29/04/2023

Bases de la colonización de los vascos en América


La participación de los vascos en la empresa colonizadora y civilizadora de América, como parte integrante de la Corona de Castilla, fue no sólo vasta y multiforme, sino particularmente intensa. Se encontraban entre los pueblos de España que más contribuyeron a la formación y consolidación de la cultura y civilización de Hispanoamérica.

Las bases de la colonización vasca en América fueron:

1. la pronta incorporación de las tierras vascas a la Corona de Castilla.

2. la hidalguía cuasi universal facilitada por Castilla tras dicha incorporación, que permitió el acceso a las administraciones americanas, al comercio de ultra mar y al servicio de armas en los Tercios de Infantería y las Armadas.

3. el elevado porcentaje de vascos y navarros implicados en la empresa colonizadora comparado con otros grupos de población españoles, en una administración cada vez más compleja y centralizada, una economía de base mercantilista y corporativista, y las posibilidades de ascenso social.

4. el desajuste entre población y recursos en tierras vascas, donde muchos de sus moradores encontraron los bienes que las limitaciones de su tierra les negaban, junto a los bienes encontraron honores al servicio de la monarquía.

5. el espíritu emprendedor y aventurero de los vascos, la empresa colonial pareció hecha a la medida de la idiosincrasia socio-profesional vasca y de su espíritu emprendedor.

Las gentes vascas participaron desde el primer momento en la nueva economía atlántica de comerciantes, mineros, administradores, militares, marinos, armadores, etc. La labor evangelizadora también fue numerosa y decisiva.

FUNDACIÓN DE BUENOS AIRES POR JUAN DE GARAY

La conquista española se debe a cuatro causas principales:

1. la causa psicológica: eran mundos distintos, y las formas de actuar de los españoles no tenían nada que ver con las americanas, y al hacer la guerra menos aún.

Se encontraron dos mundos muy diferentes, que chocaron. Aun así la conquista española es una de las grandes epopeyas de la Historia, porque con tan poca gente y en territorio desconocido se enfrentaron a pueblos poderosos.

2. la colaboración indígena. Sin la aportación de las tribus indias, la colonización hubiese sido mucho más lenta, por muy superior que sea la ventaja armamentística española.

Las tribus indígenas americanas eran belicosas, las dominantes no aceptaban que hubiera tribus a su alrededor sin ser sometidas. Esto lo prueba el hecho de que Hernán Cortés, como tantos conquistadores vascos, contaran con muchos aliados al conquistar el Imperio, pues unas tribus sometían a las otras, y encontraron en los españoles al libertador y aliado que necesitaban. Por otra parte, cuando las tribus autóctonas se aniquilaban entre ellas, el camino se hace más despejado para el recién llegado.

3. la cuestión vírica. España no planeó ni ejecutó ningún plan genocida. El derrumbe de la población indígena no está ligado a los enfrentamientos bélicos con los conquistadores, sino a una variedad de causas, entre las que sobresale la del contagio microbiano y viral. La introducción de enfermedades en las poblaciones indígenas causó estragos y las diezmó considerablemente.

4. la industria minera. El hecho de encontrar minas de oro y plata a finales del siglo XVI fue determinante para poder financiar la labor colonizadora y establecer rutas comerciales.

Las principales minas fueron las de oro en Choco (Colombia) y las de plata en Potosí (Bolivia), en el Virreinato del Perú; y las argetíferas en Guanajuato y Zacatecas (México), en el Virreinato de la Nueva Espsña.

MISA EN CIUDAD VIRREINAL HISPANO-AMÉRICA

El periodo de consolidación de la colonización del imperio ultramarino comprende desde el inicio de reinado de Felipe II a mediados del siglo XVI hasta la Guerra de Sucesión en 1700.

Esta consolidación de los virreinatos se fundamentaba en tres ejes de acción:

1. El afianzamiento de las instituciones de gobierno y administración en la península y en ultramar

2. El desarrollo de la industria argentífera y extracción de materias primas, cuya consecuencia fue el sistema de comercio atlántico basado en la Carrera de Indias

3. La transmisión cristiana evangelizadora, así como la culturización hispánica del barroco y el mestizaje racial

ENCOMIENDA VIRREINAL HISPANO-AMERICANA

26/04/2023

Ruta y leyenda de la Mesa de los Tres Reyes


MONTAÑA DE LA MESA DE LOS TRES REYES

La Mesa de los Tres Reyes consiste en una elevación montañosa situada en el Valle del Roncal, siendo la montaña más alta de Navarra. Su silueta recuerda a una mesa de piedra. Se puede considerar el vértice en el que confluyen los territorios históricos de Aragón, Navarra y el Bearn francés, un enorme hito fronterizo de 2.442 metros de altitud.

En la cumbre de esta emblemática montaña navarra, algunos miembros del Club Deportivo de Navarra colocaron la estatua de San Francisco Javier allá por el año 1952, una escultura de piedra que medía inicialmente 2,10 metros. Apenas duró un año, pues el viento y la nieve acabaron con ella. Posteriormente, se hizo una réplica en bronce de la estatua, de unos 70 cm.

