30/09/2016

Juan de Zamudio y Tellitu


Gobernador y capitán general del Tucumán a finales del siglo XVII

JUAN DE ZAMUDIO Y TELLITU

Juan de Zamudio y Tellitu era natural de Baracaldo, Vizcaya, donde nació en 1653. Provenía de familia de nobleza local, heredando la casa de Bagaza.

En 1666, con trece años de edad comenzó su Carrera militar enrolado en la Real Armada española a las órdenes del almirante general Mateo de la Haya.

Un año más tarde, tomó parte de la expedición a Tierra Firme, es decir, en la América continental, a cargo del príncipe de Monte Santo y en la expedición de Francisco de Avaria en 1669, sirviendo como cartógrafo. Navegó por el Virreinato de la Plata y realizó servicios en el de Perú. Junto a él siempre estuvo su sobrino Juan Crisóstomo de Dizido y Zamudio quien llegó a ser alférez real, maestre de campo y capitán de milicias.

En 1688, consiguió el hábito de caballero de la Orden de Santiago.

En 1696, fue nombrado gobernador y capitán general del Tucumán, cargo que desempeñó hasta 1701. Durante su gobierno, se trasladó el obispado de Santiago del Estero a la ciudad de Córdoba, se reconoció la frontera y se mantuvo, como hicieron sus predecesores, la guerra con los mocovi para lograr su pacificación.

Mapa Provincia Tucumán
PROVINCIA DE TUCUMAN

Casó con Inés de Salazar-Muñatones y Azoca en la catedral de Buenos Aires, en 1677. Esta mujer había nacido en esta ciudad, pero su ascendencia paterna era originaria de Somorrostro, siendo sus padres Pedro de Salazar Muñatones, natural de Muskiz, y Luisa de Azoca y Hurtado de Mendoza, del linaje de Salazar.

27/09/2016

Romanización de los vascones


Tradicionalmente se ha considerado a los vascones como un pueblo primitivo, aislado del resto de pueblos que le rodeaban y que no participó de la civilización romana, por ser una tierra de bajo interés económico para el Imperio. Los hallazgos arqueológicos en tierras vascas y navarras continuamente desmienten estas teorías, demostrando que la romanización, en todos los aspectos, fue muy superior a otras tierras de aquel imperio.

La Romanización fue un proceso efectuado desde el siglo II a.C. hasta el siglo IV d.C. Tal labor no consistió únicamente en agrupar a la población del valle medio del Ebro en unidades superiores, sino el desarrollar un mundo urbano, unido por magníficas vías de comunicación. El territorio que hoy ocupa Navarra se encontraba mayoritariamente descompuesto en el momento de la conquista por Roma. En el año 196 a. C. llegaron los romanos a tierras donde habitaban las tribus vasconas, entonces apenas existían ciudades, vivían dispersos por el territorio, relacionados mediante pequeñas aldeas y sin poseer puntos comunes de referencia.

La acción de Roma posibilitó la agrupación en torno a núcleos urbanos bien ubicados, a partir de los cuales pudiera entrar la civilización y efectuar un auténtico cambio de mentalidad, influyendo en la identidad de los individuos. Dentro de la ciudad, el individuo se realizaba como persona, en el ejercicio de sus derechos cívicos, se sentía protegido por sus murallas, rendía la memoria a sus antepasados y daba culto a los dioses.

La mayor transformación que experimentó esta tierra se produjo entre el siglo I a.C. y el II d.C., período durante el cual la mayor parte del territorio vascón se romanizó intensamente, cubriéndose de explotaciones y poblaciones romanas. La romanización de Álava y al menos dos tercios de la actual Navarra fue tan intensa como la zona que más de la península, lo que explica la posterior aparición de lenguas romances autóctonas en tiempos medievales.

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RESTOS ARQUEOLÓGICOS ROMANOS EN IRUÑA VELEIA

En época de Augusto, Estrabón recogió el nombre de solo tres ciudades romanas: Pompaelo (Pamplona), Oiasso (Irún) y Calagurris (Calahorra). Siglo y pico después. Ptolomeo ya hacía referencia a dieciséis: Oiasso, Pompelón, Itourissa, Biturís, Andelos, Nemanturísta, Kournónion, Grakousrís, Kalagorsíca, Báskonton (o Káskonton), Ergaouía, Tárraga, Mouskaría, Sétia y Alaouna.

Todas estas ciudades siguieron el modelo romano: eran entes autónomos, gestionados por una oligarquía local y contaban con amplios territorios. Aquellas ciudades ofrecían monumentalidad y esplendor: las magníficas termas de Pamplona, la infraestructura hidráulica de Andelos, y su templo dedicado a Apolo, las amplias calles de San Clara, las villas decoradas con ricos mosaicos que llenaban el territorio de los vascones, etc. Pocas zonas del norte peninsular reúnen tan amplia cantidad de restos romanos como las actuales Navarra y Álava.

El sufijo -ain, tan habitual en la toponimia vasco-navarra es una derivación del latino -anus, que servía para designar la propiedad de la tierra. Hoy en día, se encuentran topónimos con el sufijo -ain, como Amatriain (Emeterius), Astrain (Asterium), Ballariain (Valerius), Barañain (Veraniaunm), Bariain (Vareius), Beriain (Verianum), Brutain (Brutus), Cemborain (Cembulo), Eristain (Evaristus), Indurain (Induro), Guendulain (Guendulo), Laquidain (Licinius), Maquirriain (Macerianum), Marcalain (Marcellus), Mariain (Marius), Marsain (Marsaeus), Muniain (Munio), Senosiain (Sinesius), Paternain (Paternanum), Urabain (Urbicus), Urbicain (Urbicus), etc. Costumbre que continuó en la Edad Media, como Beslascain, de Belasco.

Muy abundante en Álava es la toponimia con el sufijo -ano, como Amillano (Emilius), Atano y Ataun (Atilius), Arriano (Arrius), Ciriano (Cyritus), Galdacano (Galdus), Liquiniano (Licinio), Legutiano (Legutius), Libano (Libius), Lubiano (Lubianum), Luquiano (Lucianum), Miñano (Minianum), Sendadiano (Sendadianum), Sollano (Sollius), etc. O terminaciones en -ana, como Añana (Annius), Barberana (Barbarus), Casterana (Castor), Leciñana (Licinio), Subijana (Subius), etc.

