De Lapuebla de Arganzón a Briñas


Siguiendo la ruta hacia Burgos, el camino llegaba a Armiñon en dirección Ribabellosa hacia Miranda, Ameyugo y Pancorbo. Tomando como alternativa el camino hacia La Rioja se continuaba por el "Camino Anacho", hacia Lacorzanilla, para seguir por Zambrana y Salinillas de Buradón hasta los pasos del Ebro por Briñas o Haro.

Fuera de este itinerario jacobeo, a pocos kilómetros, la localidad de Laguardia despliega un abanico de incentivos histórico-artísticos. Desde monumentos dólmenes como el san Martín y el del Alto de la Huesera, o el poblado protohistórico de La Hoya, hasta los restos del antiguo casco urbano amurallado de la villa, donde destacan la iglesia fortaleza de san Juan Bautista y la de santa María de los Reyes, cuya portada del siglo XIV conserva milagrosamente la deslumbrante policromía.

Armiñón ya existía en el siglo XI. La importancia de la aldea se debía sobre todo a su puente, así como a su condición de cruce de caminos hacia Miranda y La Rioja. En el centro de la plaza principal se mantiene una enorme fuente construida en 1852 y restaurada en 1964. En la Calle de la Fuente se encuentra la parroquia de San Andrés y frente a ella una casa noble con una hornacina dedicada a la Virgen.

Bajando por la misma calle, el palacio de Montoya Urbina (s. XVII), con su pórtico de cinco arcos. Los pórticos abundan, algo que no es extraño en un lugar de paso donde los viajeros paraban en ventas y posadas. Aún quedaban las argollas donde se sujetaban a los caballos mientras sus dueños comerciaban o descansaban del viaje.

El puente de Armiñón es una construcción de seis ojos que ha sido reconstruido varias veces. Por su importancia, las Juntas Generales de Álava-Araba reunidas en 1754 asignaron a su conservación la cantidad anual de 250 reales. Por el puente de Armiñón pasaba el Camino de Postas de Madrid a Francia: durante las guerras carlistas, el pretendiente don Carlos lo hizo volar en pedazos.

Según los itinerarios de peregrinación, Miranda era el final de la ruta jacobea a su paso por Álava. En Ribabellosa el camino, desde el puente de Armiñón conducía hasta Miranda; y por Ameyugo, Pancorbo y la Burega continuaba hasta la capital castellana: allí el camino de San Adrián se integraba en la gran ruta de peregrinaje que había partido de Canfranc o Roncesvalles hacia Compostela.

El camino entraba en Ribadesella por la antigua Parroquia de San Juan y salía por el puente sobre el Bayas.

Fue el rey Alfonso VI quien elevó a Ribabellosa al rango de villa, y en 1463 fue sede de las Juntas Generales que aprobaron el Cuaderno de Leyes y Ordenanzas de Álava. En su plaza de los Fueros aún se conserva el Palacio Saenz de Santamaría, de estilo renacentista. Desde aquí los peregrinos podían acceder a tierra de Burgos tomando el camino de Miranda de Ebro.

Desde Ribabellosa, entonces, los viajeros llegaban a Miranda, y camino de Pancorbo se encontraban con el hospital que doña Constanza de Ayala ordenó construir para pobres y pasajeros. Los peregrinos que no cruzaban el puente de Armiñon hacia Ribabellosa continuaban por las márgenes del río Zadorra hasta Lacorzanilla, seguían por Zambrana y, a través de Salinillas de Buradón, llegaban a los pasos del Ebro.

El camino de Lacorzanilla bajaba a Zambrana por los aledaños del puente de Arce. La ruta entraba en Zambrana cerca del cruce de los principales ejes de la villa.

Esta Calle Mayor desemboca en el camino viejo. Desde La Cruz de la Venta el camino conducía hasta la Venta del Molino, edificio noble de piedra, un punto de gran importancia en la ruta de Zambrana a Salinas de Buradón.

Ubicada en medio de campos de cereal y viñedo, Zambrana fue un importante centro comercial a fines del medievo y durante el siglo XVI y alcanzó su máxima prosperidad en el siglo XVIII. En 1774 el rey Felipe IV le otorgaba el título de villa.

Saliendo de Zambrana por la Cruz de la Venta y tras dejar atrás el molino y el puente sobre Inglares se llegaba por la "Conchillas" a Salinas de Buradón. Fue importante punto estratégico en las guerras entre castellanos y navarros. Perteneció a Navarra y a Castilla y fue municipio agregado más tarde al de Labastida.

Contó con un hospital, el de Santa Ana. La torre-fuerte de los Sarmientos (s. XIII) estuvo rodeada en el siglo XVI por un palacio ahora en ruinas.

Salinas de Buradón aún conserva parte de sus murallas y puertas. Su trazado descansa sobre un doble eje que tiene la plaza de Oriente como centro. Cuatro plazas consecutivas conducen desde la Puerta Sur a la Norte.

De las ermitas con las que contó la villa sólo queda la ermita de San José, al Nordeste de la villa y muy cerca de la puerta del Norte. Las casas nobles, algunas blasonadas, conservan la elegancia en sus sobrias líneas, característica del palacio rural. La Casa de Areta es un excelente ejemplo, con su escudo de armas y su decoración barroca. En los tiempos florecientes de la explotación y comercio de la sal, Salinillas de Buradón llegó a contar con una próspera comunidad judía. Otras construcciones notables son el hospital y la iglesia de la Imaculada Concepción, parroquia de Salinillas de Buradón.

El camino que desde Salinillas de Buradón dejaba a un lado el alto de San Cristóbal y el que dejaba por los aledaños de San Mamés conducía a Briñas, lugar donde podía vadearse el Ebro sin dificultad, o al Sur de Las Conchas, hacia Haro y Santo Domingo de la Calzada.

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