ESTATUA DE SAN FRANCISCO DE JAVIER EN LA MESA DE LOS TRES REYES

Cuenta la leyenda que los magnates de los tres estados medievales (el Reino de Aragón, el Reino de Navarra y el Condado de Bearn francés) se daban cita en la cumbre de la montaña, en torno a una mesa de piedra, para discutir sus asuntos cara a cara, sentados cada uno en su propio territorio.

Antiguamente, estos montes, azotados por el viento y las tormentas, eran frecuentados solo por algunos pastores, o por los guardas y los carabineros que recorrían el entorno vigilando las fincas y la frontera. Pero, a mediados del siglo XX, la Mesa de los Tres Reyes se convirtió también en destino de montañeros pirenaicos, que encuentran en la historia de esta cumbre un motivo más para su ascensión.

MAPA DEL CAMINO DE LA MESA DE LOS TRES REYES

22/04/2023

Domingo de Zabálburu y Belenchana de Echaverri


Primer Gobernador de las islas Filipinas con la dinastía borbónica

ESCUDO DE ARMAS DE ZABALBURU Y ECHAVERRI

Domingo de Zabálburu y Belenchana de Echaverri nació en Gordexola, Encartaciones de Vizcaya, en 1637.
Fue militar de carrera y caballero de la Orden de Santiago investido en 1695, siendo caballero con armas de su villa natal desde 1666 hasta 1689.
Fue regidor del valle de Gordexola en 1684 y alcalde del mismo en 1694. Fue en este año de 1694 cuando, por un real decreto del monarca Carlos II, este noble vizcaíno fue nombrado gobernador general de Filipinas, cargo que ejerció desde diciembre de 1701, una vez coronado Felipe V.

Su gobierno fue el primero desde la llegada de los Borbones al trono español que implantó las primeras reformas ilustradas y generó controversias con la jerarquía eclesiástica local.
En 1702, puso en marcha el establecimiento del Seminario de San Felipe, el primero de carácter diocesano en Filipinas, y de acuerdo a las nuevas disposiciones del Patronato Real introdujo la obligatoriedad de la visita canónica.
Durante su mandato, emprendió la construcción de varias obras públicas como la reparación del puerto de Cavite, la reconstrucción del polvorín de Malate y la apertura de los Almacenes Reales. Además, entabló negociaciones con el sultán de Joló en 1705 con vistas a implantar la soberanía de la Corona de España sobre la isla de Palawan, aunque no pudo llevar a efecto su plan por falta de medios.
Un año ante, en 1704, la flota española derrotó a la inglesa en aguas de la isla de Natividad, en el transcurso de la Guerra de Sucesión española.
La gestión de gobierno de Domingo de Zabálburu se vio ensombrecida a causa del escándalo del monseñor Carlos Maillard Tournon, un supuesto legado papal que se arrogó para sí competencias en el gobierno de la colonia sin al parecer contar con las credenciales necesarias para ello, aprovechándolo para infringir las ley. Tras comprobarse su culpabilidad, el gobierno de la Corte borbónica ordenó la destitución de Zabálburu por negligencia en las funciones de su cargo y el traslado a la península para ser procesado por dicha causa. Fue reemplazado por Martín de Úrsua en agosto de 1709, año en el que murió tras regresar a España.

MANILA, SIGLO XVIII

18/04/2023

Un ilustre ayalés Juan Antonio de Urrutia en México, por Guillermina Ramírez y José Iturrate


JUAN ANTONIO DE URRUTIA Y ARANA

Un ilustre ayalés en México. Juan Antonio de Urrutia y Arana 1670-1743
Guillermina Ramírez Montes y José Iturrate, Caja de Ahorros de Vitoria, Vitoria (1979), 320 páginas

La obra bibliográfica Un ilustres ayalés en México corresponde a la vida y obra del administrador virreinal Juan Antonio de Urrutia y Arana, posiblemente la única que exista. Este noble alavés se estableció en la capital del Virreinato de la Nueva España a finales del siglo XII. Tras ocupar diversos cargos administrativos en México, se estableció en Santiago de Querétaro a inicios del siguiente. Allí pasó a la historia de la ciudad por ser el promotor del acueducto de Querétaro. Una obra hidráulica que generó el desarrollo de la ciudad y que en la actualidad es el icono monumental de esta ciudad mexicana.

La vida de Juan Antonio de Urrutia y Arana fue escrita de forma conjunta por el alavés José Iturrate, que fue párroco de Arceniega, y el mexicana Guillermina Ramírez, profesora de México. Fue presentado oficialmente en Llanteno, villa natal del protagonista, en septiembre de 1979, y publicado por la editorial de la entidad bancaria Caja de Ahorros Municipal de Vitoria, formando parte de la Biblioteca Alavesa Luis de Ajuria.

14/04/2023

Herida, traslado y muerte de Tomás de Zumalacárregui


Uno de los acontecimientos más relevantes que hicieron cambiar el desarrollo de la Primera Guerra Carlista fue la herida de gravedad y posterior fallecimiento del teniente general Tomás de Zumalacárregui. Ocurrió durante la mañana del 15 de junio de 1835, pocos días después de poner sitio a Bilbao, el primero de los varios que sufriría la capital vizcaína durante este conflicto.

