18/11/2025

Leyenda del puente del Diablo sobre el río Cadagua


Castrejana es un barrio y un monte ubicados en las afueras de Bilbao y Barakaldo. Por su Puente del Diablo (Deabruzubi) sobre el río Cadagua pasaban los peregrinos del Camino del Cantábrico en busca de la conexión con las rutas más cómodas de la costa hacia Santiago de Compostela.

La denominación de este Puente del Diablo se debe a una leyenda que tiene diversas variantes; la más antigua es la que narra que una bella joven, enamorada de un apuesto joven residente en la otra ribera, pactó con el diablo la construcción del puente de piedra en una noche, antes de que su prometido partiera a la guerra. La deuda que iba a contraer fue evitada merced a la intervención de San José, quien en lugar de Satanás, puso la última piedra al puente antes de amanecer.

PUENTE DEL DIABLO SOBRE EL RÍO CADAGUA

15/11/2025

Poniente, por Álber Vázquez


PONIENTE, POR ÁLBER VÁZQUEZ


Poniente. La increíble hazaña de Juan Sebastián Elcano y los hombres de la nao Victoria
Álber Vázquez, Editorial La Esfera de los Libros, (2019), 744 páginas

Esta novela narra una de las aventuras más increíbles de la historia de la Humanidad: la primera circunvalación al globo terráqueo. Un viaje único donde las distancias asombran, la voluntad triunfa sobre las limitaciones y el tiempo deja de ser relevante cuando de alcanzar la gloria se trata.

Álber Vázquez da voz al puñado de audaces que navegó hacia territorios completamente desconocidos y descubrió la auténtica dimensión del mundo. Injustamente olvidados, hablan en primera persona en estas páginas vibrantes en las que brillan la capacidad humana, el sacrificio, el compañerismo y la lealtad.

Así, Juan Sebastián Elcano y sus hombres, a bordo de la Victoria, logran demostrar que la materia prima de la que se construyen los héroes de la historia es el compromiso, la obstinación y un deseo irrefrenable de ir siempre más allá.

"Álber Vázquez, autor de novelas como Mediohombre o El adelantado Juan de Oñate, se propone con una novela de aventuras al más puro estilo británico que el vizcaíno ocupe al fin el lugar que se merece en la Historia. Poniente da voz al puñado de audaces que decidieron hacer el camino de vuelta en la dirección más incierta."
César Cervera, ABC

"Vázquez se ha ganado una legión de lectores con el noble arte de hacer novelas de aventuras. Su nueva entrega tiene un interés extra como fresco humano. En Poniente, la novela del viaje de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, importa tanto la aventura como la colmena de personajes que asoman por sus páginas, desde el trono hasta el puesto más irrelevante a bordo."
Luis Alemany, El Mundo

"La pasión que transmite Vázquez en su forma de responder conecta con la intensidad que desprenden sus novelas históricas que, en esencia, son novelas de aventuras."
David Yagüe, 20 Minutos

11/11/2025

Cosme de Churruca en la Guerra Anglo-española de 1779-1783


La Guerra Anglo-española de 1779-1783 estuvo englobada en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América, siendo una especie de continuación de la Guerra de los Siete Años de 1756-1763, entre España y Gran Bretaña. A través de los Pactos de Familia, España era aliada política y militar de Francia, que, viendo el inicio de la Revolución de las Trece Colonias inglesas de Norteamérica, decidió apoyarlas para debilitar al Imperio británico, implicando a la Monarquía hispánica en la contienda.

En agosto de 1778, el cadete guardiamarina Cosme Damián de Churruca se graduaba como alférez de fragata en la Academia del Departamento Naval de Ferrol. Su próximo destino fue el navío San Vicente, en el que embarcó en octubre del mismo año, al mando de Francisco Gil de Taboada y Lemos. Tuvo su primera misión naval fue el Asedio a Gran Bretaña por parte de la escuadra combinada franco-española situada en Brest. Cuando el general Arce, al mando de la escuadra, fue sustituido por el teniente general Ponce de León, Churruca fue nombrado ayudante personal de este jefe de escuadra, quedando a sus órdenes directas.

COSME DAMIÁN DE CHURRUCA

En sus cartas, Churruca explicaba la necesidad de adquirir un instrumento astronómico llamado octante para observar el sol, y mostraba su interés por los idiomas y los libros sobre náutica, astronomía, matemáticas y otras disciplinas científicas relacionadas con su profesión marítima. En correspondencia escrita a su padre en Ferrol, el 14 de noviembre de 1778:
"Yo me hallo con muchísimas ganas de saber a los menos las dos lenguas más generales que son la francesa y la inglesa, pues están escritos los mejores libros de la facultad en estos idiomas. Lo que a mi me falta y no se encuentra en esta ciudad son libros de la facultad, con que si vuestra merced tiene entre los libros de casa algunos que traten de alguna ciencia de las muchas que contribuyen a nuestro oficio como son la aritmética, geometría, trigonometría, cosmografía, geografía, astronomía, álgebra, táctica, navegación, maniobra, artillería o dibujo, mándamelos, pues ahí no sirven de nada y a mi de mucho, pues cualesquiera de estas ciencias es un ramo de navegación."

Esta primera campaña en aguas del estrecho de Calais resultó muy borrascosa y con vientos contrarios, pero Churruca demostró su coraje frente al peligro y su habilidad para contrarrestar los riesgos a través del estudio de las maniobras. De hecho, el estudio de las disciplinas náuticas se convertiría en el eje central de su carrera.

Desde muy pronto, criticó las exiguas y retrasadas pagas de los marinos, así como las incomodidades que tenían que soportar, dado que sus primeras experiencias resultaron algo desafortunadas.

Según su carta a su padre a bordo del navío San Vicente, a su regreso a Ferrol con fecha del 2 de febrero de 1780, Churruca lamentaba su mala suerte:
"… en un mismo día han sido los dos combates, el de José de Lángara con los ingleses y el nuestro con los elementos, lo que siento es que no se hubieran cambiado las suertes; en fin, paciencia."

