26/09/2018

Blas de Lezo en la Armada del Mar del Sur (1715-1730)


Terminada la Guerra de Sucesión española, Blas de Lezo recibió el mando del buque insignia Lanfranco, también llamado León Franco y Nuestra Señora del Carmen, en 1715. Un año después, en diciembre de 1716, partió desde Cádiz hacia Cuba en dicho navío, escoltando a la flota de galeones del general Fernando Chacón Medina y Salazar, destinada a recoger la plata y a auxiliar a los galeones de Ubilla y Echevers perdidos en el canal de Bahama el año anterior. En Veracruz, pudo desembarcar el nuevo virrey de Nueva España, Baltasar de Zúñiga y Guzmán, y descargar el azogue y otros materiales.

Allí tomó parte de la Armada de la Mar del Sur, en aquellos momentos formada por una flota hispano-gala compuesta de cuatro navíos de guerra españoles (Lanfranco, Conquistador, Triunfante y Príncipe de Asturias) más una fragata (Peregrina), y dos navíos de línea franceses. Estaban dirigidos por Bartolomé de Urdizu y Arbelaez como jefe de escuadra y por Jean Nicol Martinet, de origen francés al servicio de la Monarquía española.

El objetivo era limpiar las costas de barcos piratas y erradicar el contrabando en el Virreinato del Perú para proteger la economía española. Para ello tenían que recorrer la costa sur atlántica de América y atravesar el cabo de Hornos, hecho que solo consiguieron el Príncipe de Asturias y el Triunfante, debido a un tremendo temporal. La Pelegrina y el Lanfranco de Blas de Lezo no lo consiguieron y repostaron en Buenos Aires todo el invierno. En enero de 1718, siendo verano austral, consiguió cruzar la Pelegrina, llegando al puerto de Callao dos meses después.


RETRATO DE BLAS DE LEZO

En ese tiempo los navíos de Marinet lograron capturar seis fragatas de corsarios franceses, que incorporaron a la Armada de la Mar del Sur, entrando los ocho barcos en Callao en septiembre de 1717. Algo parecido hizo el Lanfranco cuando, tras regresar a Rio de la Plata después de su segundo intento, a la altura de Montevideo encontró un navío y una fragata franceses a los que capturó (Danicant y San Francisco). Urbizu ordenó abandonar el Lanfranco para ser desguazado en Buenos Aires y con las dos nuevas embarcaciones pudo llegar al Callao en 1720.

Cuando Urbizu y Lezo llegaron al puerto de Callao, Marinet estaba de regreso a España por orden del virrey Santo Bueno. Como estaba previamente acordado con Felipe V, el marino francés entregó sus dos navíos en el puerto de Pasajes, integrándose a la nueva Armada Real como Rubí y Conquistador.

Desde 1720, Blas de Lezo ejerció como segundo jefe de la Armada de la Mar del Sur. El primer enfrentamiento que tuvo fue contra dos barcos ingleses: Success y Speed Well, ambos de 70 cañones de artillería, al mando del corsario John Clipperton. Los piratas fueron reducidos y ejecutados en aguas asiáticas tras una larga huida.

GRABADO DE LIMA, CAPITAL DEL VIRREINATO DEL PERÚ, SIGLO XVIII

Como consecuencia de los éxitos que estaba consiguiendo en las costas peruanas, Blas de Lezo fue ascendido a general de la Armada del Mar del Sur, en febrero de 1723, en sustitución de Urbizu. Su labor fue todavía mayor al tomar el mando de la armada consiguiendo limpiar las costas del Pacífico desde Panamá hasta Chile de piratas e ir nutriendo a la Armada de navíos.

El primer cometido que tuvo como jefe de la Escuadra del Sur fue hacerla más operativa, para ello necesitaba tres o cuatro navíos de guerra pero pocos fueron los medios con los que contó. Mando desguazar la fragata Peregrina por el lamentable estado en el que se encontraba, pero hizo construir dos nuevos barcos por parte de los comerciantes peruanos en pago por lo que adeudaban a la corona.

Con una escuadrilla de tres navíos, Blas de Lezo se dispuso a recorrer las costas del sur del Pacífico. Pronto se encontró con cinco navíos holandeses mejor artillados. Ante la imposibilidad de abordarlos, ordenó concentrar el fuego contra la mayor embarcación enemiga, el Vlissingen. Tal fue el castigo que lo desarbolan, capturan y ponen en huida al resto.

Durante este periodo realizó numerosas salidas en las que mantuvo combates, limpiando las aguas de Chile y Perú, de corsarios enemigos. Mediante capturas a corsarios enemigos, Lezo estaba consiguiendo formar una armada más que suficiente para proteger las costas peruanas. Los navíos de guerra capturados ya sumaban seis, que transportaban una carga con valor de 3.000.000 de pesos, siendo agregados tres de ellos a la Armada Real.

El nuevo virrey Catelfuerte, en sustitución de Santo Buono, hizo desguazar estas presas y exigía nombrar a los comandantes de los navíos, para colocar a amigos y familiares, así como controlar su tripulación y hacienda. Esta situación provocó el enfrentamiento con Lezo, quien alegaba que era el general por designio de José Patiño, ministro de Marina, y del rey, y que solo a ellos debía obediencia en lo referente a la Armada de la Mar del Sur. Fue este el primer enfrentamiento directo que tuvo con un virrey, el cual decidió dejar de mantener la Armada con sus fondos. Esto irritó tanto a Blas de Lezo que solicitó el traslado a la España peninsular.

Patiño y Felipe V, conocedores del enfrentamiento con el virrey, accedieron a su petición. La renuncia del cargo fue aceptada en febrero de 1728, pero no llegó a Cádiz hasta agosto de 1730, ya que no conseguía el dinero para el pasaje de toda su familia.

Sabedor de la necesidad de gente de su valía en la Armada, el ministro Patiño, nombraba jefe de la Escuadra del Mediterráneo a Blas de Lezo, a sus ya 39 años.

ESTATUA A BLAS DE LEZO EN MADRID

20/09/2018

José Joaquín de Viana y Sáenz de Villaverde


Mariscal de campo del Real Ejército español y gobernador de Montevideo en dos periodos, de 1751 a 1764 y de 1771 a 1773

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JOSÉ JOAQUÍN DE VIANA

José Joaquín de Viana y Sáenz de Villaverde
era natural de Lagrá, donde nació en 1718. Pertenecía a una poderosa familia nobiliaria de esta villa alavesa del partido judicial de La Guardia. En ella, su padre, abuelos y bisabuelos habían sido alcaldes y regidores. 

Inició su carrera militar en 1735 y por su distinguida carrera militar, alcanzó el grado de coronel en plena juventud. Combatió en Italia durante la Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748), sobresaliendo en las campañas de Saboya y Piamonte, alcanzando el grado de coronel y luego el de mariscal de campo de los Reales Ejércitos y sobre eso ganó la distinción de caballero de la Orden de Calatrava.

En 1749, la Capitanía general del Río de la Plata aún formaba parte del Virreinato del Perú, año el que el rey Fernando VI creó la gobernación de Montevideo, treinta y tres años desde su fundación. 

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ESCUDO DE ARMAS DE LOS VIANA DE LAGRÁN

Tras regresar de aquella guerra, en 1750, Viana fue nombrado primer gobernador de Montevideo, por haber demostrado pruebas de mérito y talento. Una año más tarde, tomó posesión del cargo y su primera acción importante fue sofocar una sublevación de los indios charrúas, que fueron derrotados en la batalla del Tacuarí.

La Corona prohibía todo comercio entre Montevideo con otros pueblos del exterior, y los oficiales españoles encargados de la plaza, acaparaban los mejores negocios y tierras. Eran tiempos en que la Corona vivía la pesadilla del contrabando. Fuera, los colonos vivían aterrorizados por los ataques de los bandoleros salidos de la Colonia de Sacramento, fundada por los portugueses en 1680 en territorio oriental, con miras a extender su dominio a las posesiones españolas. Además, eran frecuentes los asaltos de los indios charrúas y minuanes no reducidos.

El nombramiento de Viana tuvo lugar en el transcurso de las circunstancias políticas determinadas en el Río de la Plata por la firma del Tratado de Madrid (o de Permuta), en 1750, entre Fernando Vi de España y Juan V de Portugal. En este tratado de intercambio, el gobierno español cedía a Portugal las misiones jesuíticas del Alto Uruguay, a cambio de la entrega de la Colonia del Sacramento. Este hecho se enmarca en la política pacifista del segundo de los Borbones españoles, que intentó establecer relaciones diplomáticas con la Monarquía portuguesa para terminar con las disputas fronterizas que se mantenían en varios puntos de América, en especial en el Río de la Plata. Es en ese sentido que también debe comprenderse el matrimonio del rey español con la princesa portuguesa Bárbara de Braganza. 

En cumplimiento de lo que el tratado citado estipulaba, ya en enero de 1752 comenzaron los trabajos de demarcación de la nueva línea de frontera entre los dos imperios. Sin embargo, al llegar a las misiones jesuíticas, estos se detuvieron por la resistencia de los indígenas, que no querían pasar a manos portuguesas, sospechando, con claro fundamento, que se convertirían en esclavos de los hacendados portugueses, necesitados de mano de obra para el trabajo agrícola en el Brasil.

Esta resistencia dio origen a un conflicto que abarcó entre 1754 y 1756, denominado Guerra Guaranítica, en la que españoles y portugueses juntos hubieron de hacer frente a los indígenas sublevados, más de una vez acaudillados por los propios jesuitas. Esta cuestión fue tratada con bastante rigor histórico en la película La misión, rodada por Roland Jofeé en 1986.

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PELÍCULA LA MISIÓN

Liderados por el cacique Sepé, los indígenas fueron derrotados en las batallas del Daymán, en 1754, y de Batoví, en 1756. En el último de estos encuentros, José Joaquín de Viana personalmente dio muerte a tiros al caudillo indio.

Al regreso de esta campaña, en 1757, Viana fundó las ciudades de Salto y San Fernando de Maldonado, en homenaje al rey Fernando VI.

En el marco de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), Viana combatió en las operaciones militares en el Río de la Plata dirigidas por Pedro de Ceballos.

Cuatro años después de llegar a Montevideo, en 1775, el gobernador se casó con una mujer de origen vasco de alta alcurnia como él, María Francisca de Alzáybarconocida en la época como la Mariscala, por ser esposa del mariscal Viana. Era hija de Juan de Alzáybar, uno de los primeros colonizadores, y sobrina de Francisco de Alzáybar, caballero de Santiago. Este vascongado era el hombre más rico de la región y tuvo a su cargo el primer grupo de familias designadas por la Corona para poblar la Banda Oriental.

