Teobaldo
I fue el primer rey navarro perteneciente a una de las dinastías francesas que
reinarían en los últimos siglos de la Edad Media. Su experiencia política
comprendía cinco años como titular del Condado de Champaña al que accedió contra
un cúmulo de adversidades. Había participado en coaliciones contra el rey
francés, luego cambió de postura a favor de la reina gobernadora de Francia,
Blanca de Castilla, cuando esta se hizo cargo del reino en la minoría de edad
de su hijo Luis. Por el contrario, su prima, Alix de Chipre, le consideró un
usurpador del trono, reclamándole la Campaña. Finalmente, la intervención de su
madre, Blanca de Navarra, consigue que el papa de Roma declarase a Alix como hija
bastarda y la nulidad de cualquier pretensión al condado. Toda esta fue su
experiencia política antes de ser rey navarro.
Estaba
dotado de gran talento político y ambición, aunque en Navarra se decidió más
por la estrategia de la conciliación que por la implacable resolución que
también poseía. Además, tenía dotes de trovador, ya que escribió unas
quinientas cuarenta canciones y compuso cuatrocientas diez melodías. Por eso,
fue llamado Teobaldo I el Trovador.
Fue
requerido para el cargo de rey de Navarra con el designio de recuperar Álava y
Guipúzcoa, al igual que hubiese querido hacer su tío y predecesor
Sancho VII. Pero la recuperación de las tierras perdidas para Navarra también
incluía las de Tierra Santa para la Cristiandad, a petición del papa Gregorio
IX.
TEOBALDO I DE NAVARRA |
El
8 de mayo de 1234, un mes después de la muerte de Sancho VII el Fuerte, el
conde de Champaña Teobaldo IV juró los fueros del reino y accedió al trono
alzado sobre el pavés o escudo por los ricos hombres navarros como Teobaldo I
de Navarra. A su vez, esos magnates y miembros de la alta nobleza juraron
fidelidad a su proclamado rey.
La
primera acción que tomó Teobaldo fue la de establecer una alianza con el rey
Fernando III de Castilla, negociada por sus delegados en Almazán y Logroño. El
primer objetivo era protegerse de cualquier reclamación del Reino de Aragón
ante el pacto de prohijamiento entre Sancho VII y Jaime I. Además, se acordó
que la hija de Teobaldo, Blanca, se uniese en matrimonio con el infante
castellano, el futuro Alfonso X el Sabio. El primogénito de ese enlace real heredaría
ambos reinos. Y, en el caso de que Teobaldo tuviese un hijo varón, este
recibiría tan solo el Condado de Champaña. Además, Teobaldo recibiría la
Provincia de Guipúzcoa.
Pero
Teobaldo tenía un mayor interés en vincularse con Francia que con Castilla. A
inicios de 1235, regresó de Pamplona a Provins y casaba a Blanca con Juan el
Rojo, conde de Bretaña. Renunciaba así a cualquier opción a recuperar Álava y
Guipúzcoa para el Reino de Navarra, generando un conflicto con el Reino de
Castilla. Esta relación de enfrentamiento pudo solucionarse en 1237, cuando el
papa Gregorio IX exigió a Fernando III mediante bulas que mantuviese la paz con
Teobaldo, al que necesitaba para una nueva cruzada.
Respecto
al obispado de Pamplona, tuvo que esperar a la muerte del obispo Pedro Remírez
de Piédrola para trasladar la sepultura de su tío Sancho VII a la Iglesia
colegial de Roncesvalles. La máxima autoridad eclesiástica del reino se negaba
a ser trasladado de la Catedral de Pamplona, lanzando un interdicto de excomunión
contra los que se atrevieran a hacer el traslado.
TEOBALDO I DE NAVARRA |
Sancho
Fernández de Monteagudo, uno de los ricos hombres, introdujo a Teobaldo en las
relaciones políticas con los diversos estamentos nobiliarios.
Entre
1236 y 1237, realiza concesiones patrimoniales a diversos señores de Olite y
Sangüesa. En Tudela, en cambio, tuvo problemas a causa de algunas revueltas de
cristianos contra judíos, dos años antes.
En
Obanos tuvo lugar la Junta de los Infanzones de Obanos para afirmar sus
derechos. Se trataba de una defensa del estatus social y privilegios de los
infanzones, quienes adoptaron como lema inscrito en el sello de su junta: "Pro
libertate patria gens libera state"; (Estad preparados, la gente libre a favor
de la libertad de la patria). Se trataba de una especie de declaración de
libertad, tomada con la misma consideración que la Carta Magna inglesa de 1215,
supuesto documento fundador de libertades inglesas, que tan solo era una
declaración de privilegios nobiliarios. La Junta se había autorizado la
potestad de juzgar crímenes, pero Teobaldo había tomado a los rico hombres como
rebeldes y agitadores sociales.
Pero
Teobaldo I quería llegar más allá con la cuestión de los privilegios
estamentales. Había jurado los fueros, pero deseaba conocer cuáles eran las
obligaciones y derechos que cumplían los ricos hombres e infanzones del reino.
