11/09/2021

Batalla de Velate de 1512 y los doce cañones del escudo de Guipúzcoa


Tras la toma de Navarra por parte del duque de Alba en 1512, Luis XII de Francia intentó arrebatar el reino del poder de Castilla restituyendo al monarca navarro, que se había refugiado en Bearn. Apoyado por un ejército francés al mando del general La Palice, y por los navarros del bando de los agramonteses. El rey Juan III de Albret consiguió retomar el terreno perdido hasta llegar a Pamplona, sin llegar a conquistarla. Incapaces de tomar la ciudad, las fuerzas franco-agramontesas, unos 12.000, comenzaron a replegarse perseguidas por las tropas castellanas.

El ejército franco-agramontés, tras el fallido sitio y asalto de la ciudad de Pamplona y ante la llegada del invierno, procedió a replegarse hacia Baztán, hostigado por las fuerzas castellanas al mando del capitán Charles de Góngora, navarro del bando beaumontés. Góngora capturó a unos centenares de los rezagados y volvió a Pamplona, donde arrastró las banderas de los vencidos.

Fue entonces cuando el duque de Alba extendió órdenes a las tropas guipuzcoanas de Diego López de Ayala para que cortaran el camino en huida hacia Francia a los expedicionarios. Eran en su mayoría guipuzcoanos a las órdenes de los señores de Lizaur con trescientos lacayos y otros al mando de Garci Martínez de Berástegui, señor del linaje de Berástegui. Pero las fuerzas forales de Gipuzkoa, que en total eran 3.500 efectivos, estaban al mando supremo del oñacino Diego López de Ayala y al servicio del Reino de Castilla.

PUERTO DE BELATE

A la salida del valle de Baztán, en tierras de Navarra, los invasores estaban apostados ocupando todas las barrancadas, caminos y desfiladeros. Se trataba de un grupo de lansquenetes alemanes, medio muertos de frío y de hambre, que querían a todo trance ganar la frontera francesa. Otras fuentes confirman que en realidad fueron parte de las fuerzas expedicionarias franco-agramontesas. Cuando los guipuzcoanos entraron en combate en el puerto de Belate, estas fuerzas huyeron en desbandada abandonando su artillería: unos 12 cañones; que fueron capturados. La batalla de Velate tuvo lugar un 7 de diciembre de 1512.

En una de las versiones se cuestiona la existencia de una verdadera batalla, tratándose simplemente de una emboscada sin lucha y una posterior toma de los cañones.

Como premio por esta victoria, la reina Juana de Castilla otorgó el privilegio de incorporar la representación de los 12 cañones capturados en la batalla al escudo de Guipúzcoa al año siguiente, en 1513. Los cañones permanecieron en el escudo de Guipuzcoa durante más de 400 años, testigos de la participación de los guipuzcoanos en la conquista de Navarra, del lado de Castilla y a las órdenes del duque de Alba.

En 1516, a la villa de Fuenterrabía se le otorgaron 112.000 maravedís en las alcabalas por los servicios prestados por dicha batalla.

Dichas armas se incorporan de igual modo a diversas familias guipuzcoanas y actualmente se conservan en los escudos de las poblaciones de Antzuola y Zizurkil.

ESCUDOS HISTÓRICOS DE GUIPUZCOA

Todos los cronistas de la época recogen la participación de los guipuzcoanos en este enfrentamiento entre castellanos, vascos y navarros beaumonteses por un bando, y franceses, gascones y navarros agramonteses por el otro. Estos son algunos documentos existentes.

El cronista del duque de Alba, Correa, publicó en 1515:
"El Señor de Lizarza (Lizarza_buru), uno de los nobles guipuzcoanos que trataba de hostigar la retirada del ejército navarro-gascón con unos trescientos ballesteros, sorprendió en las estribaciones de Velate a un grupo de alemanes con parte de la artillería empleada días atrás para batir los muros de Pamplona. Los lansquenetes alemanes, creyéndose atacados, se dieron a la fuga, no sin dejar dos artilleros que cubrieron su retirada abriendo fuego contra los guipuzcoanos, quienes cuerpo a tierra evitaron los proyectiles. Al rato, se acercaron, y Lizarzaburu al ver las piezas abandonadas, gritó ¡España, España!

