El
Pacto de Santoña (1937)
La cobarde rendición de los Gudaris del nacionalismo
vasco
al fascismo italiano
En El Pacto de Santoña (1937) nos
encontramos sin ningún tipo de tapujos ante la realidad del nacionalismo vasco:
la traición. Traición que en el periodo de 1936-1937 es doble.
Por un lado el PNV traiciona a una parte
de la sociedad vasca, fervientemente católica, manteniendo una alianza contra
natura con el Gobierno de Madrid, caracterizado por su anticlericalismo,
anticatolicismo y por su cobardía. Efectivamente, el pueblo vasco tiene que ver
como un partido supuestamente católico, aun desobedeciendo las directrices de
la jerarquía eclesiástica (carta colectiva del episcopado español de 1 de julio
de 1937) y lo que es más importante desoyendo el clamor de la realidad, decide
apoyar a un Gobierno que hace del anticlericalismo su bandera.
Pero esta traición a la católica sangre
vasca, no es la única iniquidad cometida por un partido nacionalista inmerso en
el nacionalismo más aberrante por infantil, fútil y engañoso, pues no contento
con la traición hecha a sus bases, decide traicionar al Gobierno de Madrid (no
lo podemos llamar de España pues en esos momentos ya había perdido cualquier
legitimidad de ejercicio para proclamarse como Gobierno legítimo) iniciando las
conversaciones de rendición con el Ejército Italiano, que desembocarán con el
tiempo en el Pacto de Santoña, símbolo máximo de la cobardía nacionalista.
Es evidente que esta historia de
traición no surge en 1936, pues el PNV desde su fundación es traidor a la
historia y a la verdadera causa del pueblo vasco. Ya Sabino Arana, desde la
fundación del PNV, trata de traicionar los legítimos intereses de los vascos y
de los españoles creando una historia de la inexistente Nación Vasca, que trata
de hacer valer los rasgos distintivos del pueblo vasco; pero la realidad es una
muy otra, pues ni la raza, ni la historia, ni la forma de ser del pueblo vasco,
ni el amor al ayer, ni el respeto a las tradiciones,… separan al pueble vasco
del resto de España, es más, si algo distingue a los vascos del resto de España
es precisamente su españolidad (Núñez de Balboa, Legazpi, San Ignacio de
Loyola, D. Tomás de Zumalacárregui, Miguel de Unamuno…).
Ahora bien, no corresponde tratar ahora
estos mitos de la prehistoria nacionalista pues “El pacto de Santoña” nos sitúa
en otro acontecimiento histórico bien distinto. En julio de 1936 se produce una
movimiento cívico- militar que tiene como principal misión salvar a España de
los sin Dios, los separatismos y el caos. En este Alzamiento, cada persona,
cada partido, cada organización, tiene el grave deber moral de tomar partido
por una de los contendientes (los nacionales o los rojos).
En esta toma de posicionamiento, el PNV
ya manifiesta su primer brote esquizofrénico pues los peneuvistas alaveses
(Araba Buru Batzar) y los navarros (Napar Buru Batzar), tomaron posturas
claramente cercanas al Movimiento Nacional. De este modo, la división de la
sociedad española quedaba patentizada en la división del PNV. De esta división,
podemos decir, que la jerarquía del partido nacionalista no se repuso nunca
durante la Guerra del 36, pues la ambigüedad de los líderes del PNV fue
proverbial hasta el fin de la guerra.
En este estado de tensión la guerra se
formaliza y empiezan los primeros avances de los nacionales, que desde la
católica y carlista Navarra empiezan un avance victorioso por las tierras
vascas. Un Bilbao cada vez más comprometido provoca que el nacionalismo vasco
en las figuras de sus líderes (José Antonio Aguirre y Juan de Ajuriaguerra),
trate de llegar a una salida pactada del conflicto. Como interlocutor válido se
busca a una Italia deseosa de recuperar su prestigio tras la humillante derrota
de Guadalajara.
Podemos decir que los contactos formales
entre Italia y el nacionalismo vasco comienzan el 11 de mayo con la entrevista
entre el Marqués Francesco Caballetti y Alberto Onaindía. El primer fruto
aparente de estas negociaciones, fue la permanencia del ejercito nacionalista
vasco en Bilbao hasta la ocupación efectiva de la villa por las tropas
nacionales, para evitar los desordenes y la destrucción de las fábricas por
parte de los partidarios comunistas y socialistas. Desde este momento (la caída
de Bilbao), el nacionalismo, expulsado de su tierra, empieza a acelerar una
rendición que tiene como principal objetivo salvar la vida de los principales
dirigentes políticos, a los funcionarios vascos y a los oficiales del ejercito.