A través de su catalejo, el líder carlista se dispuso a reconocer las fortificaciones defensivas y posiciones de los liberales desde el balcón del palacio de Begoña. Era un edificio contiguo a la basílica de Begoña, cuyas vistas controlaban todo el barrio de Achuri. Y, a pesar de haber sido advertido por sus oficiales de la posibilidad de disparos desde lugares cercanos, una bala impactó en la pierna derecha. La herida no era muy grave a priori, pues aquella bala estaba alojada por debajo de la rótula, astillándole la tibia.

TRASLADO DE ZUMALCÁRREGUI

La primera asistencia fue prestada por el médico Vicente González de Grediaga quien procedió a una exahustiva exploración de la herida en el mismo lugar en que había caído. De allí fue trasladado en angarillas hasta su alojamiento en Bolueta, donde le tendió sobre un colchón, le aplicó sobre la herida una planchuela empapada en bálsamo de Malást y colocó un vendaje circular. Desde ahí fue trasladado hasta Durango, cuartel general del Ejército carlista. El traslado corrió a cargo de doce voluntarios granaderos de su ejército, que le llevaron reposando en un diván, una especie de camastro cubierto con un toldo de lona blanca para mitigar el efecto del sol y del calor. Los granaderos sujetaban el diván sobre sus hombros cruzando dos fusiles de lado a lado, y se turnaban en grupos de cuatro.

Al día siguiente, una vez en Durango, Zumalacárregui se encontró con el pretendiente al trono Carlos María Isidro, quien le envió a sus cirujanos y le aconsejó la extracción de la bala allí mismo. Fue examinado por Frederick Burguess y Teodoro Gelos. Burguess era un cirujano inglés, que llevaba varios meses actuando para el Ejército carlista y contaba con bastante reputación; Gelos era un cirujano del Cuartel Real enviado por Carlos V.

De todas formas, Zumalacárregui no se fiaba de los médicos del ejército y prefirió ser trasladado a casa de unos familiares en Cegama, donde le podría atender el curandero José Francisco Tellería, llamado Petrikilo. Este era un experto en tratar heridas de guerra a quien conoció desde su militancia en la guerrilla de Jauregui, durante la Guerra de la Independencia española dos décadas atrás.

PALACIO E IGLESIA DE BEGOÑA

Burguess se reincorporó a su unidad, pero Gelos y Grediaga acompañaron al herido hasta Cegama. Petrikilo fue avisado y alcanzó al guipuzcoano en Urretxu, donde le hizo su primera cura: quitó el vendaje, exploró la herida, dio masaje a toda la pierna y aplicó manteca en la zona afectada, aplicó una venda empapada en vino por buena parte de la pierna y luego puso otra venda más sobre la herida.

Tras ocho días de traslado, llegaron a la casa de la hermana de Zumalacárregui. Entonces, apareció una disputa de criterios entre el médico Grediaga y el cirujano Gelos junto al curandero Petrikilo. Estos últimos no hicieron caso a los consejos del primero y realizaron varios intentos fallidos de extracción de la bala. Cuando por fin lo consiguieron, el herido se encontraba ya a las puertas de la muerte.

En la madrugada del 24 de junio, su salud empeoró de forma notable, sufriendo fiebres y delirios. Horas después, el teniente general fallecía.

La causa de la muerte del líder carlista fue la infección de la herida. Tal vez, si hubiese aceptado los consejos de todos los médicos que le atendieron (Grediaga, Burguess y Gelos) de ser operado en Durango y guardar reposo allí, se hubiese salvado. Entonces, las posibilidades de haberse curado hubiesen sido mayores.

VISITA DE CALOS V A ZUMALCÁRREGUI

En la actualidad, existen tres relatos diferentes sobre lo que ocurrió durante las primeras horas tras caer herido el general, que están basados en las descripciones de testigos directos. Estos tres escritos son:

1. Memoria facultativa sobre la herida, enfermedad y muerte de Zumalacárregui; de Vicente González de Grediaga. Es el relato más completo, desde que fue tratado en Begoña hasta que falleció en Cegama, pero contiene elementos exculpatorios y contradicciones.

2. The most Striking events of a Twelvemonth’s campaign with Zumalacárregui in Navarre and the Basque Provinces; del escocés Charles Frederick Henningsen, publicado en Londres y en Philadelphia en 1836, y traducido al español. Era un capitán de lanceros al servicio de Carlos V que trabajaba como intérprete de Burguess. Su versión de los hechos difiere bastante de la de Grediaga.

3. Tio Tomas Souvenirs d'un soldat de Charles V; del francés Alexis Sabatier. Era un teniente coronel del Ejército carlista y mandaba una de las baterías situadas junto al palacio de Begoña en el que fue herido Zumalacárregui. No entra en detalles médicos, pero describe muy bien el ambiente entre el ejército y la interpretación que hicieron de los hechos sus oficiales.

TRASLADO DE ZUMALCÁRREGUI

Prestigiosos historiadores del siglo XIX basaron sus escritos en estos tres libros, incluso Benito Pérez Galdós para redactar el Zumalacárregui de sus Episodios Nacionales.

En cuanto a la evolución de la herida, varios médicos vascos se han ido ocupado de este asunto, destacando las investigaciones de Justo Gárate (1930), Ignacio Barriola (1952), Jorge Campos (1965), Julián Guimón (1968), Javier Muguruza (1980), y Javier Álvarez Caperochipi (2010).

10/04/2023

Literatura didáctica moderna por vascos y navarros


Existe una larga serie de autores, tanto vascos como navarros, de los siglos XVI y XVII, cuyas obras tienen un carácter más didáctico que artístico.

