28/10/2017

Escultura a Pedro Navarro en Garde, por Fructuoso Orduna



La escultura al noble, marino, militar e ingeniero Pedro Navarro fue realizada por el escultor roncalés Fructuoso Orduna en 1929. Está situado en el parque de Garde, villa natal de este militar, y apoyada sobre un pedestal de piedra en el que hay colocado un pergamino de piedra sobre la cabeza de un león, con el texto:
"Garde a Pedro Navarro"
Pedro Navarro fue célebre por su actuación durante las Guerras de Italia y en el Norte de África en las primeras décadas del siglo XVI. Paradójicamente, acabaría sus días al servicio de Francia, tras ser apresado y negarse Fernando el Católico a pagar su rescate, y más tarde Carlos I a integrarle a su servicio.

26/10/2017

Domingo de Ossoro y Landaverde


Almirante general de Cantabria, maestre de campo y gobernador de San Sebastián, destacado en la defensa de Fuenterrabía de 1638

Domingo Ossoro Landaverde fuenterrabía hondarribia sitio francés
DOMINGO DE OSSORO Y LANDAVERDE

Domingo de Ossoro y Landaverde era natural de Deva. Comenzó a servir a Felipe III en la Real Armada española, en 1638, siendo gobernador de la Plaza de Urrugne.

Fue nombrado sargento mayor de Fuenterrabía cuando el Ejército francés del príncipe de Condé invadió la ciudad el mismo año de 1638. Se distinguió en su defensa de Fuenterrabía
 por su heroico valor y su destreza en el manejo de las armas, especialmente en sus combates con el hijo del presidente de Burdeos, con el coronel que sustituyó a este en el mando de la columna asaltante y con Guebres a quienes mató causando con esto la desbandada huida de las fuerzas que iban bajo sus órdenes.

En premio de sus servicios, Felipe IV le concedió el mando de una compañía de caballos corazas.

Más tarde fue nombrado maestre de campo y gobernador de San Sebastián, cargo que encajaba mejor en sus aficiones por su relación con el mar y que desempeñó durante muchos años.

En 1654 fue nombrado almirante general de Cantabria.

mapa fuenterrabía hondarribia sitio 1638
MAPA DE FUENTERRABÍA, AÑO 1638

23/10/2017

Vasconia españolísima, por Zacarías de Vizcarra


VASCONIA ESPAÑOLÍSIMA, POR ZACARÍAS DE VIZCARRA

Vasconia españolísima
Zacarías de Vizcarra Arana, Editorial Durandarte (2012), 192 páginas

Todos los escolares vascos deberían leer este libro escrito por el vizcaíno Zacarías de Vizcarra en 1936, y reeditado por Durandarte. Pero también deberían leerlo los estudiantes castellanos y del resto de España. Los unos y los otros aprenderían que Vasconia (el país de los vascos) no sólo es parte admirablemente activa de España y de su historia, sino que es su auténtica cuna. Comprenderían los unos lo importante que para ellos es España y los otros el amor debido a Euskalherría.

Esta obra sigue siendo una obra inexcusable pata todo aquel que quiera comprender realmente cosas tan actuales como el sentido de la unidad de España o la carencia de fundamento histórico del separatismo.

Vizcarra no defiende el nacionalismo español o la españolidad de Euskalherría por ningún prejuicio ideológico, sino porque es lo que clama la historia y la cultura de los vascos. Así lo dice explícito el subtítulo que lleva esta obra: Datos para comprobar que Vasconia es reliquia preciosa de lo más español de España.

Vasconia españolísima contiene sobre todo muchos datos sorprendentes: como el origen hispánico de la Vasconia francesa, la tenaz y violenta exigencia que hicieron siempre los vascos de estar unidos con Castilla, o el carácter vasco de las dinastías castellana y aragonesa que forjaron la unidad política de España.


ÍNDICE:

Prólogo

Introducción

I: Que los vascos son representantes genuinos de los indígenas de España.

II: Que no existe propiamente una raza vasca, sino un pueblo vasco, integrado por varias razas prehistóricas y accidentalmente modificadas por infiltraciones posteriores.

III: Que la lengua vasca data de la Edad de Piedra.

IV: Que es empeño absurdo querer derivar el vascuence del latín.

V: Que precisamente por la desemejanza entre el latín y el vascuence, se conserva en éste la fonética latina más pura.

VI: Que la única lengua indígena de España que se habla en el mundo es la vasca.

