02/07/2021

Vascos en la Casa de Contratación de Indias en Sevilla


Desde el primer momento, los "vizcaínos" participan en la nueva economía y comercio atlánticos, desde las costas andaluzas hasta el Cantábrico y el mar del Norte, serían maestres y capitanes, suministradores de fletes, pilotos de barcos, y demás oficios relacionados con la mar. Se establecen nutridas colonias de marineros y pilotos vascos, mercaderes muchos de ellos, en Sevilla, Triana, Palos, Huelva y Sanlúcar de Barrameda.

La escasez de tierras cultivables y la gran presión demográfica, obligaban a las provincias vascas a importar bienes de consumo necesarios tales como cereales, textiles, vino y otros, que en parte encontraban en el sur de la península. También se implican en el comercio, exportando el hierro vascongado hacia el sur de España y hacia el sur y suroeste oceánicos.

Hombres de negocios y marineros vascos participan en la actividad comercial que Sevilla mantenía con las comarcas del interior y con las ciudades europeas más activas del momento a través de las rutas marítimas del Atlántico y del sur peninsular. Mercaderes y marineros vascos fueron contratados por el cabildo hispalense en más de una ocasión para aprovisionar de grano a la ciudad.

PUERTO DE INDIAS EN SEVILLA

A partir de 1475, los mercaderes vascos ya participaban junto con los andaluces en las rutas comerciales por la costa norteafricana. Hubo hombres que no dudaron en defender los intereses castellanos, como hiciera Juan de Mendaro en 1476 en aguas marroquíes. Juan de la Cosa había navegado con anterioridad por estas aguas, llegando incluso a Guinea. A finales del siglo XV, andaluces y vascos realizan una operación conjunta sobre la isla de Lanzarote, mientras que naves vascas combaten con las lusitanas en las costas andaluzas y en las africanas.

Desde el siglo XIV existe en Cádiz el Colegio de Pilotos Vizcaínos, cuyos estatutos son aprobados por los Reyes Católicos, a cuya institución se le concedió la exclusividad en el suministro de prácticos de navegación para los buques que acudían al puerto.

En el siglo XV, aparece una Calle de los Vizcaínos en Sevilla, ubicada entre la catedral, el río y la muralla, y desde la cual solían negociar mercaderes y banqueros. En esta ciudad contaban con una representación importante en el popular barrio de la Mar. Desde tiempos pasados, disfrutaban de importantes exenciones en la aduana de Sevilla gracias a los privilegios concedidos por los monarcas Fernando IV y Alfonso IX a las localidades de Bermeo, San Sebastián y Guetaria.

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ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

Cuando se produjo el descubrimiento de América, estos mercaderes y transportistas vascos aprovechan la oportunidad que les permite la Corona española para expandir su red comercial por el Nuevo Mundo. Las industrias vascas encuentran nuevas posibilidades, especialmente para las fábricas navales y para las ferrerías. Este acontecimiento universal llegó oportunamente, pues, a finales del siglo XV, las exportaciones de productos férricos a Inglaterra retrocedían, y América se consolidaría como el nuevo mercado.

El comercio con las Indias, centralizado en Sevilla, organiza un monopolio castellano del que participan plenamente las Provincias Vascas tanto por sus derechos forales como por expreso deseo de la Corona. La dimensión americana significaba una auténtica ruptura del tradicional sistema industrial vascongado, creando empresas capitalistas a partir de la acumulación de capital.

Sevilla se convierte en foco económico de primer orden europeo, de allí parten cada primavera la Carrera de Nueva España, con rumbo a Veracruz y otros puertos de América Central y Antillas, y la Carrera de Tierra Firme, hacia Cartagena de Indias y Porto Bello.

Ante la colonización americana, los Reyes Católicos fundan en 1503, la Casa de Contratación de las Indias, el organismo encargado de coordinar y promover las empresas ultramarinas hacia el Nuevo Mundo descubierto.

A la Casa de Contratación, en las primeras décadas del siglo XVI, llegan continuas noticias de tierras recién descubiertas en uno y otro confín del mundo. Naves repletas de riquezas y objetos insospechados arriban con frecuencia a los muelles de Sevilla.

Esta institución sirvió de factoría, de tribunal de comercio y de escuela de pilotos, en sus distintas épocas, hallándose muy relacionado este organismo con la historia marítima de Guipúzcoa y Vizcaya, porque en él desempeñaron cargos de la mayor confianza muchos hombres nacidos en dichas tierras, así como por haber sido organizadora de expediciones en que tanto sobresalieron los referidos marinos.

