En el combate de la isla Tercera, también llamado de San Miguel de Azores, celebrada el 26 de julio 1582, tuvieron una activa y brillante participación los marinos guipuzcoanos y vizcaínos, siendo de estas provincias el núcleo de las naves de la Real Armada.
Los galeones españoles, capitaneados por Álvaro de Bazán, derrotaron a la flota francesa que apoyaba las pretensiones de Antonio, prior de Crato, refugiado en esas islas, para convertirse en rey de Portugal, disputando el trono a Felipe II. También fue llamada batalla naval de la Unidad Ibérica.
ISLAS AZORES |
La escuadra francesa liderada por el almirante florentino Filippo Strozzi contaba con 64 naves, de las que dos terceras partes eran de tamaño grande o mediano, y el resto eran pataches.
Álvaro de Bazán consiguió reunir una flota de 27 galeones de mayor potencia de fuego y algo más altas, claves en las operaciones de abordaje, y 5 pataches y pequeños buques de exploración. Su teniente general fue el vizcaíno Cristóbal de Eraso, general de la flota de la Carrera de Indias. Bazán, descendiente de un linaje de navarros del valle del Baztán, lideraba los grandes galeones oceánicos de Portugal, para tomar las islas Azores y despejar de corsarios la ruta de la Carrera de Indias.
Pero también fueron determinantes en la victoria de esta contienda naval los apoyos y colaboraciones prestadas por la Armada de Guipúzcoa, formada por cinco mercantes armados liderados por Miguel de Oquendo, y por la Armada de Vizcaya, formada por refuerzos al mando de Juan Martínez de Recalde. Ambas escuadras estaban integradas en la Armada que dirigía Bazán. Miguel de Oquendo fue destacado para reconocer la flota francesa en las islas Azores y para apoyar el ataque principal español, formado por las naves capitanas de Bazán, el San Mateo y de Eraso, el San Martín.
COMBATE DE SAN MIGUEL |
Bazán y Oquendo acordaron acometer a la escuadra enemiga sin tardanza, a pesar de que significase privarse de la presencia de la Armada de Vizcaya, que aún no había llegado a la isla Tercera. Tras varios días de escaramuzas y maniobras en busca de la mejor posición de ataque, el 26 de julio trabaron combate.
El galeón San Mateo, segundo de la escuadra española, al mando de Baztán, se salió de la formación para retar al enemigo en busca de gloria. Esa arriesgada maniobra le convirtió en presa de cinco naves enemigas, con las que trabó cerrado combate durante las largas dos horas que tardó el resto de la escuadra española en virar contra el viento para prestarle ayuda.
Cristóbal de Eraso tuvo mala suerte, durante los momentos antes del ataque, rompió el palo mayor de su buque el San Martín, siendo remolcado posteriormente para no quedar aislado. Ambos eran los buques más grandes de la contienda y formaron la vanguardia del ataque español.
COMBATE DE SAN MIGUEL |
El primero en llegar al San Mateo fue Oquendo, quien lanzó su buque entre el galeón español y la almiranta francesa rompiendo los cables de abordaje que ya habían sido tendidos. Soltó una andanada contra la nave francesa, lanzó los garfios y tras un abordaje, los capitanes Arizabalo y Escorza, dirigidos por Oquendo, se apoderaron del estandarte francés.