VII: Que fue muy grande el área de difusión de la lengua vasca en la España primitiva.

VIII: Que los vascos son herederos directos del pueblo cántabro.

IX: Cómo Vasconia simpatizó con el Imperio Romano y hostilizó por tres siglos a sus destructores.

X: Cómo cantaba en Vasconia un gran poeta del siglo IV la misión de Roma y la esencia de la Hispanidad.

XI: Cómo, a fines del siglo VI, los vascos de España entraron en Francia y fundaron la primera de todas las colonias españoles, que es la Vasconia francesa.

XII: Cómo nació Castilla en territorio vasco y con el nombre vasco de Vardulia.

XIII: Cómo Castilla fue poblada por numerosas colonias vascas.

XIV: Cómo el primero que escribió en lengua castellana fue un vasco.

XV: Cómo independizó y engrandeció a Castilla la dinastía vasca, fundada por el primer rey de Castilla, Fernando I el Magno.

XVI: Cómo nació Aragón en Vasconia, y fue también vasco Ramiró I, fundador de la dinastía aragonesa.

XVII: Cómo ha cooperado Vasconia con las demás regiones de España, en las empresas más gloriosas de la Historia Patria.

XVIII: Cómo han reconocido propios y extraños el profundo españolismo de Vasconia.

XIX: Cómo ha sido introducido por los extranjeros y fomentado por las sectas el espíritu separatista.

XX: Cuál es el verdadero concepto moral de la Patria y la verdadera Patria de los vascos.

XXI: Cómo el bilingüismo vasco es útil, bajo el aspecto científico, patriótico y económico, tanto para Vasconia como para toda Europa.

Epílogo

16/10/2017

Vascos y navarros en la Guerra de Civil de Castilla


La Guerra Civil de Castilla fue la que enfrentó al rey legítimo Pedro I el Cruel (o el Justiciero) contra las pretensiones de su hermano bastardo, Enrique II el Fraticida (o el de las Mercedes). Este último conspiró con sus otros hermanos contra su hermano rey desde aproximadamente la fecha de 1352.

pedro cruel justiciero enrique trastamara rey castilla
PEDRO I EL CRUEL Y ENRIQUE II EL FRATICIDA

En aquellos años, el rey de Navarra era Carlos II el Malo, nacido en la villa de Évreux, en el noreste de Francia. Carlos II apoyó fundamentalmente a Pedro I el Cruel. Por eso, los puertos guipuzcoanos de Fuenterrabía y Oyarzun, por mandato de Pedro I, en el año 1365, fueron puestos a disposición del rey navarro Carlos II con el fin de apoyarle en la guerra civil. Además, la propia Navarra debía servir de territorio de paso para las tropas inglesas que, desde la Gascuña, fueron enviadas a Castilla. Por tanto, Navarra y los puertos vascos jugaban en apoyo de la Castilla de Pedro I el Cruel un papel de vital importancia.

De esta forma, al año siguiente, en 1366, se firmó en Libourne, suroeste de Francia, un importante tratado entre Pedro I de Castilla, Carlos II de Navarra, y el príncipe de Gales, Eduardo de Woodstock, hijo del rey inglés Eduardo III. En dicho tratado de Libourne, Navarra e Inglaterra se comprometían a asegurar el trono de Castilla a Pedro I, y a cambio Navarra recibía los territorios de Guipúzcoa, Álava y parte de La Rioja, mientras los ingleses recibían entero nada menos que el Señoríos de Vizcaya. Pero, sabedores los vascos de dicho tratado, montaron en cólera y decidieron apoyar desde entonces al candidato rival, Enrique de Trastámara.

Tras vencer el rey Pedro I de Castilla a los aliados del Trastámara en 1367, consecuentemente a lo pactado, Carlos II el Malo invadió al año siguiente las tierras de Álava, Guipúzcoa y parte de La Rioja. De hecho, para realizar tan invasión el rey recaudó por toda Navarra los abundantes dineros que para ello se necesitaban y recibió el apoyo completo de la población navarra. Además, en la entrada de Guipúzcoa hubo un número considerable de señores guipuzcoanos que reconocieron como "señor natural" a Carlos II. 