En el campo de las ciencias y humanidades destacaron los navarros Juan Huarte de San Juan, Jerónimo Ayanz de Beaumont, Martín de Azpilicueta, Bartolomé de Carranza, Alonso López de Corella, Francisco de Tornamira, Antonio de Eguaras o Pedro de Navarra, y los vascos Francisco de Vitoria, Diego de Álava y Beaumont, Pedro de Villarreal Gamboa y Berriz, y Juan de Alcega.

Y en un plano secundario: Tomás Fermín Arteta, Juan de Escóiquiz, Manuel Silvestre de Arlegui, José Gil de Jaz, Pedro Javier Cáseda, Joaquín Elizondo, Francisco de Latrorre y Ocón o José Goya y Muniain.

Los navarros Martín de Azpilcueta y Bartolomé de Carranza y el alavés Francisco de Vitoria fueron humanistas y máximos representantes de la Escuela de Salamanca, que elaboraron obras relacionadas con la teología, con la moral económica, y con el Derecho natural de las gentes del Nuevo Mundo.

El médico y filósofo Juan Huarte de San Juan nació en 1529 en San Juan Pie de Puerto, ciudad de dominio francés cercana a Roncesvalles, pero que perteneció al dominio del emperador Carlos I, rey de Navarra. Es autor de Examen de ingenios para las ciencias, sobre las diferencias que existen en los hombres. Esta obra alcanzó amplia difusión en Europa ya que fue traducida a varios idiomas y ocupa un lugar destacado entre las obras precursoras de la ciencia moderna por la actitud científica y la búsqueda de un método para el examen descriptivo de los fenómenos psíquicos.

JUAN HUARTE DE SAN JUAN

Alonso López de Corella fue uno de los médicos más destacados del siglo XVI. Apasionado defensor de la medicina árabe, a mediados de siglo escribió varias obras relacionadas con esta ciencia: De vini comoditatibus, Segredos de filosofía, astrología, medicina y de las cuatro matemáticas o Enchiridion medicinae in cuo praecipua theorica et practica juxta classicorum dogmata dilucidantur.

Con motivo de la reformación del Calendario hecha por Gregorio XIII, Francisco Vicente de Tornamira escribió en 1585, en Pamplona, una Choronographia y repertorio de los tiempos a lo moderno. En ese libro, el escritor navarro abordaba los motivos y causas para reformar el calendario anual y la corrección de muchos pasos de astrología que por dicha reforma quedaban atrasados.

DIEGO DE ÁLAVA Y BEAUMONT

Diego de Álava y Beaumont, nacido en Vitoria en 1557, fue gentilhombre de Cámara de Felipe II y autor del libro Perfecto Capitán, obra con la cual se ha granjeado un nombre muy distinguido entre los militares científicos. Fue uno de los primeros que redujeron a principios científicos el arte de la artillería, que con razón podía llamarla nueva ciencia, puesto que ningún español hasta entonces la había elevado a tal grado.

El Perfecto Capitán está dividido en seis libros: en los dos primeros trata las virtudes que debe reunir un general, el modo de conducir un sitio, hacer una defensa, dar una batalla, emprender una retirada y otros puntos esenciales a la táctica, ilustrándolos con ejemplos de la historia griega y romana con las observaciones de los maestros del arte militar Xenofonte y Cesar, y con los preceptos de Vegecio. Todo en una dicción clara y pura, y con un estilo siempre noble y natural, a veces elegante y animado, que convierte este libro en digno precursor de lo que después escribieron Folard, Santa Cruz y demás modernos autores militares.

Pero la parte más esmerada y sobresaliente de la obra son los cuatro libros destinados a la artillería. En ellos se trata de las fundiciones de las piezas, de las municiones necesarias para su servicio, del planisferio y demás instrumentos matemáticos para dar alcance y seguridad en los tiros. Se exponen, examinan y corrigen las doctrinas que sobre estos mismos objetos habían dado otros escritores anteriores, con especialidad las del célebre matemático Nicolás Tartaglia; todo con una gran claridad, exactitud y rigor de conocimientos físico-matemáticos, que concurren a formar este ramo del arte militar.

MARTÍN DE AZPILCUETA

El navarro Martín de Azpilcueta fue teólogo, jurisconsulto y economista, conocido como Doctor navarrus, es célebre en Europa por su importante labor tanto en la docencia como en las letras y derecho canónico. Su amplia labor ensayística se extiende por diferentes campos del saber. Perteneció a la llamada Escuela económica de Salamanca junto con otros jesuitas, dominicos y franciscanos, muy anteriores a los fundadores de la Economía Clásica, ocupándose de los efectos de la llegada de metales preciosos de América, siendo precursor de la Teoría cuantitativa del dinero. Hizo notar la diferencia existente entre la capacidad adquisitiva del dinero en los distintos países según la abundancia o escasez de metales preciosos que hubiera en ellos.

Definió lo que se llamó la Teoría del valor-escasez, en los siguientes términos: "Toda mercancía se hace más cara cuando su demanda es más fuerte y su oferta escasea."

También hizo una de las primeras exposiciones del concepto de la preferencia temporal, es decir, en igualdad de circunstancias, los bienes presentes siempre se valoran más que los bienes futuros. Esta idea está en la base del concepto de interés de la Escuela Austríaca que lo considera uno de sus precursores.

