28/11/2023

Napoleón y José Bonaparte en Vitoria


En 1808, se produjeron la invasión de las tropas napoleónicas sobre España y Portugal, las abdicaciones de Bayona de Carlos IV y Fernando VII, y el inicio de la Guerra de la Independencia española. Una serie de acontecimientos patrióticos como el Levantamiento madrileño del 2 de mayo o la victoria del Ejército español en Bailén hicieron retroceder al Ejército invasor desde Madrid y la meseta castellana hacia la zona norte central peninsular.

Una vez completada la retirada francesa al valle alto del Ebro, ocupaban la mayor parte del País Vasco y Navarra, cuyo reducto estaba formado por 65.000 militares al mando del mariscal Jourdan. Los ejércitos regulares españoles superaban en número de efectivos a los invasores en proporción de casi tres a uno y rodeaban a los ejércitos napoleónicos en el centro norte peninsular, pero carecían de un mando único, de coordinación y de un plan estratégico. Las tropas napoleónicas también estaban mal coordinadas y carecían de un plan defensivo.

NAPOLEÓN Y JOSÉ BONAPARTE EN VITORIA

Entonces, cada vez eran más las villas y ciudades que se levantaban en contra de la autoridad del supuesto e ilegítimo rey de España, José I Bonaparte, tanto en Navarra y País Vasco como en el resto de España. Por ejemplo, los funcionarios de Hacienda de San Sebastián o el cónsul español de Bayona se declararon a favor de los insurgentes, lo mismo que la Diputación de Navarra el 30 de agosto.

La capital vizcaína se alzó contra el rey intruso el 5 de agosto, pero fue recuperada el 16 en lo que fue el Sitio de Bilbao de 1808, con un coste de 1.200 militares franceses.

Se organizaron las primeras partidas de guerrilleros que actuaron desde Miranda de Ebro hasta Irún, cortando las comunicaciones francesas en una línea estratégica que partía desde Bayona hasta Lisboa, pasando por Tolosa, Vitoria, Miranda o Salamanca. El pueblo ayudaba a las guerrillas y actuaban como insurgentes, según escribieron generales y autores franceses en sus memorias: Gonneville, Reisert, Jourdan, Naylies, Girardin, Fantin, Abrantes, Blaze, etc. El propio José I llegó a reconocerlo:
"La unanimidad de los españoles es tan que no encontramos a un solo espía. Dieciséis días hace que salimos de Madrid y en este tiempo no he recibido ni una sola confidencia. Ningún español quiere servir contra los insurgentes."

ENTRADA DEL EJÉRCITO NAPOLEÓNICO EN VITORIA

En la ciudad de Vitoria, José I estableció su capitanía general, pues ya existía una fuerte guarnición militar. Permaneció desde el 23 de septiembre hasta el 11 de noviembre de 1808, intentando construir su Estado inexistente. Emitía decretos y hacía nombramientos, aunque la situación militar no fuese muy esperanzadora. Los testimonios de la época aseguran que José I no fue un gobernante cruel y corrupto, pero tampoco un carismático líder. Se ocupaba más en diseñar su futuro reino que en resolver la delicada situación del presente, cuando no a dar rienda suelta a sus placeres privados. Deseaba amar a los españoles y ser amado por ellos, especialmente por ellas. Estaba casado, pero su esposa Julia Clary vivía en Nápoles, lo que le permitía un amplio margen de acción.

En Vitoria se instaló en el Palacio de Montehermoso, una mansión perteneciente a estos marqueses. El inmueble había sido restaurado, disponía de una estupenda biblioteca y un hermoso jardín, era la mejor casa residencial de toda Vitoria. Había sido construido en 1524, en un estilo gótico-renacentista, a iniciativa del licenciado Hortuño Ibáñez de Aguirre, miembro del Consejo Real de Castilla y de la Inquisición, y su esposa María de Esquível y Arratia.

El erudito y estadista prusiano Wilhelm von Humboldt, hermano del científico hispanista Alexander von Humboldt, comprobó la importancia de la biblioteca del palacio que albergaba una gran cantidad de obras, entre las que se hallaban todas las de la Ilustración. Refiere Humboldt que en sus estantes encontró "el Diccionario de Música de Rousseau con el título oculto: así se persigue lo más inocente si lleva ese apellido".

