23/09/2016

Fenómeno vocacional y misional


Una pieza clave en la vida de la diócesis durante este siglo fue el Seminario Conciliar, que en el último tercio del siglo XIX se decantó por una formación basada en el rigor académico, la disciplina, al defensa de las tradiciones navarras y el fomento de una religiosidad beligerante. Se consiguió un clero formado intelectualmente, con capacidad de movilización social en el ámbito rural, disciplinado y numeroso. En el primer tercio del siglo XX el promedio anual de ordenaciones sacerdotales era superior a 27, cifra que llegó a 33 en el período 1953-1959. El crecimiento del Seminario exigió la construcción de un nuevo y muy amplio edificio (1936). La culminación de esta ascendente se registró en el período 1947-1967. En 1965 el Seminario alcanzó los 940 alumnos, aunque desde 1962 experimentaba un crecimiento artificial, que no se traducía en un incremento de las ordenaciones sacerdotales, lo cual permitía intuir la existencia de problemas, que sin duda influyeron en la crisis posterior.

El fenómeno de las vocaciones se produce también en las órdenes religiosas, que conocen un gran auge en Navarra, de tal forma que en un siglo se vuelve a dotar a la diócesis de un entramado de monasterios y conventos muy superior al existente ante de la Desamortización. En 1904 ya hay 20 conventos masculinos y 70 femeninos; en 1937 ascienden respectivamente a 39 y 140; y finalmente, en 1960 llegan a ser 63 y 215. La restauración de antiguas órdenes va unida a la creación de otras nuevas, en las que priman las tareas educativas y asistenciales, hasta dar una nueva dimensión a la vida religiosa. Las congregaciones femeninas fueron las primeras en superar la crisis desamortizadora, ya a mediados del siglo XIX, mientras que la recuperación de las congregaciones masculinas se retrasó hasta finales de la centuria.

AGUSTINOS RECOLETOS DEL CONVENTO NAVARRO DE MONTEAGUDO

La proliferación de vocaciones religiosas, masculinas y femeninas, se ha achacado al carácter rural de la sociedad navarra y a la preponderancia del sistema de heredero único en la parte septentrional de Navarra. Estas circunstancias, que sin duda contribuyeron, no explican por si solas una realidad que no se da en otras zonas similares de España y que también tiene que atribuirse a la religiosidad tradicional de la sociedad y a la densidad de la red parroquial, que cubría los lugares más diminutos. Aun cuando resulta difícil una aproximación estadística al fenómeno, se puede percibir su dimensión mediante una cifra del año 1981, cuando a pesar se la crisis postconciliar, Navarra contaba con 11.996 religiosos, religiosas o sacerdotes vivos, residentes en Navarra o esparcidos por todo el mundo. En teoría suponían un 2,3% de la población navarra.

La abundancia de vocaciones religiosas sirvió para reafirmar los vínculos de la Iglesia navarra con la del resto de España, porque las órdenes y congregaciones religiosas tenían organizaciones que no respondían a la estructura provincial de la Administración, y acostumbraban a mover a sus miembros por todo el país, según los planes formativos o las necesidades de los conventos o colegios. El movimiento de los religiosos se podía ampliar al extranjero, de acuerdo con las actividades misionales o de gobierno de cada congregación. Religiosos y religiosas navarras se repartían por otras tierras de España, de donde a su vez venían otros a Navarra, o por países extranjeros.

Esta realidad explica el interés del nacionalismo vasco, visible durante la Segunda República y retomado desde los años 60 del siglo XX, por conseguir que las congregaciones religiosas establecieran demarcaciones provinciales exclusivas  para el País Vasco y Navarra, de tal forma que se pudiera aislar a los religiosos de ambos territorios de los del resto de España, con la mira puesta en la formación de un clero regular exclusivo del País Vasco. A estas premisas respondieron los escolapios al crear la provincia de Vasconia en los años 30, o tres décadas más tarde los jesuitas al remodelar la Provincia de Castilla Oriental y convertirla en Provincia de Loyola.

IGLESIA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA EN ROMA

Desde los años 70 la Confederación de Superiores Mayores de Euskalherría ha tratado de incluir en su seno a los religiosos navarros, pero su respuesta ha sido mayoritariamente contraria a esta propuesta. El último intento se produjo en 1998, cuando trataron de incluir a la Confederación de Religiosos y Religiosas de Navarra (Confer Navarra) dentro de la organización regional del País Vasco. Sin embargo la mayoría abrumadora de los superiores navarros prefirió que Confer Navarrra tuviera rango regional dentro de la Confer Nacional y no dependiera del País Vasco.