Así lo relató Oquendo en su informe al secretario del rey:
"El galeón San Mateo tuvo a bordo a dos galeones francesas, Capitana y Almiranta, y le mataron mucha gente y lo tenía muy trabajado. Visto por mí que corría gran peligro, é que si nos le tomaban nos desbarataban a todos, di vuelta para socorrer, y llegé a tiempo de muchísima necesidad, y me encajé con mi nave entre el dicho galeón y la Almiranta del contrario, con todas las velas en el tope, de suerte que con el ínterin se apartaron los dos galeones, y San Mateo se fue libre de su peligro y no poco contento. Yo me amarré con la dicha Almiranta, que era una de las más bravas de toda la armada, y traía 30 tiros de bronce grandes y 300 hombres tiradores y marineros; y la primera ruciada que le dimos en arbolado, le matamos 50 hombres, los mejores que tenía, de que cobraron mucho temor y espanto, porque tenían estos hombres y otros para saltar en el galeón, muy escogidos, armados de punta en blanco, con otros tantos tiradores; (…) y fue saqueada la dicha Almiranta por nuestra gente de mar y guerra, y puesta mi bandera de campo en su popa, y sus insignias en la nuestra, colgadas a uso de guerra (…). Matóse toda la gente, que no le quedaron sino muy pocos, y a nosotros nos mataron e hirieron poco más de treinta, y luego todos echaron a huir, cada uno por su cabo, dejando su Capitana y otra nave en nuestro poder."
El doctor Camino fue expresivo al referirse al combate en 1582:
"Habiéndose trabado batalla fue horrible el estrago, hasta llegar a abordar los nuestros a la capitana y almiranta francesa, de manera que se peleaba cuerpo a cuerpo, y como si todos combatiesen dentro de un mismo navío. Ensangrentáronse los mares con multitud de cadáveres que caían degollados (...)"
Otras dos naos guipuzcoanas, la Juana de Garagarza y la María de Juan de Villaviciosa de la escuadra de Oquendo respaldaron el ataque principal de Bazán, atacando respectivamente a las de Strozzi y de Brissac.
Los franceses huyeron en retirada, perdiendo un total de 10 buques, entre ellos los de Strozzi y Brissac, más de 1.500 muertos y otros 500 heridos. Frente a esas demoledoras cifras, los españoles muertos sumaban sólo 250, aunque más de 500 heridos. Tan sólo perdieron la nao capitana, el San Mateo de Bazán quedó inservible al recibir más de 500 cañonazos.
Después de la victoria naval, Bazán no quiso desembarcar porque sus fuerzas de infantería estaban muy cansadas y algunos buques muy tocados, decidiendo regresar a Lisboa a reparar unos y recuperarse los otros.
DESEMBARCO ESPAÑOL EN SAN MIGUEL |
Al año siguiente, en una operación anfibia formada por 98 buques y un ejército de 15.000 hombres al mando del maestre de campo alavés Agustín Iñiguez de Zárate, recupera el control absoluto de las islas Azores. Oquendo como capitán general de la Escuadra de Guipúzcoa también tomó parte del operativo naval a las órdenes de Bazán, quienes controlaron el archipiélago en dos semanas. Los franceses no plantaron oposición, pues habían aprendido la lección, obligando al aspirante al trono portugués Antonio a huir a Francia.
Este archipiélago del océano Atlántico tenía una gran importancia estratégica para la protección y avituallamiento de las flotas mercantes de la Carrera de Indias.
Además, concurrieron al combate los almirantes Aguirre (contador de los galeones de Oquendo), Joanot de Villaviciosa, Marcos Aramburu, Juan Ochoa de Arriola, y los capitanes Irura, Arteaga, Evora, Olabarrieta, Isasa y los hermanos Segura y Urquiola.
El almirante Íñigo de Lecoya, natural de Deva, también se halló en el memorable combate, había mandado la flota de Indias a Nueva España y Terra Firme en varias ocasiones desde 1567 a 1578.
El capitán Anduriaga murió en la lucha y lo mismo le pasó a Juanot de Villaviciosa, este último de dos balas de fusil en su propia nave, mientras que Marcos Aramburu repetiría participación en la expedición anfibia de las Azores de 1593, ya como capitán general de la Armada de Guipúzcoa, coincidiendo con el hermano de Juanot, Juanes de Villaviciosa Lizarza. Y este último también formaría parte de la flota de 15 navíos que dirigía el general Pedro de Zubiaurre que derrotó a una flota anglo-francesa de 80 navíos en el combate de Burdeos de 1593.
NAVÍO DE SAN MATEO |
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