Su obra más conocida es el Manual de confesores y penitentes, publicado en Coimbra en 1553, una obra que fue numerosas veces reproducida tanto en castellano como en latín.

En 1569, aparecieron unas Additiones al Manual, acompañando a De Usuras y Simonía, en las que el autor justificaba la licitud de los préstamos con interés. También conocido es su De redditibus beneficiorum Ecclesiaticorum..., que alcanzó numerosas ediciones a partir de su primera publicación en Valladolid en 1566.

En el ámbito del derecho destacan su Comentario resolutorio de cambios y su Comentario resolutorio de usuras.

Posteriormente aparecieron sus obras completas, publicadas en Venecia en 1598, bajo el título de Compendium horum omnium Navarri operum.

BARTOLOMÉ CARRANZA

El también navarro Bartolomé Carranza, de Miranda de Arga, al igual que su compañero Martín de Azpilcueta, fue eclesiástico y teólogo. Se distinguió por sus comentarios y explicaciones de la Summa Theologiae de Santo Tomás y de la Sagrada Escritura.

Publicó un Tratado sobre la virtud de la justicia en 1540. También se destacó en 1550 en la Controversia de Valladolid, que intentaba resolver la polémica de los indígenas en el Nuevo Mundo o de los justos títulos entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

Francisco de Vitoria no sólo pasó a la historia por ser el fundador de la Escuela de Salamanca en el siglo XVI, movimiento intelectual que inició los primeros estudios sobre ciencia económica moderna. La aportación al derecho público fue reunida en su obra De potestate civili, donde estableció las bases teóricas del Derecho Internacional de Gentes, por lo cual es considerado el fundador junto con Hugo Grocio.

Sus Relecciones Teológicas, basándose en las tesis iusnaturalistas, constituyó uno de los pilares del nacimiento del Derecho de Gentes. Esta obra sintetizaba los valores humanos individuales y sociales, iluminándolos con su sabiduría práctica teológica, jurídica y humanística, y buscando una fundamentación sólida en los principios de la misma naturaleza racional, que dieran a su doctrina perpetuidad y universalidad, a lo largo del tiempo y para todo el orbe. Sus tesis sobre la defensa de los Derechos Humanos de los indígenas durante la conquista del Nuevo Mundo sentaron las bases de las Leyes de Indias.

Fue uno de los primeros pensadores en proponer una comunidad de todos los pueblos fundada en el derecho natural del hombre, por lo que es considerado precursor de la idea de las Naciones Unidas.

FRANCISCO DE VITORIA

Juan de Alcega, general de Marina y caballero de la Orden de Santiago, natural de Hondarribia, destacó en la segunda mitad del siglo XVI en el campo de las matemáticas.

En la España aquel tiempo el interés en las matemáticas se desarrolló en dos ámbitos claramente distintos: primero, como disciplina teórica en el seno de la cultura académica (mundo al que no pertenecía Alcega); y segundo, como base de aplicaciones prácticas en diversos campos técnicos y artesanales. Un buen ejemplo de cómo se incorporaron los saberes matemáticos a esa práctica artesanal se encuentra en la que fue la gran contribución de Alcega a la ciencia, que fue calificada por críticos e historiadores como "la primera obra de sastrería impresa en España", sirviendo de modelo a otras posteriores.

Se trata del Libro de Geometría, Práctica y Traça, publicado en Madrid en 1580. Al igual que algunos de los sastres contemporáneos y posteriores como Martín de Andújar o el Sastre del Campillo, Alcega estaba fascinado por el arte de la geometría práctica. Creía que sin ella no era posible lograr la perfección de la alta costura.

Alcega dividió su obra en tres partes: en la primera, que incluye un interesante apéndice acerca del origen y principio de la vara de medir, trata cómo pueden reducirse paños y telas; en la segunda, describe diversos tipos de vestidos y patrones (mantillos de seda, capas, mantos militares, sayas, vasquiñas, etc.); y finalmente, explica cómo usar tablas para reducir anchos y largos de las telas que forman los vestidos descritos.

No parece que se trate de una publicación fortuita u ocasional; de hecho, adjunta la aprobación de dos maestros del oficio.

JUAN DE ALCEGA

Pedro Hurtado de Mendoza fue filósofo y teólogo, uno de los principales tomistas de la España del siglo XVII. Natural de Balmaseda, donde nació en 1578, fue un hombre de amplios conocimientos sobre filosofía peripatética. Con 17 años ingresó en la Compañía de Jesús en el Colegio de Salamanca, donde recibió su formación científica y eclesiástica.

Fue profesor de teología y filosofía en Valladolid y ocupó cátedra en la Universidad de Salamanca. Además de un corso completo de filosofía, escribió importantes obras como Disputaciones a Summulis ad Metaphysicam (1615); Disputaciones ad universam philosophiam (1617); Commentarii in universam philosophiam (1621); y Scholasticae et Morales disputationes de tribus virtutibus theologicis (1631).