Sin embargo, después de realizar la ocupación, el rey navarro tuvo que dedicar considerables esfuerzos para mantener estas tierras vascas bajo su dominio, ya sea pagando a los merinos, que gobernaban en nombre del rey estas tierras, como sosteniendo tropas que mantuvieran el orden y la sujeción. Y, además de estas ayudas, consta que fue vital en esta invasión el apoyo decisivo que los oñacinos le dieron al rey navarro.

batalla nájera guerra civil castilla cien años trastámara
BATALLA DE NÁJERA

En las terribles Guerra de Banderizos que asolaban las tierras vascas, más o menos se llegaron a delimitar con claridad dos bandos enfrentados. Por una parte, los partidarios de la familia de Oñaz, oriunda de Guipúzcoa, llamados oñacinos, y los partidarios de la familia de Gamboa, oriunda de Álava, y que formaba a los gamboínos.

El cronista principal de estas guerras de clanes fue Lope García de Salazar, el cual en
Las Bienandanzas y Fortunas narró con detalles todas estas interminables luchas entre oñacinos y gamboínos por espacio de cientos de años. Salazar cuenta que en la localidad guipuzcoana de Usúrbil se enfrentaron un día a muerte ambos bandos, con la desgracia de que el señor principal de los Oñaz cayó muerto de su caballo por el impacto de un flechazo en la cabeza. Y, a partir de entonces, las guerras entre ambos clanes continuaron prácticamente sin solución de continuidad. Otra explicación que dio Salazar sobre el origen de estas luchas es la más simple, primitiva y humana: la envidia, la soberbia y la ambición de poder para decidir y marcar "cuál valía más". Salazar calificaba a estos banderizos como "hombres muy soberbios", que muchas veces peleaban simplemente por pelear, y que carecían del más elemental amor o consideración ya sea a los habitantes como las tierras, puesto que les daba igual encharcarlas de sangre y caos durante años sin fin.

INTERVENCIÓN EXTERNA EN LA GUERRA CIVIL DE CASTILLA

Corografía de la etnia vasca por Manuel de Larramendi


Manuel de Garagorri Larramendi nació en Andoain, en 1690, y murió en Azpeitia, en 1766. Miembro de la Compañía de Jesús, hizo carrera universitaria en Salamanca y Valladolid, para trabajar más tarde como profesor de filosofía, lengua, retórica y teología. Consiguió un reconocido prestigio en su tiempo, fue precursor de los estudios lingüístico-dialectológicos vascos. Está considerado como el mayor exponente de la tradición apologista vasca de su época.

COROGRAFÍA DE LA ETNIA VASCA POR MANUEL LARRAMENDI

Su obra El Imposible vencido. 
Arte de la lengua bascongada, publicada en 1729, constituye la primera gramática del eusquera escrita en tres dialectos: guipuzcoano, vizcaíno y navarro o labortano.

En Sobre los Fueros de Guipúzcoa y Corografía de la muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa, publicadas en 1756, denunció el hecho de que los predicadores no utilicen el eusquera en sus actividades, poniendo así en peligro la supervivencia de esa lengua. En esta obra Larramendi tuvo seis dialectos en consideración: zuberoano, labortano, vizcaíno, navarro, alavés y guipuzcoano.

Su obra lingüística más conocida es el Diccionario trilingue del castellano, bascuence y latín. También escribió De la antigüedad y universalidad del bascuence en España, escrita en Salamanca en 1728.

Larramendi recibió toda la tradición fuerista anterior de escritores apologistas como Garibay, Isasti, Moret, Zaldibia, Echave, Iñurrigarro, Salazar y Castro, Henao, Fontecha y Salazar, que transcribió en el Compendio Guipuzcoano y la Nueva Recopilación de 1696. Por supuesto, como catedrático en la Universidad de Salamanca, también se vio influido por miembros de la Escuela escolástica de Salamanca como Juan de Mariana y Francisco Suárez, ambos de estudio obligatorio entre los jesuitas.

