ejercito reducido, pero escogiendo a los mejores elementos disponibles, sobre todo de caballería, que mandaba Francisco de la Cueva, VIII duque de Alburquerque, y apuntó directamente al corazón del enemigo: Barcelona.

El 19 de setiembre, partió de Lérida con 6.000 infantes y 3.000 caballos y, atravesando el llano de Urgell, cayó sobre Vimbodi, Poblet y Cabra del Camp, antes de tomar Montblanc, única villa donde se cometieron excesos en represalia. Continuó por Valls y Constantí hasta Tarragona, donde recibió algunos refuerzos y pertrechos desembarcados por la Armada, marchando seguidamente hacia Torredembarra, Vilanova i la Geltrú y Sitges, que capturó y dejó guarnecidas. En Barcelona se preparaban ya para la defensa y el comandante en jefe francés Jean Gaspard de Marchinm al servicio de España, la socorrió con casi toda su infantería. Entonces, Garay abandonó la costa y fue a buscar a la caballería enemiga en el Penedés, a la que aniquiló en dos combates: el primero en Vilafranca (17 de octubre) y el segundo en Montblanc (14 de noviembre), cuando ya regresaba a Lérida tras haber desalojado a los franco-catalanes de la Conca de Barberá y dejando amenazada Barcelona por el espolón de Sitges.

La muerte le sorprendió en Gelsa (Zaragoza), cuando viajaba desde la Corte para retomar el mando de las tropas tras el paréntesis invernal. El conde de Mortara, que le sucedió, pudo sitiar a Barcelona el siguiente gracias en parte a la campaña preparatoria de Juan de Garay.

Había casado en 1640 con Francisca Antonia de Albiz y Marzana, en la que solo procreó a una hija: Mariana Josefa de Garay Otáñez y Albiz, fallecida en octubre de 1649, poco después de su madre. El título marquesado pasó a Antonia María de Vera Otáñez, señora de la casa de Otáñez, cerca de Santullán, en cuya iglesia parroquial dispuso ser enterrado cuando testó en Gelsa a las puertas de la muerte. El traslado de su restos se verificó en 1656, conservándose aún la tumba, rematada por una estatua orante, esculpida en alabastro, situada junto al altar mayor del templo.

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ESCULTURA FUNERARIA DE JUAN DE GARAY

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