Las terminaciones -ona y -ango son de origen euskérico, incorporadas a nombres latinos originales, como Abiango (Avianus), Berango (Veranius), Durango (Duranius), Cuartango (Quartus), Mallona (Maius), Lemona (Lemonius), Letona (Letius), etc. Y de la misma manera, ocurre con los sufijos -az, -ez, -iz, como Albéniz (Albanus o Alba), Apellániz (Ampelius), Apraiz (Apricano), Estíbaliz (Estivus), Gasteiz (Gasteius), Gordéliz (Gordelius), Marquínez (Marcus), Petríquiz (Petrus), etc.

El latín dejó su impronta léxica en la toponimia de la costa vasca como Portugalete (Portuondo), Forua (Forum), Getaria (Cetaria), Irún (Oiasso), Easo (Oeaso, San Sebastián), etc.

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CALZADAS Y CIUDADES DE LA HISPANIA ROMANA

Lo más espectacular de la acción de Roma fue la red viaria que vertebró el territorio vascón y unió sus ciudades, y las integró al resto de ciudades hispanas. Fue una de las redes de calzadas más densas de toda Hispania, mantenida y renovada permanentemente por las autoridades romanas. Por la actual Navarra circulaban dos de las vías principales del norte de Hispania:

1. la vía León-La Junquera, que atravesaba, paralela al Ebro, toda la Ribera.

2. la vía Astorga-Burdeos (via Asturica Augusta-Burdigala), que tras cruzar la Llanada alavesa, entraba por la Barranca, y tras dejar Pamplona se dirigía a Burdeos por Valcarlos.

La red secundaria no se quedaba muy atrás; desde Zaragoza y con destino a Pamplona partía una de las vías más antiguas de Hispania, la cual tras atravesar las Cinco Villas de Aragón, cerca de Egea de los Caballeros, se dividía en dos: una para cruzar la Navarra Media a partir de Santa Cara y la otra para transitar por Sangüesa con destino a Pamplona y terminar en Irún. Dos vías más completarían el trazado. Según Estrabón, existía, paralela al Pirineo, una calzada que con origen en Tarraco (Tarragona), a través de Ilerda (Lérida) y Osca (Huesca), alcanzaba Pamplona para luego unirse en Logroño a la gran vía que procedía de León, mencionada anteriormente. Y por último desde Alfaro y el Ebro, partía una calzada que ascendía por la Navarra Media con destino también en Pamplona.

Este entramado de calzadas convirtió a Pamplona en un núcleo fundamental de comunicaciones, ya que todas las vías de la zona del valle medio del Ebro menos una pasaban por esta ciudad, y cuyo desarrollo permitió en la capitalidad del futuro reino de Navarra. El otro gran beneficio fue su contribución a la integración, no solo del territorio de los vascones, sino del todo el valle del Ebro y la Hispania romanizada.

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VILLA DE LAS MUSAS DE ARELLANO

Los territorios de las tribus indoeuropeas caristios, várdulos y autrigones, asentados en el actual País Vasco, también experimentaron una notable romanización, aunque en menor intensidad que las tierras vasconas.

En territorio autrigón, se construyó el Portus Amanum, en Castro-Urdiales, en el que Vespesiano fundó la colonia para veteranos de Flaviobriga; y la villa de Otañes.

En territorio caristio, destaca la importante cantidad de yacimientos encontrados en la ría de Guernica y sus alrededores, tales como estructuras portuarias, edificios, hornos, explotaciones mineras y varios tipos de asentamientos. También se hallan testimonios numismáticos en la ría y el casco urbano de Bilbao, Tritium Tubolicum, en Motrico, así como en otras localidades como Sopelana, Plencia y Bermeo.

En territorio várdulo, se construyeron el puerto y ciudad de Oiasso (Irún), y el fondeadero de Fuenterrabía. Son sobresalientes los hallazgos que se han encontrado en Irún, diversas estructuras constructivas como la estructura de madera del muelle y el varadero de la ciudad de Oiasso, una necrópolis, unas termas, un pequeño templo en los cimientos de la actual ermita de Santa Elena, y numerosos restos numismáticos, vítreos y cerámicos. Otras prospecciones dibujan un núcleo urbano de 12 a 15 hectáreas, con una planta reticular, en donde había almacenes, tiendas y talleres. Se cree que también poseía un foro y un teatro.

Oiasso era la base comercial de las rutas marítimas desde las que partía la distribución de mercancías hacia el interior, al valle del Ebro y a las grandes calzadas romanas que pasaban por la actual Navarra. Las ánforas halladas en Oiasso demuestran que, incluso al final del Imperio romano, el aceite y el vino de Bizancio llegaban regularmente a los puertos atlánticos. Además de dedicarse al comercio marítimo y ser uno de los principales puertos del Mare Externum, se dedicaba también a la minería.

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MUSEO DE OIASSO

En Oyarzun, topónimo proveniente de Oiasso, al pie de las peñas de Aya se encuentran las minas de Arditurri, tratándose de tres kilómetros de galerías romanas junto a las explotaciones modernas. Estas minas se dedicaban a la extracción de plata, la cual era exportada por los romanos desde el puerto de Oiasso. El hallazgo de galerías de drenaje, notable ejemplo de ingeniería hidráulica romana, indica que había detrás toda una estructura administrativa.

Es posible que el hidrónimo Bidasoa tenga su origen en Via ad Oiasso, tratándose este último de un camino que bordearía la ría y comunicaría la ciudad y el puerto con el interior peninsular.

Otras industrias mineras se desarrollaron en Lantzen en Navarra, Banka y Baigorri Baja Navarra, Escoriaza en Álava, y Somorrostro y Triano en Vizcaya, donde se extrajeron minerales como el hierro o la plata, para exportarlos a diferentes partes del Imperio romano. También se extrajo mármol rojo en Ereño. Existió producción de cerámica en Pamplona, y de vino en las villas navarras de Falces y Funes; industria de salazón en la Getaria guipuzcoana (topónimo proveniente del latín Cetaria, "salazón"); y termas romanas en la navarra Fitero. También en la ría de Guernica y en la del Nervión se han encontrado restos romanos de puerto y necrópolis.