Fue un ferviente defensor de las tesis vascocantabristas, teoría que demostró escribiendo un monográfico con el título Discurso Histórico sobre la antigua famosa Cantabria. Question decidida si las provincias de Bizcaya, Guipuzcoa y Alaba estuvieron comprehendidas en la Antigua Cantabria, publicado en 1736. La teoría por la cual Guipúzcoa pertenecía a la antigua Cantabria fue recogida por casi todos los historiadores autóctonos y foráneos como Mariana, Morales, Garibay, etc.
"Los hombres de todas las naciones del mundo cultivado convienen en hacer ostentación y gala de descender y ser sucesores de antepasados heroicos y gloriosos."
Y matizaba más adelante sobre los antepasados cántabros:
"El lustre, el honor y la gloria de ser legítimos descendientes de aquella heroica gente es de tan gran magnitud que, sin escrúpulo, puede afirmarse no haber otro mayor en el mundo."
Tan grande era esta gloria que hasta fue capaz de levantar envidias entre vizcaínos y guipuzcoanos. En la dedicatoria a sus paisanos guipuzcoanos que encabeza el Arte de la lengua bascongada, Larramendi escribió sobre:
"... los cántabros antiguos, que fueron terror de la Señora del Orbe, Roma, escarmiento de sus Cónsules y Emperadores, y son los padres y abuelos de los Guipuzcoanos."
Continuó con la tesis del Tubalismo, situando el origen histórico de Guipúzcoa en la llegada de Túbal a la provincia desde Armenia, siendo el vascuence una de las 72 lenguas surgidas tras la confusión babilónica. Por tanto, aseguraba que el vascuence fue la primera lengua que entró en España, en el año 142 después del Diluvio Universal, o sea, en el 2163 a. C., de la mano de Túbal:
"No se puede afirmar, sino voluntariamente y de puro capricho, que hubiese distintos pobladores de España; porque nuestra España no tuvo otro poblador que Túbal."
Son los mismo argumentos relatados por Garibay, Zaldibia, Echave, Isasti, Iñurigarro, Aramburu y otros.

ARTE DE LA LENGUA BASCONGADA POR MANUEL DE LARRAMENDI

Y siendo la lengua vascongada la "lengua común y universal de todos los españoles", son los vascongados "los españoles legítimos, impermixtos, descendientes de los primeros pobladores de España y de sus sucesores", como prueba el hecho de que son los únicos que la han conservado. El mismo Larramendi insistía en que el verdadero nombre del vascuence debería ser el de la lengua cántabra:
"(El bascuence) no se llamó con nombre universal de lengua vascónica, ni se hallará autor ninguno que así la llamase, sino lengua de los Cántabros."
Explicó el motivo de la superioridad del vascuence sobre las demás lenguas:
"Otras lenguas formadas por el ingenio y gusto de los hombres, y por esso susceptibles de ages, yerros e inconsequencias, efectos de achacoso origen. El Bascuence fue Lengua formada por sólo el ingenio de Dios."
Éste era el motivo por el cual Larramendi sostenía que los ángeles hablaban vascuence:
"Señores, si los theólogos y otros supiérades el bascuence, concluiríades al instante que el bascuenze es la locución angélica, y que para hablar a los ángeles en su lengua es necesario hablarles en bascuenze."
Para Larramendi, el patriarca Túbal fue quien transmitió a sus hijos la fe en el Dios verdadero, que se mantendría incólume hasta la predicación del apóstol Santiago en Euskal Herría, en donde, por tanto, se habría rendido culto a la Cruz antes de que se predicase el Evangelio.

Tras la fundación tubaliana, los vascos se mantuvieron sin haber sido conquistados por nadie, ni romanos, ni godos, ni árabes. El hecho de la independencia originaria explicaba otros dos elementos relacionados: la base incontestable de la autoctonía del derecho propio y la existencia de un título original, la nobleza universal de los vascos.

Las leyes escritas de Guipúzcoa serían un reflejo de sus "albedríos y fazañas" desde Túbal hasta Enrique II de Castilla, "leyes habidas en la ley de la naturaleza antes de que Nino, rey de Babilonia, adulterase la edad áurea" al producirse la confusión babilónica. Este Derecho autóctono escrito estaría fundado en el Derecho natural, y sería muy anterior a la difusión del Derecho romano. El Fuero guipuzcoano, por tanto, sería el primer Derecho natural instaurado por Túbal. Larramendi basó en el origen autóctono del fuero buena parte de sus proposiciones, sobre todo cuando hizo distinción entre fueros esenciales y accidentales, diferencia importante en el ámbito institucional.

Manteniendo su independencia originaria y su Derecho autóctono desde tiempos inmemoriales, la unión de Guipúzcoa al Reino de Castilla se formalizó mediante un pacto voluntario. Esta tradicional doctrina fue suscrita enteramente por Larramendi, añadiendo que como consecuencia la provincia quedó en estado de "sui juris", es decir, "dueña de sus leyes, libertades y fueros como cuando no era país unido a Castilla, pues que se agregó, salvo todo ese derecho suyo".