Además, consideraba que existían otros factores más previsibles y necesarios resolver como las deficiencias en los navíos. Así lo expuso en otra carta a su padre mientras entraba por el Canal de la Mancha a bordo del mismo navío, el 27 de agosto de 1781:
"Mientras no estén nuestros navíos forrados en cobre, como lo están los ingleses, para andar tanto como ellos o a los menos no ser tan pesados como son, pues nadie podrá presumir se puedan cazar liebres con borricos."

COMBATE DE SAN VICENTE, AÑO 1780

A finales de 1781, Churruca fue trasbordado a la fragata Santa Bárbara, por orden de José de Mazarredo. Esta era más rápida que el anterior navío por estar forrada de cobre y era uno de los bajeles a los que José de Mazarredo destinaba a sus mejores hombres, entre los que estaba Churruca. Aún a bordo del San Vicente, atracado en el puerto de Cádiz, escribió a su padre mediante carta del 21 de diciembre de 1781:
"Muchos envidiosos tengo de mi destino nuevo y me dan broma alguna diciendo ser ya ésta una de las pruebas principales de ahijado de Mazarredo, ojalá fuera así, pero él me ha hablado palabra para ponerme en la fragata ni yo a él, aunque solemos hablarnos cuando nos vemos y le merezco alaguna distinción."

En 1782, Churruca intervino muy joven en el cuarto Sitio de Gibraltar, a bordo de la fragata Santa Bárbara, comandada por el capitán vasco Ignacio María de Álava, que terminó en fracaso como los anteriores. En este sitio se distinguió del modo más brillante, acudiendo a apagar el incendio de las baterías flotantes provocado por las balas rojas de los británicos, y llevando refuerzos y ayudas a las tripulaciones de los buques incendiados mediante el bote de la fragata. Toda esta heroica acción fue ejecutada mientras sufría ráfagas de metralla que lanzaban las baterías de la plaza y las explosiones de las baterías flotantes que ardían.

Al final resultó un fracaso porque terminaron quemándose las baterías flotantes con las que la Marina española pretendía arrasar las defensas británicas de la roca de Gibraltar. Una derrota que tampoco tomó a mal, pues su mayor interés siempre fue el desarrollo científico de su actividad y la preocupación de adquirir libros, según lo dejó escrito en otra carta a su padre, en 1783:
"… si he de saber algo o aspirar a salir de la clase que llaman de los adocenados."

SITIO DE GIBRALTAR, AÑOS 1779 - 1783

Pronto tuvo la oportunidad de mejorar sus conocimientos al haberse fundado aquel año unos Estudios Superiores especializados de Matemáticas y Astronomía para los oficiales más destacados y que se impartiría en los tres departamentos navales de la España peninsular. Finalmente, fue admitido en la Academia de Ferrol, en abril de 1784. En febrero de 1787, terminó el curso, graduándose con el rango de teniente de navío.

07/11/2025

Miguel de Ibarra y Mallea


Presidente de la Real Audiencia de Quito entre 1600 y 1608, gobernador y capitán general de la Provincia de Quito, en el Virreinato del Perú, entre 1606 y 1608

ESCULTURA DE MIGUEL DE IBARRA EN QUITO

Miguel de Ibarra y Mallea era natural de Éibar, Guipúzcoa, donde nació en 1550. Su hermano mayor Juan de Ibarra y Mallea era caballero de la Orden de Calatrava y secretario real de Felipe II en asuntos relacionados con el Virreinato del Perú; como tal refrendaba las cédulas enviadas a Quito.

Miguel de Ibarra siguió la tradición de sus antepasados dedicándose a la jurisprudencia y hermano, y se licenció en Derecho por la Universidad de Salamanca, en 1582.

En 1591, el Consejo de Indias nombró a Ibarra oidor de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá y al consejero real Antonio González su presidente. El objetivo de ambos nombramientos era realizar una mejor organización de las instituciones administrativas y actividad económica en la gobernación del Reino de la Nueva Granada, en el Virreinato del Perú, que estaba pasando por momentos de inestabilidad.

Embarcó en Cartagena y llegó a Bogotá, capital de la Nueva Granada. En el distrito de Santafé existían 95 pueblos de indios, en los que vivían 19.161 indios tributarios, organizados por 51 encomenderos, quienes debían proteger a sus indígenas encomendados y evangelizarlos.

Se hacía necesaria la urgente visita a estas encomiendas por parte del oidor Ibarra para poner orden y evitar abusos de los encomenderos. Estas visitas fueron bien recibidas por los indígenas, pues hacía cerca de treinta años que no se realizaban. Su función era la mediación entre la indisciplina de indios y los excesos de encomenderos, caciques y hasta brujos, con el objetivo de establecer unas mejores condiciones de vida y trabajo a los naturales.

Entre 1593 y 1595, Ibarra ejecutó un proceso de visitas en el que se sirvió de intérpretes. Cada vez que llegaba a una encomienda, enviaba a su patrón a la ciudad y reunía a todos sus trabajadores. Les explicaba que él les defendería de los abusos de sus encomenderos y que podrían presentar denuncias de forma secreta ante él en caso de producirse agravios.

Entre las ordenanzas que estableció a en las encomiendas estaban la prohibición de los "servicios personales" y el pago a los indios en dinero oficial. Prohibió el transporte de piedras, vigas y grandes mercancías en hombros, obligando a hacerlo en carros. Y bajó considerablemente los tributos de indios y la mita. Mediante este sistema, los indios dejaban de ser un encomendado, para ser un jornalero voluntario.

MIGUEL DE IBARRA Y MALLEA

Ibarra se había ganado el respeto de muchos indígenas novogranadinos por hacer cumplir sus reformas de encomiendas e impartir justicia de los agravios que se estaban cometiendo en aquellos años.

Gracias los elogiosos informes que el presidente de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá, Antonio González, envió a la Corte de Felipe III, se nombró a Ibarra como nuevo presidente de la Real Audiencia de Quito.

La real cédula del nombramiento explicaba que:
"Conviene proveer el dicho cargo en persona de las letras, experiencia y prudencia que se requiere. Y por éstas y otras buenas partes que concurren en la de Vos; y acatando a lo que me habéis servido, es mi merced que seáis mi Presidente de la dicha mi Real Audiencia de Quito. 12 de abril de 1599. Yo el Rey. Refrendada por Joan de Ybarra."
El 23 de febrero de 1600, Ibarra tomaba posesión de su cargo, teniendo muy buena acogida por las autoridades municipales y eclesiásticas y por el virrey Gaspar de Zúñiga Acevedo y Velasco. Su Real Audiencia disponía de tres oidores y al fiscal Blas Torres de Altamira.