Viana impulsó la edificación de Montevideo, permitiendo que se construyera con piedra que antes sólo se destinaba para la fortificación. Gracias a él la ciudad vivió tiempos de seguridad y progreso y en breve triplicó su población de 939 a 2.089 habitantes. Al mismo tiempo, el gobernador fundaba poblaciones y levantaba fortalezas en lugares estratégicos, cosa indispensable entonces para asegurar la tranquilidad de los vecinos.

CASA VACACIONAL DEL GOBERNADOR VIANA

En 1764, Viana fue sustituido por Agustín de la Rosa, segundo gobernador. Debido a su enfrentamiento con el cabildo, en 1771, fue cesado por la asamblea de criollos, solicitando a Viana la restitución del cargo nuevamente en la gobernación de MontevideoDurante su segundo período, Viana dictó una serie de medidas administrativas para reprimir el contrabando. De ese modo continuó hasta 1773, cuando renunció al cargo, sustituyéndole Joaquín del Pino.

Tras redactar testamento, Viana murió en 1773. 

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MONTEVIDEO Y SU MURALLA EN EL SIGLO XVIII

13/09/2018

Drake y Recalde, por Revista Bascongada


El siguiente artículo fue escrito por el diario de noticias El Noticiero bilbaíno con el título de Drake y Recalde. El motivo del mismo fue la reivindicación y memoria histórica del heroico marino vizcaíno del siglo XVI Juan Martínez de Recalde y contemporáneo del corsario inglés Francis Drake. Precisamente, a este último,  se le descubrió una estatua en su villa Tavistock (Devousbire).

Esta conmemoración generó el interés de El Noticiero bilbaíno y de Revista Bascongada para establecer un paralelo entre el atrevido corsario inglés y el no menos famoso almirante vascongado Juan Martinez de Recalde.

JUAN MARTÍNEZ DE RECALDE, POR ALCALÁ GALIANO

"Al ver los honores justos y debidos que la Inglaterra actual tributa á la memoria de uno de sus más grandes marinos, sin quererlo se nos viene á mientes el pensamiento del olvido y del abandono en que España y Vizcaya tienen la gloria del más constante y brillante competidor de Drake, del marino vizcaino, temido y respetado en aquellos tiempos por los audaces corsarios ingleses, del que muy de cerca siguió constantemente los pasos del héroe devoniano en la inmensidad del Océano, en las bruscas costas del Norte de Europa y en los pasos más difíciles y arriesgados de los puertos. Nos referirnos á Juan Martinez de Recalde, insigne bilbaino, esforzado y peritísimo capitan, consumado marinero, no vulgar político, egrégio patriota y entusiasta amante de su pais natal."
"Fué contemporáneo de Drake; nació quizá el mismo año, entre los 42 al 45 de la centuria décimosexta: su nacimiento, su educacion, sus aficiones de mozo, sus primeras campañas, su carrera tuvieron muchos puntos de semejanza, aunque Recalde perteneció á familia más ilustres y poderosa. Ambos participaron del ardor, del génio y del espíritu aventurero de los paises en que nacieran: el uno fué vizcaino, el otro hijo del condado de Devon, que ha dado á Inglaterra muy notables y vigorosos hombres. Sin encontrarse frente á frente más que una sola vez, sostuvieron una especie de duelo y de briosa competencia á través de todos los mares y estrechos en el curso de su larga y accidentada carrera."
"Cierto que en el hecho culminante de su vida marítima Drake representa el papel de vencedor y que Juan Martinez de Recalde se contó en el número de los vencidos de aquella colosal jornada. A bordo del Revengé Drake alcanzó grandes laureles y la libertad é independencia de su pátria, gravemente amenazada; y Recalde, agobiado por el dolor y el despecho, perdió la vida despues de haber visto sucumbir los más hermosos bajeles de la escuadra vizcaina y casi todo el poderio naval de España. Pero la historia ha consignado indeleblemente su justificacion en Famiani, Estrada y en otros autores verídicos coetáneos y en los que posteriormente les han seguido están textuales los perspicaces y atinadísimos avisos que dió antes de emprender las operaciones ofensivas, y que no fueron atendidos por el duque de Medina-Sidonia ni por el Consejo de los generales de la flota. Si la opinion del almirante real y teniente general hubiese entónces prevalecido, puede racionalmente suponerse que la suerte de la expedicion hubiera cambiado completamente. El destino ordenó que así fuera, y desde aquel momento data el encumbramiento marítimo de Inglaterra."
"Pero aparte de la porcion de gloria ó de la responsabilidad que pueda caberle à Recalde en la conducta de la armada invencible, su carrera está sembrada de hechos gloriosos y de atrevidas y felices expediciones y campañas. Su nombre se ilustró en la jornada de las Azores, en la arriesgada expedicion de Irlanda en favor de aquellos católicos, en el bloqueo de los puertos de Holanda, en la severa policia que ejerció al frente de la flota del Océano en los rumbos para las Indias. De mozo fué un aventajado y bizarro soldado en Italia, en Francia y en Flandes, y no desmintió el pronóstico que se formó en Bilbao cuando en el alarde de 1559 se le vió presentarse, mancebo imberbe, el primero á tomar el arcabuz de simple soldado, él á la sazon hijo de uno de los importantes y ricos caballeros de la villa."
"No creemos, por tanto, que se hallen destituidos de fundamento nuestra extrañeza y nuestro pesar de que todavia, en los tres siglos que han pasado, no se haya erigido ningun monumento literario, escultórico ó de otra naturaleza; ni siquiera consagrado un recuerdo digno y adecuado para admirar y enaltecer la memoria de aquel que fué uno de los más insignes marinos que ha producido la tierra vascongada y uno de los hijos más amantes y fieles que Bilbao tuvo. Guipúzcoa se ha honrado erigiendo monumentos á Elcano y á Oquendo. ¿Por qué Vizcaya deja en desdeñoso olvido sus más refulgentes y legítimas glorias?"

COMBATE DE GRAVELINAS

12/09/2018

Movimiento Foralista por intelectuales y políticos vascos y navarros


Durante el siglo XIX gran parte de los vascos y navarros tomaron profundo odio al Liberalismo masón y democrático, dando lugar a un largo debate sobre la conveniencia de eliminar los regímenes forales de origen medieval que pervivían en España, especialmente los vascongados y navarro. Todas las demás particularidad jurídicas de los distintos reinos, condados, señoríos o ciudades habían ido derogándose durante la Edad Moderna, sobre todo ante la llegada de los Borbones, con la implantación de los Decretos de Nueva Planta y su concepto centralista del Estado.

Tras la Revolución francesa, el modelo de organización territorial y racionalización legislativa francés fue adquirido por varios países de Europa, entre ellos España.

A la muerte de Fernando VII, se derogó el antiguo Régimen absolutista y con él, los fueros y particularismos legislativos. La llegada de Isabel II al trono supuso el establecimiento del Estado liberal y una ley homogénea y uniformadora para todos los territorios, que generó el alzamiento de un frente a favor de Carlos V y el estallido de hasta tres guerras civiles.

La mayor parte de vascos y navarros tomaron parte del bando absolutista carlista frente al liberal isabelino. Las dos guerras carlistas son el ejemplo de una lucha por mantener el Régimen absolutista y foral, pero dentro de un contexto español.

Su lema fue "Dios, Patria, Rey, pues sus ideales eran la vuelta al trono del rey legítimo, Carlos V, hermano de Fernnado VII, y no la reina "usurpadora" Isabel II, el mantenimiento del Régimen absolutista y foral en lugar del Constitucionalismo, y la religión católica frente al Liberalismo.

El pacto de Vergara entre el bando isabelino liberal de Espartero y el carlista absolutista de Maroto, hizo acabar la I Guerra Carlista, pero Isabel II tuvo que restituir los Fueros sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía, es decir, sin contenido alguno real, como los había tenido hasta entonces.

La respuesta inicial de gran parte de los vascos y navarros ante la idea del centralismo uniformador y la filosofía jacobina liberal y masónica, su igualitarismo forzado, fue el Foralismo. No todos fueron foralistas carlistas, ya que en las ciudades el fenómeno de la industrialización, los ideales liberales, democráticos e ilustrados fueron defendidos por una burguesía naciente.

Los fueristas trataban de hacer comprender a un gobierno de cretinos masones que la política represiva centralista solo llevaría al desastre. No fue una cuestión identitaria, pues todos se consideraban españoles, nunca plantearon una secesión respecto a España.

ESCUDO DE NAVARRA EN EL MONUMENTO A LOS FUEROS

Este debate parlamentario se realizó en tres momentos: el primero, en el Congreso tras la I Guerra Carlista en 1840; el segundo, en el Senado en 1864; y el tercero, otra vez en el Congreso, después de la III Guerra Carlista en 1876. En estos debates parlamentarios, participaron varios diputados vascos que defendieron el mantenimiento de los fueros por considerarlos justos, legítimos y eficaces. En este ideario también participaron literatos y hombres de la cultura euskalduna.

Un primer desencadenante de estos debates surgió de los ideales de políticos y escritores vascos y navarros de tendencia liberal y constitucionalista, como es del caso de Zuaznavar.

José María de Zuaznavar fue magistrado, académico, escritor e historiador navarro (1764-1840). En su obra Ensayo histórico-crítico sobre la legislación de Navarra (1820) constituyó un duro alegato contra la permanencia de las instituciones forales del viejo reino de Navarra. Para Zuaznavar, la desaparición del fuero beneficiaría a la unidad constitucional española, el fuero no era más que una compilación de origen moderno posterior al nacimiento del reino navarro.

Esta crítica dio origen a las corrientes de signo contrario que trataban de buscar en la historia la legitimación de la Foralidad del Reino de Navarra. Surgiendo en primer lugar Yanguas y Miranda.