Cuarto Almirante Casa Contratación Sevilla Real Alcázar
CUARTO DEL ALMIRANTE EN EL REAL ALCÁZAR

Progresivamente, los vascos fueron alcanzando una posición preeminente en la Carrera de Indias y se iban internando en la Casa de Contratación: altos funcionarios y dirigentes como los Matienzo, Recalde, Isasaga y Zárate, en el siglo XVI.

Desde 1524, la Casa de Contratación quedó subordinada en el Consejo de Indias, institución con amplias competencias en su ámbito territorial, e integrado por el presidente, los consejeros y los letrados. Los apellidos vascos fueron numerosos desde su fundación hasta el ocaso de los Austrias.

Las cualidades administrativas de algunos guipuzcoanos y vizcaínos fueron apreciadas en lo que valían desde que comenzó a funcionar la Casa, desempeñando funciones de responsabilidad desde el primer momento. Juan López de Recalde fue uno de los primeros en ser nombrado factor contador en Sevilla, cargo que ocupó durante muchos años, y cuyos servicios fueron excepcionales, contándose entre otros el apoyo que prestó a la causa del emperador Carlos V durante la Guerra de las Comunidades.

Otro guipuzcoano distinguido desempeñó así mismo un puesto principal en la mencionada casa, el comendador de Rodas, Pedro Ochoa de Isasaga. En 1507, a la muerte de León Pinerlo, jurado de la ciudad de Sevilla y gran amigo de Colon, fue nombrado para sustituirle en el cargo de Juez Oficial el referido Comendador señalándose 100.000 reales de sueldo hasta su fallecimiento que tuvo lugar en 1515.

En el siglo XVII, los siguientes guipuzcoanos continuaron ocupando en la referida Casa importantes cargos: El Conde de la Puebla del Maestre, Presidente, y en otros destinos Alberro, Eguino, Munive, Ibarlota, Martinez de Isasti, Urquizo, Oña, Inunrriza y Berozpe, entre otros.

SALA DEL ALMIRANTE

Por otro lado, en 1543, se fundó el Consulado de Cargadores de Indias de Sevilla, institución que además de organizar las actividades propias de carácter gremial, reunió otras de los ámbitos judicial, financiero y mercantil de gran importancia en el buen funcionamiento de los negocios de la Carrera de Indias. Adquirió tan protagonismo que se convirtió en el verdadero órgano rector del comercio ultramarítimo.

Hasta mitad del siglo XVII, la presencia vasca en esta institución fue irregular, siendo a partir de la misma cuando siempre había algún vasco en los cargos de prior, cónsul y consiliario. El primer contratista fue Adriano de Legaso en la década de 1630 y gran hombre de confianza de los cargadores para adquirir contrato de comercio con la Corte.

Otros cónsules muy activos fueron Miguñe de Vergara, Pedro de Abendaño o Juan de Munibe, este último, ascendiente del ilustrado conde de Peñaflorida fundador de la Vascongada Amigos del País, fue uno de los más poderosos mercaderes indianos y tenía a su hermano Andrés de contador en la Casa de Contratación. Otros mercaderes vascos influyentes en el Consulado fueron Jerónimo de Orozco y Ayala, Juan de Olarte y Ayo y Martín de Tirapu.

Igualmente los vascos desempeñan magistraturas del cabildo municipal y formando parte del cabildo de la Catedral de Sevilla. Las relaciones entre la provincia y la casa de Sevilla fueron tan importantes, que los mercaderes de Guipúzcoa pidieron a mediados del siglo XVI, la creación de un Cónsul que les representase en el gran número de asuntos comerciales y marítimos en que ellos intervenían.

CATEDRAL DE SEVILLA

El poder económico dependía en gran medida del control de los medios financieros. En la ciudad que fuera centro y destino distribuidor de la plata indiana, el sistema bancario estuvo sostenido por la iniciativa privada. También los vascos fueron pioneros entre los banqueros establecidos en Sevilla: Juan Iñiguez, Pedro de Morga y Domingo de Lizarrazas fueron algunos de tantos que hicieron grandes fortunas.

Cuando la banca desapareció a comienzos del siglo XVII, un poderoso grupo, el de los compradores de oro y plata, consolida su posición, actuando en muchos aspectos como verdaderos banqueros, Casi todos eran vascos: los Arriola, Pedro Aramburu, Juan Cruz de Gainza, Lorenzo Ibaru y Galdona, etc.

