Vascos contra Amaiur, por Mónica Arrizabalga

La izquierda abertzale toma por nombre para su coalición electoral la gesta navarra contra tropas castellanas, integradas en buena parte por guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos


Mónica Arrizabalga, Pamplona, 16/11/2011


Monolito en homenaje a la resistencia navarra en el castillo de Amaiur


Hasta tres asaltos cuentan que resistieron los doscientos fieles a Enrique II de Navarra en el castillo de Maya, también conocido como Amaiur. La suerte no corría a su favor. La batalla de Noain había supuesto un duro golpe a las aspiraciones de los reyes de la dinastía Albret para recuperar Navarra tras su expulsión en 1512. Sus partidarios se mantenían en Amaiur, en el valle del Baztán. Entre las murallas combatían Miguel y Juan de Jasso, dos hermanos del que luego sería San Francisco Javier. Fuera, el ejército más poderoso del mundo en aquel momento, el del rey Carlos V.

El 22 de julio de 1522 los navarros beaumonteses capitularon frente a las tropas castellanas, integradas en buena parte por guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos. La gesta de Amaiur hoy es un mito para el nacionalismo vasco. Casi quinientos años después, EA, Alternatiba, Aralar y la izquierda abertzale concurren a las elecciones generales el 20 de noviembre bajo el nombre de Amaiur, esquivando en su discurso la parte histórica que les incomoda.

Patxi Zabaleta, coordinador de Aralar, conoce bien el asedio medieval. Narra las distintas conquistas y reconquistas que padeció Navarra durante la guerra. Habla de Catalina de Foix, de Juan II… Cuenta que el castillo original no se encontraba en la localidad de Amaiur, sino en la vecina Irurita. Incluso recuerda que «hubo una rendición pactada que no fue respetada porque se dijo que se respetaría la vida de los rendidos y no fue así», aludiendo a la muerte días después en Pamplona de Jaime Vélaz de Medrano, el alcaide del castillo, y su hijo, con sospechas de envenenamiento.

El político navarro da una auténtica lección de historia, pero sobre quién integraba las tropas castellanas calla y solo alude a «mercenarios».

«Luchaban los defensores de la libertad del reino de Navarra contra los defensores de la soberanía ajena a lo que la ciudadanía del territorio deseaba», asegura Mayorga Ramírez, el portavoz y cabeza visible de Bildu en la Comunidad foral y presidente de Eusko Alkartasuna en Navarra. ¿Y quiénes eran esos «defensores de la soberanía ajena»? «Un ejército castellano compuesto por, desgraciadamente, algún que otro vasco», admite Ramírez.

Multiplicidad de lealtades

El historiador francés Pierre Boissonnade, autor del libro «Historia de la incorporación de Navarra a Castilla» cifra en 30.000 los soldados reclutados por el ejército imperial para combatir en Navarra, entre ellos unos 7.000 hombres del Condestable de Castilla; unos 5.000 de los territorios de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa y unos 4.000 aportados por el conde de Lerín (navarro).

Emilio Majuelo, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Pública de Navarra aclara, sin embargo, estos términos: «Hay que analizar las cuestiones históricas desde la perspectiva de los condicionamientos de la época y no desde los actuales. La multiplicidad de lealtades y el cambio de ellas según determinadas circunstancias era algo frecuente en el mundo medieval en el que se inserta la conquista del reino».

«Grupos navarros, no sólo de vascongados, de agramonteses y beamonteses lucharon según las circunstancias a favor de los dos poderes en liza», añade Majuelo, quien destaca que la conquista de 1512 privó a Navarra de la oportunidad de constituirse en una monarquía-estado en la Época Moderna. «Este factor, más allá de las diferencias y pugnas internas entre los vascos, es la aspiración irrenunciable del nacionalismo tanto español como vasco», añade el profesor.

La lucha continuó en Fuenterrabía, pero Amaiur «fue el último hito de la resistencia en territorio navarro», destaca Zabaleta. Para su compañero en Amaiur, Mayorga Ramírez, «es expresión del último ámbito de libertad del Reino de Navarra frente a las tropas invasoras».

Justificación histórica

Eloy Villanueva Cruz, licenciado en Historia y secretario general del PP de Navarra, critica esta «manipulación política e identitaria». La izquierda abertzale, señala Villanueva, «utiliza tradicionalmente la Historia con la misma actitud caprichosa con la que lo hacen los regímenes totalitarios» para construir el envoltorio con el que justificar sus ideas políticas. «La inexistencia de la Euskal Herria que los abertzales defienden les obliga a interpretar determinados acontecimientos ocurridos en Navarra en el primer cuarto del siglo XVI de tal modo que les facilite construir unos orígenes políticos para su propio proyecto cuando en realidad estos hechos nunca existieron tal y como ellos los relatan», asegura.

«En aquel momento aquellos vascos no tenían conciencia de pertenecer a un ente político propio al modo que los nacionalistas defienden que existía», prosigue Villanueva y pone de ejemplo a San Ignacio de Loyola, «era evidentemente vasco y General de los Ejércitos Castellanos». Una placa recuerda junto a la iglesia de San Ignacio, en Pamplona, cómo cayó herido luchando contra las tropas navarras. Años después el destino cruzaría su camino con el de San Francisco Javier en París, en los orígenes de la Compañía de Jesús.

No es la primera vez que la izquierda abertzale «bautiza» con el nombre de Amaiur a sus iniciativas. También ETA lo ha utilizado hasta para tres comandos. La elección del nombre «indica una querencia clara al conflicto, a la utilización de batallas épicas como trasunto de la actividad política, y en cambio no demuestra en absoluto la existencia de un proyecto en positivo para aportar a la sociedad aquello que realmente es necesario», señala Villanueva.

Un monolito polémico

La polémica siempre ha acompañado a la gesta de Amaiur, tanto como el monolito en su recuerdo. El actual, sito en lo alto del pueblo del mismo nombre, en el montículo de Gaztelua, fue reinaugurado el 10 de octubre de 1982, con apoyo de las diputaciones de Navarra, Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y del Gobierno Vasco, después de que el realizado por Serapio Esparza en 1922 fuera volado en 1931 con dinamita.
Ya en 1992, el acto conmemorativo del 470 aniversario de la batalla de Amaiur causó problemas al Gobierno navarro que presidía entonces Juan Cruz Alli. Su asistencia provocó graves críticas internas en su entonces partido, Unión del Pueblo Navarro.

Uno de los pesos pesados de la primera época de UPN, el ya fallecido Luis Fernando Medrano, fundador del extinto partido Regionalistas Navarros, subrayaba en ABC cómo «las tropas que asaltaron Amaiur eran justamente guipuzcoanas, vizcaínas y alavesas. Pese a ello, en el monumento que se ha levantado en aquel lugar figuran los escudos de Navarra, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, como si todos ellos hubieran estado unidos en la defensa del castillo. Es decir, que se ha deformado deliberadamente e intencionadamente la historia».

Y añadía: «Los nacionalistas vascos necesitan Navarra para su proyecto independentista: porque Navarra tiene territorio, una larga frontera con Francia y, sobre todo, historia; es la justificación histórica del País Vasco. ¿Cómo puede justificarse hoy en día la existencia de un Estado? Con el antecedente de otro Estado. Ellos pueden hablar de nacionalidades, lenguas y lo que quieran, pero Estado no han sido nunca».


http://www.abc.es/elecciones/20n-2011/noticias/abci-amaiur-mito-201110281503.html

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