Bajo la presidencia de Ibarra dio comienzo lo que el historiador Juan de Velasco llamó "Siglo de Oro" de la Real Audiencia de Quito.

En aquel momento, la ciudad tenía un miliar de habitantes, de los cuales 30 eran encomenderos, y unos 35.000 indios en el territorio exterior de Quito. La población mestiza iba creciendo cada vez más, llegando a ocupar cargos administrativos, adquirir encomiendas, y desarrollar la industria y el comercio. Los indígenas eran gobernados junto a los corregidores por sus antiguos caciques, procedentes de los primitivos pueblos preincaicos. Algunos consiguieron mantenerse en el poder asimilándose a los hidalgos y encomenderos, en cuanto a la vestimenta y las armas.

Eran buenos cristianos, aptos gobernantes y leales a la Corona española, pues su padres habían apoyado la conquista de Sebastián de Benalcázar contra el régimen tiránico de Rumiñahui, establecido desde Cuzco. Tras petición de estos, el presidente Ibarra solicitó ante la Corte la aprobación del derecho a realizar obrajes e industrias y el reconocimiento de sus méritos pasados. Estos privilegios fueron aceptados a favor de Pedro de Zámbida, cacique de Manta, Portoviejo y Guayaquil, ubicado en Chapi, y de Cayancela, otro cacique localizado en el centro del virreinato.

El plan de integración de indios y el mestizaje racial estaba dando sus frutos, y por eso el virrey Zúñiga afirmó:
"Desde la fundación de la ciudad, nunca hubo tantos indios como ahora."

ESCUDO DE ARMAS DE MIGUEL DE IBARRA Y MALLEA

Poco después de su toma de posesión, el 6 de julio de 1600, se presentó ante la Real Audiencia una comitiva que representaba a los negros y mulatos de la Provincia costera de Esmeraldas, vasallos libres. Estaba encabezada por los capitanes Sebastián y Antonio de Illescas, que marchaban a caballo y llevaban ricas vestimentas. Estos mostraron lealtad al rey Felipe III de España ante su virrey peruano Gaspar de Zúñiga y ante el presidente Miguel de Ibarra, quienes confirmaron su libertad, el derecho a gobernarse y cobrar tributos. Además, eliminaron los desafueros que su región había estado sufriendo durante cuatro décadas debido a que sus padres escaparon de un barco de la Carrera de Indias cuando encalló en las costas de Esmeraldas.

La otra región importante donde había negros era el valle subtropical del Chota, que trabajaban en las plantaciones azucareras de religiosos y seglares. Provenían de Cartagena de Indias, estaban civilizados y cristianizados por miembros de la Compañía de Jesús sucesores de san Pedro Claver.

De todas formas, Quito se encontraba en un momento muy delicado e inestable tras la Revuelta de las Alcabalas que tuvo lugar entre 1592 y 1593. Se trataba de una insurrección popular contra la imposición del nuevo impuesto sobre las ventas, denominado alcabala, para financiar una flota naval que luchase contra los piratas y corsarios que atacaban el comercio marítimo y los puertos. La rebelión fue aplastada por las tropas de Arana, los líderes fueron ejecutados, el presidente de la audiencia Barros de San Miguel se exilió y el procurador Alonso Moreno y Bellido fue asesinado en la calle.

Antes estos sucesos, la ciudad había perdido algunos de sus derechos, privilegios y alcaldes, que Ibarra intentó recuperar. También defendió a los que participaron en la revuelta para que no sean castigados, y fuesen considerados vasallos leales.

Sobre las regiones del valle del Amazonas, se emprendieron expedición de exploración y colonización, se fundaron nuevas misiones y reducciones y se cristianizó a gran número de indígenas.

MAPA DE LA PROVINCIA DE QUITO, SIGLO XVIII

En cuanto a desarrollo urbano, la ciudad fue levantando iglesias y conventos con la colaboración de los indios, y suntuosas viviendas con preciosas fachadas pétreas. En la costa, se instaló uno de los mejores puertos marítimos del Pacífico, el de Guayaquil. Y solicitó el traslado de las Reales Casas a la Plaza Mayor, que se materializó en la siguiente presidencia. La industria textil sufrió un gran avance en su producción.

Ibarra no dudó en apoyar cualquier iniciativa empresarial que se le presentase. En 1606, Pedro de Veraza le expuso que su novedoso sistema de las "fresadillas" podían incrementar la producción de las minas de Zaruma, descubiertas en 1592, desde los 9.000 pesos actuales a los 40.000. Y el presidente guipuzcoano aprobó el proyecto y permitió el empleo de trabajadores indios mitayos.

De todas formas, en la Provincia de Quito la industria de la minería de metales era muy escaso comparado con otras regiones norteñas del virreinato como Potosí. Por eso, prefirió fomentar la industria del textil, pues existía bastante ganadería ovina a la par de trabajadores experimentados en tejer la lana. Existían algunos obrajes de comunidad, pertenecientes a los pueblos indígenas, organizados por caciques y por administradores elegidos por el virrey.

El virrey Zúñiga, así como el anterior Francisco de Toledo, desobedecieron los dos decretos reales de 1577 y 1601 que prohibían el fomento de obrajes de lana y de talleres de textil en territorios virreinales, para proteger a los hilanderos de la España peninsular. Es más, introdujeron una legislación laboral para la protección de los emprendedores y trabajadores, lo que generaría un mayor desarrollo de esta industria en el siglo XVII.

INDIOS TEJEDORES DEL TEXTIL EN QUITO

En la ciudad la actividad era menor que en los pueblos indígenas. Existían algunos pequeños obrajes y poco rentables, que el secretario real Altamirano quiso destruir, con el apoyo del virrey, pero Ibarra los defendió y consiguió mantenerlos en funcionamiento.