Los romanos dejaron guarnecidas las plazas de Pamplona y Bayona desde las que no irradiaron latinidad, manteniendo en amistosa ocupación las tierras llanas desde el Ebro hasta una línea más al norte de Tafalla y Aoiz. Eran campos apropiados para el cultivo de cereales, vides y olivos, y no se preocuparon de dominar la abrupta montaña, erizada de riesgos, limitándose a conservar abiertas las vías de comunicación con las Galias. Esta idea es confirmada por Menéndez Pidal, por Carlos Clavería en su Historia del Reino de Navarra, o por Juan Carlos Elorza en su Historia del Pueblo Vasco. Este último historiador estimaba en más de ciento ochenta las inscripciones romanas en Álava, la más importante la de Veleia, cerca de Vitoria, y de doscientas cincuenta en Navarra; en cambio, entre Vizcaya y Guipúzcoa no pasan de veinticinco.

Como ejemplo de esta falta de aislamiento y del comercio existente se encuentra el hallazgo de diversas monedas acuñadas en tierras vasconas por la administración romana, ya desde los primeros años de su dominación, y que han sido encontradas en diferentes partes de la geografía vasca (denario vascón datado en la segunda mitad del siglo II a.C.).

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TERMAS DE LA VILLA DE BEIRE

La romanización dejó huella en la organización social y religiosa del territorio. Aparece la
estructura de las clases sociales: por un lado, grandes terratenientes y altos magistrados y por otro, siervos, esclavos y colonos. Entre ambas, se encuentran los hombres libres, los dueños de los "fundi" y los labradores sujetos al pago de "stipendia". En cuanto a la religión, junto a las divinidades propias (Selatse, Lakubegis) aparecerán dioses romanos.

Respecto a la Cristianización del pueblo vasco, existen dos corrientes: una asegura una relativa rápida cristianización, y otra de una tarea lenta en relación a otros pueblos hispanos. Lo cierto es que el proceso de cristianización de los vascones se produjo, por lógica, a través de las calzadas del Imperio romano, y a un ritmo más lento que en otros casos. Por ejemplo, se tiene noticia de la existencia de martirios y de un obispado en Calahorra en el siglo V, y también en Pamplona, si bien en la zona norte no se alcanza una completa cristianización hasta la fase inicial de la Reconquista.

Donde aparecen muestras de romanización, aparecen muestras de cristianismo. Realmente, no es tan importante la cuestión de si fue antes o fue más tarde, sino que lo importante es que el Cristianismo se convertiría en uno de los pilares y señas de identidad de lo vasco, igual que el resto de pueblos hispánicos. Los romanos utilizaron criterios geográficos y étnicos para delimitar las fronteras políticas de los pueblos bajo su gobierno. La cordillera pirenaica sirvió como frontera política entre Hispania y Galias. Tras las reformas llevadas al comienzo de la era cristiana por Augusto, los aquitanos quedaron englobados en la provincia de Nevompopulania de las Galias, al norte pirenaico, mientras que al sur autrigones, caristios, várdulos, berones y vascones quedaron adscritos a la provincial Tarraconenese de Hispania Citerior.

Pero entre estos últimos se hizo una distinción administrativa en tiempos de Claudio, también en el siglo I d.C., que supuso la introducción de los conventus iuridici. Como pueblos diferenciados que eran los várdulos, caristios y autrogones, de raigambre indoeuropea quedaron englobados en el conventus cluniensis (convento cluniense), con capital en Clunia (Coruña de Conde, Burgos); los vascones y berones quedaron adscritos al conventus caesaragustanus (convent caesarugustano), con capital en Caesaraugusta (Zaragoza).

El último escalón de la estructura territorial estaba formado por las entidades locales. Estas instituciones fueron las elegidas por Roma para efectuar la asimilación de los pueblos indígenas. A través de las ciudades se pretendía transformar el espacio haciendo desaparecer las entidades tribales (gens y nationes). Había que romper los vínculos de solidaridad que unían a los particulares con estas viejas instituciones y hacerlos partícipes de una nueva relación interpersonal como era la ciudadanía. En los textos fueron apareciendo cada vez menos referencias a ilergetes, vascones, celtíberos o berones, mientras que aumentaban las referidas a los pampilonenses, calagurritanos o ilerdenses. Surgió así un mundo nuevo de ciudades.

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NECROPOLIS ROMANA DE ITURISSA

En Navarra, en localidades como Cara, Andelo, Cascatum y Pompaelo se comprueba ya desde el siglo I a.C. una continuidad de hábitats, pasándose de la ciudad indígena a la romana. La transición entre las antiguas estructuras políticas y sociales se hizo sin trauma. La presencia de Roma no hizo sino acelerar un proceso hacia el urbanismo ya iniciado mucho antes. Estas zonas de la ribera del Ebro y la depresión pamplonesa, conocidas como ager vasconum (campo de los vascones), quedaron plenamente insertas en la dinámica del imperio. La epigrafía (inscripciones en materiales duros) nos ofrece una amplia nómina de personajes ejerciendo labores religiosas, administrativas y militares en la provincia Tarraconense.

No ocurrió de la misma forma en el saltus vasconum (montañas de los vascones), expresión aplicada a las zonas más montuosas al norte de Pamplona. Se trataba de áreas apegadas a sus costumbres ancestrales y de difícil asimilación, ya que sus primitivos medios de vida no los hacían especialmente aptos para integrarse en la economía del imperio. No obstante, como parte del mismo, estaban obligados al pago de impuestos y a mantener el orden interno, que garantizara el libre tránsito de personas y bienes por la importante vía de comunicación que se extendía desde Astorga a Burdeos. Para asegurar el control del territorio de fundaron ciudades como Oiasso, Iturisa y Ilumberri (Lumbier).

El ager vasconum contó con una activa economía agrícola hasta el final del imperio y sólo hechos aislados como la invasión de francos y alamanes, que se produjo hacia el año 270, frenaron temporalmente la actividad. Aunque las fuentes escritas no se refieren a este hecho, los restos de incendios, incluida Pompaelo, fechados en esos momentos, así como los tesorillos que se van encontrando indican una situación complicada en esa época.

Tras este paréntesis violento, las gentes retomaron sus actividades. Sin embargo, este resurgimiento sólo se produjo en el campo, las ciudades fueron perdiendo importancia. La aristocracia urbana se trasladó a sus propiedades en el campo, conocidas como villae, que se convirtieron en unidades autosuficientes que no precisaban del exterior. A la vez, el complejo entramado administrativo y económico basado en las ciudades se fue difuminando. Esta aristocracia latifundista se hizo cada vez más autóctona respecto a las directrices imperiales, y reforzó su posición sobre los particulares a través de mecanismos de dependencia social como el colonado.