ESCUDO DE NAVARRA EN EL MONUMENTO A LOS FUEROS

José Yanguas y Miranda fue político, escritor e historiador navarro nacido en Tudela, en 1782, que llegó a ser secretario de la Diputación de Navarra. Es el máximo exponente navarro al Romanticismo, contemplaba el Fuerismo liberal bajo ambientación de Romanticismo político. Estudiando la incorporación de Navarra al Reino de España sin que hubieran vencidos. Para Yanguas el respeto a los Fueros navarros por parte de la Corona española, tras la anexión en 1512, hizo que el pueblo navarro correspondiera con muestras de cariño.>

Consideraba a la historia y los fueros como elementos característicos de la identidad navarra, publicando un Diccionario de los Fueros y Leyes de Navarra (1828). En esta obra nombró a los fueros como "tan nombrados por todos, como desconocidos de la mayor parte de los navarros", también pregonaba que los navarros eran descendientes de los vascones, ciudadanos romanos por voluntad de Vespasiano. Pero el fundamento de su obra estaba basado en el nacimiento de los fueros en la invasión de los árabes a España. Surgiendo la necesidad de los navarros de designar un rey o caudillo.

La Contrageringonza o Refutación jocoseria del Ensayo Histórico Crítico sobre la Legislación de Navarra (1833), fue un encargo oficial para contrarrestar el ensayo histórico-crítico de Zuaznavar.

La Historia compendiada del Reino de Navarra (1832), basada en los Anales del padre Moret, agregó investigaciones propias y opiniones personales, terminando con una exaltación de la unión de Navarra a la Corona de Castilla.

La Crónica de los Reyes de Navarra, escrita por Carlos, Príncipe de Viana, (1842) y su Diccionario de Antigüedades (1840 y 1843), son estudios y síntesis de la historia de Navarra.

Fueron sus más inmediatos seguidores el pamplonica Joaquín Mencos y Manso de Zúñiga, conde de Guendelain, y Ángel Sagaseta de Ylurdoz. Políticos liberales que como la mayoría se convencían que el mantenimiento de los fueros pasaba por su adecuación a la unidad constitucional.

JURAMENTO FORAL POR FERNANDO EL CATÓLICO

José Alonso Ruíz de Conejares, fue un abogado, jurista y magistrado navarro, nacido en Corella en 1781. Llegó a ser ministro de Justicia en 1841. En 1848 publicó su Recopilación y Comentarios de los Fueros y Leyes. Presentaba a Navarra como un reino independiente, que mantuvo unas peculiaridades durante su unión con Castilla de igual a igual. Fue el impulsor del Pactismo a mediados del siglo XIX, ideas que hoy en día defienden los nacionalistas, de no reconocer a España como entidad superior sino paritaria. De este punto partió uno de los pilares del ideario de Sabino Arana.

Tanto José Alonso como su seguidor Pablo Ilarregui, no rompen con España, sino lo contrario, afirmando que las leyes de 1839 y 1841, es decir, la Ley Paccionada, son la mejor adecuación del régimen foral al modelo constitucional. Ambos autores defendieron esta doctrina, del Foralismo constitucionalista, y consideraron a Baldomero Espartero.

En los debates parlamentarios del Congreso de los Diputados de 1840 se distinguió el diputado guipuzcoano Valentín de Olano. Ante las acusaciones que algunos diputados progresistas lanzaron sobre las provincias Vascongadas por considerarlas desleales a la Monarquía debido a su apoyo al pretendiente carlista, Olano reivindicó repetidamente la total lealtad de los vascongados:
"Lo único para lo que he tomado la palabra ha sido para que se sepa que los vascongados somos dignos de pertenecer a esta gran Nación, que queremos abrazar a los demás y que todos somos hermanos. Pues qué, ¿no lidiaron setecientos años los vascongados contra los moros? En los descubrimientos del Nuevo Mundo, ¿no van mezclados siempre nuestros nombres con los de los demás españoles? En la guerra de la Independencia, ¿no nos levantamos en masa padre por hijo como manda el fuero?..."

El alavés, Ramón Ortíz de Zárate, natural de Arriola (1817), estudió en las Universidades de Oñate, Zaragoza y Madrid. Fue procurador síndico, diputado a Cortes y diputado foral. Desde muy joven se dedicó al periodismo; escribió muchos trabajos en defensa de los derechos de los vascos. Una de sus ideas favoritas fue la unión de los vascos peninsulares, "Laurak-Bat" (las cuatro en una), por medio de congresos, reuniones, exposiciones agrícolas e industriales. Escribía sobre la necesidad de una existencia vascongada, una política vascongada y una bandera vascongada, e hizo un llamamiento para escapar de los ideales liberales.
"Los fueros, buenos usos y costumbres dé las provincias Vascongadas sufren todos los días y sufrirán constantemente en lo sucesivo repetidos ataques del gobierno supremo, cualquiera que sea el color político de los hombres que ocupen el Poder."
"Aconsejamos a los alcaldes vascongados que procuren aislarse cuanto les sea posible de los jefes políticos y defender los fueros de los golpes que todos los días les dirigen estos delegados del Poder."
Se refería a los gobernadores civiles.

ESCUDO LAURAK-BAT (LAS CUATRO EN UNA)

Sin embargo, Ortíz de Zarate se sentía español, como expresó en 1855 en frases como: "El pueblo vizcaíno, forma notable contraste con su hermano, el pueblo español". Habla también de nuestros hermanos de allende el Ebro. "Nosotros constituimos un pueblo hermano, pero distinto del resto de la monarquía". Llamaba a España "nuestra querida Patria". Y como otros tantos foralistas, sostenía que el modelo administrativo de regímenes forales debía extenderse al resto de provincias españolas.

Consideraba a las Diputaciones Provinciales y al Estado Liberal, importado de Francia, pero que fueron trasplantados, lamentablemente, "a nuestra patria". Lamentaba que las Cortes de Cádiz de 1812 no hubieran tomado los Fueros vascos como modelo de una Constitución:
"Así no hubieran fracasado, porque el pueblo español rechazará siempre lo que no sea español. Este es nuestro carácter nacional. Copiar las leyes vascas era hacer una legislación a la española."
Se consolaba pensando en "que el pueblo los acogerá (los consejos), con entusiasmo y más tarde reclamará la opinión de que se estudien los fueros vascongados y se apliquen en cuanto se pueda a las Diputaciones provinciales de la monarquía".

Explicó su vocación política con estas palabras:
"Convencido de que todos los partidos políticos son infecundos en la administración pública, me he consagrado en la administración pública, me he consagrado por completo a la defensa de los fueros y a la defensa de los intereses generales de España, que todos aman igualmente, confundiéndose en lazo fraternal los hombres de encontradas banderías políticas."
Calificaba a la ley de 1839 de "constitutiva y confirmatoria del régimen foral". Pedía que se unieran los vascos, pero esa unidad era del "Irurak-bat" (las tres en una), las tres provincias vascas sin navarra, es decir, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.

ESCUDO IRURAK-BAT (LAS TRES EN UNA)

El senador guipuzcoano Joaquín Barroeta Aldamar se encargó del grueso de la argumentación histórica a favor de los fueros, finalizando su larga intervención con las siguientes palabras:
"Aquí concluyo, señores, deseando que las relaciones de fraternidad de las Provincias Vascongadas con las demás provincias de la Monarquía no se alteren jamás, que sean las que fueron durante muchos siglos, que todas defiendan con valor y gloria a esa buena y amada reina que preside los destinos de España, nuestra patria querida."
El también senador alavés Pedro de Egaña reclamaba la conservación de los fueros porque el pueblo vascongado había vivido feliz y se había administrado eficientemente con ellos durante siglos. Respondía así al senador liberal Sánchez Silva:
"Los vascongados no quieren solamente su felicidad propia, sino que también desean la de sus hermanos, a quienes nunca han abandonado cuando han tenido necesidad de ellos.... Nos llamamos vascongados porque no queremos renegar de nuestro nombre de pila; pero eso no quita que, siendo vascongados, seamos tan españoles como su señoría (Sánchez Silva) y como el mejor español."

En 1876, tras la última guerra carlista, se retomó la cuestión foral, esta vez de forma definitiva. El diputado alavés Mateo Benigno de Moraza reivindicó el indudable patriotismo de sus paisanos:
"Si la Nación nos ha dispensado grandes actos de protección, nosotros también hemos procurado dentro de nuestras instituciones responder, en la medida escasa de nuestras fuerzas, a cuanto la Nación ha exigido de aquel pobre país; y como ayer tuve la honra de demostrar, los vascongados han sido los que con el mayor interés de han consagrado siempre, sin que esto se inferir ofensa a nadie, a todo aquello que haya podido reclamar el bien de la Patria y el engrandecimiento de la Nación."

EMBLEMA CARLISTA CRUZ DE BORGOÑA

El conde de Llobregat, diputado vizcaíno, defendió el régimen foral vasco por considerarlo el tradicional español y último resto de "aquellas grandes instituciones municipales españolas, que para mí son tan importantes y tan gloriosas, que constituyen el nervio y vida de nuestra nacionalidad; y que, enemigas de todo lo que es despotismo en cualquier forma que aparezca, son fundamento histórico de este país y uno de los principios de su Constitución interna."

Recordaba el amor por los fueros que fueron una parte del amor que los vascos sentían por su patria, España, y recordaba los sacrificios que por ella realizaron desde siempre:
"... y sólo os ruego que consideréis el patriotismo de aquel país, lo mucho que ha trabajado y ha defendido siempre a la Nación española: sus fronteras han sido abrasadas; Fuenterrabía ha sido destruida; San Sebastián ha sido quemado doce o catorce veces; y sin embargo siempre hemos estado dispuestos en nuestras guerras con Francia a morir al lado del pendón de Castilla y a sostenerlo con nuestros propios medios, arruinándonos y dando vidas y haciendas y todo lo que poseíamos en defensa de la madre Patria."

El diputado vizcaíno Camilo de Villavaso reclamó en el Congreso para los vascos un españolismo de mayor abolengo que el de otros:
"... antes que otras regiones de España, antes que otros reinos que hoy componen este glorioso haz de la nacionalidad española, entró en la unidad nacional con un grande espíritu de españolismo y de sentimiento patrio."

También, el diputado vizcaíno Vicuña declaró:
"Y al llegar a este punto, tengo que hacer una manifestación de españolismo, propia de estas provincias, y debo empezar haciéndola por mi mismo... No sé qué predomina en mí, si el afecto a las Provincias Vascongadas o el afecto a la Nación española; ni los recuerdos de la infancia me hacen olvidar en lo más mínimo mi carácter de español, ni las ocupaciones y tráfago de la vida de las grandes poblaciones borran jamás de mi memoria el dulcísimo recuerdo de las alegres montañas y de los verdes valles del país eúskaro. Y este sentimiento que existe en mí, existe también en todos los vascongados, y se prueba en el curso de su historia. De nada sirve que algunas nubes pasajeras puedan ser causa de que los enemigos de aquel país le pretendan presentar como enemigo encarnizado de la nacionalidad española. Señores, la historia de las Provincias Vascongadas va constantemente unida y enlazada a la historia de España."

