El modo de afrontar la muerte por diversos personajes históricos vascos y navarros y en diferentes circunstancias y actividades de su vida profesional ha sido expresada a través de la pintura, tanto al óleo como al grabado. Son destacables las obras relacionadas con seis marinos y militares: Juan Sebastián Elcano, Juan Martínez de Recalde, Lorenzo de Orella y Ugalde, Cosme Damián Churruca, Tomás de Zumalacárregui y Juan Antonio de Urbiztondo; así como las de otros tres religiosos: San Francisco de Javier, San Ignacio de Loyola y San Martín de la Ascensión Aguirre; y hasta un rey navarro: Sancho IV Garcés.
Muerte del rey Sancho Garcés IV de Navarra, arrojado desde una roca en los bosques de Peñalén es un grabado incluido en la obra Compendio de Historia de España, escrita por Miguel Arañó en 1872. Este regicidio fue escenificado también por Félix Lope de Vega en la obra El Príncipe Despeñado.
El rey Sancho IV Garcés de Navarra terminó su reinado de una forma violenta, el 4 de junio de 1074, mediante una conjura tramada por sus hermanos Ermesinda y Ramón para arrebatarle el trono. Funes es una villa navarra de la ribera del río Ebro, en cuyo término se encuentra el barranco de Peñalén. Este rey se encontraba en una cacería cuando su hermano Ramón le empujó por aquel barranco, muriendo despeñado. Motivo por el que pasó a la historio con el nombre de Sancho IV el de Peñalén.
MUERTE DE SANCHO IV DE NAVARRA ARROJADO DESDE PEÑALÉN, POR F. GUEVARA |
Muerte de Juan Sebastián del Cano en su navío es un cuadro de F. Guevara, del año 1920. La escena representa el momento de la muerte del Juan Sebastián Elcano durante la segunda expedición de las islas de las Especierías, dirigida por Jofre García de Loaisa, en 1525.
El marino de Guetaria aparece en su camarote, tumbado en cama, aquejado de una enfermedad irreversible, despidiéndose de sus compañeros en actitud de sufrimiento y duelo. En su testamento aparecen muchas firmas de marineros vascos, entre ellas el del joven Andrés de Urdaneta, descubridor del Tornaviaje décadas después, quien se encargó de redactar el testamento de Elcano.
Este cuadro fue solicitado por la Diputación Provincial de Guipúzcoa en el IV Centenario de la Primera Vuelta al Mundo (1519-22 /1919-22).
MUERTE DE JUAN SEBASTIÁN DEL CANO, POR F. GUEVARA |
La muerte de San Francisco Javier es un cuadro de gran fuerza evocativa de Gregorio Hombrados Oñativia. Es una de las obras más logradas de este pintor guipuzcoano, que supo expresar con intensa emoción el momento de la muerte del evangelizador navarro en cada detalle sobrio y vigoroso.
San Francisco Javier, patrón de Navarra, está tumbado, junto a una Biblia abierta, sujetando una cruz con una mano. Parece querer llevar el mensaje del Evangelio hasta el instante de su muerte.
LA MUERTE DE SAN FRANCISCO JAVIER, POR HOMBRADOS OÑATIVIA |
Últimos momentos del General de la Armada de Lorenzo de Ugalde y Orella, por Gregorio Hombrados Oñativia, es otra de las muchas obras dedicadas a guipuzcoanos ilustres de la historia.
Lorenzo Ugalde y Orella fue capitán de mar y tierra en el combate naval de Cavite de 1646 frente a una potente armada holandesa y gobernador de la isla filipina de Joló. Además había tomado parte en la Expedición de conquista del Sultanato de Joló formado por las islas Mindanao y Joló al mando del capitán general y gobernador de las islas Filipinas, el alavés Sebastián Hurtado de Corcuera, en 1637.
Murió ahogado en aguas de la isla de Samal de Boronjan, en 1650, a consecuencia de un temporal que hizo naufragar el galeón San Francisco Javier que comandaba.
ÚLTIMOS MOMENTOS DE LORENZO DE UGALDE Y ORELLA, POR HOMBRADOS OÑATIVIA |
Muerte de San Ignacio es un óleo anónimo en estilo barroco del siglo XVII. Aparece el santo Ignacio de Loyola tumbado en cama rezando, rodeado de sus compañeros jesuitas de rodillas, los cuales también parecen estar orando o con expresiones de duelo.
En la parte superior de la escena, donde debería dibujarse la pared, aparece el cielo abierto al fundador de la Compañía de Jesús, repleto de ángeles, como si el paraiso le estuviese esperando en el momento final de su vida terrenal para empezar otra celestial.
Ambos elementos de la habitación suelo-pared expresan una dualidad y contraposición: tierra-cielo, vida-muerte, hombre-ángeles; pero a su vez destacan con abundante luminosidad sobre las tinieblas de una habitación oscura.
MUERTE DE SAN IGNACIO |
Muerte de Juan de Recalde es un óleo anónimo en estilo barroco del siglo XVII. El bilbaíno Juan Martínez de Recalde fue almirante de la Armada de Felipe II durante las expediciones a la isla Tercera de 1582 y 1583.
En 1588, tomó parte de la expedición de conquista de Inglaterra, al mando de la Escuadra de Vizcaya. Luchó con valentía a bordo del navío San Juan Bautista en los combates mantenidos con la flota inglesa entre el 31 de julio y el 10 de agosto, en los que su navío sufrió daños de consideración por la acción artillera. Tras desbaratarse la gran armada española, bordeó Irlanda hasta llegar al puerto de La Coruña, fondeando el 7 de octubre.