Del mismo modo se pretendía que los militares vascos fueran considerados
prisioneros de guerra bajo soberanía italiana.
De esta forma el 24 de agosto de 1937 se
firma la traición del gobierno vasco a la República en Guriezo (Cantabria),
llegándose al conocido Pacto de Santoña. Pero como bien se sabe, en España no
se pagan traidores, y los contenidos de tan vergonzoso pacto nunca se llevaron
a la práctica, pues el Alto Mando de Burgos no dio validez a unos acuerdos
negociados sin su autorización por una potencia extranjera (Italia) con un
enemigo (el nacionalismo vasco), que ya estaba derrotado. Es la exposición de
las circunstancias que llevaron a la firma del Pacto de Santoña y la
descripción de los acontecimientos relacionados con dichos pacto, lo que nos
motivo a recomendar la atenta lectura del libro que hoy comentamos.
Sin duda alguna el libro expone con
cierta amenidad un episodio poco conocido de la historia del nacionalismo
vasco. Con todo Xuan Cándano comete un craso error al identificar en las
primeras páginas del libro al pueblo navarro con el pueblo vasco, pues este no
es más que un mito nacionalista que trata de unir el destino del siempre
heroico y españolísimo pueblo navarro, con el concepto pervertido de una
Vasconia nacionalizada. Podemos decir que Xuan Cándano no anda muy certero
tampoco en la calificación de uno de los bandos contendiente como rebelde o
franquista, pues ni era lo primero (no es tarea presente exponer la
ilegitimidad tanto de ejercicio como de origen del frentepopulismo), ni era
sólo franquista (no olvidemos que el 18 de julio fue ante todo un movimiento
cívico-militar, en el que intervinieron con carácter propio fuerzas como los
Requetés).
Tampoco anda certero el autor al tratar
de justificar cierto anticlericalismo por parte de los nacionales, pues si bien
fue cierto el fusilamiento de curas nacionalistas, no es menos cierto que estos
no fueron fusilados por su condición de eclesiásticos (cosa que el autor parece
olvidar). Del mismo modo, el Sr. Cándano, nos pretende presentar en algunos
pasajes del presente libro una Iglesia arrodillada ante el Franquismo, muy
lejos de la verdad histórica. Del igual forma no duda en afirmar la bendición
de la Iglesia ante los regímenes fascista.
Está claro que Xuan Cándano no sólo
desconoce la historia de la Iglesia Española, sino que también desconoce la
historia de la Iglesia Universal y la doctrina pontificia del gran Pío XI, que
ya en 1931 se enfrenta a Mussolini con su “Non abbiamo Bisogno” y en 1937 no
duda en enfrentarse con el nacionalsocialismo con su “Mit brennender Sorge”. Es
más, en el libro nos encontramos con sutiles y engañosos ataques a la Iglesia
Española, pues no puede ser calificada de otro modo esa veneración que el autor
parece sentir por el gran muñidor del pacto, el religioso Onandía, que recordemos
que ni en sus juicios ni en sus acciones practicaba la mas mínima humildad
sacerdotal y mucho menos el respeto a la jerarquía (en esto era tan hipócrita
como el nacionalismo vasco).
Del mismo modo aparecen trufadas a lo
largo de la presente publicación, afirmaciones poco fieles a la historia, pues
si bien el autor no duda en calificar al bando nacional como rebeldes, parece
dudar en la calificación de los golpistas asturianos del 34; de hecho, califica
los hechos de Asturias como “comuna asturiana”, y no duda en tachar el triunfo
de la legalidad del 34 como “feroz represión”.En resumidas cuentas: el libro
merece atenta lectura, por cuenta pasará a formar la poca bibliografía
existente con respecto al Pacto de Santoña, aun cayendo en multitud de
ocasiones en errores de bulto al tratar de encuadrar las diferentes actitudes
ante el conflicto tanto de la Iglesia, como del Movimiento Nacional, como de
sectores nacionalistas. El progresismo, otra vez más, se nos muestra como
enemigo de la verdad, y en un perfecto maridaje con la infamia y la calumnia.