PALACIO DE MONTEHERMOSO

El conde Louis Stanislas de Girardin, secretario real de José I, escribió en sus Memorias que un día de agosto, José I vio en su cuartel residencial a una criada de piel morena, pelo y ojos negros, y unas facciones corporales que le cautivaron de sobremanera. Fue tal su entusiasmo por doncella alavesa que envió a su criado y alcahuete, un italiano llamado Cristóbal, para que le ofreciese 200 napoleones a cambio de hacerle una visita personal. El tesoro napoleónico había acuñado unas monedas de oro y plata con valores faciales que oscilaban desde 40 francos hasta 1 solo, que eran llamadas napoleones por la efigie que llevaba en relieve. Un napoleón de oro de 20 francos equivalía a unos 70 reales españoles; y un napoleón de plata de 5 francos equivalía a unos 18 reales. Suponiendo que se tratase de esta última moneda y de menor valor, el rey intruso estaba ofreciendo 3.600 reales a la joven a cambio de prostituirse una sola noche y perder la virginidad.

El criado Cristóbal explicó a la criada de los marqueses de Montehermoso tanto la invitación como la oferta económica. Ella pertenecía a una cultura que reprimía cualquier interacción sexual antes del matrimonio, debido a la exigencia de llegar virgen a la noche de bodas. Ante tal proposición indecente, consultó el asunto con su señora marquesa, la cual estuvo siempre presente. Y esta aconsejó que aceptase, posiblemente para beneficio propio siendo el demandante el mismísimo rey.

Al día siguiente, no hubo audiencias en el palacio real ni despachos con los ministros, pues había puesto sus placeres privados por encima de los asuntos de estado, y tampoco es que fuese su noche de bodas o descanso vacacional, sino solo una diversión ocasional. Por la tarde, toda la ciudad sabía de aquella caprichosa aventura, mientras que la marquesa de Montehermoso se quejaba ante sus amigas del bajo nivel demostrado por el rey por haber elegido a una criada, teniendo un abanico de mujeres aristócratas y empoderadas a su disposición. Comentó "que le extrañaba que no hubiese escogido una persona de más alto rango".

José I supo de aquellos rumores y decidió también hacer una visita personal a la marquesa. Esta polémica mujer se llamaba María del Pilar Acebedo y Sarria, natural de Tolosa, era condesa tercera de Echauz y quinta del Vado, y marquesa consorte de Montehermoso. Era algo madura pero bella señora, y aún más culta. Se había educado en un ambiente liberal e ilustrado, siendo sus familiares miembros de la Real Sociedad Económica Vascongada de Amigos del País. Sabía hablar en francés e italiano, se dedicaba a escribir versos, pintar miniaturas o tocar la guitarra. Con una mentalidad tan abierta en cuestiones amorosas de la época, se rumoreaba que había tenido idilios extramatrimoniales en otras ocasiones.

A los días siguientes de aquella cena a tres entre José y ambos marqueses, los vecinos de Vitoria cantaban:
"La Montehermoso tiene un tintero
donde moja su pluma José Primero."
Su cornudo marido era Ortuño de Aguirre y Zuazo, marqués de Montehermoso, un hombre alto y fuerte, ilustrado anticlerical, enemigo de la Inquisición, y miembro de la Real Sociedad Económica Vascongada. El marqués nunca mostró aparente reparo en que su mujer fuese la amante oficial del rey. Se convirtió en uno de los primeros afrancesados y fue recompensado con el trato de grandeza de España, el cargo de gentilhombre de la real cámara y el hábito de caballero real.

MARÍA DEL PILAR ACEBO Y SARRIA Y ORTUÑO DE AGUIRRE Y ZUAZO

El colmo llegó cuando José I decidió comprar a los marqueses su mansión palaciega por 300.000 francos, cuando no había dinero para mantener a su Ejército con víveres. Dentro del mismo, consultó por la compra a Girardin, su cortesano de confianza "¿Os parece mucho?", respondiéndole que el valor del inmueble "No los vale, ni con la marquesa dentro". A José I le molestó aquella respuesta y castigó a Girardin enviándole a Francia.

Lo cierto es que Louis Stanislas de Girardin, en sus Memorias, tuvo una buena opinión de ella:
"Era una mujer que sin estar en la primera juventud todavía era extremadamente agradable; elegante, bien formada, hablaba perfectamente italiano y francés, cantaba agradablemente, tañía la guitarra, recitaba poemas en todas las lenguas y pintaba retratos en miniatura con gran destreza. A todos estos talentos, ella añadía el conocimiento del mundo y un espíritu coqueto."

José I convirtió el Palacio de Montehermoso en sede de su provisional Corte. El 11 de noviembre abandonó Vitoria con destino a Madrid, pues el Ejército napoleónico se había reforzado con un nuevo contingente enviado por el emperador Napoleón Bonaparte, que pasaba por Vitoria sin que se entrevistara con su hermano José. Las crónicas vitorianas de la época no describen un posible abrazo entre ambos hermanos frente a la fachada del palacio, como quedó plasmado en la pintura Chateau Royal que realizaron Benjamín Zix y Constant Bourgeois. Aquel pequeño óleo pretendía idealizar el encuentro alavés por orden del rey. Este preparó el hospedaje al gusto del emperador, reunió algunos libros de la biblioteca sobre temas militares que gustaba leer, y sobre una mesa de malaquita el coronel Ladvenat puso los Comentarios de César y el Poema del Cid.