CASA DE JUNTAS Y ROBLE DE GERNIKA

El diputado general de Vizcaya, Fidel de Sagarminaga, se sentía español pero con la necesidad de que esa españolidad respetase el Fuero. Afirmaban defender las foralidades vascongadas "sin perjuicio de las altas y mayores facultades del Estado, pues que de una sola nación se trataba" ya que "el derecho de los vascos consiste en continuar nuestra historia y tradición, no en provecho solamente propio, sino en provecho común de la nación española. Los vascongados no han sido nunca otra cosa que españoles".

De la ley del 1839 escribió:
"Confirmaron (los legisladores españoles), pues, los fueros, y al confirmarlos no trataron de abolirlos; salvaron la unidad constitucional, y al salvarla declararon que la confirmación era sin perjuicio de las altas y mayores facultades del Estado, pues que de una sola nación se trataba."

De la ley del 1876 decía:
"La ley del 21 de Julio de 1876 comprende todos los requisitos de legitimidad que la constitución española vigente del mismo prescribe, y en este concepto merece nuestro respeto y acatamiento, como todo lo que de las potestades del Estado dimanan. Así, pues, la obedecemos y ponemos sobre nuestra cabeza en señal de rendimiento."

Después combatió esta ley, cuyas razones que aconsejaban el respeto a los fueros eran: el derecho tradicional y escrito; la importunidad de abolirlos en tiempos alterados; la peculiar naturaleza vascongada. Se congratulaba ante la defensa que de los fueron han hecho, no sólo vascos, sino también, gentes de "otras tierras con las que otros vínculos no nos ligaban que los generales de la patria española".

Para Sagarminaga, el derecho de los vascos "consistía en continuar nuestra historia y tradición no en provecho solamente propio, sino en provecho común de la nación española y en servirla y atenderla, dadas las reformas que el curso de los tiempos reclamaba, con el mismo espíritu que constantemente nos guiara."

Acerca de la identidad de los vascos, el parlamentario Sagarminaga declaró en el Congreso, en 1876:
"El señor Cánovas, que tan bien conoce la historia de su patria, que la conoce en realidad como pocos, sabe que los vascongados no han sido nunca otra cosa que españoles, y aquellos entre los españoles que más originalidad y pureza en su españolismo tuvieron."

PLAZA DE LOS FUEROS DE PAMPLONA

La intervención parlamentaria fue terminada por el diputado guipuzcoano Fermín Lasala, defendiendo el régimen foral con las siguientes palabras:
"He hablado hoy por última vez probablemente con mandato vascongado, cumpliendo un deuda de honor, el deber más sagrado. Si no bastara, defendería todavía con todo ardor la causa vascongada ante el Monarca español, las Cortes españolas, y para bien de España, nuestra patria común ayer, nuestra patria común hoy, nuestra patria común siempre."

Liborio de Ramery y Zuzuarregui, escritor, publicaba en El Fuerista, y reconocía que los pueblos vascos se habían unido voluntariamente a Castilla, pero recordaba que esta integración fue bajo el respeto a los fueros y su identidad. Afirmaría por su cuenta que el peligro para la autonomía vasca no venía de "la noble Castilla ni la magnánima nación española sino del liberalismo destructor".

No fueron pocos los autores españoles ajenos al País Vasco que alabaron los fueros como garantía de prosperidad pacífica. Entre ellos, destacaron Fermín Caballero con su libro Fomento de la población rural (1864) y Miguel Rodríguez Ferrer con Los vascongados. Su país, su lengua y el Príncipe de Luis Luciano Bonaparte (1873) con prólogo de Cánovas del Castillo.

Después de la abolición foral, el periodista catalán Juan Mañé y Flaquer publicó la extensa relación de su viaje a Vasconia en 1876, El oasis. Viaje al país de los fueros, cuyos tres volúmenes aparecieron entre 1878 y 1808. Se trata de una evocación nostálgica de la vida de las Vascongadas y Navarra durante la época isabelina.

JURAMENTO A LOS FUEROS VASCOS POR CARLOS VII

La mayor gloria de las letras en Euskera es posiblemente el poeta y músico Jose María Iparragirre, nacido en Villarreal de Urrechua, en 1820. Por su facilidad para conectar con el pueblo, su magistral empleo de los registros familiares y coloquiales del euskera, y su habilidad para componer letras y músicas que llegaron directamente a la sensibilidad de las gentes cultas y sencillas, está considerado como uno de los mayores bersolaris de toda la historia literaria y musical del País Vasco.

Carlista desde el inicio, no aceptó el Pacto de Vergara y emigró, recorriendo Europa cantando en euskera y en castellano. Tuvo una vida bohemia y aventurera que le sirvió para que le apelaran de "bardo vasco", imagen que apoyaba con una inseparable guitarra y la improvisación de cantos y versos; fue un gran bertsolari. Su obra, escrita mayoritariamente en euskera (aunque también escribió en castellano, francés, inglés e italiano), recoge algunas de las canciones más significativas y populares de la actualidad.

En 1858, regresó y compuso en Madrid Gernikako Arbola, himno al árbol de Guernica, canción que fue estrenada en el café San Luis de Madrid de la calle de la Montera en 1853 y fue una improvisación en la que le acompañó al piano el maestro Juan María Blas de Altuna. Se dice que, rodeado de un grupo de paisanos suyos, improvisó el himno y no anotó nunca la música.

Como buen despertador del espíritu vasco propagó el culto al árbol de Guernica, símbolo de los Fueros y recorrió los pueblos de Euskadi alcanzando mucha popularidad. Su música en cambio no es de estilo tradicional vasco, y se quejaba del abandono que sufrió por los propios vascos en su exilio, y su miseria final frente a la indiferencia general. Fue un fuerista, no un separatista.

ESCULTURA DE JOSÉ MARÍA IPARRAGIRRE

Iparraguirre es autor de otras muchas bellas canciones, como el Ara nun diran, donde a su vuelta a España exclamó cuando la divisaba desde Hendaya:

"Ara España. Lur oberican
ez du Europa guziac."


(Ahí está España. Tierra mejor
no la hay en Europa entera
)

Dice así este canto titulado en realidad, Nere etorrera lur maitera (Mi regreso a mi tierra querida), con frecuencia censurado y mutilado, en el séptimo verso.

Extracto del poema Amerikatik urretxuako semiei, escrito desde su exilio en Argentina, se honra de España y prefiere La Habana, colonia española, antes que la emancipada Argentina, pues en Cuba lucharon los hijos de marinos vascos como Cosme Damián Churruca.

"Ez bada, ez etorri
gaur lur onetara
il edo bici ode da;
juatea Habana 'ra;
au da gure banderá
España'ren onra
Churruca'ren semeac
ara guango gerá."


(No vengais a esta tierra, no,
para vivir o para morir,
más vale que
vayais a La Habana;
Allí está nuestra bandera
honra de España.
Los hijos de Churruca
allí debemos ir)


Gernikako Arbola

Gernikako arbola
da bedeinkatua
Euskaldunen artean
guztiz maitatua.
Eman ta zabal zazu
munduan frutua
adoratzen zaitugu
arbola santua

Mila urte inguru da
esaten dutela
Jainkoak jarri zuela
Gernikako arbola.
Zaude bada zutikan
orain da denbora
eroritzen bazera
arras galdu gera
Ez zera eroriko
arbola maitea
baldin portatzen bada
Bizkaiko Juntia.
Laurok hartuko degu
pakian bizi dedin
euskaldun jendia.

Betiko bizi dedin
Jaunari eskatzeko
jarri gaitezen danok
laister belauniko.
Eta bihotzetikan
eskatu ezkero
arbola biziko da
orain eta gero.

Arbola botatzia
dutena pentsatu
denak badakigu.
Ea bada jendia
denbora orain degu
erori gabetanik
eduki behar degu.
Beti egongo zera
uda berrikoa
lore aintzinetako
mantxa gabekoa.
Erruki zaite bada
bihotz gurekoa
denbora galdu gabe
emanik frutua.

Arbolak erantzun du
kontuz bizitzeko
eta bihotzetikan
Jaunari eskatzeko,
gerrarik nahi ez degu
pakea betiko,
gure lege zuzenak
hemen maitatzeko.
Erregutu diogun
Jaungoiko Jaunari
pakea emateko
orain eta beti.
Baita indarra ere
zerorren lurrari
Euskal Herriari.



El árbol de Guernica

El árbol de Guernica
es símbolo bendito
que ama todo euskaldún
con entrañable amor.

Árbol santo: propaga
tu fruto por el mundo
mientras te tributamos
ferviente admiración.

La tradición nos dice
que el árbol de Guernica
hace más de mil años
por Dios plantado fue.

Árbol santo: no caigas,
que sin tu dulce sombra,
completa, irremisible,
nuestra perdición es.

No caerás, ¡oh roble!,
si cumple sus deberes
Vizcaya. Un noble abrazo
sus hijos se han de dar.

Y así las cuatro hermanas
te prestarán su apoyo
para que el vascohablante
viva libre y en paz.

Para que nunca muera
el símbolo sagrado
doblemos la rodilla
e invoquemos a Dios.

Y el árbol sacrosanto
vivirá eternamente
siendo el himno de gloria
de nuestra redención,

En tiempos ya lejanos,
¡oh patria siempre amada!,
de tu suelo quisieron
el árbol arrancar.

Unámonos, hermanos,
y luchemos sin tregua
por defender el trono
de nuestra libertad.

Roble antiguo y sin mancha:
consérvate lozano,
con primavera eterna,
con eterno verdor.

Ten piedad de nosotros
y préstanos tu sombra,
pues te adoramos todos
con santa devoción.

El árbol nos responde:
"Vivid apercibidos
y que yo nunca muera
debéis siempre pedir".

No deseamos guerra,
que en paz con nuestras leyes
sabias, libres y amadas,
deseamos vivir.

Queremos, ante todo,
que con la paz fecunde
la tierra que sustenta
el árbol secular.

Su sombra bienhechora
derrame generoso
sobre el pueblo vascohablante
libre, noble y audaz.

TOMÁS DE ZUMALACARREGUI

Nere etorrera lur maitera

Nere etorrera lur maitera
Ara nundiran mendi maiteac
ara nundiran celayac,
baserri eder zuri-zuriac,
iturri eta ibaiac.

