Capitán de corso que apresó dos barcos mercantes británicos Dorotea y Tounshend en 1740
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PEDRO IGNACIO DE GOYCOECHEA |
Pedro Ignacio de Goycoechea nació en alguna villa portuaria de Guipúzcoa entre finales del siglo XVII e inicios del XVIII.
Sobre su actividad como marino corsario tan sólo se conocen las dos presas británicas que realizó en 1740, año en el que se estaba desarrollando la Guerra del Asiento entre los reinos de España e Inglaterra.
El 2 de junio de 1740, el capitán Goycoechea, al mando de la fragata Nuestra Señora del Rosario, de 24 cañones de artillería, navegaba en corso por cuenta propia tras conseguir patente de corso otorgada por el Real Consejo de Guerra, y tenía rango de teniente de corso. Aquel día, sorprendió y apresó al barco mercante Dorotea, que navegaba desde la isla La Antigua hacia Londres con un cargamento de azúcar y aguardiente. El valor estimado de aquella presa rondaba los 20.000 pesos y había sido despachado hacia Pasajes.
Cuatro días después, avistó otra posible presa que resultó ser el paquebote correo Tounshend de 12 cañones, con carga de oro y plata amonedados y con pliegos oficiales y que navegaba desde Lisboa con destino a Londres. El capitán del paquebote inglés, John Cooper, a la vista del corsario español, ordenó largar su gallardete y, puesto que mandaba uno de los buques más veloces de la flota británica, se entretuvo en disparar una andanada sin bala en tono de burla, ya que estaba seguro de no ser alcanzado.
La fragata española sin contestar a los disparos largó velas, ciñó el viento y se puso a la caza. Observando los ingleses, con la consiguiente sorpresa, que la fragata les alcanzaba, largaron bolina, lo que hizo igualmente la fragata española consiguiendo ponerse a tiro de cañón. Comenzó la función, que duró cerca de dos horas, y en la que el paquebote inglés salió con la popa destrozada.
Pero como ya se acercaba la noche, Pedro Ignacio de Goycoechea decidió acabar y abordó al paquebote, cuya tripulación, a pesar de su defensa, acabó rindiéndose.
En medio de la refriega un oficial inglés se acercó a la borda para arrojar los pliegos oficiales atados a una bala de cañón, lo que hizo a pesar de que los corsarios españoles le amenazaron de muerte si realizaba su intento. Vista la valentía del oficial se le perdonó la vida y se le trató con honores, junto al resto de la valerosa tripulación.
De esta manera, el corsario guipuzcoano pudo dirigirse a Pasajes con el paquebote inglés en conserva, satisfechos de haber servido al rey y de contribuir a su propio beneficio con la recompensa que les habría de tocar de los 90.000 pesos de la nueva presa.
Dos años después, en 1742, tenía rango de capitán de corso de la fragata El Chorro, de 18 cañones de artillería.
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FRAGATA NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO |
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