Miguel Ricardo de Álava y Esquível, el General Álava
El militar vitoriano, agregado al alto mando del duque de Wellington, participó en la Batalla de Vitoria y evitó que la ciudad fuera saqueada
El militar vitoriano, agregado al alto mando del duque de Wellington, participó en la Batalla de Vitoria y evitó que la ciudad fuera saqueada
Miguel Ricardo de Álava y Esquivel, más conocido como el General Álava, fue agregado al alto mando del duque de Wellington durante la Guerra de Independencia de España. Participó en la Batalla de Vitoria, al terminó de la cual, entró en la ciudad y evitó que se realizaran saqueos. Además, fue una de las pocas personas que intervino en dos de las batallas más decisivas de las guerras napoleónicas: en Trafalgar y Waterloo.
Este militar, político y diplomático, nació en Vitoria en 1772 en el seno de una familia noble en la que había varios militares. Por ello, con sólo 13 años comenzó su formación militar y con 18 ingresó en la Armada. En distintos barcos participó en múltiples acciones militares de la marina española contra Francia e Inglaterra. Con 22 años ya era teniente de Fragata. A su regreso tras cinco años en Sudamérica fue apresado por los ingleses y liberado meses más tarde. En 1802 ascendió a teniente de Navío y fue enviado a la expedición a la Martinica, operación concebida por Napoleón como una distracción para la Armada inglesa. Intervino en la escaramuza de Finisterre y en la Batalla de Trafalgar tras la cual sería ascendido de nuevo.
En el estallido de la Guerra de Independencia, Miguel Ricardo de Álava se encontraba retirado del servicio, en Vitoria. Perteneciente a la aristocracia terrateniente de la provincia, con la llegada de las tropas francesas fue comisionado por las Juntas Generales de Álava para ser su representante ante las autoridades españolas y francesas. Fue enviado a la junta que elaboró la Constitución de Bayona como representante corporativo de la marina de Guerra. Sin embargo, aunque fue uno de los firmantes, se inhibió de participar en las deliberaciones alegando que era sólo un militar y no entendía de temas políticos. No se opuso a la abolición de los fueros vascos. Acompañó a José Bonaparte en su entrada a España y parecía dispuesto a aceptarlo como monarca, pero las Juntas Generales de Álava se resistieron a renegar de su lealtad a Fernando VII. En ese punto, los franceses reunieron por la fuerza a los junteros y les obligaron a proclamar a José Bonaparte a punta de bayoneta en plena vía pública. Álava se retiró a su casa y al cabo de pocas semanas dictó su testamento y partió clandestinamente hacia Madrid para unirse al bando patriota.
Combatió en Calatayud, Tudela y Medellín, hasta que en 1810 fue trasladado a Portugal, donde se hallaba el general Wellington para comunicarle el sentir de la Junta de Cádiz sobre la difícil situación militar. Ambos militares trabaron una profunda amistad, que le llevó a permanecer como delegado de las Juntas españolas en las unidades británicas, participando en distintas operaciones, entre las que destacan la de Talavera y la de Buçaco, gracias a la cual ascendió a Brigadier por recomendación expresa de Wellington. También nombró a Álava para dirigir las operaciones de sitio de Ciudad Rodrigo, que tras la victoria en 1812, fue ascendido a Mariscal de Campo.
Aunque en el norte proseguían las operaciones militares, con el comienzo de la retirada francesa, el Mariscal Álava proclamó en Madrid la Constitución de 1812 y se convirtió en Presidente de Gobierno de facto al tomar disposiciones en nombre de las distintas Juntas, tales como la amnistía a los colaboradores militares de José I que se entregasen. De nuevo en el frente, fue herido en Dueñas, y se retiró de la primera línea. Entonces sería proclamado Diputado general de Álava.
Curado de las heridas, el 21 de junio de 1813, junto a Wellington, participó en la Batalla de Vitoria, al terminó de la cual, tomó una unidad de caballería británica y entró en la ciudad evitando que se realizaran saqueos. Junto al británico entró en territorio francés en persecución del enemigo aún después de acabado el conflicto en la península.
Después de la guerra fue nombrado embajador en los Países Bajos, más tarde embajador interino en Francia, puesto desde el que recuperó numerosas obras de arte expoliadas durante la contienda. Con el regreso de Napoleón, de nuevo junto a Wellington, participó en la batalla de Waterloo. Tras la victoria y la distinción volvería a su puesto de embajador en París, hasta que por motivos de salud se retiró a Vitoria en 1819.
Sin embargo, todavía le quedaría mucho combate. Fue elegido Presidente de las Cortes Generales en el Trienio Liberal, donde era Diputado por Álava y dirigió a la Milicia Nacional. Fue elegido para pactar con los franceses las condiciones de la rendición de Cádiz, pero el fracaso de las negociaciones permitió que fuera condenado a muerte por los absolutistas. Tras el fin del Trienio huyó a Gibraltar con el apoyo de Wellington, para trasladarse posteriormente a Londres. Permaneció en el exilio, con el apoyo de la Corona inglesa, entre el Reino Unido y Francia, acudiendo a esta última sólo en ocasiones para tomar baños, hasta que en 1833 se le comunicó la firma de una amnistía que le permitía el regreso. Con Isabel II en el trono fue embajador en Londres, Ministro de Marina, Presidente del Consejo de Ministros y de nuevo, embajador en París, donde presentó un plan para que las tropas cristinas cruzaran la frontera francesa en su lucha contra el carlismo, se reabastecieran en el país vecino e impidieran los suministros que les llegaban a los carlistas. En 1843 cayó enfermo y en julio falleció.
SERGIO CARRACEDO | VITORIA
http://www.elcorreo.com/alava/20130430/local/miguel-ricardo-alava-esquivel-201304302319.html
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