15/10/2021

Francisco Antonio de Elorza y Aguirre


Mariscal de campo de Artillería, director de las fábricas de armas de Marbella, El Pedroso, Trubia y Oviedo, e impulsor de la siderurgia en España de mediados del siglo XIX

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FRANCISCO ANTONIO DE ELORZA Y AGUIRRE

Francisco Antonio de Elorza y Aguirre Balzategui y Lizaur nació en 1798, en Oñate, más concretamente al lugar de Araotz, donde su familia tenía su casa solariega Aguirre Garaikua. Araotz es el núcleo de población más alejada de Oñate, en el camino que va al Monasterio de Aránzazu o las cuevas de Arrikrutz. Era hijo de Tomás Elorza y Balzategui y María Josefa de Aguirre y Lizaur, y sus hermanos eran José, Ángel y Celedonia, siendo Francisco Antonio el segundo de los cuatro.

En 1811, a la edad de trece años ingresó como en el Colegio de Artillería de Segovia, en plena Guerra de Independencia española, ubicado provisionalmente en Mallorca. Tres años después, se licenció como subteniente.

En 1820, secundó la sublevación del general Rafael Riego en Cabezas de San Juan para imponer la Constitución de Cádiz de 1812. Tres años después, tuvo que combatir en varias ciudades contra la entrada desde Francia de los Cien Mil Hijos de San Luis para restaurar el antiguo régimen. La vuelta del absolutismo de Fernando VII le supuso el exilio en varios países de Europa.


Durante seis años, estuvo viviendo y trabajando en Bélgica, Prusia, Francia, Piamonte e Inglaterra, donde se estaba desarrollando una revolución industrial. Fue una etapa de formación profesional de dedicado al estudio de la siderurgia, especialmente en la Universidad de Lieja, ampliando sus conocimientos de metalurgia, ciencias naturales y explotación de minas.

CASA SOLAR AGUIRRE-GARAIKUA E IGLESIA DE ARAOTZ

En 1829, el rey Fernando VII le permitió el regreso a España. Su primer cometido como experto metalúrgico fue la rehabilitación de las instalaciones siderúrgicas de Marbella (Málaga), de Manuel Agustín Heredia, un empresario pionero en la industrialización de España.

En 1832, se le encargó la dirección de las minas y fábricas de hierro de El Pedroso (Sevilla) y, al tiempo, organizó la explotación del carbón de Villa del Río.

Tras la instauración de la Constitución de 1833 por Isabel II y el decreto de amnistía a los liberales exiliados, Elorza pudo recuperar su rango militar, pero prefirió continuar su carrera profesional involucrado en la Fábrica de Hierros de El Pedroso.

En 1843, fue requerido para redactar de un análisis sobre las posibilidades de rehabilitación de la antigua Fábrica de Armas de Trubia (Asturias), por encargo de Francisco Javier Azpiroz y Jalón, director general de Artillería. Describió las estrategias de actuación que iría implementando en los siguientes años. Aquella memoria debió convencer a la Dirección General de Artillería, pues al año siguiente fue nombrado director. El objetivo era rehabilitar una fábrica en estado ruinoso, fundada en 1892, en un modélico complejo industrial que elaborase cañones de artillería y municiones a través de la fundición de hierro colado.

Mientras Elorza ejercía su función en Trubia, realizaba algunas visitas a fundiciones y fábricas de ciudades europeas, así como a cuerpos de artillería de sus ejércitos. Esto le hizo aumentar su capacidad de trabajo y formación científica para adoptar en España aquellos avaneces tecnológicos.

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FRANCISCO ANTONIO DE ELORZA Y AGUIRRE

En una primera etapa, Elorza hizo construir nuevos y más amplios talleres, así como las instalaciones administrativas, logísticas y habitacionales para los trabajadores. Para mejorar la fuerza motriz de estos talleres, se ensanchó el canal y se construyó una nueva toma de agua, modificando la presa que dirigía las aguas del Trubia.