Poco después llegó otro noble guipuzcoano, el señor de Berástegui, a quien Lizarzaburu encomendó la artillería para perseguir a los que huían. Alcanzó a muchos, hambrientos y helados, matando a más de un millar de ellos.

Posteriormente llegó Diego López de Ayala, líder oñacino y alcaide de la fortaleza de Fuenterrabía, que mandó un mensaje al Duque de Alba para el envío de dos centenares de mulas para bajar las piezas artilleras a Pamplona."

Mártir de Anguería, secretario de Fernando el Católico, relató de la participación de 3.000 guipuzcoanos y alaveses, reclutados por el gobernador y capitán general Juan Silva, que avanzaban con intención de cerrar el paso al ejército que huía. Medio centenar se adelantaron a los desfiladeros, cuando el grueso del Ejército navarro-gascón lo había atravesado. Aun así, sorprendieron a un grupo de alemanes que, agotados por el frío, el hambre y el cansancio, se dispersaron sin ofrecer ninguna resistencia, abandonando diez cañones y arrojando una de las piezas más pesadas a un barranco.

Pablo Gorosabel, historiador guipuzcoano del siglo XIX, narraba lo siguiente:
"En tanto el Rey Católico escribió a la provincia (de Guipúzcoa) desde Logroño en fecha 1º de Diciembre del mismo año 1512 una carta en la que encargaba a estos naturales cortasen la retirada al enemigo o a lo menos le hiciesen todo el daño posible. No era posible reunir y arreglar tan repentinamente, como el caso lo exigía, todas las fuerzas de guipuzcoanos que se deseaban; muchos de estos se hallaban por otra parte sirviendo en las escuadras de su Majestad e inglesa. Acudieron no obstante al lance de que se trata 3500 hombres, entre los que se hallaba la compañía de Tolosa, cuyo contingente llegaba a unas 1500 plazas; y pasando por las villas de Lesaca y Vera, llegaron el 7 a las montañas de Belate y Elizondo, donde el día 13 derrotaron al ejército francés, apoderándose de 12 cañones que llevaba, matando e hiriendo a muchos. En tan gloriosa jornada la compañía de Tolosa estaba mandada por Alberto Pérez de Rexil, vecino de la misma villa..."

En 1518, los Parientes mayores de Guipúzcoa se atribuyeron todo el mérito de la batalla:
"... mismo en las guerras de Navarra en el campo de Velate contra don Juan de Labrit —que Dios aya— e su gente, cuando se le quitó la artillería, notoria cosa es quién tubo el esfuerzo de la delantera, porque toda la gente común quiso huir y dejar yr a los franceses con su artillería, pero algunos Parientes Mayores con sus aliados tuvieron esfuerzo de tomar la delantera y pasar adelante y tomar a afrenta e riesgo de muerte donde después se esforzó la gente común, e se les quitó la artillería a los dichos franceses, e se dio las armas (por) Sus Altezas primero a los Parientes Mayores que se conteçieron y después a la Provincia, como quiera que los dichos Parientes Mayores estan en suplicaçion por merecer las dichas armas primero que la Provincia."