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RESTOS AQUEOLÓGICOS ROMANOS DE IRUÑA VELEIA

En esta situación cada vez más inestable aparecieron las menciones de autores como Avieno, Ausonio, o Paulino de Nola el carácter inquieto de los vascones, y que se han interpretado por algunos autores como reflejo de su conciencia étnica y su carácter independentista. En el fondo fueron sólo movimientos sociales protagonizados por gentes que no aceptaban las nuevas relaciones interpersonales que se estaban implantando y que suponían una merma considerable de su capacidad de decisión sobre sus propias vidas. En zonas norteñas, los habitantes de las montañas se encontraban incluso en una situación mucho peor. La reforma del ejército les privó de un modo digno de ganarse la vida y las leyes imperiales eliminaban la movilidad social y obligaban a continuar el oficio paterno. La pérdida de importancia de las ciudades les hizo más difícil obtener mercancías antes usuales y que su economía primitiva de carácter pastoril no podía sustituir. En esta tesitura optaron por conseguirlas por cualquier medio, y el bandolerismo fue una opción más. Éste se veía además favorecido por su constante movilidad como pastores trashumantes.

El logro fundamental de Roma no fueron sus conquistas militares, sino el modo por el cual supo gobernar y dar estabilidad a un imperio plurilingüe y plurirracial, entendiendo que la única manera de consolidar y unir los territorios conquistados era hacer partícipes a todos los súbditos de los beneficios del conquistador, hasta tal punto que al final del proceso se identificaban unos y otros. Roma siempre recompensaba la paz, la estabilidad y la colaboración, por un lado, respetaba las particularidades de cada pueblo, por otro, permitía la total incorporación e integración en el mismo sistema político y estructura comercial.

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VILLA DE LAS MUSAS DE ARELLANO

Cicerón, en diálogo con Ático, afirmaba que todo hombre tiene dos patrias: la patria geográfica es aquella en la que se ha nacido, y otra, la patria jurídica es la adquirida en razón de la ciudadanía, es la llamada communis, la patria romana. Ambas son compatibles, según Arpinate, siempre y cuando la fidelidad a la patria romana esté por encima del amor por la patria geográfica.

Fueron 3 elementos los que se forjaron en la relación de Roma con esta parte del valle del Ebro:

1. la conquista facilitó la creación de un único pueblo, vascón, a partir de 3 tradiciones históricas y culturales muy distintas. Su aceptación del nuevo marco político romano y su plena colaboración, facilitó el surgimiento de una sociedad pluricultural que vivirá en total armonía, ya que las ventajas y novedades de los demás eran asumidas por los otros con total normalidad.

2. la romanización contribuyó a desarrollar el territorio con la creación de un entramado urbano, que aportó prosperidad social y económica de todo el Valle Medio del Ebro, y convirtió a Pamplona en punto central de referencia para sus habitantes.

3. la entrada de nuevas ideas y la aceptación de la cultura romana, que facilitó la densa red de carreteras, no se impusieron mediante la ruptura con su pasado, sino mediante la combinación de ventajas que suponía una civilización más avanzada. La romanización no fue agresiva en esta zona de Hispania, permitiendo la pervivencia de determinados particularismos.

Con las migraciones de los pueblos germanos hacia 275, se inició una época crítica para Vasconia, y el paso de otros pueblos por el Pirineo influyó en la ruptura definitiva de los vínculos con Roma (407-408).

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BRONCES DE ASTURIAGA

23/09/2016

Fenómeno vocacional y misional


Una pieza clave en la vida de la diócesis durante este siglo fue el Seminario Conciliar, que en el último tercio del siglo XIX se decantó por una formación basada en el rigor académico, la disciplina, al defensa de las tradiciones navarras y el fomento de una religiosidad beligerante. Se consiguió un clero formado intelectualmente, con capacidad de movilización social en el ámbito rural, disciplinado y numeroso. En el primer tercio del siglo XX el promedio anual de ordenaciones sacerdotales era superior a 27, cifra que llegó a 33 en el período 1953-1959. El crecimiento del Seminario exigió la construcción de un nuevo y muy amplio edificio (1936). La culminación de esta ascendente se registró en el período 1947-1967. En 1965 el Seminario alcanzó los 940 alumnos, aunque desde 1962 experimentaba un crecimiento artificial, que no se traducía en un incremento de las ordenaciones sacerdotales, lo cual permitía intuir la existencia de problemas, que sin duda influyeron en la crisis posterior.

El fenómeno de las vocaciones se produce también en las órdenes religiosas, que conocen un gran auge en Navarra, de tal forma que en un siglo se vuelve a dotar a la diócesis de un entramado de monasterios y conventos muy superior al existente ante de la Desamortización. En 1904 ya hay 20 conventos masculinos y 70 femeninos; en 1937 ascienden respectivamente a 39 y 140; y finalmente, en 1960 llegan a ser 63 y 215. La restauración de antiguas órdenes va unida a la creación de otras nuevas, en las que priman las tareas educativas y asistenciales, hasta dar una nueva dimensión a la vida religiosa. Las congregaciones femeninas fueron las primeras en superar la crisis desamortizadora, ya a mediados del siglo XIX, mientras que la recuperación de las congregaciones masculinas se retrasó hasta finales de la centuria.

AGUSTINOS RECOLETOS DEL CONVENTO NAVARRO DE MONTEAGUDO

La proliferación de vocaciones religiosas, masculinas y femeninas, se ha achacado al carácter rural de la sociedad navarra y a la preponderancia del sistema de heredero único en la parte septentrional de Navarra. Estas circunstancias, que sin duda contribuyeron, no explican por si solas una realidad que no se da en otras zonas similares de España y que también tiene que atribuirse a la religiosidad tradicional de la sociedad y a la densidad de la red parroquial, que cubría los lugares más diminutos. Aun cuando resulta difícil una aproximación estadística al fenómeno, se puede percibir su dimensión mediante una cifra del año 1981, cuando a pesar se la crisis postconciliar, Navarra contaba con 11.996 religiosos, religiosas o sacerdotes vivos, residentes en Navarra o esparcidos por todo el mundo. En teoría suponían un 2,3% de la población navarra.

