Durante la Guerra de Sucesión española, la fortaleza de Santa Catalina de Tolón se había convertido en la principal base naval francesa situada en el Mediterráneo, por tanto, un puerto de suma importancia para las aspiraciones de los Ejércitos borbónicos en contra de las aspiraciones del archiduque Carlos de Austria. Este último había ganado un aliado: el príncipe Eugenio de Saboya se había posicionado a favor, tomando partido en las operaciones militares.
Había reunió un ejército de 35.000 infantes para atacar por tierra el centro neurálgico de la armada gala, además estaba apoyado por mar por una flota inglesa al mando del almirante Showell.
El 29 de julio de 1707, las tropas saboyanas iniciaron el asedio de la fortaleza de Tolón, principal bastión del puerto por su posición elevada. Ante esta situación de peligro, se ordenó a todas las tripulaciones que desembarcaran y pasasen a reforzar la defensa del puerto. Entre ellos se encontraba el marino guipuzcoano Blas de Lezo, quien por primera vez tomaba contacto con la estrategia defensiva desde tierra firme. Ya había perdido una pierna dirigiendo su posición de ataque de su navío durante el combate de Vélez-Málaga y ganado mucha experiencia en otras tantas acciones navales en mar abierto.
Blas de Lezo defendía la fortaleza, dando órdenes en su posición, dirigiendo tropas por el agreste e inclinado terreno. Una bala de cañón chocó contra el muro de piedra más próximo, una esquirla en forma de aguja saltó de la pared para alojarse en el ojo izquierdo del guipuzcoano. A pesar del dolor que debió sufrir, regresó a su posición dando muestras de un comportamiento ejemplar, que llegó a impresionar a sus subordinados y a sus mandos. Por méritos propios fue ascendido a teniente de navío.
Quedaba cojo y tuerto con 18 años, pero decidió continuar su carrera militar, demostrando un espíritu de superación y una fortaleza mental fuera de lo normal. La convalecencia la pasó en Rochefort, puerto francés del Atlántico, su nuevo destino.
Era la primera vez que Blas de Lezo tomaba contacto con las tácticas defensivas de una plaza frente al ataque de un gran ejército y una flota muy superiores en número. En esta acción adquiriría una experiencia vital que le serviría en el futuro, como por ejemplo en la defensa de Cartagena de Indias en 1741. Una vez más, Vernon y Lezo volvieron a coincidir en un enfrentamiento entre sus respectivos ejércitos. En esta ocasión de 1707, el capitán inglés se encontraba dirigiendo una fragata de 32 cañones llamada Rye, perteneciente a la Royal Navy del almirante Shovell.
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