Pero en realidad, atravesó Vitoria, instalándose en las afueras, en una casa de campo junto al Prado, la noche del 5 de noviembre de 1808. En aquella simple residencia, celebraron Consejo de generales de cuyos acuerdos y estrategias tomadas por el genio militar resultaron las derrotas para las armas españolas en Guipúzcoa, en Burgos, en Tudela, en La Coruña, en Uclés y en Zaragoza.

CHATEAU ROYAL DU MONTEHERMOSO

José Bonaparte era el hermano mayor de Napoleón. Por encima de cualquier posible divergencia les unió siempre una fuerte amistad y un claro sentido de la lealtad familiar. Pero en el fondo, José estaba celoso de su hermano menor que le trataba como un subordinado, mientras que Napoleón consideraba que se daba demasiada importancia por ser el primogénito. Tampoco coincidían totalmente en sus ideas políticas ya que José era más proclive a buscar la paz con Inglaterra y había participado muy activamente en las negociaciones del Tratados de Amiens de 1802.

Cuando Napoleón supo que había vendido Luisiana a los Estados Unidos, le arrojó un tintero a la cabeza y destrozó los muebles del despacho en un ataque de ira. Tampoco le perdonó que, tras la derrota de Bailén, José se pusiese en fuga, abandonando la Corte de Madrid. Le consideraba un hombre apacible y placentero, nada marcial y estratega como él. En sus Memorias lo describió así:
"Si hubiera nacido un siglo antes hubiera sido un gentil abale cortesano. Gusta de las mujeres, de los perfumes y de la música. La lucha es ajena a su condición. Mi campaña española fracasó porque mi hermano José estuvo siempre de parte de mis enemigos, no por traición á mí, sino por debilidad."
Otro de los hermanos, Luciano Bonaparte, admitió que en algunas ocasiones José llegó a disparar tiros de pistola contra retratos de su imperial hermano, Napoleón.

José había trabajado como abogado en Córcega y como juez en Ajaccio, pero tras la proclamación de Napoleón primer cónsul de la Convención francesa, fue nombrado rey de Nápoles, en un claro ejercicio de nepotismo familiar. En Sicilia tuvo que hacer frente a un ejército formado por tropas anglo-napolitanas y guerrillas locales apoyadas por el pueblo y el clero. Tras dos años de lucha, los Bonaparte se impusieron, y Napoleón transfirió a su hermano hacia España pocos meses después.

Los reinos de España, Portugal, Nápoles, Holanda, Westfalia, Etruria, etc., eran demarcaciones territorial de un enorme imperio continental. El Imperio napoleónico de Bonaparte fue tan sólo una reminiscencia del Imperio carolingio que un milenio antes había intentado perpetrar Carlomagno, fracasando en ambas ocasiones. No imaginaron que la emboscada de Roncesvalles de 778 se repetiría en la batalla de Vitoria de 1813. En este juego de geoestrategia y poder, los hermanos de Napoleón actuaban como funcionarios administrativos a los que desplazar de un cargo a otro según las necesidades políticas de cada momento.

 NAPOLEÓN CRUZANDO LOS ALPES, POR JAQUES-LUIS DAVID

Tras instalar su Corte en Madrid, José I no volvió a pernoctar en su palacio vitoriano hasta el 4 de mayo de 1811, durante el viaje que hizo hacia París para asistir al bautizo del hijo de Napoleón, en compañía de los marqueses. Mientras María de Acedo se quedaba en Vitoria, Ortuño de Aguirre acompañó al rey, pero falleció en París, el 8 de junio de 1811. Después, permanecería en el palacio desde el 20 de junio al 5 de julio, antes de regresar a Madrid.

En marzo de 1813, ante el temor de que el ejército aliado inglés, portugués y español ocupase Madrid, José I abandonó la Corte. El 19 de junio, llegó a Vitoria con sus servidores, incluida la marquesa viuda.

El 21 de marzo, tuvo lugar la Batalla de Vitoria, la última importante de la Guerra de la Independencia española. Las tropas imperiales fueron derrotadas por el ejército aliado, comandado por el general inglés Arthur Wellesley, duque de Wellington, y el general alavés Miguel Ricardo de Álava y Esquivel. José y su séquito, incluida María de Acebedo, abandonaron Vitoria para siempre camino de Francia.

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