Al frente de las flotas indianas se establecen los Armendáriz, Oquendo, Ibarra, Zaldívar, Ursúa, Larraspuru, entre otros, en el s. XVII, obteniendo del cargo indudable provecho. O el negocio perlífero, que tiene que ver con Domingo de Zubizarreta, Sanco de Lizaur, Juan López de Arrenchulueta, Martín de Ochandiano.

Igualmente, en la administración de las tierras descubiertas, los vascos desempeñan puestos de responsabilidad: Francisco Lizarra fue contador en San Juan de Puerto Rico; Martín Ochandiano fue tesorero en Cubagua; Cristóbal de Oñate fue veedor en Nueva Galicia; etc. La lista sería interminable.

Toda esta abundante presencia vasca en los órganos de gobierno de la Administración y en los centros de decisión económica, en los cargos de funcionarios ejecutivos en la Casa de Contratación y en otras instituciones relacionadas con el tráfico indiano, resultó beneficio pala la comunidad vasca. El tráfico de influencias tan habitual de la Edad Moderna repercutió en la predisposición de contratar las necesidades de aprovisionamiento a empresas establecidas en las Provincias Vascongadas.

MARINOS MERCANTES VASCOS EN SEVILLA

La Casa de Contratación organizaba las flotas de Indias, elegía la unidades navales, avituallamiento, seleccionaba el personal, el armamento y pertrechamiento general de los convoyes. Los oficiales de la Casa inclinaron la balanza en la contratación en favor de los intereses vascos. Dos grandes argumentos defendían los dirigentes y funcionarios de estos organismos: la probada experiencia marinera y el excelente material industrial en naves, armamento y pertrechos construidos en sus astilleros y ferrerías. Estas llegaron a gozar de una posición privilegiada.

Este hecho coincide con el ascenso de vascos a puestos influyentes de la administración del Estado, como la Secretaría del monarca, ocupada por Antonio de Eraso, Juan de Ibarra, Pedro de Zuazola, Alonso Idiáaquez, Juan de Amézqueta, Martín Arano de Valencegui, Juan Pérez de Ercilla, Juan de Insausti, Domingo de Echeberri, Íñigo Vélez de Guevara y Tassis, Juan Bautista de Arzamendi, etc.

Además de la aprobación de la Real Cédula de 1571, por la cual ordenaba la fabricación de varias unidades navales en los astilleros vizcaínos y guipuzcoanos, beneficiando a la industria autóctona y a sus habitantes.

Dos privilegios aportados por la Corona beneficiaron enormemente a los vascos en su auge económico:

- solo los navíos construidos en el Cantábrico participan en la Carrera de Indias

- todo el hierro exportado a América debe ser vizcaíno

La demanda de buques que el imperio comercial y militar español necesitaba generó prosperidad económica en las tierras vascas y cantábricas durante siglos. Gran empleo surgió en los astilleros constructores de buques, miles de hombres se emplearían en los diferentes oficios como leñadores, carpinteros, calafates, toneleros, etc. Pero también se emplearán como marinos, capitanes, maestres, contramaestres, marineros, y demás oficios relacionados por la mar, tanto para las Rutas Comerciales como para la Real Armada.

La demanda del hierro vizcaíno también aportó muchísimo empleo y prosperidad a los vizcaínos, pues aunque en América existían minas de minerales preciosos se ausentaba del hierro. El hierro extraído se exportaba para construir naves, levantar edificios, herrar las caballerías, fabricar armas y escuderías, etc. El hierro vascongado, sus minas y herrerías transformarán América.

SEVILLA, SIGLO XVIII

Desde América llegaron caudales abundantísimos que propiciaron una riqueza sin precedentes en unas provincias vascas tradicionalmente pobres. Por dar un dato, solamente en la escribanía número 19 de Sevilla llegaron en 18 años (1630-1694), remesas por un valor de más de 5 millones de pesos, una cantidad considerable.

Los ferrones vascos se beneficiaron enormemente, la Casa de Contratación les compraba armas blancas y de fuego, armaduras, herramientas de labranza y minería, herrajes, calderas, y herrajes. Pero por otra parte, se vieron obligados a responder a la demanda cada vez mayor de los colonos de la Indias: roturación de nuevas tierras, laboreo intensivo de las minas, erección de nuevas poblaciones, instalaciones agroindustriales, talleres artesanales, fábricas navales, etc.; es decir, necesidades de un mercado incipiente de proyección incalculable, que además, contaba con la protección y fomento de la Corona que tal efecto decretó la exención arancelaria para los víveres y pertrechos destinados al abastecimiento de las tierras recién descubiertas.