Pedro de Villarreal Gamboa y Berriz en Mondragón en 1669, estudió en Vergara, Pamplona y Salamanca, y completó su educación en Madrid. Tomó el hábito de Santiago en 1691 y se aplicó en años sucesivos a las ciencias matemáticas, fundando y dirigiendo varias ferrerías. Es autor de Máquinas hidráulicas de molinos y herrerías, y gobierno de los árboles y montes de Bizcaya, que se imprimió en Madrid en 1736.

06/04/2023

José Félix Allende Salazar Mazarredo


Militar y político que ocupó cargos relevantes de gobierno de la España liberal del siglo XIX, entre otros los de comandante de Infantería y ministro de Marina y de Fomento

JOSÉ FÉLIX ALLENDE SALAZAR Y MAZARREDO

José Félix Allende Salazar Mazarredo era natural de Bilbao, donde nació en 1802. Pertenecía a una de las familias más importantes del Señorío de Vizcaya. Su padre era Pedro Francisco de Allende Salazar Ordoño de Rosales, que había sido senados por la provincia. Hermano de su abuelo era José Domingo de Mazarredo y Gortazar, que era teniente general de la Armada durante el reinado de Carlos IV y ministro de Marina de José Bonaparte. Su primo Manuel Mazarredo y Mazarredo sería ministro de Guerra a mediados de siglo, así como otros altos puestos militares.

Estudió en el Real Seminario de Bergara durante los años 1814-1817, y en 1818 ingresó en la Academia Militar de Cadetes.

Desde joven, manifestó su ideología progresista, a favor del Trienio Liberal, y en contra del Absolutismo. Tomó parte en la represión de la sublevación de los regimientos de la Guardia Real de 1822; finalizado el motín, abandonó el regimiento de Reales Guardias Españolas para integrarse en el Batallón de Leales Constitucionales.

Luego, combatió a las partidas realistas en Aragón y a las tropas francesas de los Cien Mil Hijos de San Luis. Por sus actuaciones fue ascendido a subteniente de infantería, en julio de 1823.

Tras la vuelta de Fernando VII al poder, Allende Salazar fue apartado del Ejército. A pesar de su redención, la Corte siempre tuvo en cuenta el papel político desempeñado durante el Trienio, impidiéndole la reincorporación.

EJÉRCITO LIBERAL EN LA I GUERRA CARLISTA

Tuvo que esperar a la muerte de Fernando VII y la entronización de Isabel II, para volver al Ejército liberal. En octubre de 1833, se incorporó como alférez en la prestigiosa Guardia Real, con destino al frente del norte para luchar contra la sublevación carlista. A lo largo de la guerra intervino en numerosas acciones, entre ellas en el sitio de Bilbao, y fue herido dos veces. Durante el primer sitio de Bilbao de 1836, murieron dos de sus hermanos: Eustaquio, que era tercer alcalde de la ciudad y capitán primer ayudante de la Plana Mayor de la Milicia Nacional, que falleció en la batería de Mallona el 27 de octubre; y Leonardo, fallecido en la defensa del convento de San Agustín el 27 de noviembre.

En 1834, siendo ayudante de campo de Baldomero Espartero, fue nombrado comandante militar de Vizcaya, realizando misiones especiales. Posteriormente se le confió el mando del Regimiento de Almansa con el rango de coronel. Este año recibió dos condecoraciones por su participación en acciones contra los carlistas: la Cruz de San Fernando de 1ª clase y la de 2º clase. Al año siguiente se hizo acreedor de la de defensa de Bilbao.

En 1838, el general Baldomero Espartero le entregó tres nuevas condecoraciones a los méritos conseguidos durante la I Guerra Carlista: la Cruz de San Fernando de 1ª clase, una distinción por la toma del castillo de Ulizarra, y miembro de la Real Orden americana de Isabel la Católica.

Antes de finalizar la contienda entre carlistas e isabelinos, en marzo de 1839, pasó de servicio al generalato de Madrid.

En julio de 1840, contrajo matrimonio con Rita Gacitua, que era la viuda de su hermano Eustaquio con quien ya había tenido un hijo llamado Federico, naciéndole uno póstumo, Eustaquio. Este último recibiría el título de Agregado diplomático supernumerario en 1856, que consiguió gracias a la muerte de su padre durante la guerra carlista.

BALDOMERO ESPARTERO Y JUAN PRIM

A pesar de su adscripción progresista, Allende Salazar fue ascendido a brigadier por un gobierno moderado, en 1844. Durante la Década Moderada, permaneció en Bilbao, alejado de la política activa.

En 1853, hizo su primera aparición en la lucha política, al presentarse a las elecciones para representar a Bilbao en el Congreso de los Diputados, venciendo a Joaquín Barroeta-Aldamar. Su programa se centró en los deberes de un Diputado, su adscripción política y el problema foral.

El Bienio Progresista de 1854-1856 fue el momento álgido de su trayectoria política. En julio de 1854, reapareció junto a Espartero en la sublevación de Zaragoza, trasladarse después a Madrid para exigir las condiciones de los sublevados a Isabel II. El febrero de 1845 recibía la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Ascendido por Espartero a mariscal de campo, ocupó la cartera ministerial de Fomento y la de Marina, en 1854.