Pero los talleres de tejedores siempre estaban bajo el control del rey o del virrey. Por eso, el cabildo de Quito solicitó a ambos la autorización a los tejedores particulares el establecimiento de nuevos molinos y talleres textiles, exponiéndole los beneficios. La Corte dejó en manos del virrey aquella decisión.

En abril de 1606, moría el virrey Gaspar de Zúñiga y Acevedo. Esto cambió la situación tanto para Ibarra como para la industria del textil. Por una parte, Ibarra se convirtió en gobernador y capitán general de la Provincia de Quito, acuerdo a la ley, con autoridad virreinal, y de forma interina. Por otra, siendo ya un gobernador civil y militar, de forma autónoma, autorizó la apertura de diecisiete proyectos privados en obrajes de textil, pero respetando la reglamentación virreinal existente. Su autonomía duró hasta la llegada a Lima del nuevo virrey, el marqués de Montesclaros, en diciembre de 1607.

Las normas establecían que los jornaleros debían ser libres, merecían un trato respetuoso y un salario digno. Tenían derecho a comer durante la jornada diurna, al descanso y la asistencia sanitaria, y a la enseñanza del evangelio por un eclesiástico o un patrón. Algunos encomenderos solicitaban títulos nobiliarios.

MIGUEL DE IBARRA Y MALLEA

En 1606, los españoles que residían en el valle de Carangue solicitaron al virrey Gaspar de Zúñiga la fundación de una villa. Aquellos colonos pretendían disponer de un cabildo y una parroquia como cualquier villa fundada. La propuesta fue bien recibida por el gobernador Ibarra debido a que esa villa serviría de lugar de paso en la ruta con Popayán y Bogotá. Quito estaba conectada al mar a través de la ruta hacia el puerto de Guayaquil, pero quedaba cortada cada invierno por las inundaciones. Desde esta villa se podría abrir otra vía de comunicación más al sur hacia la costa del Pacífico, donde instalar un puerto marítimo que conectase más rápidamente con la Real Audiencia de Panamá y con España.

Ibarra tenía la seguridad de que impulsaría notablemente su desarrollo económico si lograba acercar Quito al istmo de Panamá, por lo que se empeñó en acortar la distancia mediante la construcción de este camino por Esmeraldas o por la región de Atacames, que ya había sido completamente pacificada. Por otro lado, se dedicó a estudiar el problema de las comunicaciones terrestres de Quito y llegó a la conclusión de que había necesidad de establecer un mayor intercambio con el Nuevo Reino de Granada, al norte del virreinato.

Por eso, aceptó el proyecto y envió Cristóbal de Troya como juez fundador para abrir el camino del Mar del Sur y oficializar el acto fundacional de la villa. El 28 de septiembre de 1606, se fundó la Villa de San Miguel de Ibarra. Entre los privilegios y deberes, permitía construir iglesia parroquial, cabildo, cárcel y plazas, molinos y hornos de ladrillos; delimitar solares, edificar viviendas y establecer ranchos de indios, todo en forma de pueblo; y nombrar alcaldes, alguacil mayor, regidores y demás oficiales.

FUNDACIÓN DE IBARRA POR CRISTÓBAL DE TROYA

Así, la industria textil de Quito se convirtió en la más desarrollada de toda la América hispánica, exportando sus productos a las otras provincias del Virreinato del Perú en gran volumen. Esta actividad estuvo en auge por lo menos hasta el final de la presidencia del vizcaíno Lope Antonio de Munive y Axpe en la Real Audiencia.

En octubre de 1608, en la gobernación de Quito llegaba la autorización real para que Ibarra pudiera ordenarse sacerdote. Fue un deseo que había estudiado mucho antes, y que solicitó en 1606. Pero como el trámite era largo, Miguel de Ibarra falleció antes de saberlo, en abril de 1608.

Fue enterrado en la convento de San Francisco de Quito, en cuya lápida tumbal fue grabado su escudo de armas y su título singular de presidente de la Audiencia de Quito y gobernador y capitán general de la Provincia.

LÁPIDA DE MIGUEL DE IBARRA Y ESCUDO DE LA AUDIENCIA DE QUITO

03/11/2025

Primeros retratos de san Ignacio de Loyola, por Rubens, Valdés Leal y otros artistas


El 31 de Julio de 1556, fallecía el santo Ignacio de Loyola, patrón de Guipúzcoa y fundador de la Compañía de Jesús. Uno de sus compañeros realizó una máscara mortuoria de yeso, que se conserva en la Casa Generalice de Roma, seguida de varias copias en cera de dicha máscara.

En base a este molde, sus compañeros de orden encargaron la ejecución de un retrato al pintor Jacopino del Conte, uno de los máximos exponentes del manierismo romano, discípulo de Miguel Ángel. Al original retrato de Conte de 1556 se le añadió la aureola de santo después de que Loyola hubiese sido canonizado en 1622. Aunque presentaba defectos faciales producidos por la mascarilla, los primeros generales de la Compañía que sucedieron al guipuzcoano aceptaron esta imagen como representación oficial.

SAN IGNACIO, POR JACOPINO DEL CONTE


En 1585, el general Pedro de Ribadeneira encargó al pintor español Alonso Sánchez Coello un retrato que eliminase los defectos del anterior, basándose en el modelo en barro de Domingo Beltrán. Este lienzo se conserva en la Casa Profesa, se hicieron 16 copias, pero el original se quemó durante la oleada anticlerical de la II República española en 1931.

Existe otro tercer molde de yeso que se conserva en la iglesia de Castel Madama, cerca de Tívoli, en el que se basó el primer retrato de perfil que alberga el Museo de Historia de Arte de Sondrio. Posee con una inscripción en el marco ejecutada por Nicola Bobadilla, uno de los primeros compañeros de Ignacio, que explica que fue realizada en 1543, con el santo en vida.

SAN IGNACIO, POR NICOLA BOBADILLA


En este primer retrato de perfil se basó el grabado del pintor belga Johan Sadeler, realizado en 1580, para decorar la obra Vida de Ignacio, promovida por Pedro de Rivadeneira y publicada en Venecia, en 1587.