Numerosos comerciantes y marineros de las provincias vascongadas participarán en el tráfico, cada vez mayor, que propiciaban las incesantes expediciones y el movimiento mercantil de poblaciones necesitadas de todo tipo de bienes y en dependencia casi absoluta del aprovisionamiento peninsular.

En los protocolos notariales de Sevilla ha quedado constancia de decenas de operaciones de flete de mercancías procedentes de las provincias vascongadas y de todo tipo de manufacturas, de procedencia muy diversa, consignadas a comerciantes vascos establecidos en las primeras poblaciones de las Antillas. Asimismo, las escrituras de los escribanos hispalenses testimonian las numerosas obligaciones contraídas entre embarcaciones vascas y los oficiales de la Casa para el transporte de pasajeros y pertrechos.

MONUMENTO A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN SEVILLA

Pionero entre los industriales y mercaderes vascos, fue el bilbaíno Pedro de Arbolancha. Atraído desde joven por el comercio naviero, fue uno de los primeros traficantes de comercio con las Antillas, aprovechando sus cargos de contador en la isla Española y visitador de Indias.

Miguel de Gaviria había remitido en 1508 una importante partida de herrajes y azadones a Antonio y Pedro de Llanos en la Española, y cuyo importe habría de intentar cobrar el mercader Andrés de Aróstegui, destinado en la isla.

Por esa fecha, los mercaderes vizcaínos Sancho Ortiz de Urrutia y Juan de Urrutia iniciaban su andadura en el mercado indiano en Santo Domingo y Venezuela, cargando manufacturas. En 1536, habían logrado amasar una fortuna calculada en más de 50.000 ducados.

Juan de Iranzo, que mantenía una intensa actividad con comerciantes de Puerto Rico, en 1514 remitió a dicha isla con Bartolomé Fernández, maestre de la nao Santa Ana, 25 toneladas de mercaderías diversas.

Igualmente, en Sevilla se desarrolla la actividad comercial de un grupo de vascos que muy pronto se incorporan al tráfico de exportación de productos coloniales (especialmente colorantes) hacia puertos y mercados europeos, como por ejemplo Juan de Lezcano, de san Sebastián; Juan de Gaviola, de Lequeitio; o Pedro de Balmaseda.

COLEGIO DE PILOTOS VIZCAÍNOS EN CÁDIZ

El comercio indiano fue literalmente monopolizado por los vascos a partir de la segunda mitad de siglo XVII, controlando totalmente el Consulado en Sevilla, la Casa de Contratación, la construcción de buques para la Real Armada y las Rutas Comerciales. Otros se dedicarán a la compra y venta de oro y plata, por lo que terminaron controlando también la financiación y la banca.

La influencia de los vascos en estos organismos es notable, cuando en 1680 la cabecera de las flotas se traslada a Cádiz. Los cargos de cónsules del Consulado de Cargadores de Indias de Sevilla estaba ocupada por Sebastián de Arria y Antonio Legorburu, mientras que la Secretaría del Consejo de Indias estaba dirigida por José de Veitia.

La carrera burocrática de José de Veitia debió de ser de gran utilidad para sus paisanos vascos de Sevilla y de Madrid. En 1672, publicó su célebre Norte de la Contratación de las Indias, una obra clásica, donde Veitia vertió los resultados de sus muchos años de servicio en la Casa de la Contratación. En 1677, fue hecho secretario y consejero del Consejo de Indias. A los cinco años abandonó en cargo de secretario, pero mantuvo el de consejero hasta 1685. En el Consejo, Veitia coincidió con otros vascos como Pedro Gamarra, Jerónimo de Eguía, Francisco de Amolaz, Antonio de Otálora, José de Manurga.

Media docena de vascos obtendrán el control total de la Carrera de Indias: Juan Ochoa de Yurretauría, Juan Cruz de Gainza, Pedro de Azpilcueta, Juan de Langarica, Juan de Alday y Miguel de Vergara. Formaron la Hermandad de los Vizcaínos. Todos ellos aportarían suculentos legados y beneficios a las tierras vascongadas.

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NAO VICTORIA EN SEVILLA

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