15/03/2016

Francisco González de Andía Irarrazabal y Zárate


Veedor general y consejero real de los Estados de Flandes en 1615, gobernador y capitán general de Canarias en 1625, virrey de Navarra en 1634, y gobernador y capitán general de Galicia en 1638

FRANCISCO GONZÁLEZ DE ANDÍA IRARRAZÁBAL Y ZÁRATE

Francisco González de Andía Irarrazabal y Zárate nació en Santiago de Chile, en el Virreinato del Perú, en 1576, aunque el historiador Pablo Gorosabel ubica su nacimiento en Tolosa. Provenía de familia guipuzcoana e hidalga, pues su padre, Francisco González de Andía Irarrazabal y Martínez de Aguirre, había nacido en Deva y era señor de las casas solariegas de Andía y de Irarrazabal, y su madre fue Lorenza de Zárate y Recalde. Su padre fue protagonista en la conquista del Virreinato del Perú, gobernador de la Capitanía general de Chile y caballero de la Orden de Santiago.

Comenzó a servir desde su juventud en los Estados de Flandes y en otras partes corriendo por los grados de aventajado, entretenido, capitán de Infantería, picas, arcabuceros de a caballo, de corazas, de lanzas. Fue comisionado para la expulsión de los moriscos del Reino nazarí de Granada, en 1609, y nombrado para acompañar hasta Francia al duque de Mayne en nombre del rey, cuando vino a efectuar los casamientos de las personas reales a España.

En 1614, sirvió de maestre de campo en el socorro de la plaza de Mármora con gente a su costa propia. Había tenido especial comisión de Felipe III para ejecutar la prisión de Rodrigo Calderón, su desgraciado valido.

Entre 1615 y 1617, fue veedor general de los Reales Tercios de Infantería desplegados en Flandes, cargo de gran responsabilidad ante el inminente comienzo de la Guerra de los Treinta Años, en 1618. Al frente de esta Veeduría General, trató de establecer una Junta de Hacienda por petición del Real Consejo de Estado, pero resultó infructuoso al negarse el capitán general Ambrosio de Spínola y el archiduque Alberto, con quienes tuvo enfrentamientos. Según el criterio de González de Andía, el general se hacía cargo de las cuentas de tesorería que no le correspondían, incrementando partidas indebidas y generando mayor coste a la Real Hacienda española. A su vez, Spínola le acusó de falsificar la contabilidad de su Veeduría y encarceló en el castillo de Amberes. Otro de los generales en Flandes, Íñigo de Brizuela y Urbina, interfirió en la Corte de Madrid a favor de González de Andía, quien fue liberado pero perdiendo su cargo y funciones en la Veeduría General flamenca.

Una vez en la Corte, denunció el deficitario estado en el que se encontraban los soldados y las armas de los Tercios de Flandes, así como una decadente jurisdicción militar frente a la civil. Pero todas sus propuestas no se tomaron en cuenta para no incomodar al archiduque Alberto.

AMBROSIO DE SPINOLA EN LA RENDICIÓN DE BREDA

No obstante, el Consejo de Guerra reconoció sus aportaciones y le reasignó a un nuevo cargo, el de capitán de la infantería de Andalucía.

Entre 1625 y 1626, fue veedor y reformador de las islas Canarias por orden del Real Consejo del Despacho de Felipe IV. Extraordinaria gestión tuvo que realizar para que fuese designado gobernador de las Canarias y capitán general, cargo este último que se había suprimido en 1590.

Estando en la sede de la gobernación de Tenerife y en ejecución de las instrucciones mandadas por la Corte, González de Andía reformó dos maestres de campo, tres coroneles, tres tenientes de maestres de campo, seis capitanes en jefe, y diversos cargos militares. No quiso gravar los vecindarios con alojamientos ni útiles, pudiendo y teniendo para ello reales órdenes.

En su regreso a la España peninsular, el barco en el que viajaba fue atacado por piratas berberiscos que lo capturaron durante seis meses. Una vez rescatado y, siendo miembro del Real Consejo de Estado, propuso a la Corte para que se enviase a las Canarias un jefe militar de continua residencia, como fue el caso de amigo y aliado Íñigo de Brizuela.

Entre 1628 y 1632, fue gobernador de las plazas de Orán y Mazalquivir, posesiones de la Monarquía hispánica en el norte de África.

ÍÑIGO DE BRIZUELA Y ANTONIO DE OQUENDO

Sus últimos altos cargos en las administraciones políticas y militares fueron desempeñadas en la España peninsular. Entre 1634 y 1637, fue virrey de Navarra. Encabezó la invasión de Francia desde el sur, mientras el ejército de Flandes debía hacerlo por el norte, en el marco de la Guerra franco-española de 1635-1659. Tras avanzar por Bayona y San Juan de Luz hasta Socoa, recibió la orden de regresar.

Entre 1638 y 1642, fue gobernador y capitán general de Galicia, hasta que fue sustituido por el navarro Martín de Redín y Cruzat. En la rebelión de los portugueses independentistas, a inicios del 1638, tomó parte de la represión del motín de Évora, especialmente en el territorio del Algarve. Como fue considerado un experto en fábricas navales, intervino en algunas juntas en estos años. En una de aquellas comisiones, González de Andía participó en la organización de la Real Armada que lideró el general Antonio de Oquendo y Zandategui y que fue destruida por la flota holandesa en el frustrado combate de Las Dunas, en 1639.

Al final de su dilatada carrera en servicio de la Monarquía hispánica, Francisco de Andía Irarrazabal había sido proclamado caballero de la Orden de Santiago y beneficiado con repartimientos indígenas en el Perú. Además, obtuvo los títulos nobiliarios de vizconde de Santa Clara de Avedillo en 1628 y fundado el del marqués de Valparaíso en 1632.

Murió en la Corte de Madrid, en 1659.

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