Su estado de salud no era bueno antes de la partida en Lisboa, pues había padecido el contagio de la epidemia de "modorra" (tifus posiblemente), se venía agravando durante la travesía.
El almirante general Martínez de Recalde falleció en La Coruña rodeado de slgunos de sus compañeros de combate unos días después de su llegada el 23 de octubre.
MUERTE DE JUAN DE RECALDE |
Los mártires de Nagasaki (Die Märtyrer von Nagasaki) fue la primera obra gráfica que describe la crucifixión de un grupo de 26 cristianos en la ciudad de Nagasaki mientras evangelizaban Japón en febrero de 1597. Es un grabado del alemán Augsburg Wolfgang Kilian realizado en 1628.
Los 26 mártires de Japón, liderados por el guipuzcoano Martín de la Ascensión Aguirre, fue el resultado de la orden de persecución a los cristianos asentados en los dominios niponeses del emperador de Toyotomi Hideyoshi.
Martín de la Ascensión acudió apresado al martirio con alegría al saber que moriría como lo hizo Jesucristo luchando por Dios. Cuando vio las cruces en que iban a ser colocados cantó el salmo Bendito el Señor, Dios de Israel, y estando en la cruz cantó con júbilo Alabad al Señor todas las gentes. La escena de este grabado refleja el momento en el que estando crucificado junto a sus compañeros recitando el Gloria al Padre, fue alanceado por el costado. Cuando la lanza se rompió, quedándose dentro el hierro, recibió otra lanzada que acabó con su vida, a los treinta y tres años de edad.
LOS MÁRTIRES DE NAGASAKI |
Muerte de Cosme Damián Churruca es un óleo sobre lienzo de Eugenio Álvarez Dumont realizado en 1892, perteneciente al Museo del Prado en Madrid.
El brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza falleció al mando del navío San Juan Nepomuceno en el combate de Trafalgar, que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805. Enfrentaba a las flotas aliadas española y francesa contra la inglesa en aguas próximas al cabo Trafalgar.
Durante el enfrentamiento, una bala de cañón entraba en la cubierta de su navío, impactó en su cuerpo y le arrancó de cuajo la parte inferior de la pierna diestra, mientras era asediado por seis navíos del almirante Horatio Nelson. Tras una cura de urgencia hecha por los galenos en medio del fuego cruzado, se negó a retirarse de la cubierta, aún a sabiendas de que le quedaba un suspiro para fallecer. Sentado en una silla y con el muñón inserto en un balde de harina para mitigar la sangría, continuó la defensa de la nave en una atmosfera de fuego, humo, pólvora, ráfagas y griterío, mientras su vida se desvanecía en medio de aquel histórico combate.
MUERTE DE COSME DAMIÁN CHURRUCA, POR EUGENIO ÁLVAREZ DUMOT |
Visita de don Carlos a Zumalacárregui en Durango es un grabado que aparece en la obra Memoria facultativa sobre la herida, enfermedad y muerte de Zumalacárregui de Vicente González de Grediaga.
El fallecimiento del teniente general Tomás de Zumalacárregui ocurrió el 24 de junio de 1835, pocos días después de poner sitio a Bilbao, el 15 del mismo mes, durante la Primera Guerra Carlista. Había sido herido sin gravedad aparente en la pierna derecha desde el balcón del palacio de Begoña. Fue trasladado a Durango donde se encontró con el pretendiente al trono Carlos María Isidro, quien le envió a sus cirujanos y le aconsejó la extracción de la bala allí mismo.
Sin embargo, el líder carlista quiso ser operado en la casa de unos familiares en Cegama, donde le podría atender su curandero de confianza que conoció durante la Guerra de la Independencia española dos décadas atrás: José Francisco Tellería. Ocho días después, pudieron extraerle la bala, pero ya era tarde, la herida se había infectado. Al día siguiente, su salud empeoró de forma notable, sufriendo fiebres y delirios, y horas después el teniente general fallecía.
VISITA DE DON CARLOS A ZUMALACÁRREGUI EN DURANGO |
Muerte de general Urbiztondo en palacio es un grabado que aparece en la obra El último Borbón, de Altaldill. El guipuzcoano Antonio de Urbiztondo y Eguía había sido general durante la Primera Guerra Carlista al lado de bando tradicionalista y participó en el Convenio de Vergara junto a Maroto. Después fue capitán general y gobernador de las islas Filipinas.
El 13 de octubre de 1856, entró a formar parte del Gobierno constituido por el general Narváez, en calidad de ministro de la Guerra. Seguía reinando Isabel II, quien pocos meses después fue declarada embarazada del futuro rey Alfonso XII. En este contexto político, en extrañas circunstancias y en total misterio, el general Urbiztondo murió en 1866.
En el libro El último Borbón. Historia dramática de Isabel II, escrito por Antonio Guzmán de León, en 1869, pseudónimo tras el cual se ocultaba Antonio Altaldill, su capítulo CLI se titula Un asesinato en Palacio. Altaldill explicaba que Urbiztondo aún no había abandonado sus ideales absolutistas de su juventud, y estaba involucrado en una trama para derrocar a los reyes Isabel II y Francisco, y el autor de la muerte fue un instrumento de una maniobra política para eliminar a los oponentes de la Monarquía, tal vez un mercenario o un soldado.
MUERTE DEL GENERAL URBIZTONDO EN PALACIO |
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