Después del paso junto a la planta de magnesitas, el Camino de Santiago toma un sendero empedrado y entra en Ilarratz, pueblecito agradable y bien cuidado. Sus casas se han restaurado muy bien, manteniendo la esencia de la arquitectura popular de los valles pirenaicos navarros. Comparte con Eskirotz la iglesia gótica de Santa Lucía (s. XVI), a mitad de camino entre ambos, que presenta un lamentable estado de abandono. Hubo una iglesia más antigua de la que sólo se conserva la pila bautismal.
Eskirotz es otra pequeña aldea del valle de Esteribar. El paso de peregrinos anima ahora estos dos pueblos, aunque históricamente seguían el paso de la actual carretera.
El Camino de Santiago entra en Larrasoaña salvando el río Arga por el puente de los Bandidos. Cuenta una tradición local que se llama así porque en sus proximidades actuaba una banda de ladrones que se disfrazaban de peregrinos para ganarse la confianza de sus víctimas. El urbanismo variado del pueblo acentúa un sabor jacobeo. Un buen puñado de casonas con bellas portadas flanquea su calle principal. Su origen se remonta al menos al paso de los primeros peregrinos, ya que en el siglo X existía un monasterio de cierta relevancia dedicado a San Agustín.
En el siglo XII se asentaron en la villa nuevos vecinos francos y en 1174 recibió el fuero de Estella. De aquella época debía de ser la iglesia parroquial de San Nicolás, reconstruida en el siglo XVIII. Junto a ella se conserva el caserón de la Clavería de Roncesvalles, donde se recogían rentas y almacenaban los diezmos para el sostenimiento del Real Hospital. En el siglo XVI, junto a la Clavería había también un hospital de peregrinos. A su vez, las cofradías de Santiago y San Blas cuidaban sendos hospitales de peregrinos y pobres. Se conservan sus ermitas.
Akerreta es otro pequeño pueblo de Esteribar. Una de sus casonas, restauradas como hotel, conserva una magnífica cocina tradicional con el gran icono interior de la chimenea sobre el hogar. La iglesia de la Transfiguración de Nuestro Señor tiene una sencilla portada románica y conserva en su interior un retablo renacentista de mediados del siglo XVI.
El paso de la carretera y de las modernas construcciones han dejado algo arrinconada la iglesia de San Millán, en Zuriain. Un templo gótico rural (s. XVI) con un atrio que protege una portada con Cristo de factura muy popular y lleno de encanto. Todo el conjunto está construido en sillería, incluida la torre ancha que se alza a los pies. El interior se cubre con bóvedas de crucería en forma de estrella.
El Camino pasa junto a la iglesia de San Pedro (s. XVI), en Irotz, que tiene una sencilla portada con arco de medio punto. El retablo mayor es renacentista con pinturas del taller navarro de la familia Oscariz. La torre adosada al final del muro sur de la nave, vigía silenciosa del paso de los peregrinos, es de planta cuadrada y destaca por su altura y buena proporción. Camino a Zabaldika se encuentra el puente de Irotz o de Iturgaiz, que cruza el río Arga. Es una obra románica (s. XII), reformada en el siglo XX para permitir el paso de vehículos. Junto a él se encontraban la ermita de Montserrat y el hospital de peregrinos.
El actual trazado jacobeo pasa por la parte baja del pueblo de Zabaldika, anteriormente pasaba por la iglesia de San Esteban (s. XIII), atendida por una pequeña comunidad de religiosas del Sagrado Corazón volcada en el cuidado espiritual de los peregrinos. El templo es de estilo románico de transición al gótico. El interior se cubre con bóveda de cañón reforzada por arcos fajones apuntados que parten de sencillas ménsulas. El retablo mayor, de tres calles, es del siglo XVII. Desde el coro, una estrecha escalera de caracol sube al campanario donde se conserva una pequeña campana de bronce que tiene fama de ser la más antigua de Navarra.
Arleta es un pequeño caserío que conserva el palacio de cabo de armería y una iglesia dedicada a Santa María con una humilde portada románica.
La ruta jacobea deja el valle de Esteribar y entra en la cuenca de Pamplona, en dirección al puente de la Trinidad de Arre.
Trinidad de Arre es una población del municipio de Ezcabarte que queda a un lado del Camino de Santiago. En un extremo de su término, separada de Arre y en el mismo límite con Villava, se encuentran el puente y la basílica de la Trinidad de Arre. El albergue de peregrinos es la continuación de la inmemorial tradición hospitalera del lugar. Ya había un hospital en el siglo XI y hasta el XVI estuvo atendido por clérigos. En el siglo XVI contaba con doce camas y ya era atendido por un matrimonio de hospitaleros. En el siglo XVIII era una de las hospederías más importantes del Camino de Santiago. A la salida del puente es obligatorio el paso bajo los arcos del hospital que protegen la entrada de la iglesia. Conserva la portada y el ábside románico, al que después se le añadieron los contrafuertes. El interior, muy reformado tiene yeserías que ocultan los elementos medievales.
