Preceptor de los quintos reales y militar colonizador en la conquista de la isla de Gran Canaria al mando de 300 ballesteros vascos en 1482
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MIGUEL DE MUXICA |
Miguel de Mújica y Echevarría, también escrito como Miguel de Muxica y Lezcano, nació en Villafranca de Ordizia, Guipúzcoa, a mediados del siglo XV.
Su solar fue una de las escasas torres que se levantaron en dicha villa y que podría pertenecer a una rama familiar descendiente del poderoso linaje de la Casa de los Mújica del Señorío de Vizcaya. Desde mediados de este siglo, los Mújica guipuzcoanos formaban parte de las élites socioeconómicas de Ordicia y de la Provincia.
Era hijo de García Ibáñez de Mújica y Verástegui, señor de la Casa de Mújica, y de María Fernández de Echavarría, perteneciente a la Casa de Ysasaga, ambos de Guipúzcoa. Su padre ejerció varios cargos en las instituciones municipales de Villafranca de Ordizia durante la segunda mitad del siglo XV: bolsero, escribano, regidor, y procurador.
Tuvo cuatro hermanos que desarrollaron carreras profesionales en las administraciones de Villafranca de Ordizia y de la Monarquía hispánica.
Martín de Mújica fue contador mayor del reino y embajador de Castilla.
Lope de Mújica fue fiel de Villafranca de Ordizia en 1505, capitán general de la Real Armada castellana en 1499, contino real y agente comercial al servicio de la Corona de Castilla durante dos décadas.
Juan Martínez de Mújica "el Mozo" fue procurador en las Juntas Generales de Guipúzcoa y bolsero de Villafranca de Ordizia.
García Ibáñez de Mújica "el hijo" fue licenciado por la Universidad de Salamanca, miembro de la Casa del príncipe Juan y del Consejo Real de Castilla.
En el reinado de Enrique IV de Castilla, Miguel de Mújica había conseguido instalarse en la Corte, siendo criado de Rodrigo de Ulloa. Este fue un poderoso aristócrata, comendador de la Orden de Santiago en el valle de Ricote, señor de la Mota del Marqués, alcaide de las fortalezas de Toro y Almuñécar y, más tarde, sería contador mayor de la Contaduría General y miembro del Consejo de los Reyes Católicos debido a su apoyo durante la Guerra de Sucesión castellana.
Durante su servicio Rodrigo de Ulloa, Miguel de Mújica pudo aprender cuestiones relacionadas con la gestión administrativa. Y esta formación en contaduría general y junto a la promoción que le hizo Ulloa, le sirvió para Mújica tomase parte en los preparativos de la expedición marítima para la conquista de la Gran Canaria, a partir de 1477. Esta armada estaba al mando del general Pedro de Vera, nuevo gobernador y capitán mayor de la isla, quien consiguió organizar un contingente de más de 1.500 hombres de armas, entre infantería y caballería. Mújica obtuvo el cargo de preceptor de los quintos reales, cuya función era la de controlar que los repartimientos se hicieran a favor de soldados que hubieran participado personalmente en la ocupación, control y dominio de la isla.
En julio de 1480, la expedición llegaba a las islas Canarias. Durante dos años, realizaron varios ataques contra los aborígenes canarios: la batalla de Araucas, en agosto de 1480, donde murió el caudillo Doramas; la batalla de Tirajana, en octubre de 1480; alguna batalla en algún punto montañoso, en noviembre de 1481; y la batalla de Ajodar, en febrero de 1482.
En 1481, las fuerzas militares de Alonso Fernández de Lugo hicieron prisionero al rey de Gáldar, Tenesor Semidán, en Agaeta, y controlaron el territorio. Mújica tomó la quinta parte del botín de guerra para el real erario, que sería llevado a la Corte de Castilla junto al guanarteme canario y cuatro guaires, entre ellos el famoso Maninidra. La recepción real se hizo en Calatayud ante los Reyes Católicos, y el rey Semidán fue cristianizado, adoptando en nombre de Fernando Guanarteme.
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LA CONQUISTA DE GRAN CANARIA |
En octubre de 1482, Mújica partió del Puerto de Santa María con destino a Gran Canaria en una expedición que llevaba refuerzos entre los que estaban 300 ballesteros vizcaínos. Estos soldados vascos tenían como principal objetivo atacar las enriscadas fortalezas en las que se encontraban los canarios. Los ballesteros vizcaínos estaban considerados como las tropas adecuadas para desalojarlas, ya que en esa zona ni la caballería ni la artillería resultaban eficaces, dada la naturaleza abrupta del terreno montañoso y lleno de vegetación de la Caldera de Tejada.
Se hallaron en estas expediciones Juan Civerio de Mújica, primo de Miguel de Mújica, Juan Pérez de Munguía y Aguirre, jefe de los vizcaínos, Juan de Gordejuela, varios Arcocha, Azoca, Recalde, Urtusaustegui, Alzola, Andía de Irarrázabal, varios miembros del linaje Anchieta de Vizcaya y Guipúzcoa, Juan de Lázaro, Juan Silverio de Mújica y Lazcano y otros que constituyeron linajes insulares tales como Perucho de Bilbao, Hernando y Diego de Espinal, los hermanos Hemerando, etc. Fueron también conquistadores Alonso de Navarrete, García de Vergara, Juan Pérez de Aguirre, Juan Martín Arteaga, Panucio de Bilbao, Alonso de San Juan, los Lezcanos, los Bachicaos, etc., todos vascongados. La noticia de la conquista de la Gran Canaria la tuvieron los Reyes Católicos en Vitoria, en 1483.
La mayoría de los 300 ballesteros vascos murieron luchando en enfrentamientos contra los aborígenes canarios durante la última etapa de la conquista del archipiélago de Canarias, que finalizó en abril de 1483. El propio Miguel de Mújica también murió luchando contra la población indígena en Ajodar. Hasta su muerte, había sido uno de los baluartes de las fuerzas militares castellanas comandadas por el gobernador Pedro de Vera.
Existe información precisa sobre las cuentas de la conquista de Gran Canaria, elaboradas entre 1481 y 1482 por Pedro de Arévalo, proveedor del Ejército castellano enviado a la isla. Este presentó a los contadores mayores de cuentas las cartas de pago firmadas por Pedro de Vera y Miguel de Mújica, mediante las que justificó sus actuaciones como proveedor. En la documentación de la Contaduría Mayor de Cuentas del Archivo General de Simancas figura como beneficiario de un juro de heredad en las alcabalas de la Merindad de Allende Ebro.
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