En enero de 1238, organizó una comisión formada por diez ricos hombres, veinte
caballeros, diez religiosos, más el obispo y el rey. Su objetivo era la
redacción de una precisa recopilación y sistematización de fueros cuyo
resultado fue el Fuero Antiguo de Navarra.
Los
artículos del Fuero Antiguo se ocupan de la sucesión real, el gobierno, los
derechos de los ricos hombres, la justicia de éstos y de los infanzones, y la
regulación de los derechos hereditarios de unos y otros. En caso de que el rey
no tuviera hijos ni hermanos o hermanas legítimas, los ricos hombres y los
infanzones caballeros y el pueblo de la tierra tenían la potestad de elegir rey.
Reafirmaba el principio electivo del rey.
FUERO DE NAVARRA
Para
aumentar su poder real en detrimento de los ricos hombres, fue reduciendo las
atribuciones gubernamentales de las tenencias, y traspasándolos a sus
funcionarios, concretamente a sus merinos, quienes asumían la justicia en
nombre del rey. En otras ocasiones fue el mismo Teobaldo quien impartía
justicia directa, como en el conflicto entre los vecinos de los valles de Aezcoa
y de Salazar, que se diputaban un lugar llamado Zozaoz. En este caso, primero
les prohibió tomarse la justicia por su cuenta, después impuso el pago de
multas colectivas que debían pagar infanzones y labradores culpables.
Incrementó
su jurisdicción real incorporando a su realengo Etayo, Artajo, Oco, Gallipienzo
y el valle de Lónguida, entre los años 1234 y 1237. La concesión de fueros a
Mirafuentes y Ubago, en 1236, o los que confirmó reducían las condiciones de servidumbre
de los nobles sobre los habitantes y sus propiedades. Benefició a las villas
mediante la simplificación y unificación de los tributos y abolió normas
consuetudinarias fuera de cualquier lógica.
Introdujo
mejoras en las estructuras económicas del reino. Atrajo a buen número de
agricultores franceses. Se le atribuye el llamado Cartulario de don Teobaldo,
que reúne los documentos de corte, que supone un notable avance administrativo
de la época.
Fue
continuista de la política de Sancho VII de buscar nuevos vasallos en la
frontera pirenaica. En 1237, Arnal Guillén de Agramunt le hizo homenaje y le
prestó vasallaje a cambio de prestarle su castillo al rey en caso de necesidad
ante una guerra. Otro lugar y castillo, el de San Esteban de Monjardín, fue
puesto a disposición del obispo de Pamplona.
SELLO REAL DE TEOBALDO I CON LAS ARMAS DE NAVARRA Y SU ESCUDO PERSONAL COMO CONDE DE CHAMPAÑA |
Trataba
de encontrar aliados que defendieran el reino ante una posible ausencia, ya que
como alto señor feudal de Francia se hacía necesaria la visita al Condado de
Champaña en varias ocasiones. En total fueron seis los viajes que realizó al
reino, con un estancia neta de seis años y medio.
En
1238, viajó a Champaña para revolver asuntos de su condado y recoger las huestes
francas, que le habían de acompañar en su cruzada a Tierra Santa promovida por
el papa. Teobaldo I sabía comprometer a sus hombres mediante la lectura de unas
estrofas de la canción LIV de su cancionero.
Según
las crónicas, a estas tropas de Champaña les siguieron unos cuatrocientos
navarros, que desembarcaron en algún lugar de Asia Menor, todavía en poder de
Bizancio. Se puso en marcha hacia Antioquia, en Siria, cruzando los montes
Tauro, donde tuvieron un primer enfrentamiento con musulmanes que bloqueaban el
paso. Tras aprovisionarse en Antioquía, la expedición de Teobaldo llegó a San
Juan de Acre. Una vez allí comprobó que la cruzada se estaba echando a perder,
ya que una hueste cristiana decidió proceder contra Egipto, atacaron Gaza y
fueron derrotados en las dunas y pantanos por un Ejército de Egipto. Jerusalén
se perdió en julio de 1244, pero Teobaldo ya estaba en Navarra.
A
su vuelta, continuó su política de influencia sobre ciertas comarcas de
Utrapuertos, que se oponían al rey de Inglaterra. En 1243, la villa de Urt se
entregó tomándole por rey. Un años después, Teobaldo recibió el homenaje de Raimundo
de Guillén, vizconde de Soule. Durante su ofensiva de los años 1243 y 1244,
tomó el castillo de Montferrant y atacó Bayona. Cuatro años más tarde, recibió
el homenaje de vizcone de Tartas, Ramón Arnalt, por el castillo de Vieillenave
junto con la tierra de Mixa y Ostebaret. Todos estos homenajes eran hostiles al
rey de Inglaterra, pero Teobaldo I y Enrique III llegaron a firmar treguas en
los años 1248 y 1249.
Teobaldo
I murió en 1253, en el palacio del obispo de Pamplona, Pedro Jiménez de
Gazólaz. Dejaba a su hijo Teobaldo II como sucesor al trono navarro, el cuarto
de los seis hijos que tuvo con Margarita de Borbón, su tercera esposa.
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