MOVIMIENTOS TÁCTICOS REPUBLICANOS,
después de la rendición vasca
Como consecuencia de estos ataques nacionales,
el Mando republicano decidió:
1. Situar la 50 División en la comarca
Portillo de Suano-Reinosa, apoyando la acción de la 54 División y defendiendo a
toda costa Reinosa, frente al ataque del enemigo procedente de la línea
Barruelo – Aguilar de Campoo.
2. Acantonar la 55 División en la zona
Ontaneda – San Miguel de Luena, colocando una BM en el puerto del Escudo y otra
en San Pedro del Romeral, en apoyo de la 53 División.
3. Instalar la 57 División, en el valle
del Besaya, desde Bárcena a Torrelavega.
4. Movilizar la 182 BM de Carabineros.
5. Situar la 181 BM de Marinos en Potes.
6. Poner a disposición de las Divisiones
53 y 54 los Carros y la Artillería de reserva.
7. Distribuir la artillería A/A
defendiendo Reinosa y el puerto del Escudo.
8. Ordenar el empleo a fondo de la
Aviación disponible.
9. Tener previsto el empleo de una
División del 14º C.E. y otra del 17º C.E. como reserva a emplear.”
BALANCE
Las pérdidas republicanas en esta
batalla fueron tremendas:
1. Del Ejército vasco (no nacionalista):
Las 47, 48 y 51 Divisiones y una Brigada de la 49 División.
2. Del Ejército santanderino: Las 52,
53, 54 y 55 Divisiones.
3. Del Ejército asturiano: Elementos
dispersos de las 56, 57 y 58 Divisiones.
- 80 piezas de artillería.
- 1 Compañía de Tanques (14 Unidades).
- Más de 65 aviones.
- Unos 80.000 prisioneros.
"El informe Lejarcegui y Ugarte cuenta, en cuarenta folios mal redactados, sin ninguna cortapisas y con apabullante naturalidad toda la estrategia de engaños, disimulos y argucias que tuvo que desplegar el PNV ante el Ejército republicano para poder sacar adelante la capitulación vasca.Nadie suele contar luego las puñaladas por la espalda a sus amigos, y a Judas nunca se le habría ocurrido escribir sus memorias."
Del informe Lejarcegui y Ugarte
….Estrategia del PNV
“Todo nuestro empeño consistía en dos
cosas. Primero evitar toda participación en la lucha a nuestros batallones y
después, debilitar el frente de tal manera que las divisiones italianas
pudieran moverse a su antojo y conquistaran rápidamente Torrelavega (nudo de
comunicaciones)…. con lo que se impedía la evacuación del Ejército de Euzkadi a
Asturias…
Querían dos cosas y se lo apuntaron a
los italianos.
Les pedían ….
1 Que se active la ofensiva sobre
Torrelavega
2 Que se vaya moderando la ofensiva
sobre Solares
Torrelavega es estratégica y quien la
domina, domina Cantabria.
Solares abre el camino a Santander.
Querían que los franquistas tomasen
Torrelavega para quedar separados de las fuerzas republicanas.
Ricardo Menéndez Hevia, cadete cántabro
entonces , en la Academia Militar de Santoña ha estado pensando durante 65 años
que la Academia fue tomada por Nacionales.pero una carta de un Gudari
arrepentido, enviada a la prensa, en 2002, demostraba que los que habían tomado
la Academia y los otros Cuarteles republicanos de Santoña, desarmando a los
Cadetes, fueron las Tropas Nacionalistas Vascas.
Muchos fueron hechos prisioneros y
algunos se escaparon para seguir la lucha en Asturias.
Aguirre trataba de hacer aparecer la
Deserción en Santoña como una maniobra de los Mandos militares vascos, para
salvar el honor del Gobierno y "pueblo vasco". Ese fue el contenido de la
última carta enviada al Gobierno de Madrid. Echar la culpa a otros …de lo
gestado por el mismo, desde el principio.
Obligaciones de los Gudaris, ante los
Italianos:
A.- Deponer las armas…en Santoña
B.- Conservar el Orden público en la
zona
C.- Asegurar la vida de los prisioneros
de las cárceles de Santoña y Laredo”
Compromiso de los Italianos:
A.- Garantizar la vida de todos los
combatientes vascos y mantenerles bajo su mando hasta el final de la Guerra sin
entregarlos a Franco.