El fenómeno del auge vocacional ha estado unido al de las misiones. Buena parte de las vocaciones se orientaban hacia la actividad misional, de tal forma que varios miles de religiosos y religiosas navarras se estaban y están repartidos simultáneamente por todo el mundo. La propia diócesis se hizo cargo de territorios misionales y se incorporaron el clero secular, y luego seglares a estas tareas. Al igual que en siglo pasados, la actividad misional se realiza al unísono con el resto de la Iglesia española, en cuyas estructuras (regulares o seculares) se integran los misioneros navarros. Los navarros se identifican plenamente con estos cauces y sólo destacan por la intensidad de su aportación.

MISIONEROS NAVARROS FRENTE AL CASTILLO DE JAVIER

La participación navarra en la actividad misionera de la Iglesia se percibe también en la designación de obispos navarros en tierras de Hispanoamérica, Asia y Oceanía, que se inicia a finales del siglo XIX. Anteriormente sólo están presentes en Cuba y Filipinas, que permanecieron en manos españolas durante el siglo XIX y donde se encuentran los primeros obispos navarros, designados como en la Península por el Gobierno. La práctica de nombrar obispos navarros en tierras de misión se ha prolongado durante más de un siglo, hasta la actualidad.

La lista de los obispos navarros en Hispanoamérica, susceptible de ser incrementada en el futuro en función de aportaciones de fuentes dispersas, es la siguiente:

Ramón Fernández de Piérola
Obispo de La Habana (1880-1887)

Ramón Zubieta Les
Vicario apostólico de Urabamba. Perú (1913-1921)

Sabas Sararola Esparza
Vicario apostólico de Urabamba. Perú (1923-1944)

Jesús Serrano y Pastor
Vicario apostólico de Darién. Panamá (1956-1981)

Javier Miguel Áriz Huarte
Vicario apostólico de Puerto Maldonado. Perú (1959-1980), antes coadjuntor desde 1952 y luego auxiliar de Lima (1980-1995)

José Arana Cuesta
Prelado apostólico de Chota. Perú (1979-1992)

Carlos Áriz Bolea
Vicario apostólico de Darien (Panamá) y desde 1988 obispo (1981-...)

Jesús Esteban Sádaba Pérez
Vicario apostólico de Aguarico. Perú (1990-...)

Fernando Sáez Lacalle
Arzobispo de El Salvador (1995-...), antes auxiliar de Santa Ana (1984-1993) y obispo castrense (1993-1997)

Eugenio Arellano Fernández
Vicario apostólico de Esmeraldas. Ecuador (1995-...)


La lista de Asia y Oceanía es también importante, encabezada por un agustino de Barásoain que regio a mediados del siglo XIX la sede arzobispal de Manila, primada de las Filipinas:

José Aranguren y Leoz
Arzobispo de Manila (1845-1861)

Wenceslado Oñate
Vicario apostólico de Ton-Kin Central. Bui Chu, Vietnam (1884-1897), coad. desde 1883

Esteban Sánchez de las Heras
Vicario apostólico de Emuy. China (1895-1896)

Nicasio Arellano
Vicario apostólico de Tom-Kim Oriental. Haifong, Vietnam (1906-1919)

Felipe Oláiz Zalba
Vicario apostólico de Guam. Islas Marianas (1914-1935)

Anselmo Catalán y Francés
Vicario apostólico de Drisdale River. Australia (1915-1951)

Nicasio Arellano y Monreal
Vicario apostólico de Ton-Kin Oriental. Haifong, Vietnam (1916-1919)

Vicente Huarte San Martín
Vicario apostólico de Anhwei. China (1922-1935)

Javier Ochoa Ullate
Vicario apostólico de Kweiteh. China (1937-1947) y depués 1946 Obispo

Florentino Sanz Esparza
Obispo de Cuttack. India (1938-1947)

ACTO DE BANDERAS EL DÍA DE JAVIER

Son dos décadas de obispos navarros, repartidos desde tierras americanas a las del Extremo Oriente, prolongadas en Oceanía a través de Guam y las Islas Marianas, en el Pacífico. Suman más de 270 años de episcopado hasta el año 2000, cifra que siguen incrementando los que continúan en la actualidad en el ejercicio de sus cargos. Abundan los religiosos: agustinos, dominicos, jesuitas, capuchinos, etc. La asignación de territorios o diócesis concretas a estas congregaciones explica su designación. Son un testimonio más de la pujanza misional, actualmente todavía visible en sus frutos en Hispanoamérica, pero debilitada en tierras asiáticas y oceánicas.

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