La abundancia de vocaciones religiosas sirvió para reafirmar los vínculos de la Iglesia navarra con la del resto de España, porque las órdenes y congregaciones religiosas tenían organizaciones que no respondían a la estructura provincial de la Administración, y acostumbraban a mover a sus miembros por todo el país, según los planes formativos o las necesidades de los conventos o colegios. El movimiento de los religiosos se podía ampliar al extranjero, de acuerdo con las actividades misionales o de gobierno de cada congregación. Religiosos y religiosas navarras se repartían por otras tierras de España, de donde a su vez venían otros a Navarra, o por países extranjeros.

Esta realidad explica el interés del nacionalismo vasco, visible durante la Segunda República y retomado desde los años 60 del siglo XX, por conseguir que las congregaciones religiosas establecieran demarcaciones provinciales exclusivas  para el País Vasco y Navarra, de tal forma que se pudiera aislar a los religiosos de ambos territorios de los del resto de España, con la mira puesta en la formación de un clero regular exclusivo del País Vasco. A estas premisas respondieron los escolapios al crear la provincia de Vasconia en los años 30, o tres décadas más tarde los jesuitas al remodelar la Provincia de Castilla Oriental y convertirla en Provincia de Loyola.

IGLESIA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA EN ROMA

Desde los años 70 la Confederación de Superiores Mayores de Euskalherría ha tratado de incluir en su seno a los religiosos navarros, pero su respuesta ha sido mayoritariamente contraria a esta propuesta. El último intento se produjo en 1998, cuando trataron de incluir a la Confederación de Religiosos y Religiosas de Navarra (Confer Navarra) dentro de la organización regional del País Vasco. Sin embargo la mayoría abrumadora de los superiores navarros prefirió que Confer Navarrra tuviera rango regional dentro de la Confer Nacional y no dependiera del País Vasco.

El fenómeno del auge vocacional ha estado unido al de las misiones. Buena parte de las vocaciones se orientaban hacia la actividad misional, de tal forma que varios miles de religiosos y religiosas navarras se estaban y están repartidos simultáneamente por todo el mundo. La propia diócesis se hizo cargo de territorios misionales y se incorporaron el clero secular, y luego seglares a estas tareas. Al igual que en siglo pasados, la actividad misional se realiza al unísono con el resto de la Iglesia española, en cuyas estructuras (regulares o seculares) se integran los misioneros navarros. Los navarros se identifican plenamente con estos cauces y sólo destacan por la intensidad de su aportación.

MISIONEROS NAVARROS FRENTE AL CASTILLO DE JAVIER

La participación navarra en la actividad misionera de la Iglesia se percibe también en la designación de obispos navarros en tierras de Hispanoamérica, Asia y Oceanía, que se inicia a finales del siglo XIX. Anteriormente sólo están presentes en Cuba y Filipinas, que permanecieron en manos españolas durante el siglo XIX y donde se encuentran los primeros obispos navarros, designados como en la Península por el Gobierno. La práctica de nombrar obispos navarros en tierras de misión se ha prolongado durante más de un siglo, hasta la actualidad.

La lista de los obispos navarros en Hispanoamérica, susceptible de ser incrementada en el futuro en función de aportaciones de fuentes dispersas, es la siguiente:

Ramón Fernández de Piérola
Obispo de La Habana (1880-1887)

Ramón Zubieta Les
Vicario apostólico de Urabamba. Perú (1913-1921)

Sabas Sararola Esparza
Vicario apostólico de Urabamba. Perú (1923-1944)

Jesús Serrano y Pastor
Vicario apostólico de Darién. Panamá (1956-1981)

Javier Miguel Áriz Huarte
Vicario apostólico de Puerto Maldonado. Perú (1959-1980), antes coadjuntor desde 1952 y luego auxiliar de Lima (1980-1995)

José Arana Cuesta
Prelado apostólico de Chota. Perú (1979-1992)

Carlos Áriz Bolea
Vicario apostólico de Darien (Panamá) y desde 1988 obispo (1981-...)

Jesús Esteban Sádaba Pérez
Vicario apostólico de Aguarico. Perú (1990-...)

Fernando Sáez Lacalle
Arzobispo de El Salvador (1995-...), antes auxiliar de Santa Ana (1984-1993) y obispo castrense (1993-1997)

Eugenio Arellano Fernández
Vicario apostólico de Esmeraldas. Ecuador (1995-...)


La lista de Asia y Oceanía es también importante, encabezada por un agustino de Barásoain que regio a mediados del siglo XIX la sede arzobispal de Manila, primada de las Filipinas:

José Aranguren y Leoz
Arzobispo de Manila (1845-1861)

Wenceslado Oñate
Vicario apostólico de Ton-Kin Central. Bui Chu, Vietnam (1884-1897), coad. desde 1883

Esteban Sánchez de las Heras
Vicario apostólico de Emuy. China (1895-1896)

Nicasio Arellano
Vicario apostólico de Tom-Kim Oriental. Haifong, Vietnam (1906-1919)

Felipe Oláiz Zalba
Vicario apostólico de Guam. Islas Marianas (1914-1935)

Anselmo Catalán y Francés
Vicario apostólico de Drisdale River. Australia (1915-1951)

Nicasio Arellano y Monreal
Vicario apostólico de Ton-Kin Oriental. Haifong, Vietnam (1916-1919)

Vicente Huarte San Martín
Vicario apostólico de Anhwei. China (1922-1935)

Javier Ochoa Ullate
Vicario apostólico de Kweiteh. China (1937-1947) y depués 1946 Obispo

Florentino Sanz Esparza
Obispo de Cuttack. India (1938-1947)

ACTO DE BANDERAS EL DÍA DE JAVIER

Son dos décadas de obispos navarros, repartidos desde tierras americanas a las del Extremo Oriente, prolongadas en Oceanía a través de Guam y las Islas Marianas, en el Pacífico. Suman más de 270 años de episcopado hasta el año 2000, cifra que siguen incrementando los que continúan en la actualidad en el ejercicio de sus cargos. Abundan los religiosos: agustinos, dominicos, jesuitas, capuchinos, etc. La asignación de territorios o diócesis concretas a estas congregaciones explica su designación. Son un testimonio más de la pujanza misional, actualmente todavía visible en sus frutos en Hispanoamérica, pero debilitada en tierras asiáticas y oceánicas.

19/09/2016

Sellos de Forjadores del Imperio español


Desde 1960 hasta 1970, Correos emitió una serie de sellos titulado Forjadores de América. Fueron 11 series con un total de 69 sellos dedicados a marinos, expedicionarios y colonizadores que forjaron el Imperio español. Algunos de esos sellos estaban dedicados a vascongados: Juan de Garay, Blas de Lezo, Andrés de Urdaneta, Miguel López de Legazpi, Juan Sebastián Elcano, Diego Henares de Lezama, Cosme Damián Churruca y Francisco de Zumarraga.