SAN IGNACIO, POR JOHAN SADELER


En 1598, el viceprovincial flamenco Olivier Mannaerts, que había conocido a Loyola en vida, encargó un nuevo retrato a un artista desconocido porque los anteriores no expresaban la viveza de sus ojos, ni la espiritualidad de su rostro. Se encargaron varios retratos que expresara un rostro menos alargado se la cara a varios artistas, siendo uno de ellos el notable flamenco Otto van Veen. Sin embargo, sería el dibujo sobre bronce del pintor flamenco Pieter Paul Rubens, la que convenció al epistolado de los jesuitas tanto de Flandes como de Roma, que pudo mostrar al general Acuaviva en un viaje que hizo en 1600. Una copia de la original y anónima imagen oval sin bonete se conserva en la Casa Provincial de Bruselas.

SAN IGNACIO, ANÓNIMO


Otros retratos también fueron tomados en consideración, como la imagen pintada por un artista anónimo sobre bronce, que se conserva en la Casa Provincial de la Compañía de Jesús en Bruselas.

SAN IGNACIO, ANÓNIMO


También es meritoria otra obra anónima, del Colegio Internacional de Gesú en Roma, en el que Loyola sujeta con las manos sus Ejercicios espirituales, aparece un aurea solar sobre su cabeza y el emblema de la compañía (IHS) sobre un óvalo de luz en el ángulo derecho superior.

SAN IGNACIO, ANÓNIMO


Pero el retrato ovalado de Rubens fue el que finalmente definió la imagen de san Ignacio de Loyola a través de un libro iconográfico y pionero La Vita Beati P. Ignatii Loiolae Societatis Iesu Fundatoris contiene 81 grabados en cobre, que representan las escenas más significativas de Ignacio. Fue publicado en 1609, año de su beatificación, por el propio Rubens, promovido por el provincial flamenco Mannaerts y grabado por el francés Jean Baptiste Barbé.

SAN IGNACIO, POR PIETER PAUL RUBENS


A partir de estos grabados que Rubens ejecutó en Roma entre 1599 y 1600, se inició una iconografía del santo por artistas tanto de Europa como de América. Por ejemplo, tomando el grabado de Rubens en la Vita Beati, el pintor novohispano Miguel Cabrera compuso el Nacimiento de san Ignacio, que se expone en el Museo Tepozotlán de México.

NACIMIENTO DE SAN IGNACIO, POR RUBENS Y POR CABRERA


Otro ejemplo es la obra anónima Paulo III aprobando la Compañía de Jesús, en el que san Ignacio recibe la aprobación del papa para la fundación de su orden religiosa, que se guarda en el Colegio Internacional de Gesú.

PAULO III APROBANDO LA COMPAÑÍA DE JESÚS, POR RUBENS Y ANÓNIMO


Otro más fue San Ignacio escribiendo los Ejercicios Espirituales en la gruta de Manresa que se encuentra en el claustro de la Universidad Pontificia de Salamanca. Fue realizado por el napolitano Sebastiano Conca en 1750, formando parte de una colección de 28 lienzos para este centro educativo.

SAN IGNACIO ESCRIBIENDO LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES, POR RUBENS Y CONCA


Por último, destaca la Muerte de San Ignacio, pintado por artista anónimo en 1600 para la Capilla Garnecio, en Italia.

MUERTE DE SAN IGNACIO, POR RUBENS Y ANÓNIMO


En 1573, el general español Pedro de Ribadeneira ya había escrito la primera biografía de san Ignacio en lengua latina, traducida al español en 1583, con numerosas ediciones posteriores. En 1604, este encargó en Amberes una colección de 15 obras pictóricas que su compatriota Juan de Mesa realizó en telas. Estabas basadas en los grabados ovalados de Rubens y sirvieron para decorar el noviciado de Madrid, actual Casa de Ejercicios de Manresa. También en Amberes, los grabadores flamencos Cornelio y Teodoro Galle se basaron en los lienzos de Juan de Mesa para la publicación de Vita beati patris Ignatii Loyolae en 1610.

VITA BEATI PATRIS IGNATII LOYOLAE, POR CORNELIO Y TEODORO GALLE


Estas series de retratos individuales y colecciones buscaban dar a conocer el santo, pero, tras su canonización en 1609, los pintores se ocuparon más de exaltar su figura. Este fue el caso de Los milagros de san Ignacio, pintado por Pieter Paul Rubens antes de su canonización, que se expone en el Museo Histórico Kunst de Viena. O, por ejemplo, el Triunfo de San Ignacio, del francés Claude Vignon, con clara influencia de Caravaggio, siendo una pintura barroca, con una iconografía muy reproducida.

TRIUNFO DE SAN IGNACIO, POR CLAUDE VIGNON


LOS MILAGROS DE SAN IGNACIO, POR PIETER PAUL RUBENS


Otras colecciones se fueron desarrollando en pleno estilo y época del barroco, tanto en Europa como la América hispana:

La colección de 14 láminas del flamenco Hiperónimos Wierix compuso en 1590 sobre la vida y obra de san Ignacio, que fueron publicadas en 1613, y más tarde grabó los retratos de los generales.

La colección de 39 lienzos de Rubens para la iglesia de los jesuitas en Amberes.

La colección de 36 cuadros del pintor jesuita Ignacio Raeth en 1662.

La colección de 14 lienzos pintado por Juan Valdés Leal de 1665 para la Casa Profesa de Sevilla, en cuyo museo de la ciudad se conservan la mayoría.

La colección de 22 cuadros del artista novohispano Cristóbal de Villalpando para el noviciado de San Francisco Javier de Tepozotlán.

La colección de 8 óleos de la iglesia de San Pedro en Lima, que se atribuyeron en principio a Bernardo Bitti y después al taller de Valdés Leal o al mismo sevillano. Se trata de una iconografía más renovada y detallada en cuanto a sus personajes y escenarios, formada por ángeles, santos, mártires y programas universales.