Hendayan nago zoraturican,
zabal-zabalic beguiac;
¡ara España!¡Lur oberican
ez du Europa guciac!

Gero pocic, bai, Donostiara,
Oquendoarren lurrera,
ceru polit au utzi bearra,
nere anayac, ¡au pena!

Iruchulueta maitagarria
lore tokia zu zera:
Veneziaren graci guciak
gaur Donostian ba dira.

¡Oh! Euscal-erri, eder maitea,
ara emen zure semea,
bere lurrari mun eguitera
beste gabe etorria.

Zuregatican emango nuke
pocic, bai, nere bicia;
beti zuretzat, il arteraño,
gorputz ta anima gucia.

Agur, bai, Donostiaco
nere anaia maiteac,
Bilbaotican izango dira
aita zarraren berriac;
eta gañera itz neurtuetan,
garbi esanez, eguiac,
Sudamerican zer pasatzan dan
jakin dezaten guciac.


Mi regreso a mi tierra querida

Ahí están los montes queridos,
ahí están los prados
los caseríos bonitos, blancos, blancos,
las fuentes y los regatos.

Estoy en Hendaya loco de contento
anchos, anchos los ojos;
¡ahí está España! ¡Tierra mejor
no la hay en Europa entera!

Luego, contento a San Sebastián,
a la patria de Oquendo,
cielo tan lindo tener que dejar,
¡qué pena, hermanos!

Iruchulo querido,
tú eres un florido jardín:
de Venecia las gracias todas
tiene nuestra Donostia.

¡Oh, Euskalherría hermosa y querida!
aquí está tu hijo,
que por besar tu suelo,
sin más, ha venido.

Por ti daría
contento mi vida;
para ti hasta la muerte,
cuerpo y alma del todo.

Adiós, pues,
hermanos queridos de Donostia,
desde Bilbao tendréis
del viejo padre noticias;

y además,
os contaré en verso
lo que pasa en Sudamérica
para que todos lo sepan.

REQUETE CARLISTA VIZCAÍNO

Extracto del poema Amerikatik urretxuako semiei:

Ez bada, ez etorri
gaur lur onetara
il edo bici ode da;
juatea Habana 'ra;
au da gure banderá
España'ren onra
Churruca'ren semeac
ara guango gerá.


No vengáis a esta tierra, no,
para vivir o para morir,
más vale que
vayáis a La Habana;
Allí está nuestra bandera
honra de España.
Los hijos de Churruca
allí debemos ir.

09/09/2018

Leyenda del monte Murumendi y la bruja Mari


Una de las varias montañas por las que asciende el Camino de vasco de Santiago a su paso por la sinuosa geografía de Guipúzcoa es Murumendi, situada entre Tolosa y Ordizia. Murumendi es una de las montañas emblemáticas de la mitología guipuzcoana, centro geográfico del territorio en cuyas simas y cuevas se refugian numerosos genios y la indiscutible dama de la zona, Mari. Según la leyenda, esta hechicera era capaz de despertar las más terribles tempestades cuando cruza el cielo convertida en bola de fuego.

MONTE MURUMENDI

Miguel Vidazábal e Hiri


Secretario del Consejo de Real de los Estados de Flandes, almirante de la Escuadra de Cantabria, y capitán general de la Armada del mar Océano

migueñ vidazábal hiri almirante armada española
MIGUEL DE VIDAZÁBAL E HIRI

Miguel de Vidazábal e Hiri era natural de Motrico, Guipúzcoa, donde nació en 1558. Era descendiente del linaje nobiliario de los Ibarra del valle de Leniz.

Siendo joven tomó parte de diversos combates en el mar Mediterráneo contra turcos y sus aliados en las costas del norte de África.

Después, embarcó en la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, dedicada a defender el comercio ultramarino de las flotas mercantes procedentes de los virreinatos de América. Por eso, combatió contra ingleses y holandeses en las islas Terceras, el cabo San Vicente y Gibraltar.

En 1614, continuando en la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, tomó parte de los combates de Mogador y en la toma de la Mármora. La expedición, que partió de Cádiz el 1 de agosto estaba formada por una flota de 99 naves, entre buques de guerra y transporte. Junto a él se encontraba el capitán Carlos de Ibarra. El 5 de ese mes desembarcaron en la Mármora (Port Lyautey), donde se enfrentaron en tierra a la escuadrilla del corsario berberisco Muley-Cidán, encerrada en el fuerte de la ciudad.

El mismo año, Vidazábal partió de Lisboa al mando de una flota compuesta de 22 naves con destino a Dunkerque. Estaba cargada de grandes refuerzos de soldados y municiones para los Tercios de Flandes, agrupados en 42 compañías de infantería, que formaban un total de 7.000 soldados y 2.500 gastadores, evitando con su presencia encuentros peligrosos. El archiduque Alberto de Flandes le nombró miembro del Consejo de Guerra de los Estados de Flandes y entregó una recompensa monetaria de 1.000 ducados.

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COMBATE CONTRA GALEÓN DE FLANDES

Posteriormente, fue asignado general de la Escuadra del Cantábrico, volviendo a combatir contra ingleses y holandeses, quienes seguían al acecho de la llegada de flotas españolas.

En 1618, al mando de la Real Armada del Cantábrico, Vidazábal marchó hacia la protección del Estrecho donde capturó a cinco bajeles moros procedentes de Asia. Estaban cargados de mercancías por un valor de 300.000 ducados, que incautó para la hacienda real.

El 24 de junio del mismo año, se enfrentó a una escuadra de piratas berberiscos compuesta por 28 buques de alto bordo que venían de asaltar las islas Canarias. Manejaba 10 buques propios más otras 6 de Flandes incorporados para reforzar su escuadra. El combate resultó a su favor ya que capturó 22 naves, rescatando a más de 1.500 cristianos cautivos procedentes de la isla de Lanzarote. Por tan heroica acción, el rey Felipe III le concedió el hábito de caballero de la Orden Militar de Santiago.

El 2 de julio del mismo año, apresó un navío turco en aguas de Sanlúcar de Barrameda, y otras dos naves berberiscas cercanas a la costa. En septiembre volvió a entablar lucha contra 28 buques turcos, el combate de Mogador. A pesar de estar en inferioridad numérica en barcos y hombres, la flota de Vidazábal pudo apresar a una veintena de ellas.

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EMBARCACIONES BERBERISCAS

En 1619, en el estrecho de Gibraltar, tuvo un choque con una escuadra compuesta por 24 buques flamencos, que transportaban tropas y pertrechos de guerra a la República de Venecia en su guerra contra Hungría. Tras convocar un Consejo de Generales, estos decidieron atacar dicha armada que era superior en efectivos. El combate duró varias horas hasta que la noche lo suspendió, no continuando al siguiente día. Las naves del almirante de Motrico llevaron la peor parte, pues perdió a 300 de sus hombres, entre ellos, el capitán de infantería Agustín de Ojeda, natural de Zumaya.

Durante uno de sus viajes, Vidazábal sufrió un ataque de perlesía y posteriormente llevado a Sevilla para ser atendidos por médicos. Pero murió a los pocos días de llegar, el 11 de enero de 1619. Al final de su carrera se había convertido en un experto marino que durante 35 años prestó magníficos servicios en la marina.

05/09/2018

Reinado de Sancho III: hispaniarum rex


1. HEGEMONÍA DEL REINO DE PAMPLONA

La Hispania cristiana del siglo XI comenzó bajo la hegemonía del Reino de Pamplona. Ya finalizado el siglo anterior, los monarcas pamploneses copaban todo tipo de influencias en los territorios cristianos hispánicos. Los necesarios acercamientos entre estos para establecer un frente común ante los incesantes ataques de Almanzor dieron como fruto alianzas que estrecharon lazos entre hermanos de religión.

A comienzos de milenio moría García II Sánchez el Temblón. Le sucedía su primogénito heredero, Sancho III Garcés el Mayor, coronado como rey de Pamplona y conde de Aragón en 1004. Como era menor de edad,estuvo bajo la supervisión de un Concejo de Regencia integrado por los obispos de Pamplona y Nájera, por su madre doña Jimena, hija del conde de Castilla, y su abuela Urraca Fernández.

En base a diversos títulos y derechos, extendió su hegemonía política de forma tan brillante que pronto consiguió el dominio o influencia de todos los territorios del norte peninsular. Durante la mayor parte de su reinado, entre 1004 y 1035, fue el soberano más poderoso de los monarcas cristianos de su tiempo, desde León hasta Cataluña.

Heredó el extinguido linaje de Fernán González por su esposa Muniadona (doña Mayor), y en nombre de su mujer pasó a gobernar las tierras castellanas. Cuando cumplió quince años se había extendido por La Rioja, hasta las riberas del Ebro. Por el oeste peninsular, intervino en los asuntos galaicos y extendió su influencia sobre León, mediante lazos familiares reforzados por la autoridad militar.

Por la cordillera pirenaica, heredó el Condado de Aragón y conquistó los Condados de Sobrarbe y Ribagoza, mientras en la frontera del Ebro lograba el vasallaje de los islámicos Beni Qasi de Zaragoza. Al mismo tiempo, conseguía una autoridad política relativa sobre los condes de Barcelona y de Gascuña.

Sancho III ejerció su infancia en el monasterio de San Salvador de Leire, teniendo como residencia habitual al ciudad de Nájera. Se le considera el primer rey europeista, extendiendo sus relaciones más allá de los montes Pirineos, con el ducado de Gascuña, y aceptando las nuevas corrientes políticas, religiosas e intelectuales.

Su reinado coincidió con el declive del Califato de Córdoba. Pretendió la unificación de los estados cristianos, bien por vínculos de vasallaje o bajo su propio mando.

SANCHO III GARCÉS


2. ORIGEN CASTELLANO, LEONÉS Y NAVARRO

Sancho Garcés III, llamado el Mayor o el Grande, nació hacia 990, siendo rey de Pamplona desde alrededor del año 1004 hasta 1035.

Desde un punto de vista coronímico y socionímico, Sancho III fue un rey pamplonés, pero esa titularidad nobiliaria no indica su lugar de origen y procedencia, es decir, que fuese natural de Pamplona. El gentilicio "pamploneses" también tenía un significado social para identificar a la nobleza del reino, utilizando el término socionímico "navarros" para designar a la población campesina.

Por línea materna, Sancho III era hijo de una leonesa, Jimena Fernández, que a su vez era hija de los condes leoneses Fernando Bermúdez, de la casa de Cea, y de Elvira Díaz, de la casa de Saldaña.