Villava-Atarrabia es una villa fundada en 1184 por el rey Sancho VI el Sabio en el lugar de Atarrabia, donde ya existían una aldea, molinos y una granja que pertenecía a Roncesvalles. La intención del rey era favorecer el asentamiento de comerciantes y artesanos en un punto de paso estratégico en el que se unían los viejos caminos de la cuenca de Pamplona con los que bajaban de los valles del norte. Al lado de la Trinidad de Arre se encuentra el antiguo batán rehabilitado como centro de visitantes del Parque Fluvial de Arga. En su planta inferior se ha reconstruido el mecanismo hidráulico del batán.
Burlada hoy ciudad residencial, fue un pueblo con dos cofradías, San Salvador y San Juan, que atendían dos hospitales de peregrinos.
Dejando atrás las contiguas Villava y Burlada, la ruta llega al puente de piedra de la Magdalena, y asciende hasta el caso histórico de Pamplona por la puerta de Zumalacárregui o de Francia.
Pamplona-Iruña, capital de Navarra. Ya debía de existir un poblado vascón en el lugar donde el general romano Pompeyo Magno estableció, durante la guerra contra Sertorio, un campamento estratégico para controlar las comunicaciones con la Galia y abastecer a sus tropas. Vascones y romanos eran aliados en el momento de la fundación de Pompaelo. Un siglo después, es considerado municipio por el emperador Vespesiano.
En los sucesivos periodos, los visigodos se hicieron con Pamplona y restauraron sus murallas; los musulmanes permitieron que la nobleza local mantuviera la religión cristiana y cierta independencia a cambio del pago de tributos.
Pamplona fue durante mucho tiempo la ciudad más importante y rica en territorio cristiano, siempre contó con una población numerosa y estable por encontrarse en el valle rico y fértil del río Arga.
Finalmente, surge en el siglo IX el reino cristiano de Pamplona, germen del Reino de Navarra. En 924 fue destruida por Abderramán III y a finales de ese mismo siglo la arrasó Almazor. En el siglo XI, los reyes Sancho III el Mayor y Sancho Ramírez impulsaron y promovieron las peregrinaciones jacobeas, ya que vieron en el camino de Santiago un sólido y revitalizador vínculo con la Europa cristiana. Sancho Ramírez confirmó el señorío del obispo sobre la ciudad.
PUERTA DE ZUMALACARREGUI |
Pamplona fue un lugar de intercambio entre las rutas del mundo islámico al sur y la Europa cristiana al norte, por los pasos pirenaicos, los puertos costeros del mar Cantábrico y las rutas de este a oeste que seguían también los peregrinos cristianos del Camino de Santiago hacia el reino de León, que atravesaba los condados francos de la Marca Hispánica en las actuales Navarra, Aragón y Cataluña desde la costa mediterránea condal, a través de los puertos mediterráneos.
Ciudad con fama de prosperidad y riqueza que se ganó gracias a las relaciones comerciales en productos de artesanía en cuero, instrumentos musicales, libros y armas, materias primas: marfil, piedras preciosas, paños, aceite, seda, lana, oro, especias, etc.
A través de camino de Santiago llegaron nuevos pobladores que se concentraron junto a la ciudad vieja, en torno a la iglesia de San Saturnino. Se inicia la apasionante historia de la Pamplona de los tres burgos.
En 1129, el rey navarroaragonés, Alfonso I el Batallador, concedió a los pobladores del barrio nuevo el Fuero de Jaca. El barrio queda separado de la ciudad y tiene sus propias autoridades locales.
Solo sus habitantes tenían derecho a vender pan y vino a los peregrinos. En principio, sólo se podían asentar francos en él y sus viviendas tenían que estar más allá de la iglesia de San Saturnino, no pudiendo edificarse entre esta y la vieja ciudad, que comenzó a denominarse Navarrería. En 1189, Sancho el Sabio les concedió también el fuero de Jaca.
Debido al crecimiento demográfico, en el ángulo que formaban ambos barrios surgió un burgo novo, el de San Nicolás, con población mixta de francos y navarros que recibieron también privilegios a finales del siglo XII.
La ciudad prosperó basando su economía en la industria artesana. A comienzos del siglo XIII apareció un nuevo barrio, San Miguel, asociado a la Navarrería.
Las relaciones entre barrios no eran buenas. En 1266, el rey Teobaldo II les hizo firmar un juramento de Unión. Pero las rivalidades continuaron, pues la Navarrería abandonó el juramento y buscó el apoyo de Castilla. La reina Juana, casada con el hijo del rey de Francia, contaba con el apoyo de las tropas francesas, que en 1276 destruyeron los barrios de Navarrería y San Miguel, este último desaparecerá como tal.