ÉXTASIS DE SAN IGNACIO, POR CRISTÓBAL DE VILLALPANDO

27/10/2025

Aparición de una nueva oligarquía vasca en la Ilustración


Debido a la continuada prosperidad de esta la nueva clase social que fue emergiendo durante el siglo XVIII, apareció la nueva ideología de la clase dominante conocida como el Igualitarismo. Los denominados oligarcas, que acababan de apoderarse de la tierra, intentaron acaparar los poderes locales e integrarse en los viejos linajes, en un proceso de aristocratización que conllevaba dos etapas:

1. La formación de la oligarquía de grandes propietarios de los centros de producción, acumulada en dos o tres generaciones. Estos oligarcas eran en gran número hijos y nietos de indianos que invirtieron toda la riqueza ganada en su lugar de origen después de hacer la Américas.

La ley del mayorazgo vascongado se basaba en el derecho castellano por el cual, un conjunto de bienes vinculados entre sí podían pasar al heredero, normalmente el mayor de los hijos, de forma que el grueso del patrimonio de una familia no se diseminaba, sino que sólo podía aumentar.

Como ejemplos podrían servir los fundadores de la Sociedad Vascongada Amigos del País. Xabier de Munibe, conde de Peñaflorida, heredero de 15 mayorazgos y 4 patronatos extendidos por las tres Provincias; Flíx María Samaniego, rico hacendado de Laguardia y heredero de tres mayorazgos en Tolosa; Manuel Ignacio de Altuna, Joaquín de Eguía e Idiáquez, Hurtado de Mendoza y Juintorrea, etc.

2. El ejercicio de poder de esta oligarquía en su propio beneficio, y restringiendo el poder a los demás, en su caso a las masas de campesinos y personal empleada en sus mayorazgos, patronatos y prebostes rurales principalmente.

AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN - DONOSTIA

Estos nuevos propietarios de los centros de producción imponen décimas a los inquilinos de sus tierras y la realización de otros cargas señoriales como hacer carbón, vigilar sus viveros, plantar árboles, etc.

Las cargas señoriales, tanto directas (percepción de diezmos y rentas) como indirectas (privilegios fiscales) contribuyen a crear un clima de descontento que, en un período de crisis, con el odio atizado por la escasez y la miseria, servirá para dirigir la fuerza de la rebelión contra los beneficiarios de tales rentas y privilegios, que se verán endurecidos o amortiguados según el peso de las cargas señoriales.

De esta manera, la estructura económica de la sociedad vasca en el siglo XVIII corresponde a la de una sociedad dividida en diezmeros (perceptores de diezmos) y consumidores (campesinos). En base a esta estructura económica se organizó la superestructura jurídico-política y se establecieron los mecanismos de poder que garantizaron a la oligarquía el ejercicio de los cargos de gobierno.

Las restricciones legislativas puestas por la Hermandad Municipal ordenaban que la cualidad de concejal estuviese unida a la posesión de cierta riqueza y disponibilidades económicas.

La condición de vecino se vincula a cualidades nobiliarias, que pese a la generalidad aparente de que todos los ciudadanos eran hidalgos, estas cualidades debían probarse y ser acreditadas. Por eso si un vecino quería ser elegido deberá acreditar su origen familiar, siendo este proceso muy caro. Había que tener los ducados suficientes para entablar el proceso, pagar a los escribanos y a los informantes, acreditar cierto porte de vida, y hasta tener una cierta edad y autoridad sobre los demás.

Este mecanismo de poder "millarista", característico de la oligarquía, gobernó internamente las villas y ciudades de las Provincias Vascongadas desde el siglo XVII hasta mediados del XIX cuando se aplicó la Constitución liberal.

MUSEO DE BELLAS ARTES DE ÁLAVA EN VITORIA

Este sistema de acumulación de poder económico, social y político fue descrito por escritores y cronistas, algunas veces criticado con dureza, como fue el caso del jesuita Larramendi:
"Aunque todos sean nobles, no todos pueden entrar en los cargos honoríficos de la república; para eso, además, son menester los "millares" que liarán, esto es, tanta hacienda, que haya de seguridad a la república para sanearse de los daños que puede causarle un mal cargohabiente."
Según la Ordenanzas de las Hermandades, era imprescindible una cierta renta o capital en bienes inmuebles para ser elegido o poder elegir cargos.

En las Ordenanzas municipales de la Hermandad de Azpeitia de 1463, establecen que los cargos de la Provincia deben ser "buenos omes, ricos, e abonados", a comienzos del XVI Azpeitia tenía tres mil habitantes y a sus concejos abiertos acudían a veces más de trescientos hombres.

Estas ordenanzas reformadas en 1705, establecía:
"Que los electos para Alcalde y Fiel sean entre todos los vecinos más ricos abonados de la primera representación y autoridad y que los Regidores sean hombres principales, buenos cristianos, ricos y de experiencia."

Según el escritor Gurruchaga, en la Azpeitia de fines del siglo XV (cuando la oligarquía aún no estaba organizada) de 3.000 vecinos que tenía la villa, eran concejales 300 (un 10 %). En el siglo XVIII, con una población de cerca de 5.000 había únicamente de cuarenta a cincuenta "millaristas" algo menos del 1%.

En las Ordenanzas de Rentería, de 1606, con una oligarquía en formación ya se establece la cantidad de riqueza necesaria: "los alcaldes, jurados mayores, mayordomo y sindico poseyesen cada uno de ellos cien mil maravedis en bienes raíces".

CASA HORCASITAS EN BALMASEDA

Para ser cargo elector y elegible en Elgoibar se requerían 500 ducados. En Tolosa "Se operaba una distinción entre los electores de cabeza entera (6.000 mrvs. de bienes raíces en el término jurisdiccional de la villa) y los de media cabeza (3.000 mrvs. si bien eran solo e1ectores, pero no elegibles)".

En el caso de Oñate, las Ordenanzas de 1762 disponían que para ser electo eran necesarios "500 ducados de vellón en bienes raíces en el distrito y jurisdicción de esta villa, libres de todo censo, deuda y gravamen, y qua no estén en concurso, ni privados de su goce y administración".

Según el historiador local Ramiro Larrañaga, Soraluze-Placencia de las Armas exigía en sus Ordenanzas, además de ser noble de sangre y de vida honesta, la condición de "millarista" (posesión de bienes suficientes) para ejercer cargo público.

