De Fuenterrabía-Hondarribia a San Sebastián-Donostia


Fuenterrabía - Hondarribia poblada ya en la prehistoria, concedió siempre gran importancia a su protección. La larga relación de asedios y episodios bélicos que constituyen su historia demuestran su posición estratégica y la necesidad de dotarse de sucesivas fortificaciones defensivas.

Con motivo del asedio de 1638 el rey otorgó a esta villa el título de "Muy noble y muy valerosa ciudad".

El caso antiguo, con espectaculares vistas sobre el Bidasoa, es el más interesante casco urbano medieval de Guipúzcoa, y fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1964.

En su centro se encuentra la Plaza de Armas, donde se situa el Castillo de Carlos V, en la actualidad "Parador del Emperador", un bloque cuadrangular de paredes lisas y muros de hasta tres metros de espesor que es todo lo que queda del castillo construído por Sancho Abarca, rey de Pamplona, en el 980, sometido a numerosas modificaciones y destruido por los franceses en el siglo XVIII.

Junto al Castillo, que es en realidad la pared de la edificación original en la que se aposentaba la tropa, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y del Manzano, cuyo abside formaba parte del sistema defensivo de la plaza. Construido entre los siglos XV y XVI, este edificio gótico con añadidos renacentistas y torre barroca es un muestrario de estilos, destacando las bóvedas de crucería, la magnífica crestería gótica y el retablo primitivo, obra de Juan de Iriarte, en el museo Parroquial, así como la talla gótica de Santiago Beltza, siglo XV.

La calle Mayor une la parte más elevada del recinto amurallado con la puerta de Santa María, y está flanqueada por una larga serie de edificios de gran interés, como la actual Casa Consistorial, edificio barroco de 1745, la Casa Casadevante, de la misma época, la casa Ladrón de Guevara, o el mismo número 6 de esta calle, insólita casa de estilo flamenco.

En el casco antiguo se encuentran también la plaza de Gupúzcoa o del Vicario, y la plaza del Obispo Rojas y Sandoval, a la sombra de la magnífica casa Echeveste.








CASCO HISTÓRICO DE FUENTERRABÍA/HONDARRIBIA


Los peregrinos ascendían hacia el santuario de Guadalupe bordeando la muralla, para ser atendidos en los hospitales de San Bartolomé, Santa Magdalena o San Gabriel, y visitaban las ermitas de la Gracia, de Santa Bárbara y de Santiagotxo, que aparece ya citada en documentos del siglo XV y de donde procede la curiosa imagen de un peregrino del XVI, tallada en madera de manzano.

La virgen de Guadalupe está fuertemente vinculada a la religiosidad marinera y a los avatares militares de los hondarribitarras. Esta advocación del siglo XV, que según algunas fuentes prodría proceder del mascarón de proa de un navío, se venera en un santuario construído en 1585 en el lugar donde se levantaba otro anterior. A mediados del siglo XVIII, se dotó a este templo, decorado con maquetas de barcos y exvotos marineros, de un altar mayor costeado por el conde de Torre-Alta.

Desde el santuario de Guadalupe se accede al vértice de la cordellera de Jaizkibel, que corre paralela al mar hasta la desembocadura del Oiartzun, en Pasaia. El monte de Jaizkibel es la montaña más alta de todo el litoral costero (543m.). Tanto la ladera norte como la ladera sur resultan interesantes desde el punto de vista naturalístico y paisajístico. La franja costera que se extiende desde el Cabo Higuer hasta el puerto de Pasai Donibane está construída por grandes bloques sueltos de arenisca.



FUENTERRABÍA/HONDARRIBIA


CIMA MONTE JAIZKIBEL


En el otro extremo del monte Jaizkibel, resguardada del mar en una amplia bahía, Pasai Donibane que, desde Lezo, se extiende en hilera hasta la embocadura del importante puerto, bello desfiladero cortado por la naturaleza entre dos cordilleras.

Las condiciones inmejorables, de seguridad, grandiosa bahía y fondo susceptible de grandes profundidades hacen del puerto de Pasajes el mejor de la costa cantábrica, apreciandose sus condiciones portuarias desde la antigüedad.