ANDRÉS DE URDANETA
MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI
JUAN SEBASTIÁN ELCANO
COSME DAMIÁN CHURRUCA
DIEGO DE HENARES LEZAMA
JUAN DE ZUMARRAGA

13/09/2016

Miguel Díez de Armendáriz


Regente de la provincial de Nueva Granada y fundador de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá a mediados del siglo XVI

Miguel Díez de Armendáriz
MIGUEL DÍEZ DE ARMENDÁRIZ

Miguel Díez de Armendáriz nació en Baztán, Navarra, en 1507. Era tío del adelantado Pedro de Ursúa y pertenecía a la rama alto-navarra (beamontesa) de la familia Armendáritz de Ultrapuertos. Estudió durante diez años en el Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca y luego cuatro en Francia.

Fue nombrado por la Corona visitador y juez de residencia en el Nuevo Reino de Granada, donde se le ordenó imponer las Leyes Nuevas de 1542 que suprimían las encomiendas y la esclavitud de los indios. Debió gozar de cierto prestigio profesional ya que este tipo de nombramientos se hacía para personajes ilustres, como los licenciados Tello de Sandoval en México y Núñez Vela en Perú, y otros para los restantes territorios indianos

El 22 de marzo de 1544, recibió la orden de visitar, ajusticiar, fiscalizar y hacer la residencia de las cuatro provincias de Cartagena, Santa Marta, Río San Juan y Popayán, que todavía no integraban lo que pronto sería el Nuevo Reino de Granada, territorios conquistados hacía pocos años. Su actuación se ubicaría en la transición neogranadina entre la conquista y la colonización.

En 1545, ya estaba en Cartagena de Indias, junto con Pedro de Ursúa al que nombró teniente de gobernación de Santa Fe de Bogotá. Inició de inmediato su cometido como juez de residencia, mandado llamar a dicha ciudad al gobernador Pedro de Heredia, que estaba en Antioquia. Le hizo un juicio muy severo, le encontró culpable de varios cargos y le remitió a España para dar cuenta de sus actuaciones. Nombró a Jorge Robledo gobernador provisional de Antioquia para implantas las Nuevas Leyes.

MIGUEL DÍEZ DE ARMENDÁRIZ

Tras Cartagena, envió a Sebastián de Belalcázar al Perú para publicar las Nuevas Leyes de Indias, además tenía previsto visitar Río San Juan y Popayan. Pero una insurrección de encomenderos liderada Gonzalo Pizarro en Perú hizo asesinar al gobernador Robledo y rechazar la autoridad de Armendáriz. Benalcázar pudo sofocar la rebelión acordando con los principales encomenderos que las Nuevas Leyes "se acatan pero no se cumplen": se decidió suplicar al rey su derogación y suspender entre tanto su aplicación. Para llevar a España la súplica se comisionó como procurador a Francisco de Rodas, a quien respaldaron todos los cabildos payaneses.

Armendáriz recibió de la Audiencia de Santo Domingo los pleitos pendientes en las regiones que debía visitar, ya que no existía aún Audiencia en el Nuevo Reino. La querella que habían hecho Hernán Pérez de Quesada y su hermano Francisco contra el antiguo gobernador Alonso Luis de Lugo nunca llegó a celebrarse porque ambos murieron en el camino desde de Santo Domingo hacia Cartagena.

Armendáriz nombró a su sobrino Pedro de Ursúa gobernador interino de Santa Fe de Bogotá, donde había muchos problemas pendientes. Esta ciudad fue visitada por Armendáriz en noviembre de 1546, después de haber estado año y medio en Cartagena.

Leyes Indias Miguel Díez de Armendáriz Bogotá
LEYES NUEVAS DE INDIAS

En enero de 1547, Armendáriz anunció las Leyes Nuevas de Indias. Los vecinos reaccionaron contra ellas y decidieron nombrar procuradores para que fueran a España a suplicar su derogación. Desde la Corte, Carlos V suprimió la cláusula que prohibía otorgar las encomiendas en segunda vida, con lo que los ánimos se apaciguaron. Se enfrentó luego al gran problema de la concesión de las encomiendas, que resolvió ratificando las otorgadas por Jiménez de Quesada, con lo que surgieron muchas animadversiones hacia su persona.

Armendáriz envió algunas expediciones descubridoras importantes:

1. La expedición a la Sierra Nevada de Santa Marta, liderada por su sobrino Pedro de Ursúa, llegó al territorio Guane, pacificó a los panches al suroccidente de Santa Fe, exploró  el norte del Nuevo Reino de Granada y fundó la ciudad de Pamplona de Indias, en tierra de chitareros, el 1 de noviembre de 1549. Allí apareció el oro aluvional y Ursúa dejó bien organizada la ciudad, que gobernó durante un año.

2. La expedición para la pacificación de los muzos, que fue encomendada a Pedro de Ursúa por orden de la recién fundada Audiencia de Santa Fe, durante la cual fundó la ciudad de Tudela de los Muzos. También derrotó a los tayronas y sofocó una rebelión de cimarrones.

3. La expedición a los indios pantágoras, al mando del capitán Francisco Muñoz Pedroso, cruzó el río Magdalena y llegó a las llanuras donde luego se erigió la ciudad de Mariquita. Incluso trasmontó la cordillera hacia los nacimientos de los ríos Guarinó y La Miel, tierras antioqueñas a donde había enviado otra expedición Belalcázar.

4. La expedición de socorro a Lagasca, a quien envió cien soldados de caballería, que se unieron a otros doscientos de Belalcázar, contra Pizarro para la pacificación del Perú.

5. La expedición en busca de "el Dorado" por el río marañón, liderada Pedro de Ursúa, donde este sobrino de Armendáriz encontró la muerte debido una rebelión organizada por el vizcaíno Lope de Aguirre.

Además, fue abierto el camino a la Costa Atlántica, desde santa Fe de Bogotá por la actual Villeta.

FUNDACIÓN DE PAMPLONA DE INDIAS

Por cédula de 17 de julio de 1549 se fundó la Real Audiencia de Santa Fe, lo que significó la creación de una unidad jurídico-administrativa propia, desvinculada de los restantes territorios indianos. El visitador Armendáriz declinó en ella su mando al año siguiente, cargo que pasó a Alonso de Zurita.