Por línea paterna también abundaba la sangre castellana, pues aunque Sancho III era hijo del rey pamplonés García II Sánchez el Temblón (994-1000), también era biznieto de Fernán González (933-970), primer conde de Castilla, y nieto de la infanta castellana Urraca.

Por tanto, desde el  sentido etnonímico de su origen y pertenencia, tres de sus cuatro abuelos no eran vascones. Y de sus ocho bisabuelos, todos conocidos, uno era aragonés, dos eran navarros y cinco leoneses. Esto fue así porque la dinastía Jimena, que reinaba en Pamplona desde el año 905, había seguido una política matrimonial de enlaces con sus vecinos, particularmente los reyes de León y los condes de Castilla. Por eso, este rey fue crisol de dinastías hispánicas.

Todo lo contrario sucedió con Abderramán III, que tuvo una madre vascona y su padre también, de tal manera que tres de los cuatro abuelos del primer califa de Córdoba eran vascones, es decir, todo lo contrario a lo sucedió con Sancho III, demostrando una vez más la irrelevancia del origen étnico para ser el legítimo titular de un reino.


ANTEPASADOS DE SANCHO III GARCÉS


3. UNIDADES TERRITORIALES DEL REINO HEREDADO

Su reino estaba formado por varias unidades territoriales:

1. la Navarra primordial, entre los años 1000-1035, origen del Reino de Navarra y centro de la monarquía. Incluían los territorios viejos del reino en torno a su capital Pamplona, llegando hasta el Pirineo navarro al norte. Otra pieza importante era la zona de Estella o Deyo, más reciente. Quedaba excluida probablemente aún la Navarra atlántica, vinculada desde 1066.

2. la Rioja y Rivera navarra, que incluía probablemente La Rioja alavesa, integrada en el Reino de Navarra hasta el siglo XV, arrebatada a Al-Ándalus en la primera mitad del siglo X. Se trata de una nueva zona llana incorporada y ganada por sus antepasados a los Banu-Qasi. Incluían a ciudades como Logroño y Viguera, pero fue Nájera la que tomaría una importancia creciente. Quedaba excluida la parte más meridional del valle medio del Ebro, que se encontraba en poder del Reino de Tudela, en poder de la dinastía de los Banu-Qasi.

3. el Condado de Aragón, entre los años 1000-1035, limitado entonces a los valles más occidentales y septentrionales de la región a la que ha dado su nombre, unido durante el siglo X mediante una vinculación personal, consecuencia de una herencia, al Reino de Pamplona y que conservaba su autonomía. La unión dinástica entre Pamplona y Aragón se dio en dos periodos: del año 1000 al 1035 y del año 1076 al 1134.

TENENCIAS DEL REINO DE PAMPLONA HASTA 1035


4. INTERESES HEREDITARIOS Y VINCULACIONES HACIA LEÓN Y CASTILLA

Cuando García II murió en el año 1000, el legítimo heredero, Sancho III tan sólo tenía ocho años. Siendo menor de edad, su madre Jimena Fernández y su abuela Urraca de Castilla dirigieron la política del Reino de Pamplona en una regencia. Durante los años 1000 y 1004, la regencia pasó a cargo de su tío materno Sancho Ramírez, quien fuese primo carnal de García II, pero ahora con el título de rey interino.

Con tan sólo doce años, Sancho III fue coronado, pero en la práctica el gobierno efectivo de los primeros años correspondió a su madre y su abuela, que le introdujeron en los intereses de la política de León y de Castilla. Estos precedentes sentaron las bases del interés que posteriormente mostró Sancho III para vincular el Reino de León y el Condado de Castilla a la Monarquía de Pamplona. Su primer acto de relación fue el matrimonio con la hija primogénita del conde Sancho García, Muniadona, efectuado hacia 1010, abriendo posibilidades sobre el control sobre del condado. Esta unión condicionó todo su reinado y la herencia que dejó, ya que las familias reinantes de los reinos de Navarra, Castilla, León y Aragón mantendrían su origen en el mismo antepasado, Sancho III.

En el 1016, Fortún Ochoa de Cameros en representación de Sancho III de Pamplona, y Nuño Álvarez de Bureba en el de Sancho García, establecían mediante acuerdo y conveniencia los límites entre el ambas entidades políticas en el tramo riojano-soriano, frontera que arrancaba desde el monte San Lorenzo hasta Garray. Concluyendo a favor del reino pamplonés las disputas sobre el control de la zona riojana de San Millán de la Cogolla, donde Castilla tenía gran influencia desde los tiempos de Fernán González, como se puede comprobar en la documentación del monasterio.

En el 1017, Sancho García de Castilla moría, quedando vacante su puesto. Su heredero legítimo García Sánchez tan sólo contaba con siete años de edad, lo que propició la intervención de Sancho III. Cuestionado por muchos nobles castellanos y por el rey leonés Alfonso V, Sancho III apoyó a su cuñado García Sánchez. Este ganó el condado y Sancho III adhesiones dentro de Castilla. Durante esta actuación, Sancho III se vio momentáneamente frenado por la actuación de al-Mundir, máximo gobernador de Zaragoza. Esta intervención y tutela política sobre el Condado de Castilla fue más fácil cuando Alfonso V de León murió en 1028, siendo su heredero Bermudo III menor de edad para reinar. Aprovechando la coronación de este rey leones, Sancho III medió para que se casara con una de sus hijas, Jimena, de esta forma establecía una nuevo vínculo de parentesco entre ambas dinastías.

SANCHO III GARCÉS

En el 1028, García Sánchez ya era mayor de edad para gobernar, pensando en la opción más beneficiosa para Castilla solicitó la unión matrimonial con Sancha, hermana del rey Bermudo III de León. Cuando las nupcias se encontraban a punto de celebrase, los Vela, una familia de magnates alaveses enemistados con el linaje dominante en Castilla, asesinan al conde castellano García en presencia de su prometida y del propio rey Sancho III. De nuevo intervino el pamplonés en la resolución de aquella situación, casando a su hijo Fernando con la joven leonesa.

De esta manera tan peculiar se fue construyendo el futuro Reino de Castilla y Sancho III vinculando este condado bajo la órbita de influencia del Reino de Pamplona, a través de los derechos de su esposa Muniadona, la hermana del conde muerto, convirtiéndose en conde de Castilla en 1029. Aunque es verdad que quiso delegar el gobierno en su hijo Fernando, un niño todavía en aquel año, y que se convertiría en el futuro primer rey de Castilla.

Desde 1030, aparece rigiendo sobre las tierras del Condado de Cea"Regnante rege Sanctio in Ceia et rege Ueremudo in Legione". Este territorio además entraba dentro de su influencia, ya que la madre de Sancho III era hermana del conde de Cea Pedro Fernández, muerto alrededor del año 1028.

Al final de su vida, en 1034, ejerció el poder sobre León, llegando militarmente sobre Astorga y León. El 21 de diciembre de aquel año, restauró la sede palentina encomendando al obispo Ponce la organización de la misma.

Sancho III fue prohijado por algunas viudas castellanas, como doña Goto y doña Oneca que le hicieron donación a título privado de sus cuantiosos patrimonios, los años 1028 y 1031. Esta práctica algo habitual sirvió para acrecentar el poder de Sancho III en el Condado de Castilla.

En la escritura de sus documentos utilizó el romance navarro-aragonés más que el euskera, y dejó que esta lengua se perdiera en tierras de La Rioja, de Álava y de la Ribera navarra convirtiéndola en una lengua tan vasca como el euskera hace ya siglos.

No fue la lengua castellana la que recortase el uso de la lengua euskalduna en Euskal Herria, ya que el Condado de Castilla tan sólo era una pequeña entidad nacida del impulso navarro, sino los reyes de Navarra. Así lo explicaba fray Bernardino de Estella, este historiador escribió que los euskaldunes reyes navarros "se dieron mucha prisa en adoptar la lengua castellana para redactar sus documentos, adelantándose unos 60 años a los mismos reyes de Castilla".

SANCHO III GARCÉS EL MAYOR


5. VINCULACIÓN Y VASALLAJE DE OTRAS ENTIDADES TERRITORIALES

Bajo su mandato, el Reino cristiano de Nájera-Pamplona alcanzó su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga hasta Ribagorza. De hecho, Sancho III pretendió la unificación de los estados cristianos peninsulares, bien por vínculos de vasallaje, de matrimonio o bajo su propio mando.

Reforzó las posiciones de la Rivera riojana. A comienzos de su reinado, tanto el poder regio como importante monasterios como el de Leyre, Albealda o San Millán, cumplían un importante papel en las riberas del del Ebro como motores de repoblación y de organización agraria y del espacio rural. Fijó Nájera como su residencia principal y la añadió por primera vez a la titulación de los reyes de Pamplona. Esta predilección alcanzó su apogeo con su hijo García III Sánchez el de Nájera.

Este desplazamiento del eje del reino hacia el Ebro, en detrimento de la cuenca de Pamplona y las montañas pirenaicas, tuvo sus efectos culturales e identitarios. El componente linguístico vascón fue quedando como originario y reducto en las zonas más norteñas, adoptándose el reino a una más acusada centralidad del componente mozárabe, monástico, latino y, por tanto, culturalmente castellano. Así pues, el Ebro y La Rioja fueron prioridad para Sancho III como lo habían sido para sus antepasados de la dinastía Jimena.

Gracias a su vinculación al Reino de Castilla, incorporó a su reino los territorios vascongados: las tenecias de Álava y de Guipúzcoa, y el Señoría de Vizcaya.

Intervino en los Condados de Sobrarbe y Ribagorza, que fueron anexionados al Reino de Pamplona, o en situación de subordinación semejante a la que ya tenía el Condado de Aragón. El Condado de Sobrarbe, asolado por el Califato, fuer incorporado al reino de Pamplona hacia 1015. A la muerte del conde ribagorzano Guillermo Isárnez, en 1017, Sancho III consiguió el poder del Condado de Ribagorza, en base a que su esposa Muniadona era su legítima heredera como nieta de Ava de Ribagorza. El resto del territorio ribagorzano correspondiente a Mayor de Ribagorza en base al reparto de 1010, fue incorporado por el rey de Pamplona hacia 1025.

Haciendo valer sus intereses como descendiente de Dadildis del Pallars, no dominó pero si ejerció influencia en el Condado de Pallars, que hacia 1011 se había dividido en dos, Pallars Jussá y Pallars Sobirá, este último en la cuenca alta del río Noguera-Pallaresa. Además, consiguió el vasallaje del Condado de Barcelona.

