Desde principios del siglo XXI, se está haciendo un uso mal interpretado de la figura de Sancho III Garcés como gran "señor de los vascos".
El "señor de los vascos" procede de la traducción castellana de un fragmento árabe de la crónica Ibn-Bassâm, del siglo XII, en la que se refiere a Sancho III como sahib al-bashkunsh. Fragmento que publicó el arabista holandés Dozy en sus Recherches sur I "histoire politique et littéraire de l" Espagne pendant le Moyern Age (1860, 1881).
Dozy tradujo la expresión árabe "bashkunsh" por el francés "basques" y los traductores españoles de Dozy tradujeron a su vez "basques" por "vascos". Lo hizo concretamente el doctor Antonio Machado y Álvarez, que publicó en castellano las Recherches de Dozy en varias ediciones desde 1850.
Esta traducción es incorrecta, debido a que desde la aparición en castellano del siglo XIII hasta el siglo XIX, la palabra vasco significaba basque, o sea vasco de Ultrapuertos, vascofrancés diríamos hoy. La palabra vasco se empezó a utilizar para denominar a navarros, guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos hasta el siglo XIX. Decir que Sancho III era "señor de los vascos", como expresión del siglo XI-XII, equivale a decir que era señor de los vascos de ultrapuertos.
Posteriormente, se publicó la crónica de Ibn Hayvan Al-Muqtabis fi ajbar balad al-Abdalus, en la que se refiere a Sancho III como amir al bashkunsk. En esta crónica comenta la llegada a la Corte de al-Hakam II de dos embajadores de Sancho, y al nombrar al rey, se lee un frase que se debe traducir, inequívocamente, así: "Sancho hijo de García emir de los vascones". Concretamente, la expresión literal árabe que emplea Ibn Hayyan es amir al-bashkuns.
Posteriormente, se publicó la crónica de Ibn Hayvan Al-Muqtabis fi ajbar balad al-Abdalus, en la que se refiere a Sancho III como amir al bashkunsk. En esta crónica comenta la llegada a la Corte de al-Hakam II de dos embajadores de Sancho, y al nombrar al rey, se lee un frase que se debe traducir, inequívocamente, así: "Sancho hijo de García emir de los vascones". Concretamente, la expresión literal árabe que emplea Ibn Hayyan es amir al-bashkuns.
Traducir amir como "señor" es un error, porque para este concepto pertenece el término sahib, como denominaban al Cid Campeador. Cid proviene del término árabe sahib que significaba señor, mientras que emir proviene del término amir que significaba rey o magnate.
Difícilmente puede entenderse que Sancho III fuese considerado un caballero o señor de los vascones, sahib al-bashkunsh, como lo fue Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, cuando en realidad fue rey o magnate, por lo tanto deberían considerarle como un emir, amir al bashkunsk.
Pero tampoco es tan descabellado traducir las crónicas en las cuales se refieren a Sancho III como "señor de los vascos de Ultrapuertos" con el termino de sahib, pues en el siglo XI, el significado de "señor" es el de persona con derecho de señorío, delegado por alguien superior, un rey o magnate. Y ese rey o magnate superior a Sancho III, que delegó la autoridad de señorío sobre los vascones del vizcondado de Labort fue Sancho Guillermo, conde de Gascuña, que tampoco fue tal autoridad delegada, sino una gran influencia y poder de decisión, ganadas especialmente en el apoyo que Sancho III ofreció al conde en su lucha contra el Condado de Toulouse en 1021-1023. Y tras morir sin descendencia este, trató de extender su autoridad sobre la Gascuña, pero la herencia recayó en Eudes.
Aún hay más sobre la traducción de la expresión de Ibn Hayyan, amir al-bashkuns, como "emir" o "jefe de los vascones", pues en el siglo XI y en lengua árabe, se denominaba bashkuns no solo a los vascones, sino a todos los habitantes cristianos del noreste peninsular, incluidos los de la llamada Marca Media, como Soria, y excluidos los catalanes, denominados ifrany "francos" y se les asimilaba a los cristianos del sureste de Francia. Para los habitantes del noroeste de la península, de toda la costa cantábrica y de la parte reconquistada de la meseta, hasta Burgos, se les denominaba yilliqi "gallegos".
Los árabes tenían un conocimiento geográfico de los habitantes de la península realmente impreciso y lejano. Al-Idrisi, en el siglo XII, llama yilliqi, a los habitantes de todo el norte peninsular incluyendo a los de León y Bayona. El geógrafo Al Himyari sitúa en esta región la ciudad de Burdeos.
Estos tres nombres: yilliqi, bashkuns e ifrany, tampoco pueden traducirse de sus términos latinos de los que proceden: "gallego", "vascón" y "franco", porque se usaban para denominar a las gentes de áreas muy amplias e imprecisas, variaban de un autor a otro. Da la impresión que los árabes emplean estos términos para referirse a los tres territorios con un poder establecido: León, Pamplona y la Marca catalana-aragonesa. Los cronistas árabes llegaron a llamar a los habitantes del norte peninsular reconquistado con nombres como "los cristianos", "los bizantinos", o incluso con insultos, y a algunos de sus monarcas como "rey de los cristianos", cuando en realidad, cristiano lo fueron todos.
MONUMENTO A SANCHO III EL MAYOR EN FUENTERRABÍA |
Basándose en este "descubrimiento", poco riguroso en el análisis de los textos escritos por los cronistas árabes, y más impreciso todavía en las traducciones e interpretaciones de sus traductores, sobre la consideración de que Sancho III era "señor de los vascos", el Ayuntamiento de Fuenterrabía-Hondarribia tomó la decisión de dedicar un monumento al "Rey del Estado vascón".
Gran error por parte de este ayuntamiento considerar al Sancho III rey de un Estado, en este caso el de Pamplona. La palabra "estado" se ha empleado, equívocamente, por los historiadores, para referirse a una unidad política soberana, desde tiempos de la polis griega o "ciudades-estado".
Lo cierto es que para la mayoría de los historiadores del pensamiento político insisten que esa denominación es errónea, y es mejor evitarla cuando se refiere a unidades políticas soberanas antes del siglo XVI. La denominación "estado" nación en el siglo XV en relación con el desarrollo de la administración real y de su "judicialización"; de igual manera que sería un error denominar "nación" a una unidad política soberana antes del siglo XIX, pues dicha soberanía todavía no estaba en poder de su ciudadanía.
Hay un problema añadido y es que los príncipes cristianos de la reconquista no admiraban a los vascones, sino a los visigodos, de quienes se consideraban sus sucesores legítimos. Pretendían demostrar su descendencia visigoda como derecho a recuperar el viejo Reino, invadido por los islámicos. A Sancho III lo hicieron descendiente de un mítico Pedro, duque de Cantabria, descendiente a su vez de Leovigildo y Recadero, según expone la Historia Silense, escrita en el siglo XII. Su autor pretendía considerar al rey castellano-leonés, Alfonso VI, proveniente de godos, haciendo preceder a uno de sus antecesores, Sancho III, como otro más.
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