Armendáriz decidió viajar a Santo Domingo, donde recibió orden de volver a Cartagena y permanecer en este puerto hasta que se completase la residencia. Posteriormente, emprendió viaje a España para apelar. Estuvo algunos años en la Corte, donde según el cronista Simón estuvo "viviendo en la angostura que vive el que no lleva recurso e bolsa". Finalmente se hizo sacerdote y ganó por oposición una canonjía en la iglesia de Sigüenza, donde pasó sus últimos años hasta su muerte, ocurrida hacia 1553.

12/09/2016

Hipótesis vasco-cantabrista de Juan Martínez de Zaldivia


Historiador y gobernante guipuzcoano Juan Martínez de Zaldivia, natural de Tolosa, pertenecía la familia oñacina de Parientes Mayores. Fue bachiller en Leyes y alcalde de su villa natal repetidas veces representándola en Juntas y procurando a la Provincia ante diversas instancias. Gracias a su experiencia política, su actividad en leyes, su linaje familiar y a su interés por las letras, hizo que se le encargasen varios estudios historiográficos pioneros. Su Hidalguía de los guipuzcoanos fue redactado entre 1545 y 1552, además de un Cronicón de Fuenterrabía.

El texto de Zaldivia es etnodescriptivo, manteniendo un ensalzamiento y felicitación de los que son los guipuzcoanos de la modernidad, precisamente la dedicatoria del libro finaliza con un verso que decía que iba a elevar hasta el cielo el gran nombre de los várdulos, Varduliae magna nomina ad astra feram.

La estructura de su narrativa está fijada por el modelo cultural cristiano del gran "Encadenamiento de los seres": una teoría que enfoca lo vasco dentro de una jerarquía ordenada en lo concerniente a su naturaleza y relaciones, la sociedad y Dios. El puesto que ocupen los vascos está determinado por esta escala de catalogación de seres.

ESCUDO HISTÓRICO DE GUIPÚZCOA

Su obra más importante fue Suma de cosas cantábricas y guipuzcoanas de la que existen diferentes manuscritos, que consta de 27 capítulos. Fue ofrecida a las Juntas, ya acabada, hacia 1560.

En ella se encuentran los mitos y hechos clásicos, que sirvieron de fundamento al Fuero: la doctrina de la nobleza universal, la antigüedad legendaria tubalista, el nacimiento del euskera traído por Túbal tras la confusión babélica de las lenguas, la identificación de los vascos con los remotos heroicos cántabros, las libertades inmemoriales, las lealtades generosas a los reyes de Castilla, la inviolabilidad del territorio por parte de visigodos y árabes y la entrega voluntaria de 1200. Se centra en el ensalzamiento de la grandeza de los guipuzcoanos por haber mantenido inalterable la herencia tubalista en múltiples aspectos.

Fue el pionero de la teoría vasco-cantabrista que tanto éxito iba a cosechar en los siglos venideros. Intimamente imbricada a ésta, se halla la tal vez primera teorización, casi sistemática, de la nobleza universal de los vascos. Esta nobleza derivaría de su carácter de primitivos pobladores de España, poseedores de una lengua primera que resistió al desgaste de las invasiones y colonizaciones posteriores. Describió el mapa de la tierra de los vascos, situada en España, su clima, su suelo y subsuelo. Hizo girar una cartografía geo-descriptiva hacia un terreno apropiado de hechos selectamente míticos: los Pirineos; pero olvida los montes de su entorno guipuzcoano, como los de Orduña (vitales en el acarreo de la lana de la meseta al puerto de Bilbao), o los montes de Triano y Somorrostro.

Para Zaldívia, el Pirineo es un lugar mítico, sagrado y puro. Estas creencias surgieron de su imaginario al leer "historias" clásicas de las que cita dos: la de Plinio, para asegurar "de tanta urbendad de minerales", y la de Isidoro, que argumenta que el Pirineo es un lugar donde surge el fuego, porque piro en griego es fuego, y por ende, dándose la alianza entre el metal y el fuego se daría origen a toda civilización urbana.

SEÑORÍO DE VIZCAYA Y LAS CUATRO VILLAS DE CANTABRIA

El héroe mítico, Túbal, surgió en la llegada al Pirineo, un antiquísimo y bendito día:
"...tratando de la venida de Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, a España... que él y sus compañías que se llamaron tubales pararon en los montes Pirineos y después, creciendo descendieron a los llanos y poblaron por allí cerca alrededor algunos pueblos y en Navarra y Vascos. Y así son dependientes los tubales, pues aquella tierra está junto a los Pirienos donde los Centubales habitaron y poblaron."
De las innumerables versiones escritas que debieron de existir sobre el inicio civilizador del lugar, los pobladores de España, nietos de Noé y emigrantes bíblicos pirenaicos, Zaldivia se apoyó en la del arzobispo navarro Rodrigo Jiménez de Rada:
"Después de aquel Diluvio tan memorable pareció todo el género humano, fuera de las ocho ánimas que las Letras sagradas cuentan, en la edificación de aquella torre de Babilonia de que se hace mención en el capítulo 11 del Génesis, fueron confundidas las lenguas de una que había en setenta, e idos por el mundo, Túbal, hijo de Jafet, vino a las Españas con sus compañías y lengua que traían y paró en los montes Pirineos, y... los vascos y navarros tenían su lengua, que es la vascongada, Túbal y sus compañeros trajeron."
Autores clásicos como Isidoro, Antón Beuter, Tobio y Valdés, Pomponio, Plutarco y otros, influyen en su tesis sobre el origen misterio del vascuence, pero lo hace de forma equivocada asignando el origen vascón a los soldados de Aníbal que lucharon contra los romanos porque no entendían el latín. Ante la inexistencia de reliquias y vestigios de otras lenguas primitivas durante su época, anterior a la romanización, Zaldívia infiere en la maternidad lingüística del vascuence en toda la tierra de España.

El resto del libro es un catálogo de gestas guerreras de los guipuzcoanos, frente a romanos, godos, árabes, navarros en Beotibar, y franceses en Fuenterrabía, San Sebastián, Irún y San Juan de Luz.

