06/04/2022

Reinado de Enrique I: la Guerra de la Navarrería


En 1270, moría el rey Teobaldo II. Desde entonces, una serie de desgracias fueron sucediéndose en el Reino de Navarra: una guerra civil, saqueos de bandidos tanto en las villas fronterizas como en el interior, y un protectorado de los reyes franceses que convirtió a Navarra en una entidad política bajo la órbita de su influencia hasta 1328.

Durante este periodo de tiempo comprendido entre los años 1270 y 1328, pasaron cuatro reyes legítimos por el trono navarro: Enrique I, Juana I, Luis I y Felipe II. Solo dos, Enrique I y Luis I, juraron los fueros en Pamplona en el momento de ser coronados. Además, tres de los cuatro, Enrique I, Juana I y Luis I, pasaron algún tiempo en el reino; Felipe II ni se acercó. Pero, de esos 58 años, tan solo dos y medio fue el tiempo que permanecieron estos cuatro reyes en Navarra para impartir algo de justicia o recaudar haciendas, alejados de sus ocupaciones en Francia. Si Enrique I pasó un año y medio, Luis I y Juana I a penas medio año cada uno.

Mientras que estos reyes estaban ausentes, Navarra quedaba dirigida por un gobernador francés designado desde Francia, con ayuda de miembros de la alta aristocracia y de la rica burguesía del reino. Aunque no hubo un enfrentamiento real con sus vecinos hispánicos Castilla y Aragón, la guerra surgió en el interior, especialmente en la llamada Guerra de la Navarrería. Se trataba de una guerra civil en la capital de Pamplona que destruyó gran parte de su urbe. Además, en la frontera con Guipúzcoa se sucedían las incursiones de bandidaje, cuyo resultado fue la protección militar en la llamada "frontera de malhechores" y la derrota en la Batalla de Beotibar.

enrique navarra champaña retrato escudo
ENRIQUE I DE NAVARRA

El sucesor de Teobaldo II fue Enrique I, que tomó posesión del trono inmediatamente, ya que se encontraba dentro de Navarra cuando falleció su hermano mayor. Juró los fueros y recibió fidelidad de la nobleza navarra el 1 de marzo de 1271. Había casado con Blanca de Artois, una sobrina del rey francés Luis IX el Santo, y ya había sido rey regente de Navarra durante algunas ausencia de su hermano mayor. Enrique I el Gordo había heredado el Reino de Navarra y los Condados de Champaña y de Brie.

Tras coronarse rey, tan solo tuvo tiempo para visitar algunas villas, renovar los juramentos en las mismas, solucionar algunos asuntos y conceder privilegios a algunas villas de la Merindad estellesa: Estella, Viana y Los Arcos. Un mes después de coronarse, el 2 de abril, ya estaba en el Condado de Champaña, y desde allí a París, donde prestó vasallaje a Felipe III el Atrevido, rey de Francia. Dos o tres meses más tarde, regresó a Navarra, permaneciendo todo 1272 y principios de 1273. Y, en diciembre de ese año, hizo su último viaje a Navarra, ya que el 22 de julio de 1274 falleció en Pamplona.

Durante su brevísimo reinado de cuatro años intentó recuperar algunas entidades políticas que muy anteriormente fueron del Reino de Navarra: La Rioja, Álava y Guipúzcoa. Primero aceptó el juramento del infante castellano Fernando, hermano del rey Alfonso X el Sabio, del señor de Vizcaya Lope III Díaz de Haro y de otros nobles castellanos desleales. Pero cuando Enrique les pidió recuperar estos territorios, la deslealtad al rey de Castilla no se convirtió en traición, y no pudo consumar sus intenciones.

Otro de los sucesos desafortunados de su reinado fue el inicio de un conflicto interior conocido como Guerra de la Navarrería, a pesar de los esfuerzos del rey predecesor Teobaldo II por mantener la paz. Se trataba de una guerra civil en la capital de Pamplona que destruyó gran parte de su urbe. Todo comenzó rompiendo el delicado equilibrio de fuerzas que existía entre los barrios de la ciudad. La Navarrería consiguió que Enrique I les permitiera la construcción de murallas y torres defensivas a cambio de 30.000 sanchetes, que eran unas monedas navarras de plata. El conflicto tuvo su momento de máxima violencia cuando pasó de ser una confrontación social urbana a una lucha militar que alcanzó a todo el reino.

BURGOS MEDIEVALES DE PAMPLONA

Enrique I murió de obesidad a los veinticinco años. Fue enterrado en un rico sarcófago de cobre en la catedral de Pamplona.

Su sucesor a la Corona navarra era su hijo mayor, al que llamaban Teobaldico, pero murió a los dos años de edad cuando se despeño desde lo alto del castillo de Estella. Su hija menor, Juana, que había nacido el 1273, terminaría coronándose como Juana I de Navarra al año siguiente, aunque su destino final fuese la Corte francesa. La viuda de Enrique I, Blanca de Artois, tomó la iniciativa en la sucesión al trono enfrentándose a buena parte de la clerecía, aristocracia y nobleza navarras, conflicto en el que Francia, Castilla y Aragón también tomaron parte.

Pero Juana pasaría el resto de su vida en Francia, no regresando a Navarra desde que su madre se la llevó a sus señoríos de aquel reino. Desde allí, luchó para que su hija obtuviera el título real navarro, mientras que el francés Felipe III tomaría la regencia navarra hasta que Juana casara con su hijo a la mayoría de edad.

En 1276, el Reino de Navarra y el Condado de Champaña rompieron la unión dinástica de sus titulares cuando Blanca de Artois, viuda de Enrique I, casó en segundas nupcias con Edmundo de Inglaterra, hermano del rey Eduardo I. Al asumir Edmundo el condado, Champaña pasó a la casa real inglesa, aunque enfeudado al rey francés Felipe.

ESCUDOS REALES DE ENRIQUE I

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