También incorporó el Vizconado de Labort, entre los años 1021 y 1023, tras el apoyo al conde de Gascuña, Sancho Guillermo, en su lucha contra el Condado de Toulouse. Y tras morir sin descendencia este, en octubre de 1032, trató de extender su autoridad sobre el Condado de Gascuña, la antigua Vasconia ultrapirenaica comprendida entre los montes Pirineos y el río Garona, aunque finalmente gobernó Eudes:
"Por el Norte, la frontera del reino pamplonés está clara, los Pirineos (caso de haberse extendido la autoridad de los reyes navarros hasta el Baztán, lo que es lo más probable, pero que no se puede acreditar hasta el 1066), y no se modificó. No es cierto, pese a todas las veces que se ha dicho, que Sancho III lograra el dominio de Gascuña (la única Vasconia de entonces, es decir, el territorio entre los Pirineos y el Garona, en el que la población que podemos considerar vasca por su lengua sólo era una minoría). El rey navarro únicamente pretendió suceder en 1032 al duque de Gascuña Sancho Guillermo, muerto sin descendencia, lo que bastó para que en algunos documentos se le cite reinando en Gascuña. Pero la verdad es que la herencia recayó en Eudes."

Desde inicios del milenio, el Reino de Pamplona y su entonces satélite Condado de Aragón se fueron convirtiendo en sociedades feudales. Una aristocracia de barones detentaba la hegemonía social y disponía de señoríos, sobre todo en las zonas llanas al sur de los Pirineos. El Reino de Pamplona estaba ensayando en las primeras décadas del siglo XI un modelo de control territorial surgido en el siglo anterior y basado en castillos regios en los que actuaban nobles que eran delegados de la autoridad regia. Se denominan honores o tenencias y se asemejan a los castillos castellanos epicentro de los alfoces regios. En el caso navarro y aragonés, estos aristócratas que detentaban el honor servían al rey de Pamplona o de Aragón (cuando este fue independiente) y recaudaban tributos para el poder real, pero también consiguieron acaparar un poderoso patrimonio bajo su dominio personal.

FRONTERA DE ARAGÓN, SOBRARBE Y RIBAGORZA CON SANCHO III GARCÉS


6. VERTEBRACIÓN DE ESPAÑA

Sancho III organizó el Camino de Santiago, que años antes ya fijó la ruta el eclesiástico Domingo de la Calzada, pero Sancho modificó dicha ruta haciéndola pasar por Nájera, su lugar de residencia. El Camino de Santiago fue establecido por Sancho III como una manera de vertebrar los diferentes reinos cristianos hispánicos, y como una vía de europeización y modo de introducir nuevas culturas, lo que supuso un inmenso aporte económico y cultural en los siguientes mil años. Los peregrinos trajeron nuevas ideas, estilos artísticos modernos y cambios eclesiásticos.

El inicio de su reinado coincidió con el fin del Califato de Córdoba, iniciado a la muerte de Almanzor en 1002 y terminado con el principio de los reinos de Taifas o lugartenencias. Mientras que Al-Ándalus se desvertebraba y dividía, Sancho III pretendió la unificación de los todos los territorios cristianos hispánicos, bien por vínculos de vasallaje o bajo su propio mando, generando una política de intereses comunes.

Años más tarde, pero todavía en el siglo XI, el nieto de Sancho III e hijo de Fernando de Castilla, Alfonso VI, continuó esta labor europeizante y vertebradora de los reinos cristianos peninsulares que empezó su abuelo Sancho. Destacó en tres aspectos:

1. el sometimiento de todas las taifas a un régimen de parias o tributos. Si antes los cristianos pagaban tributo a los islámicos, los hijos de Sancho III serían ahora los que perciban parias de los reinos de taifas, lo que devolvería a los reinos cristianos conciencia de unidad.

2. la integración plena de los reinos cristianos peninsulares en la reforma gregoriana, que significaba la consolidación de la europeidad. Bajo su reinado se introdujo en la península el rito romano, olvidando el mozárabe, y los monasterios empezaron a someterse a la autoridad de Cluny. Rectificó la Ruta de Santiago enviándola por lugares más accesibles en vez de seguir el viejo trazado por sendas norteñas.

3. la devolución a musulmanes y judíos del estatus de religión lícita, aunque sin sobrepasar los límites de una tolerancia.

Sancho III devolvió la idea neogótica "del imperio y del emperador". De su reinado partieron los Reinos de Castilla y de Aragón y él fue por consecuencia el fundador de las dinastías que reinaron, tanto en Castilla como en Aragón. El verdadero sentido de su reinado surgía como uno de los primeros conceptos de una España unificada.

Si en la ascendencia dominó abrumadoramente la sangre no vascona, su descendencia controlaría todos los tronos de la España cristiana. Su reinado sentó las bases para que durante un siglo todos los reyes hispano-cristianos descendieran de Sancho III por línea paterna (dinastía navarra).

Durante el reinado de Sancho III se aprecian los primeros síntomas de una expansión económica, política y cultural de la Plena Edad Media, iniciándose un proceso de europeización y vertebración de los reinos cristianos de España que terminaron sus descendientes. Este reino fue en 1034 una de las potencias cristianas más importantes de Europa occidental.

REINADO DE SANCHO III GARCÉS


7. EUROPEIZACIÓN CULTURAL DE ESPAÑA

Sancho III se convirtió, a principios del siglo XI, en el primer gran europeizador  de los reinos cristianos hispánicos que, hasta entonces, habían estado influidos por su herencia hispano-visigoda y el esplendor de al-Ándalus. El rey pamplonés establece contactos culturales con la cristiandad europea.

Con la Iglesia del condado de Cataluña mantuvo contacto a través de abad de Ripoll, Oliba. La relación con la abadía de la Orden del Cluny también fue muy próspera. Los Cluny lideraron el proceso de reforma de la Iglesia, Oliba supo integrar el espacio español dentro de la reforma gregoriana, que creaban las bases de la europeidad. Oliba mostraba igualmente empeño en extender los movimientos de Paz y Tregua de Dios, demostrando que los reinos españoles contaban con una base jurídica común, que se adaptaba a las nuevas circunstancias marcadas por el Fuero de León y la maduración de las costumbres en Cataluña.

Sancho el Mayor abre sus territorios a influencias europeas, gracias a dicha reforma gregoriana, incorpora a sus reinos la cultura cluniacense, atrayendo a sus dominios a la Orden de Cluny, lo que supuso la implantación del latín en los rituales eclesiásticos, en sustitución del ritual mozárabe vigente hasta entonces.

Posibilitó la introducción del románico francés en la arquitectura de catedrales, monasterios e iglesias como de Silos, de Santiago, o de Pamplona. La catedral de esta última ciudad fue restaurada, en cuyo decreto de restauración habla de "nuestra Patria, España". Bajo su gobierno comenzó a construirse la primera catedral románica, la de Palencia.

A partir de 1025, introdujo en los monasterios del Reino de Pamplona la regla benedictina, imperante en la Europa carolingia, que conoció al ocupar el condado de Ribagorza. Además fomentó la llegada de clérigos catalanes a sus monasterios gracias a su especial vinculación con el abab Oliba.

Fue el primer monarca hispano en viajar al extranjero y entrevistarse con un rey foráneo; también mantuvo importantes relaciones diplomáticas con señores norpirenaicos y con el Papado.

Fomentó la peregrinación a Santiago de Compostela, que constituyó uno de los elementos fundamentales del proceso de europeización. La Historía Silense señala que "puso en mejor circulación el camino de Santiago, puesto que antes los peregrinos tenían que rodear por Álava por miedo a los árabes". Este trasladó el itinerario de la Ruta Jacobea más al sur, pasando por Estella, Los Arcos, Viana, Logroño y Nájera, tal y como se recorre en la actualidad.

CAMINO DE SANTIAGO POR TIERRAS DE CASTILLA Y NAVARRA


8. MUERTE Y SEPULTURA

Su lugar de enterramiento aún constituye objeto de controversia, puesto que tanto el burgalés Monasterio de San Salvador de Oña como el leonés Panteón de los Reyes de San Isidoro tienen tumbas que afirman corresponden a este monarca, y fuentes escritas que documentan ambos.

Aun así, la mayoría de los historiadores consideran que Sancho está enterrado en monasterio abacial de Oña, donde habían sido sepultados los últimos condes castellanos. Este templo fue construido durante su reinado, en el 1011, de gran belleza y riqueza, tiene 80 metros de largo y 20 de altura.

En la Capilla Mayor se conserva la arqueta de oro y plata con los restos de San Íñigo el benedictino, al que el rey de Pamplona ordenó marchar de San Juan de la Peña a Oña para ordenar y dirigir la construcción del monasterio. El sarcófago del rey Sancho III Garcés posee los escudos de sus reinos, es decir, Navarra, Castilla y Aragón. También figura el nombre de Sancho Abarca, en recuerdo sin duda de su antecesor, el rey Sancho "Abarca".

A su lado el sarcófago de su esposa, la reina Munia o doña Mayor, la que organizó bajo su mandato la construcción del puente de Puente la Reina y de la iglesia de Fromista, ambos en el Camino de Santiago.

PANTEÓN REAL CON SEPULCROS DE SANCHO III Y MUNIADONA


9. DIVISIÓN TERRITORIAL

Antes de morir Sancho III, en 1035, dividió sus territorios entre sus hijos, dejando en el testamento un reparto más o menos equitativo del territorio según el derecho navarro:

García III de Nájera, como conde de Pamplona-Nájera y primogénito, heredó el Reino de Pamplona, algunas tierras de Aragón, la tenecia de Álava y buena parte del Condado de Castilla (La Bureba, Montes de Oca, Trasmiera, Encartaciones y Castilla Vieja).

Ramiro, como conde de Aragón, se hacía con el control del Condado de Aragón, que se convirtió también reino.

Gonzalo, conde de Segorbe y Ribagorza, reinó en estos señoríos pirenaicos y otros puntos distantes de Aragón. En 1039, fallecía Gonzalo dejando oportunidad a su hermano Ramiro para ampliar las fronteras de un Reino de Aragón cada vez más sólido, que no se conformaba con los primigenios reductos montañeses atreviéndose a bajar al llano dominado todavía por los musulmanes.