RODRIGO JIMÉNEZ DE RADA

Partiendo de esos relatos e informaciones, Zaldivia hace florecer unos cuantos supuestos fundamentales e inalterables en la tradición vasca:

1. Inmemorial espíritu de independencia y libertad

Según Zaldivia los vizcaínos, descendientes de los cántabros, que gozaron de completa libertad y nunca fueron sojuzgados, jamás fueron sometidos por romanos, godos y árabes, sino que incluso tenían que defenderse de sus ataques, "vivían inmunes de sujeción y no se contentando de defender su libertad, tentaban de señorear e imperar a los finítimos y comarcanos, fatigándoles con continuas incursions".

De modo que los romanos no sólo no podían dominarlos sino que tenían que reclutar y encasillarse para defenderse de sus ataques. Y apoya su argumentación confirmando la existencia de monumentos romanos que él mismo pudo ver como buen antropólogo, o explicando que los romanos ya habían estado allí buscando y explotando minerales.


2. Limpieza de sangre

Los vascos son de sangre y linaje noble, esto es, cristiano-vieja y no mezclada con gentes de otras religiones. Se mantuvieron inviolables frentes a visigodos y moros, y nunca han estados infecctados de herejías, ni de judíos ni de moros. Por ejemplo en relación al hecho de que los visigodos no pudieran someterles argumenta el orgullo de aquellos vizcaínos "hacen de su limpieza y linajes,... en especial se jactan mucho de haber siempre sido apartados de herejías, con judíos y moros ni otros infieles nunca mezclados, y haber siempre guardado el puro nombre cristiano...".

A LA ROMERÍA, POR JULIO ARTETA

3. Fueros: leyes recopilatorias de las antiguas costumbres

Los compendios de las leyes de su época coincidían con las que Túbal trajo a los Pirineos:
"sola esta nación entre todas las provincias y reinos del mundo conserva sus leyes habitadas en la ley de la naturaleza de antes que Nino, rey de Babilonía, adulterase la áurea edad y corrompiese el mundo con la idolatría, y sóla ésta ha conservado su lengua primera."
Es decir, que para Zaldivia, los fueros se remontarían a los tiempos del supuesto patriarca Túbal, son un derecho anterior al de Roma, y constituirían una ley natural anterior a todas las escritas por los hombres. El derecho vascón que emana de los fueros sería, pues, la reducción escrita del primer derecho natural, cien siglos anterior a los primeros textos de Roma.

Si siempre han sido generosamente leales y fieles a los reyes de Castilla, es porque los han escogido por acto voluntario. En el capítulo XI de la Suma relató que los guipuzcoanos fueron súbditos de Castilla, en uso de su libérrima libertad originaria rompieron con su señor y se dieron al rey de Navarra hasta que, disgustados con éste y haciendo uso de su misma capacidad de independencia "volvieron al prístino estado de ser castellano, como gente libre y no conquistada".

CAMPESINOS, POR EVA ARRATIA

4. Nobleza Universal: nobles todos y desde siempre

Para el bachiller Zaldivia fue muy difícil probar este supuesto, ya que desde su teoría por la cual todos los vascos eran nobles, se hace imposible explicar las recientes luchas sangrientas entre los bandos que formaban las Parentelas de linajes (Guerras de Banderizos), y toda esta aliada contra las villas hermanadas.

Las soluciones que tomaron los reyes castellanos para terminar con las banderías, como escribió "les fueron derribadas sus casas fuertes por el rey", son tomadas como simples penitencias pos sus desmanes pecadores, dándole un sentido moral, cuando en realidad su intención fue la de no querer reconocer que fueron decisiones políticas tomadas por sus superiores.

Este alcalde de Tolosa silenció la transformación socioeconómica que experimentó la sociedad vascongada en los últimos siglos del Medievo, cuando los habitantes de las villas hermanadas consiguen liberar el territorio a la libre circulación de bienes y personas mediante la fundación de las mismas y concesión de cartas pueblo por los reyes. De igual manera no reconoció las diferencias estamentales que existían entre los sometidos a pechas y tributos labradores, collazos y vecinos, y la nobleza terrateniente que se imponía por su fuerza armada.

La hipótesis por la cual siempre fueron considerados hidalgos también quedaba manipulada, ya que desde un punto de vita temporal, los guipuzcoanos lo fueron desde 1468, y los vizcaínos desde 1526.

Martínez de Zaldívia olvidó el hecho de la existencia de estamentos sociales, con los Parientes Mayores a la cabeza, amnistiándoles del uso de la extrema violencia para imponer su condición nobiliaria sobre el hidalgo común de las villas y sobre el pechero de los solares rurales.

Pero, ¿sobre qué fundamentos establece la supuesta hidalguía de todos los vascos en el siglo XVI? La cualidad de hidalguía de los siglos XIII y XIV estaba basada en las relaciones de parentesco y linaje familiar que determinaba el estamento social y el acceso a las decisiones políticas y económicas de las gentes de un grupo de solares rurales antiguos. Los Parientes Mayores se imponen sobre los pecheros, villanos y campesinos.

UN PUEBLO DE LEGENDAS, POR JOSÉ MARÍA SERT

Durante proceso de fundación de villas y aforamiento, a finales del Medievo, los nuevos vecinos consiguen desligarse de las ataduras feudales de sus antiguos señores. Los fueros concedidos por el rey castellano les permiten, ya en el siglo XVI, utilizar unas libertades y exenciones, privilegios y derechos.

Las diferencias sociales en el concepto de hidalguía entre ambos períodos estriban en un enorme desplazamiento semántico de las redes comunitarias del parentesco hacia las del territorio concejil o villa aforada. Desde las imágenes se sangre hacia las del lugar privilegiado y exento, que ahora son las villas y la Provincia de Guipúzcoa.

Así pues, ahora el nuevo concepto de hidalguía del siglo XVI es una cualidad religiosa, de limpieza de sangre por no haberse mezclado con gentes de otras religiones sucias o no verdaderas. Este concepto tuvo mucho sentido y lógica en una etapa en la cual, las persecuciones y expulsiones de judíos, cátaros, islámicos, herejes o protestantes estuvieron a la orden del día.

Pero la intención de Zaldívia fue la de evitar el reconocimiento de que la nobleza vasca proviniese de privilegio realengo, instaurando la prueba de lo inmemorial, tan esencial para los apologistas que les siguieron y sin duda, para la cultura foralista del siglo XVIII: el argumento del "mucho antes sin memoria que se poblasen las villas".

PUEBLO VASCONGADO, POR FERNANDO DE AMARICA