Jon Juaristi: "La historia del País Vasco es pródiga en falsificaciones."
El escritor publica Historia mínima del País Vasco, que quiere ir mucho más allá de la leyenda y el mito sobre esta tierra
Entrevista de Ángel Navarrete
Es su tierra y ha decidido escribir sobre ella. Sobre su historia, una historia, que, como él dice, es "pródiga en falsificaciones". Contar desde sus orígenes hasta el día de hoy, donde todavía, pese a quien pese, la violencia asoma a la vuelta de cualquier esquina, y donde las víctimas del terrorismo asisten perplejas, atónitas y desgarradas a la salida de las cárceles de los terribles verdugos.
Una tierra que solo tuvo verdadera importancia histórica con la llegada de la industrialización del XIX, que tuvo en sus "vizcaínos" a gente muy destacada en el nacimiento del Imperio español, una tierra que sufrió tres guerras civiles, y que en los últimos cincuenta años ha vivido una pesadilla que se ha llevado por delante la vida de un millar de personas inocentes.
Una tierra (él prefiere llamarla Vasconia, "que aunque se emplea menos es un nombre mucho más literario, y además creo que es el término con el que más gente está de acuerdo"), donde como en El hombre que mató a Liberty Valance,de John Ford, la leyenda (falsa) sigue imponiéndose a la historia, una tierra que Jon Juaristi retrata en Historia mínima del País Vasco, (Editorial Turner) un libro que ayer, durante su presentación, el historiador Juan Pablo Fusi calificó decididamente como "un trabajo que tritura convencionalismos, manipulaciones, lugares comunes, salta tópicos y estupidizaciones".
– ¿Usted es vasco, nacido en el mismo Bilbao, le ha resultado especialmente difícil escribir sobre la historia de su tierra, sobre la que además tanto se ha escrito en las últimas décadas, y no por buenos motivos precisamente?
– Más que de dificultad, yo hablaría de que ha resultado un trabajo algo fatigoso. Porque sobre todo se ha tratado de una labor de bricolaje, porque este libro, lo que es en definitiva, es una deconstrucción de todo lo falso que se ha escrito sobre la historia del País Vasco.
– Vayamos de momento al principio. ¿Qué es el País Vasco, Euskadi o Euskal Herria?
–Cuando hablamos del País Vasco no hablamos de una entidad, no es una región natural, sino que tiene distintas personalidades administrativas. El País Vasco es un objeto plural, un espacio geográfico delimitado arbitrariamente.
–Por supuesto, es muy difícil generalizar con varios siglos de por medio, pero, ¿cree que el pueblo vasco ha sido un pueblo feliz, o cree que ha estado amargado, que ha sido sombrío?
–Como cualquier pueblo del planeta, ha tenido sus etapas más o menos felices. Recuerdo lo que decía Marcelino Menéndez Pelayo sobre que los "vascos eran un pueblo feliz porque era un pueblo sin historia". Algo de razón tenía. La densidad histórica del País Vasco es realmente muy escasa, no se han dado acontecimientos importantísimos en el Pais Vasco hasta el siglo XIX, un siglo en el que ya hubo momentos de muchísima tensión y tres guerras civiles... y los últimos cincuenta años, como todos dramáticamente sabemos han sido una época tremendamente angustiosa. Creo que los hechos históricos relevantes no tienen mucho peso, es una historia mayormente doméstica sin grandes dimensiones y, sobre todo, es una historia prodiga en falsificaciones, en muchísimas falsificaciones. Y el nacionalismo ha llevado esa mitificación al extremo.
–Suele obviarse, o esconderse, si prefiere, pero los vascos contribuyeron bastante en la causa de la España imperial.
–Los vascos han destacado siempre más fuera del País Vasco que dentro. Es una tierra que ha producido mucha inmigración, que ha bombeado continuamente una gran parte de su población hacia el exterior. Pero sí, en la formación del Estado español hubo mucha gente de origen vasco sobre todo como profesionales de la pluma, secretarios y escribanos, pero también hubo marinos, militares, armadores, religiosos, que contribuyeron de una manera bastante alta, especialmente teniendo en cuenta su condición de minoría. Incluso uno de los personajes del Quijote es un vizcaíno. Además, puede decirse que en buena medida los vascos fueron quienes ocuparon las actividades que hasta su expulsión realizaban los judíos.
–¿Cuál es la gran mentira que ha circulado sobre la historia del País Vasco?
–Lo cierto es que se han hecho correr muchas. El denominador común de la historia de las provincias vascas es que han sido unas provincias privilegiadas, y para justificar esos privilegios ha habido que crear una historia ad hoc donde se ha mentido mucho. Se han creado muchos mitos y leyendas que son más falsas que un duro de plomo.
–Parece sin duda un guión perfecto, una historia hecha a la medida, como un traje.
–El País Vasco produce muchas falsificaciones, de hecho creo que se podría hacer un estudio sistemático de la falsificación como género histórico. La mitificación continua del pasado es uno de los deportes preferidos de la sociedad vasca.
–¿Podría decirse que el nacionalismo vasco y luego ETA nacen predisamente para defender esos privilegios?
–Nacen para blindarlos. En cuanto a la invocación de la independencia, creo que es más retórica que otra cosa, es patética y trágica, pero es retórica.
–¿Realmente existe o ha existido en algún momento un problema entre España y el pueblo vasco?
–En el siglo XVI, los vascos se inventaron a sí mismos, y decían que ellos eran más españoles que el resto, que ellos eran los verdaderos españoles, que ellos sí que tenían auténtica limpieza de sangre. Que los vascos no son españoles es sobre todo una idea de la izquierda republicana. Aunque pueda no parecerlo, Franco era un gran vascófilo, los héroes de Raza eran vascuences.
–Supongo que estará usted perplejo ante la excarcelación de etarras tras el fin de la doctrina Parot?
–Digamos que lo llevo con cierta resignación, era algo que se veía venir, no se puede hacer demasiado. Si ETA ya no mata, el Tribunal de Estrasburgo no admitirá la ilegalización de Bildu.
–¿Dónde queda la esperanza?
–No hay mal que cien años dure, supongo que alguna vez cambiará el ciclo, pero no se puede saber con seguridad. Por ejemplo, yo no veo visos de volver a vivir de inmediato allí, me gustaría tener la posibilidad de volver cada cierto tiempo, pero aquello es muy pequeño y la vida cotidiana es problemática, la gente te mira mal o te mira bien, y yo prefiero que no me miren de ninguna forma, y en Madrid me es más fácil llevar una vida tranquila.
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