Matanzas en cárceles y barcos prisiones


Matanzas en cárceles y barcos prisiones

El bombardeo de Guernica ha pasado a la historia como una atrocidad de guerra. Sin embargo, murieron muchas más personas asesinadas en la retaguardia que durante aquel bombardeo. Varios barcos fueron convertidos en prisiones. Uno de ellos fue el Cabo Quilates.


La mayor matanza cometida en Vizcaya en el siglo XX no fue el bombardeo de Guernica, sino el asalto a las cárceles de Bilbao, controladas por el Gobierno vasco.

Una horda de milicianos socialistas y comunistas asesinó a unas 230 personas. Los ertzainas y los gudaris tardaron más de tres horas en intervenir, ¿por miedo o para no interrumpir la carnicería de vascos españolistas?

El 4 de enero de 1937 había guerra en España, pero fue un día tranquilo, salvo en Bilbao. Por la mañana, unos aviones alemanes dejaron caer varias bombas en Bilbao y poblaciones de sus alrededores, controladas por el Gobierno vasco que presidía José Antonio Aguirre (PNV). El número de muertos osciló entre tres y seis. Las turbas lincharon a un piloto alemán que había saltado en paracaídas, pero no quedaron satisfechas.

Varios grupos de mujeres y milicianos de los partidos de izquierdas marcharon hacia las cuatro cárceles habilitadas en Bilbao para encerrar como implicados en la rebelión del 18 de julio, a simples sospechosos o a gentes molestas para el PNV y el Frente Popular.

En agosto y septiembre ya se habían perpetrado otras matanzas de presos en los barcos prisión de Altuna Mendi y Cabo Quilates. En Madrid, las matanzas de presos realizadas bajo la dirección del comunista Santiago Carrillo en noviembre pasado habían segado la vida de miles de personas.


Varios cargos del departamento de prisiones, dependiente de la Consejería de Justicia, avisaron al consejero, Jesús María Leizaola (PNV), y al resto del Gobierno vasco. La Consejería de Gobernación estaba mandada por Telesforo Monzón (PNV), que en la transición se pasó a Herri Batasuna.

La guardia de las prisiones, Larrínaga, Casa Galera, los Ángeles Custodios y el Carmelo, abrió las puertas a las masas rojas. Éstas asesinaron a docenas de personas con bombas de mano, palos, hachas, pistolas...

Muchos cuerpos quedaron irreconocibles. Entre ellos, había ancianos, sacerdotes y muchachos. El número total de muertos oscila entre 228 y más de 230, si se incluyen los fallecidos días después a causa de sus heridas. En abril, aviones alemanes e italianos bombardearon Guernica; el número de muertos, nunca esclarecido oficialmente, lo sitúan los estudiosos imparciales en 120 o menos.

Como en tiempos de la Inquisición, primero la Junta de Defensa de Vizcaya y posteriormente el Gobierno interino vasco crearon en todo el País Vasco una Junta Calificadora Central. Su misión, al igual que la policía política de Stalin, consistía en "purgar" a todos los enemigos del nacionalismo, detenerlos y enviarlos a los campos de exterminio anclados en la ría del Nervión, las chekas inventadas por los seguidores de Sabino Arana.

Bastaba con haber militado en la Liga de Acción Monárquica, en el requeté o en las filas de los liberales o mauristas para ser tachado de "fascista", "traidor a la causa", "enemigo del pueblo" y ser pasaportado a los barcos-prisión, en donde era muy fácil entrar pero de donde se salía con el cuerpo lleno de agujeros y los pies por delante con demasiada facilidad. Los nacionalistas vascos, "la primera democracia del mundo" (según ellos), extremaron su celo en perseguir a sus compañeros de clase y de religión y no pusieron demasiados reparos a que fueran liquidados a ráfaga de metralleta o a machetazos en las cubiertas de las prisiones flotantes. De hecho, la mayor parte de los presos (unos 1693) eran personas mayores de edad y, por lo tanto, personas sin capacidad ni fuerzas para defenderse y, además, no combatientes.

Los asaltos comenzaron a las cinco de la tarde. A las ocho y media aparecieron uniformados mandados por el Gobierno vasco. ¡Más de tres horas de retraso cuando la sedes de la presidencia del Gobierno vasco y de la Consejería de Gobernación estaban en el hotel Carlton y La Bilbaína, a unos cientos de metros de las cárceles!


Algunos cargos del PNV acusaron a Monzón por su dejadez; éste tampoco había evitado las matanzas ocurridas en Guipúzcoa en el verano de 1936, ya que ocupaba el mismo puesto de jefe de orden público en la Junta de Defensa de la provincia.

En Guipúzcoa, el número de asesinados se calcula en unos 500. Pero ni el partido fundado por los Arana ni Aguirre aceptaron su dimisión.

La realidad es que los dirigentes del PNV consintieron, impasibles, que los milicianos asesinaran a gentes a las que ellos conocían, por lazos familiares, por vivir en los mismos vecindarios, por haber estudiado juntos...

Ninguna de las instituciones gobernadas por el PNV, ni los Ayuntamientos de Bilbao y Guecho, ni la Diputación de Vizcaya, ni el Gobierno vasco, han programado algún tipo de homenaje o recuerdo a estas personas.

Durante la primera parte de la guerra, mientras las tropas nacionales se dedicaban a luchar en Guipúzcoa, que es la primera que cayó en poder nacional hacia Octubre de 1936, Vizcaya se preparaba para la resistencia y continuaba con su pretensión de conseguir el Estatuto Vasco, que le fue concedido cuando quedaba prácticamente sola en la lucha contra los ejércitos nacionales en el mencionado mes de Octubre, siendo elegido Presidente del Gobierno Provisional de la Región Autónoma de Euskadi don José Antonio de Aguirre Lecube el día 7.

Por lo tanto, es evidente que la duración del Primer Gobierno de Euskadi fue de algo más de nueve meses, ejercidos solamente en Vizcaya.

Fue un gobierno de concentración en el que intervinieron todos los partidos políticos, cuyos partidarios también participaban en la lucha. Quedó constituido como sigue:
Presidencia y Defensa: José Antonio de Aguirre y Lecube (nacionalista)
Gobernación: Telesforo de Monzón (nacionalista)
Hacienda: Heliodoro de la Torre (nacionalista)
Justicia y Cultura: Jesús María Leizaola (nacionalista)
Obras Públicas: Juan de Astigarrabia (comunista)
Trabajo, Previsión y Comunicaciones: Juan de los Toyos (socialista)
Asistencia Social: Juan Gracia (socialista)
Industria: Santiago Aznar (socialista)
Agricultura: Gonzalo Nárdiz (Acción Nacionalista)
Sanidad: Alfredo Espinosa (Unión Republicana)
Comercio y Abastos: Ramón María de Aldasoro (Izquierda Republicana)

Estos datos están obtenidos de las hemerotecas de la Diputación de Vizcaya: La población que se vieron obligados a atender se componía de 558.868 habitantes propios de Vizcaya y 51.096 refugiados que habían llegado huyendo, lo que hace un total de 609.964 personas en 20 de Diciembre de 1936.

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