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HÉROES, HETERODOXOS Y TRAIDORES, POR GAIZKA EZKERRA |
Héroes, heterodoxos
y traidores. Historia de Euskadiko Ezkerra (1974-1994)
Gaizka
Fernández Soldevilla, Editorial Tecnos, Madrid (2013), 472 páginas
Héroes, heterodoxos
y traidores
analiza las historias cruzadas de ETA político-militar, EIA y Euskadiko
Ezkerra. En el ocaso de la dictadura franquista cristalizó en el País Vasco y
Navarra la "izquierda abertzale", un movimiento independentista nucleado en
torno al caudillaje de ETA. De tal matriz surgieron en 1974 dos facciones que
tomaron caminos divergentes durante la Transición. Por una parte, ETA militar y
Herri Batasuna, que se enfrentaron violentamente a la democracia parlamentaria.
Por otro lado, un sector más pragmático, el de ETApm, EIA y EE, que evolucionó
desde la complicidad con el terrorismo al compromiso cívico con la paz, desde
el comunismo revolucionario a la socialdemocracia y desde el independentismo al
autonomismo, piedra angular de su nacionalismo heterodoxo. Escrita desde la
perspectiva de la historia política y cultural, la presente obra examina este
singular proceso de secularización, que contribuye a una mejor comprensión del
pasado reciente del País Vasco y, por ende, de España.
El historiador Gaizka
Fernández Soldevilla publicó en 2011 su primer libro Sangre, votos, manifestaciones, junto a Raúl López Romo, dedicado a la historia de
ETA. En este segundo documento, editado en solitario en 2013, prolonga aquel
relato con un profundo estudio sobre la trayectoria de Euskadiko Ezkerra,
partido político nacido de las mismas entrañas de ETA, artífice de la paulatina
moderación experimentada a lo largo de tres décadas por un cierto sector del
nacionalismo vasco radical.
Héroes, heterodoxos y traidores es una rigurosa investigación bien fundada en evidencias, argumentada con solidez y ponderada en sus juicios, siendo además una tesis doctoral dirigida por un
acreditado experto en la materia como es el catedrático José Luis de la Granja. Está escrito con claridad y elegancia, algo no frecuente en las obras
divulgativas de origen académico.
La aparición de Euskadiko Ezkerra en el panorama de la política vasca fue
posible gracias a una idea alumbrada por Bernardo Moreno
Bergaretxe "Pertur", un dirigente de ETA político-militar que poco antes de
desaparecer en circunstancias no totalmente aclaradas inspiró la "ponencia
Otsagabia". El documento en cuestión, presentado en 1976 en el marco de la VII
asamblea de ETApm, proponía superar el modelo político-militar con el que hasta
entonces se habían alineado las estructuras y la actividad del nacionalismo
vasco violento, avanzando hacia la separación orgánica de la "lucha política"
respecto de la "lucha armada". De acuerdo con dicho análisis, el cambio
requería la creación de un partido político destinado a actuar como vanguardia
de la clase obrera y del conjunto del pueblo vasco y dispuesto a aprovechar
todas las opciones institucionales abiertas en España gracias al inicio de la
Transición. De ahí surgiría EIA (Euskal Iraultzarako Alderdia,
Partido para la Revolución Vasca) y más tarde su sucesor EE (Euskadiko Ezkerra, Izquierda de Euskadi), nacido a raíz de un experimento de coalición electoral
ensayado en 1977 mediante el que EIA (el brazo político de ETA
político-militar) subsumió a un sector de la extrema izquierda del País Vasco, principalmente EMK (Euskadiko Mugimendu Komunista, Movimiento
Comunista de Euskadi).
En 1977, cuando las primeras elecciones generales de la actual democracia ofrecieron la prueba de que la sociedad vasca no era globalmente nacionalista,
sino políticamente plural y diversa, los "euskadikos" sacaron conclusiones y
decidieron profundizar en la acción institucional. Se inició así una tendencia
de orientación inversa a la tomada por la otra sección del nacionalismo vasco
radical, la liderada por ETA militar. Mientras ésta negó la realidad,
prefiriendo la narrativa falaz del conflicto vasco-español y manteniendo como
prioridad la violencia terrorista, los hijos de ETA ingresados en EIA y EE se
implicaron en un proceso de evolución ideológica y práctica que acabó dando
lugar a la disolución de ETApm, consumada en 1982 gracias a una amnistía
encubierta urdida con los gobiernos de Adolfo Suárez y Felipe González por los
principales líderes "euskadikos": Mario Onaindía, antiguo militante etarra
juzgado en el proceso de Burgos y Juan María Bandrés, abogado suyo en aquel
influyente juicio de 1970.
A esto seguiría el progreso de EE hacia posiciones políticas progresivamente
más incluyentes, partidarias del Estatuto de Gernika y el pacto de Ajuría Enea,
y mediadas por un ejercicio continuado de crítica desmitificadora del
discurso aberztale y de los principales dogmas del nacionalismo
vasco: una auténtica religión política sobre cuyas bases los líderes y
militantes de EE fueron sucesivamente tildados de héroes, heterodoxos y
traidores. A pesar de sus continuados esfuerzos por ir adaptándose a cada nueva
circunstancia, o más bien como consecuencia suya, el proyecto político de EE
terminó fracasando a mediados de los años noventa, con su dirigencia
parcialmente absorbida por el PSE (Partido Socialista de Euskadi).
El libro de Gaizka Fernández analiza esa larga experiencia repasando
minuciosamente cada uno de los cambios ideológicos experimentados por la
formación, cada estrategia política ensayada, cada resultado electoral y cada
conflicto, dentro del contexto de la política vasca y española. Quizá el empeño
argumentativo por mostrar los aspectos positivos de esta evolución hayan dejado
en segundo plano los gravísimos pecados que la acompañaron. Conviene recordar
que EE promovió durante demasiado tiempo un relato excesivamente complaciente
de su propia historia, retratándose como la última derivada de una ETA buena:
la que supo abandonar la violencia al ritmo de avance de una joven democracia,
frente a otra ETA mala, la que prefirió insistir en la lucha armada aún
después de consolidarse un nuevo régimen de libertades. Pero lo cierto es que
nunca hubo una ETA buena y que hasta 1981 los "euskadikos" formaron parte de un
entramado criminal corresponsable de la instauración del denso e irrespirable
clima de terror que ha emponzoñado la vida social y política del País Vasco
hasta hace casi una década.
Asimismo, el mérito de haber propiciado la desaparición de ETApm no estuvo
exento de graves costes: sobre todo el coste que supuso la impunidad de los
muchos "polimilis" que resultaron amnistiados sin haber pagado por sus propias
carreras asesinas. Para no incurrir en un balance injusto, el autor reconoce en
sus conclusiones cada uno de estos puntos oscuros advirtiendo, no obstante, que
quizá lo más relevante de su investigación es la constatación de que las
religiones políticas que mueven a la violencia no tienen por qué ser eternas e
invulnerables, como no lo fueron para los nacionalistas díscolos de los que
trata este excelente libro.