PLAZA DE LOS FUEROS EN OÑATE

El derecho a la "hidalguía universal" fue establecido por los reyes castellanos para todos los vizcaínos, por pertenecer a lugar y linaje conocidos, y tener sangre limpia sin ser contaminada por los invasores islámicos. Pero este tipo de privilegios que consideraba a todos los vizcaínos como nobles, no dejó de ser pura retórica, que nunca pasó a la práctica entre nobles y súbditos.

Lejos de existir una sociedad equilibrada de poderes y libertades, donde impase un Igualitarismo entre sus miembros por derecho de hidalguía, ocurrió todo lo contrario. Las diferencias entre los nobles y villanos se acrecentaron y agravaron más entre ambos estamentos sociales con respecto a otras jurisdicciones del Reino de España.

Con todo esto, así surgieron las machinadas, revueltas producidas durante los siglos XVII y XVIII, que tiene su origen en la actitud de las masas campesinas al final del Antiguo Régimen por las crisis de subsistencia ante la escasez de alimentos y la fuerte carga tributaria de los oligarcas locales.

Como en tantas partes de España y de Europa, solo los hacendados en inmuebles o heredades en tierras disponían de voto y de capacidad para ser elegidos gobernantes municipales o provinciales.

PLAZA MAYOR Y AYUNTAMIENTO DE AZPEITIA

24/10/2025

Felisa Martín Bravo


Física y meteoróloga, primera mujer científica en ingresar en el Cuerpo Superior de Meteorología y primera doctora en Física en España

FELISA MARTÍN BRAVO

Felisa Martín Bravo era natural de San Sebastián, donde nació en 1898. Siendo joven, estudió el bachillerato en el Instituto General y Técnico de Guipúzcoa de su ciudad natal. Entre 1918 y 1922, cursó estudios superiores en la Universidad Central de Madrid en la carrera de Ciencias Físicas. Durante su estancia madrileña se alojaba en la Residencia de Señoritas hasta 1930.

Mientras que se formaba, colaboraba en la Sección de Ciencias del Instituto-Escuela, dependiente de la Junta para la Ampliación de Estudios, con la aspiración de ingresar en el Magisterio secundario. Se trataba de unas prácticas de física impartidas por los científicos Blas Cabrera y José María Torroja.

En 1922, se licenció en Ciencias Físicas, e ingresó en el Laboratorio de Investigaciones Físicas, fundado por la Junta para la Ampliación de Estudios en Madrid, núcleo científico-técnico fundamental para el desarrollo en la Restauración monárquica y precursor del moderno Instituto Nacional de Física Y Química. Martín era becaria, siendo la primera mujer en un departamento que dirigía Julio Palacios. Este físico aragonés estaba realizando los primeros trabajos sobre rayos X aplicados a estructuras cristalinas.

Martín realizó prácticas junto con Enrique de Rafael Verhulst a través de la Cristalografía de rayos X, aplicando los métodos de Bragg y de Debye-Scherrer. Estableció la estructura cristalina de los óxidos de níquel y de cobalto, y del sulfuro de plomo. Aquellos resultados químicos formaron las bases de la tesis doctoral que Marín realizó entre 1923 y 1926 mediante una beca, bajo el título Determinación de la estructura cristalina del óxido de níquel, de cobalto y del sulfuro de plomo. Estas estructuras cristalinas tenían un gran valor potencial para las investigaciones magnéticas de Blas Cabrera en su Laboratorio, pues permitía conocer las propiedades de las tierras raras.

BLAS CABRERA Y JULIO PALACIOS

De todas formas, Martín no pudo profundizar en este proyecto, ya que en 1925, decidió opositar a la Cátedra de Física y Química del Instituto-Escuela, algo que consiguió al año siguiente, siendo la primera mujer de España en doctorarse en esta materia. Se había convertido en un pionera en esta disciplina científica, como lo fueron otras contemporáneas como Martina Casiano y Mayor, primera mujer miembro de la Sociedad Española de Física y Química, en 1912, o Dorotea Barnés González, cuyas investigaciones sirvieron para el desarrollo de técnicas como la Espectroscopia Raman a los departamentos de Química en España.

Tras esto, aquel año de 1926, Martín renovó la beca con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, una institución creada en 1907, en el marco de la Institución Libre de Enseñanza, para promover la investigación y la educación científica en España. Martín viajó a Estados Unidos al objeto de impartir un curso de lengua española y nociones de física en la Connecticut College, ubicado en New London. Así pues, durante un tiempo estuvo impartiendo clases en el Club Español desde una perspectiva pedagógica, no científica, y pudo visitar las universidades de Harvard, de Yale y el Wellesley College. Finalmente, trabajó en The Spanish School de Vermort durante el verano de 1927.

En 1928, regresada a España, continuó en la Residencia de Señoritas, en donde colaboró en la docencia de Física y otras disciplinas científicas, haciéndose cargo del grupo de estudiantes de la Residencia ubicada en la calle Rafael Calvo.

En 1929, consiguió un puesto como investigadora en el recién fundado Instituto Nacional de Física y Química, del que pasó a forma parte el Laboratorio de Investigaciones Físicas. Su amistad y experiencia con el científico Julio Palacios consiguieron que este le admitiera en su sección de rayos X para la determinación de estructuras cristalinas, y al que se incorporó Martín como becaria de la Cátedra Cajal.

RESIDENCIA DE ESTUDIANTES E INSTITUTO-ESCUELA

En 1931, ingresó como auxiliar en el Servicio Meteorológico Español, siendo la primera mujer en hacerlo de España.

En 1932, la Juan de Ampliación de Estudios concedió de nuevo una beca de diez meses para estudiar Espectrografía de los rayos X en la Universidad de Cambridge. Allí trabajaba su marido, José Vallejo Sánchez, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla. Recibió clases de Ernest Rutherford, físico neozelandés Premio Nobel de Química en 1908, considerado el padre de la Física nuclear por sus descubrimientos sobre la estructura atómica. Realizó pruebas sobre sondeos atmosféricos para su aplicación a la protección aeronáutica, por petición del Servicio Meteorológico Español. Esta investigación estuvo supervisada por el físico escocés Charles Wilson, especializado en electricidad atmosférica, quien recibió el Premio Nobel de Física en 1927 por la invención de la Cámara de Niebla.