Fernando I, como conde de Castilla, obtuvo un mermado Condado de Castilla (la zona burgalesa hasta el Duero), convertido en Reino. Había sido gobernador de estas tierras por delegación de su padre, hasta 1035, desde entonces rey de Castilla, pero contando con la oposición del todavía rey leonés Bermudo III. La pugna se resolvió a unos 20 kilómetros de Burgos, en un paraje llamado Tamara o Tamarón, donde los castellanos derrotaron a los leoneses en septiembre de 1037; en el mismo campo de batalla moría Bermudo III y se impulsaba definitivamente el Reino de Castilla y León.

DESCENDENCIA DE SANCHO III Y LÍNEA SUCESORIA DE PAMPLONA

Así lo sostiene Philippe Sénac:
"On a longtemps supposé, à partir de sources telles que la Crónica Silense ou la Crónica Najerense, que Sanche III divisa son royaume entre ses fils selon des parts qui reflétaient la hiérarchie des droits à l'intérieur de la famille royale. Ramire, né avant le mariage de son père avec domna Muña, la fille du comte de Castille, aurait reçu l'Aragon, puis, suivant l'ordre de primogéniture, García la Navarre, Fernando la Castille, et Gonzalo le Sobrarbe et la Ribagorce. Cette thèse repose sur un document daté de 1035, dans lequel Sanche III remit le territoire aragonais à son fils Ramire, Loarre, San Emitier et les villas qui en relevaient à Gonzalo, et Ruesta et Pitiella à García. Cette thèse fut d'abord mise en cause par J.-M. Ramos Loscertales pour lequel elle semblait contraire aux traditions employées á l'époque en matière de transmission successorale, puis définitivament rejetée par A.Ubieto. Selon cet auteur, l'emsemble du royaume de Sanche III revint a García; Fernando reçut le titre de comte de Castille, Gonzalo de regulus en Sobrarbe et Ribagorce, et Ramire celui de regulus en Aragon."

Algunos autores como Tomás Urzainqui sostienen que:
"Sancho III el Mayor no tuvo que adjudicar nada a su hijo Fernando en forma testamentaria, ya que el condado de Castilla lo había recibido éste, en 1029, directamente por los derechos de su tío el "infant" García, derechos que habían correspondido a la madre de aquél doña Mayor». De hecho, Fernando tras la muerte de su tío García Sánchez en León aparece en la documentación como conde de Castilla: «regnante rex Sancio In Legione et comite Fernando in Castella", "Fredinando Sánchez comitatum gerente", "regnante gratia Dei, principe nostro Sanctio et prolis eis [sic] Fredenandus comes."

No obstante, la herencia de Sancho el Mayor ha sido motivo de polémica entre los historiadores, dado que algunos no aplican el derecho navarro a dicha herencia. Así José María Lacarra afirma que:
"Lo cierto es que la tradición jurídica pirenaica, establecida ya en el siglo X por la dinastía de Sancho Garcés, se basaba precisamente en la no desintegración del Reino, es decir, en transmitir al sucesor todos los territorios. En el Reino de Pamplona, territorios distantes como Aragón y Nájera se mantienen bajo las mismas riendas a la muerte de Sancho Garcés I (905–925). Ahora bien, aun cuando el primogénito era el único que heredaba los bienes patrimoniales, es decir, el Reino, con los acrecentamientos que éste hubiese obtenido, el deseo de dotar a los demás hijos había introducido la costumbre de constituirles un patrimonio con bienes territoriales que podían trasmitir a su herederos, aunque sin desvincularlos del Reino, ya que éstos estaban sometidos a la fidelidad debida al Soberano, y los bienes eran tenidos "sub manu" del primogénito."

REINO DE PAMPLONA CON SANCHO III

El caso castellano fue el más complejo de todos los territorios. Se desconoce si fue voluntad de Sancho III, pero lo cierto es que después de su fallecimiento, al Condado de Castilla se le habían amputado, en favor del Reino pamplonés, las tierras de Castilla Vetula, las de Oca y Bureba y las de Álava, este último singularizado dentro del Condado unitario de Castilla. Es posible que en vida, Sancho III hubiera dividido en dos el Condado, entregando a Fernando la parte occidental con el título de conde, y a García la parte oriental. Habría considerado a la parte oriental de Castilla como una ganancia más de Pamplona, como lo había sido en tiempos La Rioja. Estos habría ocurrido también, por lo tanto, con Castella Vetula y el Condado de Álava. Es posible que las tierras de la Bureba y Oca se añadieran a la ganancia navarra ya después de Sancho III, cuando Fernando I, que accedió en 1037 al trono leonés, tuvo que contar para ello con el apoyo del rey pamplonés, que quizá no fue gratuito. En cualquier caso, esta frontera nueva, que rompía la unidad fraguada por Fernán González y sus sucesores, destruyendo la identidad dada a Castilla por sus condes autóctonos, evidentemente a corto plazo favorecería a García III Sánchez, a Pamplona frente a Castilla, pero creó grabes problemas en las décadas siguientes.

De este reparto surgió la nueva estructura política de los siglos XI y XII, con los reinos de Navarra, Aragón, Castilla y León. La Reconquista cobraba una insospechada dimensión añadiendo a esto la disgregación en pequeños reinos de taifa del Califato de al-Ándalus.

Fernán Pérez de Guzmán, historiador y poeta castellano del siglo XIV, sobrino del canciller de Ayala y tío del marqués de Santillana, escribió sobre la descendencia de Sancho el Mayor de Navarra los siguientes versos, bajo el título de Loores de los claros varones de España:

"De Navarra subcedieron
a Castilla los que oy son
nobles reyes de Aragón:
desta línea descendieron.
Los castellanos ovieron
a su fijo don Fernando;
al que, en Aragón reinando,
don Ramiro le dixieron.
Gran razón es que se lea
e relate por fazaña
que si en los reinos de España
el menor Navarra sea,
es de gran gloria que vea
quien de su generación
a Castilla et Aragón
las impere y las posea"

LAUDA SEPULCRAL DE SANCHO III


10. REY DE LAS ESPAÑAS

Sancho III realizó el primer Imperio Hispánico cristiano durante la Reconquista y fue denominado Rex IbericusHispanis RexRex Navarrae Hispaniarum, y llegó a utilizar el título de Emperador al ocupar León.

Rex Hispaniarum "Rey de las Españas" es el título que aparece, por ejemplo, en el acta de traslación de su cuerpo a San Millán, el 14 de mayo de 1030. Al igual que Alfonso III de León, que se autodenominó Imperator Totius Hispaniae, el objetivo de los reyes navarros, compartida con otros reyes peninsulares, no era construir un Estado vasco sino reconquistar España, la Hispania sometida en esos momentos a los invasores islámicos. Buena prueba de ello es que llegó a acuñar moneda en Nájera con el título con dicho título: Imperator Totius Hispaniae. No era un título de emperador al estilo romano, pues esa titularidad correspondían al Sacro Imperio y Bizancio en Oriente, sino como el soberano de los reinos españoles, rey sobre reyes y condes cristianos peninsulares. A pesar del precedente de Alfonso III sin continuidad, Sancho III inauguró este título de "rey de España"; sus sucesores repitieron hasta hacerlo habitual durante dos siglos.

Los reyes pamploneses emparentaron con aragoneses, asturianos, leoneses y castellanos en un intento de hacer avanzar la empresa reconquistadora común. Era un rey navarro el que en el decreto de restauración de la catedral de Pamplona se refería a "nuestra patria, España" hace poco menos de un milenio. A los reyes hispano-visigodos Witiza y Rodrigo los denominó "nuestros predecesores y antepasados". Por lo tanto, Sancho III el Mayor se definía a sí mismo como emperador de las Españas y heredero de los visigodos. Y se definía "el Mayor" o "el Grande" como era norma entonces, un término que se había aplicado a Carlomagno (Carlos el Grande, o Carlos el Mayor) y a algunos de los Papas.

Existe una moneda atribuida a su reinado con la inscripción Imperator acuñada en Nájera. Pero dicha moneda sería un ejemplar único y actualmente es considerada posterior a Sancho III, tratándose de una emisión del reinado de Alfonso VII de León. Por tanto, también hay historiadores que creen que el título de imperator carece de fundamento.

Al final de su vida era llamado Sancius rex in Aragone et Pampilonia, in Suprarbi et in Ripacorga, in Nagera et in Castella et in Alava.

ALEGORÍA DEL TESTAMENTO DE SANCHO III GARCÉS

Un eclesiástico contemporáneo suyo fue Oliba, el abad de Ripoll, suprema autoridad religiosa en aquellas tierras y personaje de gran prestigio intelectual. En una carta que le escribió en el 1030, este abad catalán calificó a Sancho III como Rex Ibericus, que significa "Rey de toda Iberia", título simbólico y honorífico en representación a su enorme conjunto territorial.

Otro eclesiástico catalán, Bernardo, que fue elevado por el rey pamplonés a la dignidad de obispo de Palencia, escribió, al narrar la historia de la sede palentina, que el monarca navarro "mereció justamente ser llamado rey de los reyes españoles".

Por el mismo tiempo, un cronista francés llamado Rodulfus Glaber le definía como Sancio rege Navarriae Hispaniarum que significa "Sancho, rey navarro de las Hispanias", que extendió su autoridad al total de los reinos cristianos de la península.

Cuando en 1034, Sancho III fue coronado con el título de rey de León se hizo llamar Rex Dei gratia Hispaniarum, que significa "por la gracia de Dios, rey de los españoles" y lleva implícito que su reinado es sobre todos los reinos cristianos ibéricos independientes. En los documentos del burgalés monasterio de Oña, donde fue enterrado junto a los últimos condes castellanos, se le llamó Sancius, Gratia Dei, Hispaniarum Rex.

La acepción Dei Gratia, algo usual en la práctica francesa, viene a significar que su derecho a reinar tiene un origen divino. Y es que se le atribuye a Sancho III la introducción en España de la fórmula de "rey por la gracia de Dios", consecuencia de la teoría paulina del origen divino del poder y llamada a tener una gran trascendencia.

El calificativo de "mayor" apareció por primera vez en una biografía de Santo Domingo de Silos, escrita en 1089-1091. Su autor se refiere a García III Sánchez como Filius Sancii regis Maioris. "Hijo del rey Sancho el Mayor".

Sólo los autores árabes le dieron el título de Malik al-Bashkunsh, rey de los vascones, reutilizando una denominación étnica arcaica procedente de los autores clásicos.

Desde Galicia hasta el Condado de Barcelona, jamás un rey hispánico cristiano había alcanzado tanto poder desde tiempos del Reino Hispano-visigodo.

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