Militar héroe de la batalla de Alcañiz durante la Guerra de la Independencia española e impulsor de importantes reformas en el Cuerpo de Artillería
MARTÍN GARCÍA-LOYGORRI E ICHASO |
Martín García-Loygorri e Ichaso nació en Corella, Navarra, en 1759, perteneciente a una noble familia, que presuponía descendencia de los reyes de Navarra.
En 1772, cuando tenía trece años, ingresó en el Colegio de Artillería establecido en el Alcázar de Segovia, del que saldría como número uno de su promoción.
A lo largo de su vida intervendría activamente en veintisiete acciones de guerra, cinco sitios y una defensa de plaza.
Su primera intervención militar en la defensa de Melilla de 1777, contra el ejército del sultán de Marruecos. De 1801 a 1807 participó en las campañas de Portugal.
El 23 de mayo de 1809, tomó parte en la batalla de Alcañíz de la Guerra de la Independencia contra los franceses. Con su heroico comportamiento, logró salvar la vida de muchos alcañizanos, evitando la destrucción de la ciudad cuando todo parecía perdido. Dispuso con enorme acierto la ubicación de las diecinueve piezas de artillería con que contaban las fuerzas españolas. Con gran serenidad y sangre fría, esperó a que las tropas enemigas estuvieran casi encima para ordenar lanzar un ataque más duro, desbaratándolas y poniendo en huida a 10.000 soldados franceses cerca de Teruel.
BUSTO Y CARTAS DE MARTÍN GARCÍA-LOYGORRI |
Su decisiva intervención fue premiada con la Cruz Laureada de San Fernando, siendo el primer artillero en conseguir la más prestigiosa recompensa militar española. Además, fue ascendido a mariscal de campo.
Durante el resto de su carrera fue adquiriendo sucesivos cargos y condecoraciones: teniente general, vocal de las Asambleas de las Reales Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo y de la Junta Militar de Indias, y caballero profeso de la Orden Militar de Santiago.
Desde 1810 y hasta 1822, ocupó el cargo de director general del Cuerpo de Artillería, así como del Real Colegio de Artillería.
Este artillero navarro se encontraba ya en Madrid desde 1814, donde los franceses ya habían sido expulsados y se vivía una reconstrucción generalizada. Entonces, centró su gestión en la recuperación y mantenimiento de la artillería española tras la Guerra de la Independencia. Especialmente relevantes fueron sus servicios a la reorganización del Cuerpo, maltrecho después de tan larga y traumática campaña, destacando entre otros la institucionalización de la Junta Superior Facultativa como máximo órgano jerárquico artillero; la creación de los escuadrones a caballo y los batallones de tren; y la redacción y puesta en vigor de la Ordenanza para la artillería en las posesiones de Ultramar.
ARTILLEROS ESPAÑOLES EN LA BATALLA DE SOMOSIERRA |
García Loygorri luchó además por la vuelta del Colegio de Artillería desde Baleares a su sede original, el Alcázar de Segovia, efectuando las gestiones de la reparación del edificio y recuperando su carácter científico-militar con un elevado nivel docente. Para ello editó un nuevo reglamento, amplió y mejoró sus equipos e instalaciones, e inauguró un gran laboratorio de química y otro de ciencias naturales. También procedió a la compra del Gabinete de Mineralogía del gran naturalista Casimiro Gómez Ortega, uno de los más importantes de Europa en su tiempo, que ha llegado hasta nuestros días.
Según palabras del comandante general del Cuerpo de Artillería, Martín García Loygorri:
"Cuando una educación noble e ilustrada despeja el entendimiento y fortalece el corazón, aunque no alcance a transformar en héroes a todos los jóvenes que la recibe tiene una gran probabilidad de predisponer a muchos y de conseguir algunos."
En 1816, impulsó la segunda edición del importante Tratado de Artillería, de Morla, que tendría notable influencia en varias generaciones de artilleros. Puso en vigor la Ordenanza para Ultramar, reorganizó este cuerpo y fundó la Junta Superior Facultativa, máximo órgano artillero.
Murió en Madrid, en 1824.
MARTÍN GARCÍA-LOYGORRI |
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