En 1933, regresaba a Madrid y entregaba el resultado de sus estudios en el Servicio Meteorológico Nacional, convirtiéndose como en los otros dos casos en la primera mujer española en ser admitida. Era un destino muy acorde con su preparación y experiencia, pero muy alejado del ambiente investigador que vivió en el Instituto Nacional de Física y Química.

En 1936, cuando comenzó la Guerra Civil, la mayoría de la plantilla del Servicio Meteorológico se trasladó a la oficina de Valencia siguiendo al Gobierno de la II República. No tuvieron más opción que partir en el mes de octubre, cuando el frente nacional había cercado la capital. Martín se negó a abandonar Madrid y fue apartada de su actividad profesional inmediatamente. Incluso, logró trasladarse hasta San Sebastián, su ciudad natal en zona nacional, en 1937. En aquel momento, existían otras dos mujeres auxiliares en el Servicio, una era Antonia Roldán, que permaneció en la oficina central de Madrid, y la otra era Cristina Gonzalo, que se mantuvo en su destino de Santander en zona republicada, hasta la caída en agosto de 1937.

En 1939, terminada la contienda, Martín pudo reincorporarse al cuerpo de meteorólogos, aunque con reticencias. Hacían falta profesionales en las estructuras científicas del nuevo Régimen franquista, por eso, Martín tuvo que someterse previamente a un expediente de responsabilidades. En este departamento no volvió a ingresar a una mujer hasta la década de 1960.

PERSONAL DEL SERVICIO METEOROLÓGICO ESPAÑOL EN 1942

En 1969, tomó parte en las I Jornadas Científicas de la Asociación de Meteorólogos Españoles que se organizó en Salamanca. Durante los últimos años de su vida, perteneció a la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, a la Sociedad Matemática Española y a la Sociedad Española de Física y Química.

En 1973, fue nombrada presidente de la Asociación Meteorológica Española, cargo que desempeñó hasta el año siguiente. También fue pionera, pues además de ser la primera científica española en la dirección no volvió a acceder al alto puesto otra mujer hasta 2019.

A lo largo de su vida formativa y profesional publicó varios trabajos sobre estructuras cristalinas y electricidad atmosférica en revistas españolas de Física y Meteorología, siendo las más destacadas:

Determinación de la estructura cristalina del óxido de níquel, del de cobalto y del sulfuro de plomo, tesis doctoral de 1926 que fue publicada en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química nº24 en 1943.

Corrientes eléctricas verticales originadas por la acción de las puntas bajo nubes tormentosas, lluvias, etc., incluida en las Publicaciones del Servicio Meteorológico Nacional, Serie A nº15, en 1945.

Modernas investigaciones sobre electricidad atmosférica, realizada para la Revista de Geofísica nº4, en 1954.

Instrucciones para el montaje y el manejo de aparatos, trabajo realizado para las Publicaciones del Servicio Meteorológico Nacional, Serie C nº28, en 1954.

FELISA MARTÍN BRAVO

El 29 de octubre de 1979, falleció en Madrid. Tendrían que pasar varias décadas para que algunas instituciones científicas y políticas le realizasen algunos reconocimientos.

En 1997, Carmen Magallón escribió el trabajo Felisa Martín Bravo, primera española en Física. Del laboratorio de Investigaciones Físicas a la Meteorología, que publicado en las Actas del II Congreso Internacional Junta para Ampliación de Estudios, en Madrid en 1998.

En 2017, el Ayuntamiento de San Sebastián le homenajea con una calle a su nombre.

En 2018, su nombre su fue incluido en la La Tabla Periódica de las Científicas con motivo de la celebración del 150 Aniversario de la publicación de Medeléyev y la declaración del 2019 el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos.

20/10/2025

Biografía no autorizada del PNV, por Fernando Vaquero Oroquieta


BIOGRAFÍA NO AURORIZADA DEL PNV, POR FERNANDO VAQUERO OROQUIETA 


Biografía no autorizada del PNV
Fernando José Vaquero Oroquieta, Editorial Pompaelo, Pamplona (2022), 208 páginas

El EAJ-PNV permanece instalado en una "leyenda rosa" que prescinde de numerosos hechos inquietantes: el racismo supremacista de sus fundadores; su inicial integrista vaticanista; la participación de los jeltzales navarros y alaveses en el Requeté; los cientos de asesinatos perpetrados en las prisiones vizcaínas del Gobierno Vasco en 1937; su traición a la República en Santoña al pactar su rendición por separado con los fascistas italianos; extraños contactos con los nazis en Francia a la vez que tejía una red de espías al servicio de las potencias anglosajonas; sus relaciones con ETA; la política del "árbol y las nueces"; su equidistancia moral ante las víctimas del terrorismo; sus episodios de corrupción económica…

Por esta Biografía no autorizada del PNV desfilan, descarnadamente, el precursor protonacionalista Joseph Augustin Chaho, los fundadores Sabino y Luis Arana, el lendakari José Antonio Aguirre y Telesforo Monzón, Federico Krutwig e Iñaki Múgica Arregui, Xabier Arzalluz y Joseba Azkarraga. Pero también quien fuera contrapunto de todos ellos, por su lealtad al humanismo cristiano y a su conciencia, que siempre le guiaron, Joseba Arregi.

Son recuperados, por otra parte, episodios bochornosos como el de las falsificaciones arqueológicas de Iruña-Veleia y el invento, por Sabino Arana, de uno de los mitos fundadores del panvasquismo: la batalla inexistente de Padura.

Entre ikurriñas y esvásticas, no podía dejar de tratarse otros temas candentes sobre los que existe una enorme confusión: las relaciones del PNV con las tesis foralistas y su antagonismo inconciliable con el tradicionalismo que, como fruto específico de pensadores vascos, ideó el concepto de Hispanidad.

Biografía no autorizada del PNV es, sin duda, el libro que los panvasquistas del PNV y sus aliados no querrán que usted conozca.

Por último, es uno de los tres libros que corresponden a la serie El nacionalismo vasco en Navarra de Fernando José Vaquero Oroquieta, siendo los otros dos De ETA a EH Bildu. Las pieles de la serpiente, y Emboscada a Navarra. Mitos, falsedades y otras tácticas del panvasquismo.