12/06/2015

Defensa de Castelnuovo por Machín de Mungia en 1539


Machín de Mungia es seguramente el mungiarra sobre quien durante más tiempo se ha escrito sus hazañas. Se sabe que nació en Mungia a principios del siglo XVI y que combatió bajo las órdenes de Andrea Doria contra los turcos en las batallas de Previsa en 1538. Al año siguiente, luchó en la defensa de Castelnuovo, donde cayó preso a manos de Barbarroja. Así lo demuestran algunos documentos de contabilidad, donde se da conocimiento de su soldada, o crónicas casi contemporáneas como la de Paolo Giovio, humanista italiano y cronista militar de su tiempo.

Era verano de 1539, en la Costa Dálmata, la defensa de Castelnuovo en Herzegnovi (Montenegro), dependía de unos 4.000 soldados integrados en 6 banderas del tercio de Florencia, 3 del de Lombardía, 2 del de Nápoles, 1 del de Niza y otra 3 mandadas por los capitanes Machín de Mungia, Zambrana y Pedro de Sotomayor, una compañía de caballos ligeros albaneses y griegos, la artillería mandada por el capitán Juan de Urres, una partida de 125 aventureros y una exigua marina compuesta por una fusta, una fragata y tres barcazas. El hospital estaba a cargo de tres frailes de la orden de San Agustín y del médico Bartolomé Romero.

CASTELNUOVO, SIGLO XVI

Solimán el Magnífico había decidido recuperar Castelnuovo a cualquier precio, para lo cual envió una flota de 138 galeras y 70 galeotes con 20.000 hombres, de los cuales 5.000 eran jenízaros, unidades de élite del ejército otomano, todos al mando del pirata Barbarroja. Por tierra completaba el cerco Uleman, gobernador turco de Bosnia al mando de 38.000 hombres.

Los españoles, acaudillados por el burgalés Francisco de Sarmiento, maestre de Campo, quedaron abandonados a sus propias fuerzas para resistir el asedio turco, ni Andrea Doria, cuya flota de 47 galeras era cuatro veces inferior a la turca, consideró prudente auxiliarles, pues ello hubiera significado desguarnecer Sicilia y Nápoles, ni la Republica de Venecia, molesta entonces con España, se dignó acudir en su ayuda.

Antes del ataque Barbarroja, ofreció una rendición honorable y el embarque de los españoles a sus puntos de origen, lo cual fue rechazado. Sarmiento, en consulta con sus capitanes y oficiales "resolvieron que preferían morir en servicio de Dios y de su majestad y que viniesen cuando quisiesen".

La defensa fue terrible y las bajas causadas al turco resultaron tan importantes que Barbarroja, enfurecido, intensificó de tal forma sus ataques que no dejó piedra sobre piedra. Sarmiento luchó hasta el final "espalda con espalda con los capitanes Juan Vizcaíno y Sancho Frías, rodeados de cuerpos de los enemigos que ellos habían muerto".

SOLDADOS DE LOS REALES TERCIOS DE INFANTERÍA

La cabeza del maestre de Campo, puesta a precio por Barbarroja, no pudo ser encontrada y este tuvo que contentarse con un escaso número de supervivientes, entre los cuales estaba el valiente de Machín de Munguía, malherido.

Soleimán propuso perdonar la vida a Machín de Mungia a cambio de prestarle vasallaje y fidelidad. El cronista Sandoval describió en 1620 sobre la bravuconería y fidelidad de Machín de Munguia a su emperador Carlos V, quien era también señor de Vizcaya, y a la Cristiandad, que prefirió morir antes que convertirse al islam y prestar sus servicios al gran turco. Así se muestra en el siguiente pasaje:
"Que como rogasen mucho a Machín de Munguia, que se tornase Turco, y él blasonase arrogantemente, contando, como avia defendido su nao; Barbarroja, ayrandose contra el, le hizo cortar la cabeza."
Machín de Munguía murió decapitado el 7 de agosto de 1539.

Según Sandoval, el asedio les costó a los turcos cerca de 20.000 bajas y el sacrificio español sirvió para retener unas fuerzas que de otro modo hubieran podido causar verdaderos estragos en occidente.

Europa entera se hizo eco de la hazaña como ejemplo del valor español y poetas como Fernando de Herrera, Gutierre de Cetina y Luigi Tansillo lo reflejaron en sus versos.

SOLDADOS DE LOS REALES TERCIOS DE INFANTERÍA

Durante mucho tiempo los cadáveres quedaron sin enterrar y sus huesos a la vista del viajero. Los inmortales versos de Gutierre de Cetina son impresionantes:
"Héroes gloriosos, pues el cielo
os dio más partes que os negó la tierra
bien es que los trofeos de tanta guerra
se muestren vuestros huesos por el suelo.
No por vengarnos, no, que no dejasteis
a los vivos gozar de tanta gloria
que envuelta en vuestra sangre la llevasteis,
sino para aprobar que la memoria
de la dichosa muerte que alcanzasteis
se debe envidiar más que la victoria."
Así enfatizó su valor en la lucha al enfrentarse en inferioridad de condiciones a un poderoso enemigo, como era la Armada del temido Barbarroja. Según relataba Juan Martínez de Zaldivia, causó admiración entre sus compañeros y entre el propio Andrea Doria.

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