Otra medida complementaria fue la explotación de las mimas de Riosa de carbón mineral, desde 1846, imprescindible para la fundición. Fue necesaria la mejora en las comunicaciones tanto por carretera como por vías férreas para el transporte del carbón desde Riosa hasta Trubia, y desde ahí hasta Oviedo, que incluía puentes en los ríos Trubia y Nalón. Se hizo necesaria la repoblación forestal de la comarca con especies de arbolado traídas del extranjero. Su anterior funcionamiento había utilizado de forma masiva el carbón de leña deforestando los bosques cercanos.

Por iniciativa de Elorza, comenzaron a construirse las instalaciones del primer alto horno de España, cuyo primer horno fue llamado Daoíz, en 1848, y el segundo fue Velarde, al año siguiente. Allí se fabricaron cañones para la Real Marina española, en horno con reverbero y con molde de arena y polvo de cok. Sin duda, Trubia fue su gran obra.

Junto a estas instalaciones, Elorza montó dos talleres de moldería de piezas de máquina y de adorno, de fundición de proyectiles, de fabricación de aceros y de limas, el de afino, el de elaboración y estirado de hierro dulce, la forja con cilindros de los cañones para armas portátiles y talleres para corazas, revólveres y ladrillos refractarios.

A partir de 1849, la fábrica estaba en pleno funcionamiento, suministrado gran cantidad de cañones y obuses de plaza fuerte, de costa y de marina, en horno de reverbero y con molde de arena y polvo de cok.

FÁBRICA DE ARMAS DE TRUBIA

En 1850, fundó la Escuela de Artes y Oficios, dividida en dos secciones. La Escuela de Formación Profesional Obrera debía impartir instrucción técnica a los futuros empleados de base, así como a los maestros y jefes de taller de la fábrica de Trubia. Esto permitió formar una continua cantera de profesionales especializados en los modernos procesos de fabricación aplicados al establecimiento asturiano. La otra sección fue el Taller de Escultura centrado en la producción artística de estatuas y bustos modelados en bronces y otros metales. Al otro lado del río Trubia, Elorza hizo construir el barrio obrero, compuesto por viviendas para los trabajadores del centro y sus familias.

En 1851, Elorza realizó un fructífero viaje por Europa. A su vuelta, introdujo en España novedades tecnológicas como la fabricación de cañones de fusil con cilindros laminados, así como la artillería rayada y de retrocarga.

Fue uno de los varios que hizo durante estos años, visitando fundiciones y fábricas de las ciudades más industrializadas, manteniendo contactos con los ejércitos más avanzados en tecnología, y asociándose a las academias industriales más prestigiosas. Gracias a estas misiones pudo conocer innovaciones tecnológicas sobre procesos de fabricación, que fue implementando en las fábricas que gestionaba.

FÁBRICA DE ARMAS DE OVIEDO Y FRANCISCO ANTONIO DE ELORZ

Entre 1855 y 1859, Elorza también se encargó de la reforma y puesta en marcha de la Fábrica de Armas Portátiles de Fuego de Oviedo, cargo que abandonó en 1861. Reorganizó los diferentes talleres gremiales, sentando las bases de la fabricación mecánica de las armas portátiles en España.

Todos aquellos esfuerzos se vieron recompensados en las Exposiciones Universales de París en los años 1855 y 1859, ganando las medallas de plata y bronce, respectivamente, para las comisiones industriales españolas que Elorza representaba. Además, consiguió numerosas distinciones militares y civiles, tanto nacionales como extranjeras.

En 1863, abandonó su actividad industrial en Asturias al ser ascendido a brigadier de Artillería. Pasó a la Junta Superior Facultativa, donde continuó a pesar de su promoción a mariscal de campo, en 1864.br />
Murió en 1873, a los 75 años, de los cuales dedicó casi 40 a la modernización de los establecimiento fabriles de material y armamento de España.

ESCUELA DE FORMACIÓN PROFESIONAL Y FRANCISCO ANTONIO DE ELORZA

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