Siendo elegido diputado por Vizcaya, Allende Salazar publicó un manifiesto en el que planteaba su visión de los fueros en la línea del Convenio de Vergara. Las Juntas Generales le nombraron Padre de provincia, en noviembre de 1854. Hizo cuatro días más tarde una declaración en las Cortes sobre su ideario político:
"Tengo la convicción... de que en España no puede haber más Gobierno que el monárquico... Creo que la República en España puede bullir en algunas cabezas sólo como teoría, y no como cosa práctica. No soy republicano, sin que por esto me asuste la República. Si hubiera nacido en los Estados Unidos, sería republicano y republicano de corazón; pero habiendo nacido en España soy monárquico..."

En marzo de 1856, fue elegido líder de los progresistas puros, que trataban de contrarrestar la actuación de O'Donnell. La defensa de sus principios le llevó a una nueva ruptura con Espartero. En junio de aquel año, Allende Salazar votó contra el gobierno que intentaba impedir que los partidos adoptasen una organización permanente, no meramente electoral.

LEVANTAMIENTO CARLISTA DE 1872

Durante los sucesos de 1868, la Diputación vizcaína nombró una comisión de tres Padres de Provincia (José Félix Allende Salazar, su sobrino Julián Basabe Allende Salazar, y Manuel de Urrutia y Beltrán) encargada de viajar a Madrid para tratar de garantizar la permanencia del sistema foral.

En junio de ese año, el gobierno de Leopoldo O'Donnell recibió la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, y en octubre, fue ascendido a teniente general. Y, en octubre, el general Juan Prim le nombró capitán general de las Provincias Vascongadas, con residencia en Bilbao, debido a los servicios prestados en el alzamiento nacional. A pesar de reconocer que no participó en la sublevación de septiembre, los motivos del nombramiento fueron su amistad y la necesidad de colaboradores a fines a sus ideales.

En 1872, cuando comenzó una nueva sublevación carlista, Allende Salazar era ingeniero general del Ejército.

Tras la proclamación de la I República, en febrero de 1873, dimitió de sus cargos, porque consideraba que no tenía la confianza de las nuevas autoridades. A partir de ese momento pasó a residir en Madrid, en donde falleció en enero de 1893.

02/04/2023

Real Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas


IGLESIA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA DE MADRID

La Real Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas fue fundada en Madrid el año 1713, por un grupo de vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses, para dar culto a San Ignacio y atender las necesidades morales y físicas de todos los vascongados residentes en la capital del reino. Los recursos financieros provenían de las cuotas y donativos de los congregantes y simpatizantes, de la renta producida por sus propiedades y de la ayuda de las tres diputaciones forales. Sus objetivos fueron siempre socorrer a los vascongados pobres en casas de acogida, a enfermos en hospitales y balnearios, y a procesados en las cárceles de Madrid, o costear los viajes de regreso al territorio vasco. Otro de los objetivo era la celebración de una misa en euskera y castellano cada domingo, como actividades religioso-cultuales permanentes.

Entre los objetivos fundacionales se declararon también:
1. el mantenimiento del sentimiento patriótico entre los naturales de las Provincias Vascongadas
2. el establecimiento de relaciones sociales entre los naturales y oriundos vascos que residen en Madrid, sin distinción de ideas ni de clases
3. la resolución de sus problemas y promoción laboral a los que lo precisaran

Su nombre original fue Real Congregación Nacional de Hijos y Originarios de las tres muy nobles, y muy leales provincias de Cantabria, posteriormente se cambió al de Real Congregación Nacional de los Hijos y Naturales de las muy nobles y muy leales provincias del Señorío de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava. Su sude se estableció en el Convento de San Felipe el Real, en la Puerta del Sol.

La congregación se puso bajo la advocación de San Ignacio de Loyola, patrón de Guipúzcoa y fundador de la Compañía de Jesús, pero también bajo la protección del rey Felipe V, su primer hermano mayor. Más tarde, compartieron el patronazgo con San Prudencio, patrón de Álava, y con la Virgen de Begoña, patrona de Vizcaya.

INTERIOR DE LA IGLESIA DE SAN IGNACIO

El 20 de abril de 1715, esta institución se formalizó de manera oficial, a cuyo acto fundacional asistieron 124 vascos. Entre los fundadores hubo algunos nobles y eclesiásticos, muchos administradores del Estado borbónico, también militares, marinos y mercaderes. Entre ellos estaban Juan de Idiáquez y Eguía, Bruno Mauricio de Zabala, capitán general de Buenos Aires, Juan Bautista de Iztueta, y José Zárate y Murga, marqués de Montesacro.

Algunos de los miembros fundadores estuvieron relacionados con el comercio y administración con los virreinatos españoles de América, motivo por el cual, en 1729, la Congregación de San Ignacio de Madrid se vinculó a la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu de México, mediante disposición real. En 1746, se creó el cargo de agente de Indias, que pasó a denominarse comisario general de la Congregación en América, en 1896. Este cargo estuvo casi siempre desempeñado por un miembro del linaje de los Basagoiti, hasta 1984.

Por Real Cédula de 21 de febrero de 1718, se aprobaron los primeros Estatutos elaborados por los fundadores. Posteriormente, fueron ampliadas o modificadas en varias ocasiones: 1722, 1746, 1865, 1896 y 1984.

En 1741, se compró por 500.000 reales el espacio de terreno situado entre las calles de Alcalá y Barquillo, denominado Buenavista, pensando levantar ahí su casa e iglesia encargando el proyecto a Ventura Rodríguez, pero se permutó por otro más conveniente. Entonces, se aprovecho el mismo solar que antes había ocupado el Colegio y Oratorio de San Jorge entre los años 1685 y 1767, que los jesuitas habían establecido para educar a los jóvenes católicos ingleses. En aquel inmueble se instaló definitivamente la sede de la congregación.