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BATALLA DE BETALE, POR JERÓNIMO LARREA

La crónica Le Loyal Serviteur, en su capítulo IV, páginas 100-101, dice así:
"... dejaron con el artillería dos hombres ligeros que le pegasen fuego contra el señor de Lizaur y su gente; porque en tanto ellos se pudiesen salvar, faciendo pago con el artillería. Hobo efecto el engaño de los alemanes; porque el artillería jugó y los guipuscuanos se tendieron en el suelo: así el artillería no los pudo cojer; y como el estrepido y humo fuese grande, y muy espeso, a gran paso los alemanes se pudieron poner en lugar seguro. El señor de Lizaur cuando vido que el artillería no jugaba, primero creyó que algún engaño fuese; mas como viese que tardaban en tirar, y nengún temor de gente oyese, él solo abajó, secreto entre las matas, viendo el artillería sola arremetió a ella con gran alegría diciendo España, España: los suyos a las voces abajaron a él y cabalgaron en el artillería. En esto llegó el señor de Velástegui, al cual Lizaur encomendó el artillería; y él con sus hombres siguió a los alemanes; y aunque todos estaban en salvo, algunos con la gran hambre, no pudieron caminar, fueron alcanzados e muertos; otros muchos fallaron abrazados con los troncones de los árboles, en ellos los dientes fincados y muertos de hambre: otros mordiendo en la tierra ya espirando: fasta mil alemanes se supo ser muertos de hambre y de hierro, en solo aquel día, y de frío; que como los cuerpos tomaba vacíos el yelo fácilmente los penetraba. Diego López de Ayala, que en las angosturas de los montes estaba esperando los franceses, supo como por cima de sierra caminaban, y no pudiendo más facer se volvía, y en el camino supo ser el artillería perdida de socorrella porque los franceses no volviesen por ella: dio con su llegada gran esfuerzo al señor de Lizaur y al señor de Velástegui; y luego Diego López proveyó luego como él lo escribió y embiole docientas acémilas cargadas de pan y vino y carne, y con ellas seiscientos infantes de Alava para que con el artillería viniesen, y Diego López se fuese a poner recaudo en Fuenterrabía. Pues como las acémilas llegaron, a gran priesa, fueron cargados los tiros y vinieron a Pamplona lunes que fueron trece de diciembre de quinientos y doce años; la cual entró en esta orden. Venían en la delantera quinientos lacayos guipuscoanos que tomaron el artillería: luego venían doce piezas ocho sacres y dos cañones y dos culebrinas, que eran las doce piezas. Estas cuatro piezas mayores estaban llenas de cruces de Jerusalén que el rey Carlos (VIII de Francia) había fecho cuando, so color de conquistar a Jerusalén, tomó a Roma y a Nápoles y toda Italia; algunos creían que estas cuatro piezas eran del Duque de Loreina que se llama rey de Jerusalén: tras el artillería venían quinientos vizcaínos, que Diego López de Ayala embió con ella para mayor seguridad: la retaguardia traían los albaneses que el Duque embió. El Duque como supo que el artillería venía, cabalgó con los caballos que con él estaban aunque eran pocos, que los más se habían ido ya: unos que siendo gentiles hombres, se eran idos por se hallar en el alarde de Logroño: otros que se habían ido con Fonseca y con el comendador mayor de Castilla. Y así recibida el artillería, en su corazón daba gracias a Dios porque, al tiempo que más que más sin pensallo estaba, le había traído a sus manos la mejor parte del ejército francés. Quejábase porque al tiempo que él quería dar en los enemigos, donde esperaba con ayuda de Dios fácilmente desbaratallos, le había faltado el poder; más no podiendo remediar a lo ya pasado habló amorosamente al señor de Lizaur y al señor de Velástegui, porque como valientes hombres habían quitado el artillería a los franceses, prometiéndoles mercedes, las cuales el rey confirmaría. El artillería fue metida en palacio del Rey con muy grande alegría de la gente.

Por esta acción de Belate la reina doña Juana hizo añadir al escudo guipuzcoano el cuartel de los doce cañones."

ESCUDO HISTÓRICO DE GUIPÚZCOA

2 comentarios:

  1. El municipio vizcaíno de Baracaldo también tiene doce cañones en su escudo:

    https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Escudo_de_Barakaldo.svg

    No he encontrado su relación con el episodio de Velate. ¿Sabes algo?

    Enhorabuena por el blog. Un abrazo.

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    1. No sé nada de esa relación pero tendré que investigarlo. Muchas gracias por comentar.

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