En 711, un ejército
islámico de 7.000 soldados, la mayoría bereberes, a las órdenes de Tariq ibn Ziyad, cruzaban el
estrecho de Gibraltar poniendo el pie en Tarifa destrozaron los ejércitos del
rey Rodrigo en Guadalete, tomaron la capital, Toledo, y controlaron las
llanuras y ciudades del sur. Más tarde, con la fuerza de 18.000 hombres,
sometían la antigua Tarraconense, el valle del Ebro y llegaban al pie de la
cordillera Cantábrica y de los montes Pirineos.
Ya en el año 713, Muza ibn Nasayr atravesó
la zona meridional y Pamplona cayó en su poder antes del 718. El ejército
musulmán partió de Zaragoza, siguiendo la calzada que enlazaba con la vía
romana a Astorga y avanzó hacia Pamplona. Esta ciudad fue obligada a pagar
tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado.
Una vez desaparecido el
Reino hispano-visigodo y las tropas musulmanas preparaban su asedio al norte de
los Pirineos, la resistencia cristiana se refugió en las montañas pirenaicas y
cantábricas, dibujando una doble frontera política y cultural. Surgieron
diversos núcleos políticos que, taponando a los ejércitos musulmanes,
iniciarían una restauración conocida como Reconquista.
El primero de ellos fue
el Reino de Asturias, cuyo origen está unido a la figura del noble de origen
godo Pelayo y a la batalla de Covadonga el 722. Pelayo hizo retroceder a las
huestes de Munuza hacia León. La primera victoria frente al islam consiguió que
miles de voluntarios de toda condición llegados de Asturias, Galicia,
Cantabria, Vizcaya, etc. se sumasen a sus ejércitos.
MAPA PENINSULAR DE LA INVASIÓN ÁRABE |
Mientras
tanto, el actual territorio de Navarra se había convertido en la base
estratégica de las incursiones islámicas hacia el Reino franco. Desde aquí
partió la expedición del valí Abd al-Raman al-Gafiqui del año 732. Tras unos
exitosos comienzos con la victoria en el río Dordoña y el subsiguiente saqueo
de Burdeos, fracasaron ante el ejército de Carlos Martel en Poitiers parando en
seco la embestida islámica hacia la vertiente norte de los Pirineos. En esos
años, el valí Yusuf ibn Abd al-Rahman al-Fihri envió a dos de sus generales,
Suleiman ben Siban y Al-Husani ben al-Dayan, contra los vascones. La campaña se
saldó con una completa derrota de los musulmanes, y murieron ambos generales
durante el enfrentamiento.
En
739, reinaba en Asturias Alfonso I, quien estableció su capital en Oviedo,
ocupó los valles gallegos y la cordillera Cantábrica llegando hasta los
territorios occidentales de Álava y Vizcaya, repoblando Las Encartaciones de
Vizcaya y comunicando grupos aislados de vascones. Los primeros pasos del Reino
asturiano pasaron por asentar su dominio en la cornisa cantábrica frente al
inicial auge conquistador musulmán. En esta etapa ya existía la presencia de
vascones en las huestes cristianas.
Aprovechando
la derrota islámica en Poitiers y la fundación del Reino de Asturias, los
vascones de Pirineo recobraban su independencia, quizá con apoyo merovingio.
Los árabes reaccionaron y, tras una larga campaña, Pamplona fue conquistada de
nuevo en 739. Pero por poco tiempo, ya que la rebelión de los bereberes en 740
y las guerras civiles que siguieron en Al-Ándalus a la matanza de los Omeyas en
750 permitieron que los vascones volvieran a sacudirse el yugo islámico y a
hacerse fuertes en la cuenca del río Arga. En 755, dos generales enviados
contra ellos por el valí Yusuf al-Fihrí fueron derrotados y murieron en la
lucha.
INVASORES ÁRABES |
En
759, los francos ya controlaban Aquitania, Borgoña y Narbona, quedando los
musulmanes definitivamente al sur de los Pirineos. Carlomagno estableció
numerosas zonas militares en los límites del reino carolingio, denominadas
"marcas" que suponían colchones defensivos ante cualquier invasión. La Marca Hispánica englobaba
a un conjunto de territorios de este a oeste de los Pirineos, que incluía
al Condado de Pamplona en
un límite occidental.
En
777, Carlomagno intervino en la zona pirenaica por primera vez en apoyo de la
petición de ayuda que le había hecho Suleiman ibn al-Arabi. Este valí de
Zaragoza, descontento con Abd al-Rahman I, se desplazó hasta Padeborn para
establecer un pacto: Suleiman prometía a Carlomagno la entrega de Zaragoza y
toda la provincia que controlaba a cambio de quedar como representante suyo.
Carlomagno puso en marcha su ejército hacia el sur, cruzando la cordillera
pirenaica en 778. Pero una vez que llegó hasta las inmediaciones de Zaragoza,
la situación era bien distinta a lo previsto. Al-Husain ibn Yahya, lugarteniente
de Ibn al-Arabi, no aceptó el trato y ante la ausencia de su superior se negó a
entregar la ciudad.
El
Ejército carolingio inició un largo asedio a la ciudad, pero su heroica
resistencia y la llegada de noticias de una sublevación en Sajonia ocasionaron
la retirada de la península y esperar mejor ocasión. Llevaron como rehén a Ibn
al-Arabi, capturado como botín de guerra, pero sus hijos consiguieron
rescatarle y debieron de producirse algunos ataques.
En
este clima de violencia, se procedió a destruir las murallas de Pamplona a su
paso por la ciudad, como represalia o como aviso para que los magnates locales
se mantuviesen neutrales. Pero lo sucedido fue muy distinto y la retaguardia
del Ejército franco sufrió una dura emboscada en Roncesvalles quedando destruido. Fue una derrota sin
paliativos, en la que cayeron un buen número de magnates importantes, como el
senescal Eginardo, el conde platino Anselmo y el gobernador de Bretaña
Rolando.
El
Ejército franco, muy numeroso, se desplazaba estirado por montañas cubiertas de
bosques y esto ocasionó una falta de comunicación durante el ataque. Además, en
territorio montañoso la caballería pasada quedaba inutilizada, mientras que los
infantes con sus armaduras metálicas se mostraron pesados ante unos asaltantes
armados más ligeramente y que conocedores del terreno se movían mejor por la
zona.
Las
crónicas francas Anales regni francorum y la Vita Karoli Magni hicieron
responsables a los vascones, mientras que el historiador musulmán Ibn al-Athir
se pronunció por una coalición de vascones y musulmanes. Algunos estudios
identifican a los asaltantes como los gascones, vascones ultrapirenaicos, que
estaban disconformes con la política de fortalecimiento del poder franco en
Aquitania.
En
el año 781, el Emirato cordobés decidió terminar con la situación de rebeldía
generalizada la zona media del valle del Ebro. Hixam I se puso a la
cabeza de su ejército, y marchando primero hacia Zaragoza derrocó al valí
sublevado Husain ibn Yahya. Desde aquí subió por el río imponiendo su autoridad
y, tras tomar la comarca de Calahorra se presentó en Pamplona. La ciudad, con
las murallas destruidas, no podía oponerse al poderío andalusí y sus magnates
mostraron obediencia.
El
797, se produjo la victoria de las tropas asturianas sobre las musulmanas en
la batalla de Lutos.
Ese mismo año, el emir Al-Hakam I encomendó al general Amrus ibn Yusuf la
recuperación de Zaragoza tras la sublevación de su valí Bahlul ibn Masruq.
Además de tomar esta ciudad en el 800, también ocupó Tudela.
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