En 1773, se habilitó la antigua capilla para iglesia de la congregación dirigiendo las obras Manuel de los Heros.

En diciembre de 1775, la congregación estableció un acuerdo fraternal con la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, comprometiéndose la primera a costear la cátedra de Física experimental del Seminario de Vergara. Entonces, ambas instituciones colaboraron en proyectos educativos para sus alumnos. Aquel espíritu ilustrado de esta institución influyó en la congregación, especialmente tras el establecimiento de una Delegación de la Sociedad Bascongada en la Corte madrileña.

El siglo XVIII fue el periodo de máximo esplendor de la congregación. El prefecto de la congregación, el marqués de Casa-Torre, escribió en la revista ilustrada bilbaína El Centenario, datada en septiembre de 1900, que "los tiempos del siglo XVIII fueron los de mayor esplendor de la Congregación".

RELIEBE DE SAN IGNACIO EN LA FACHADA DE LA IGLESIA

La prosperidad de la institución duró hasta la invasión francesa de 1808 y los proyectos de desamortización de los bienes de la iglesia por los gobiernos liberales del siglo XIX. Tras la desamortización de Álvarez de Mendizábal de 1836, consiguió la devolución de parte de su patrimonio gracias a las gestiones del senador Joaquín Berroeta Aldamar, en 1843. Después de un periodo de esplendor, casi desaparece por las leyes de desamortización del patrimonio eclesiástico, pero en 1864 resurgió con fuerza.

A finales del siglo XIX, se reconstruyó la Iglesia de San Ignacio de Loyola, con financiación de los socios, donaciones de indianos vascos en América, aportaciones de las Diputaciones forales y dinero propio. Esta nueva sede de la congregación está situada en la calle del Príncipe nº31, entre la plaza de Santa Ana y la calle de Atocha, en el barrio de las Letras.

El templo fue consagrado el 20 de julio de 1898 e inaugurado el día siguiente bajo la advocación de San Ignacio. Su imagen, obra del escultor y pintor Arturo Mélida, figura en el altar mayor. Fuera del retablo aparecen las imágenes de San Prudencio y de San Martín de Aguirre. En la fachada están los escudos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.

La fachada fue realizada en estilo un ecléctico, de tipo neorrománico francés del siglo XVIII muy bonito. Según la publicación La Ilustración española y americana del 30 de julio de 1898, es "la única construcción de este orden que existe en Madrid". Es obra del bilbaíno Miguel Olabarría Zuaznavar, un experto en construcciones diocesanas y congregante desde 1895.

En marzo de 1936, fue atacada e incendiada en los disturbios de la Guerra Civil. Sus techos se desplomaron y el edificio quedó abandonado hasta 1940, año en que se inició su reconstrucción y se solicitó una subvención a las tres Diputaciones.

Entre 1940 y 1943, recibió la ayuda de 150.000 euros de las tres diputaciones vascas, que permitió una gran mejora en la reparación de la fachada de la iglesia, muy deteriorado por el paso del tiempo y el incendio de la Guerra Civil. También se reparó la estructura del templo y de la casa rectoral adyacente, también propiedad de "los Oriundos". El proyecto de recuperación estuvo bajo la dirección del arquitecto y congregante Alberto de Acha y Urioste.

ESCUDOS FORALES EN LA FACHADA DE IGLESIA

Durante casi trescientos años, esta institución ha mantenido las tradiciones vascas en la capital del reino, siendo propietaria del templo de San Ignacio, de Madrid.

Los domingos y festivos se celebra una misa bilingüe en euskera y castellano, y el día del Corpus, el culto adquiere un matiz regional con la participación de dantzaris y txistularis de la Euskal Etxea de Madrid. Los días normales reciben a unas cien personas, pero en las fechas patronales, como San Ignacio, San Prudencio y la Virgen de Begoña, vienen muchas más. Se mantiene la celebración de las honras fúnebres y se realizan bodas en concordia con la parroquia de San Sebastián. También se celebran de modo regular conciertos del Orfeón Vasco de Madrid, también hay actuaciones de grupos corales y musicales vascos. Unos locales anexos al templo sirven de sede de reuniones civiles para los miembros.

Los religiosos de esta iglesia proceden de la Comunidad Autónoma Vasca. Por lo general son capellanes que completan sus estudios en Madrid, mientras ofrecen misas en la iglesia de la Congregación. Por ubicación, depende del Obispado de Madrid, pero es el de Guipúzcoa el que envía a sus sacerdotes. Si la relación con la Iglesia vasca es muy estrecha, también lo es con su Administración, comprometida a colaborar para recobrar el antiguo esplendor del edificio.

La mayoría de los asistentes son vascos radicados en Madrid o amigos que están de paso, aunque la iglesia está abierta a todo el mundo. Los cerca de 400 miembros "oriundos" que posee en la actualidad ayudan en casos particulares a vascos necesitados en Madrid y visitan a los que se encuentran ingresados en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. Pero también hay espacio para las fiestas.

FACHADA DE LA IGLESIA DE SAN IGNACIO