B.- Garantizar la vida y la salida al
extranjero de todos los políticos y funcionarios vascos en Santoña y Santander.
C.- Garantizar que no fuese perseguida
la población vasca adicta al Gobierno Vasco.
Cuatro batallones nacionalistas vascos(
Munguía, Padura Goiri y Lenago) abandonaron la linea del Frente, en las
montañas de Reinosa, sin avisar, por la noche y se retiraron a Santoña.
Por el HUECO creado penetraron cuatro
brigadas franquistas… e hicieron una escabechina entre los que quedaron. Se
creó una bolsa y quedaron rodeados.
90 batallones republicanos fueron
aniquilados.
Muchos mandos nacionalistas fueron
sometidos a Consejo de Guerra por abandonar el frente ante el enemigo.
Tanto es así que los soldados
nacionalistas combatían…con fuego real a las tentativas de no nacionalistas,
asturianos y cántabros, de destruir lo que podía ser interesante en la guerra
para Franco, como fábricas de armamento, puentes, almacenes de armas, etc.
Había en Bilbao 20 millones de balas de
fusil, 70.000 granadas de mortero y muchos miles de granadas de mano.
Tentativas de destruirlo o evacuarlo fueron impedidas por los Gudaris
nacionalistas. Gran parte cayó en manos de Franco y ayudó a masacrar a cántabros
y astures, más tarde.
El teniente coronel Buzón Llanes,
asturiano, parece ser, dice que… "hasta última hora se mantuvo el criterio de
preferir la pérdida del material a entrgarlo a santanderinos y asturianos".
En Ordunte, trataron dinamiteros cántabros
de la Escuela de Especialistas de Santander de dinamitar el pantano, según
ordenado por el General Gamir, pero un batallón nacionalista se lo impidió. Le
volaron parcialmente sólo…y los franquistas pudieron seguir usándo su
suministro de agua y electricidad.
Los asturianos volaron el puente de
Isabel II , a pesar de que los nacionalistas habían emplazado hasta
ametralladoras en las azoteas vecinas. Era el Estado Mayor del General Gamir
quien había decidido su voladura.
En Baracaldo hubo fuego real entre
nacionalistas y demás republicanos. 20 camiones de dinamita quedaron sin
utilizar, gracias a la acción de los nacionalistas que sirvieron en bandeja a
Franco todo lo deseable.
Franco mismo dijo que "la guerra la
había ganado en el Norte".
Bien es cierto que un batallón vasco
comunista (Rosa Luxemburgo) se enzarzó a tiros con uno nacionalista
(Azkatasuna) al ver que, de noche, habían abandonado el frente.
En una ocasión un batallón vasco
nacionalista fue aniquilado totalmente a manos de dos batallones vascos
comunistas, al tratar de alcanzar Santoña….hacía donde se dirigían los
batallones vascos nacionalistas, dejando en la estacada a sus , hasta entonces,
amigos.
"Silenciar el pacto de Santoña se
convirtió en una auténtica obsesión para los dirigentes nacionalistas"… "Tras el
de la capitulación, venía el Pacto del Silencio."
"Desde la cárcel, Ajuriaguerra dio la
orden de mantener cerradas las bocas y los archivos…"
"A J. A. Aguirre que se supiera la
verdad aún le preocupaba más, porque su empeño personal y la estrategia
nacionalista pasaban por hacer creer que nada tenían que ver con Santoña."
"…salió del envite con éxito, y su
figura, es hoy venerada por los nacionalistas vascos, respetada por los
constitucionalistas e históricamente reconocida por los republicanos…apartando
a Aguirre de cualquier responsabilidad en la rendición de su ejército…"
"…se apresuraron a hacer desaparecer de
la circulación pública los compremetedores papeles del Pacto de santoña."
El intermidiario con Franco, el cura
Onaindía… "Onaindía guardaba copias de la inmensa mayoría de los documentos… el
PNV le ordenó su devolución… el cura se resistió… terminaron en su casa."
Todos los envueltos en el Pacto de
Santoña, incluído Onaindía, fueron defenestrados y olvidados por el PNV.
Onaindía trató de publicar Antecedentes de la capitulación de Santoña, pero el
PNV se opuso. Fue censurado.
Bibliografía: El Pacto de santoña. La
rendición del nacionalismo vasco al franquismo
(Xuán Cándano)
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