Hasta el siglo XV se le llamó puerto de Oyarzun formándose por la profundidad de los fondos un todo con Rentería, Lezo, San Juan y San Pedro.

En tiempo de los Reyes Católicos, se construyó la torre de San Pedro, instalándose una lonja que atraía con sus operaciones gran tráfico entre ambas orillas separadas por el canal y de cuyo movimiento de una a otra orilla, vino el nombre de Pasajes - Pasaia.

El trato de las grasas de ballenas y de la pesca del bacalao hicieron aumentar su riqueza, pero la posterior disminución del fondo hizo que el movimiento marítimo se desviase de Lezo y Rentería aumentando los barrios colocados al lado del canal. La pesca de Terranova tomó gran importancia en los siglos XVI y XVII, viniendo a invernar de los pueblos comarcanos los pescadores, así como de la tierra de labor y aún de Gascuña.

En el siglo XVI comenzó la industria naval a desarrollarse en gran escala con la construcción de la flota del general Pedro de Bobadilla. La mayor parte de las expediciones que se organizaron en los reinados de los Habsburgo se hacían en Pasajes, por ello, su población sufrió las consecuencias de las guerras de aquellos reinados, especialmente a finales del siglo XVI con la trajedia de la "Armada Invencible" en aguas británicas.

En San Juan se construyó en 1602 el castillo de Santa Isabel. Existieron, en las orillas del puerto, dos astilleros en San Pedro, dos en San Juan, tres en la parte norte, el de los particulares, y el de Berrachoco y Basanoaga, así como los de Lezo y Rentería. En el canal se armaban los barcos que se construían en dichos astilleros, así como los que se fabricaban en los demás puertos de la Provincia.

Deva, San Sebastián y Pasajes eran los puntos de embarque de las lanas, hierros, frutas, pieles y otras mercaderías que de Castilla y otros puntos se enviaban a diversos puertos de Europa, y más tarde a Caracas, La Habana o Manila.









BAHÍA DE PASAJES/PASAIA

La configuración de Pasaia - Pasajes ordena el conjuto histórico-monumental de la villa, como el palacio de Arizabalo, edificio barroco del siglo XVIII dotado de un rico alero tallado, la iglesia parroquial de San Juan Bautista, que guarda un retablo barroco del siglo XVIII con tallas del escultor donostiarra Felipe de Arizmendi y, ya en la calle San Juan, la casa de Victor Hugo, o cualquiera de las edificaciones de carácter marinero. La calle prosigue por la plaza de la Piedad, donde se alza el palacio de Villaviciosa de estilo renacentista del siglo XVI y el Humilladero, atravesando la Casa Cámara, estrecha y larga edificación que va desde la mar hasta el monte, hasta la plaza de Santiago. El camino asciende hasta la ermita de Santa Ana, con amplia vista a la bahía, y continúa en dirección al mar, tras flanquear la basílica del Santo Cristo de Bonanza que guarda en su interior un Cristo barroco de plata, para terminar en el crice de la ría y emprender desde Pasai San Pedro el ascenso al monte Ulía.

El fragmento de cornisa que se extiende entre Pasaia y Donostia-San Sebastián es el monte Ulia, cuenta con el faro de la Plata, encaramado en una peña cubierta de una nutrida colonia de gaviota argéntea. Algunas ruinas delatan las funciones militares, pesqueras y lúdicas que ha conocido el monte durante su historia. Su uso como atalaya de balleneros donostiarras es recordada mediante varias placas sitas en un elevación denominada peña del Rey, en las que puede leerse "Atalaya para los balleneros de Guipukcoa en el siglo XII", y que, junto con las peñas del Ballenero y del Aguila, formaba parte de una batería de miradores.

Además de un tranvía, inaugurado en 1902, Ulia tuvo su funicular, que entró en servicio en 1907. Este "transbordador funicular" fue diseñado por el ingeniero Leonardo Torres Quevedo, creador posteriormente del transbordador de las cataratas del Niágara, y que dejó de funcionar como consecuencia de la suspensión del servicio del tranvía, en 1920.

No hay comentarios:

Publicar un comentario