En 1319, el rey recuperó el señorío civil de la ciudad y se inicia la reconstrucción de la Navarrería, que recuperó sus privilegios en 1324, bajo el reinado de Carlos el Calvo. En 1423, Carlos III el Noble decretaba la unificación de los barrios de Pamplona y, entre otras medidas, decretaba que la nueva Casa Consistorial se estableciese en el punto de unión de los tres barrios, punto por el cual también se asignó el paso del Camino de Santiago.
En 1512, Pamplona, como el resto de la Navarra sur-pirenaica, se anexionó a la corona de Castilla y fue desde entonces un enclave fundamental en la defensa de España frente a Francia.
Entre los siglos XVI-XVIII se hicieron las nuevas murallas y se levantó la Ciudadela.
Después de cruzar el río Arga por el puente de la Magdalena, el Camino de Santiago sube a la ciudad y entra en el casco histórico por el portal de Francia. El primer arcos es del siglo XVIII y el segundo del mediados del XVI, cuando el rey de España Carlos I.
En el barrio de la Navarrería, la calle del Carmen, a la izquierda queda el baluarte de Redín, donde está el mesón del Caballo Blanco.
Fuera del camino, se halla la catedral de Pamplona, construida a finales del siglo XII en estilo románico, en la que participó el maestro Esteban, arquitecto también en Santiago de Compostela. En 1389 se hundió la viaja catedral, quedando el pie la portada románica, que fue sustituida en 1784 por la actual, neoclásica, trazada por Ventura Rodríguez.
El interior de la catedral recuperó recientemente la policromía original de las bóvedas. El templo tiene naves, planta de cruz latina y girola. En la capilla mayor se encuentra la imagen de Santa María la Real (s. XII), revestida en plata, y en la nave central el mausoleo de Carlos III el Noble y de su mujer, Leonor de Trastámara.
El museo Diocesano expone una magnífica colección de vírgenes románicas y góticas y el famoso retablo de las Navas (s. XV). Junto a la catedral se hallaba el hospital de peregrinos de San Miguel (s. XI).
Dentro del camino, de la calle Mercaderes a la plaza de los Tres Burgos, donde se unían los tres barrios medievales, se encuentra el Ayuntamiento con fachada del siglo XVIII en la que se puede leer: "la puerta está abierta para todos, pero mucho más el corazón".
Detrás del Ayuntamiento se encuentra la iglesia del convento de Santo Domingo, construida sobre la antigua iglesia de Santiago. La imagen del peregrino ocupa la hornacina central de la fachada. En el interior se conservan unas tablas pintadas que narran el llamado "milagro del asno del Apóstol".
Cerca de esta iglesia, se encuentra el museo de Navarra, antiguo hospital de la Misericordia, que alberga el retrato del Marqués de San Adrián por Francisco de Goya, la arqueta de Leyre o los capiteles románicos de la catedral.
Nada más entrar en el barrio de San Cernin por la calle Mayor, encontramos la iglesia de San Saturnino o San Cernin, ya que se la conoce con ambos nombres. En la fachada aparece una estatua de piedra de este santo y otra de Santiago peregrino con un niño arrodillado. Esta iglesia es el lugar jacobeo de Pamplona por excelencia. San Saturnino fue el primer evangelizador de Pamplona y maestre de San Fermín, patrón de la ciudad. Pero además, fue el primer obispo de Toulouse, ciudad francesa que da nombre a una de las más importantes vías de peregrinación, la vía tolosana.
La turbulenta historia medieval de la ciudad desempeñó también el papel de fortaleza del barrio de los francos. La iglesia es del más puro estilo gótico francés y se terminó de construir en 1297, en el mismo lugar que ocupó el primitivo templo románico. La magnífica capilla barroca está dedicada a la Virgen del Camino, patrona de Pamplona y protectora de peregrinos.
Continuando por la calle Mayor aparece el palacio Expeleta, construido para los marqueses de San Miguel de Aguayo en 1711. Su fachada, decorada con temas militares y la heráldica de la familia, es la mejor muestra del barroco civil de la ciudad. Haciendo esquina en la salida del barrio de San Cernin, frente a los jardines de la Taconera, se encuentra la iglesia de San Lorenzo, templo contemporáneo pero muy querido para los pamplonicas, porque en él está la capilla de San Fermín, cuya fiesta se celebra durante varios días a partir del 7 de julio. En estas fiestas tienen los mundialmente famosos encierros, que tuvieron en Ernest Hemingway a su particular apóstol.
En los jardines de la Taconera se han reconstruido dos portales, el de San Nicolás y el que da nombre al parque. Un poco más allá se levantan los imponentes muros de la Ciudadela. Esta fortaleza es una de las mejores realizadas en el Renacimiento español. Mandada construir por Felipe II, tenía como función reforzar a Pamplona como enclave estratégico en los conflictos con Francia. El diseño lo hizo el ingeniero Giacomo Pelearo. Empleó para ello un pentágono de lados iguales con un potente baluarte en cada uno de los ángulos. Uno de estos baluartes recibe precisamente el nombre de Santiago. El Camino pasa por la Universidad de Navarra y deja la ciudad cruzando el puente de piedra sobre el río Sadar.
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