PATRIARCA TÚBAL CAZANDO LEÓN EN BABILONIA

Para Larramendi, como otros ya habían asegurado, la nobleza universal de los guipuzcoanos estaba basada en la doctrina del Tubalismo y la independencia originaria. La hidalguía se generalizó para todos los guipuzcoanos en el siglo XVI y se conseguiría que con la sola probanza de guipuzcoanía se reconociese su hidalguía en el resto del reino. Seguía fielmente el pensamiento tradicional guipuzcoano, pero incremento el acervo doctrinal con innovaciones que incluyo en su Corografía:

1. La nobleza general de sangre de los guipuzcoanos fue heredada por su descendencia directa de Túbal e independencia sin mezclas ni interferencias, siendo la permanencia de la lengua las prueba más evidente de esta afirmación.

2. La simple "guipuzcoanía" es un título específico de nobleza del mayor rango y valor que cualquier otro título de nobleza, como la adquirida, la moral, la física o la intelectual.

3. La nobleza intrínseca a todos los guipuzcoanos les hace iguales entre ellos, bastando con probar la naturaleza, acreditando el carácter originario hasta el cuarto o quinto abuelo.

4. La diferencia entre ricos y pobres es una condición marcada por los golpes de fortuna, pero no existe la distinción entre nobles y plebeyos. La posesión o no de bienes determina el carácter censitario y oligárquico del régimen foral, aunque la exigencia de millares la justifica en la necesidad de dar "seguridad a la república para sanearse de los daños que puede causar un mal cargohabiente".

5. La hidalguía universal conlleva dos consecuencias:

a. Como son nobles todos los guipuzcoanos pueden desempeñar oficios mecánicos, sin que su práctica sea un obstáculo para cargos, hábitos y encomiendas. Aunque exista incompatibilidad entre nobleza adquirida y oficios mecánicos, no entre éstos y la nobleza de guipuzcoanía por ser título de rango superior.

b. El avencindamiento permanente en Guipúzcoa requiere la previa probanza de hidalguía con objeto de no alterar el principio de hidalguía universal de los habitantes. Este procedimiento era largo y lo iniciaban los caballeros diligencieros nombrados por la Provincia.

MANUEL LARRAMENDI

En su Corografía de la etnia guipuzcoana, Larramendi dibujó un paisaje pre-romántico, en conjunción de naturaleza celestial y terrestre, donde el trabajo tan natural como la cumbre de una montaña. Es el mismo cuadro de Garibay y Zaldivia, sólo que aumentado por ideas antropológicas del siglo XVIII.

Pero Larramendi elaboró su propio pensamiento político, que es digno de atención especial. Su método de análisis de la realidad consiste en la generalización de hechos individuales, ocultando lo particular y concreto de cada vasco y de cada villa y paisaje, para hacer una descripción genérica a todos ellos, con la intención de diferenciar vascongados de españoles. En su Corografía todo es genérico, no aparecen personas reales, ni descripciones de Juntas, bailes o procesiones, sino un vascongado tipo, un mismo "pueblo" monolítico, en un mismo escenario paisajístico.

La Corografía de Larramendi se convirtió en un registro documental de la aparición del "hecho diferencial" vasco ante el ímpetu centralista de la política de los Borbones, que intentó unificar jurídica, política y fiscalmente el conjunto de los territorios de España.

Se quejó de la confusión que los españoles tenían sobre los guipuzcoanos y alaveses (incluso navarros) llamándoles genéricamente vizcaínos: "que no nos confundan, sino que nos distingan con los nombres de cada provincia"; pero en cambio no distinguía a las diferentes sociedades del Nuevo Mundo llamándolas genéricamente indios americanos, ni distinguía las diferencias lingüísticas, forales y paisajísticas de las diferentes regiones y gentes de España englobándolas en un tipo genérico. Sostuvo que la nobleza de los guipuzcoanos se basaba en la ausencia de mezcla con cualquier otro pueblo. No era una idea novedosa, pero fue el primero en expresarla de manera clara y tajante.

COROGRAFÍA DE LA MUY NOBLE Y LEAL PROVINCIA DE GUIPÚZCO
 POR MANUEL LARRAMENDI

La obra y pensamiento de Larramendi fue recuperado por el Partido Nacionalista Vasco en el último cuarto del siglo XX, como un supuesto precursor de las ideas nacionalistas. Toda una paradoja, ya que el jesuita guipuzcoano estaba totalmente en contra de la idea moderna y liberal del País Vasco.

En sus Conferencias sobre los fueros provinciales vascongados, Larramendi sugería que si la Monarquía española no respetase los tradicionales privilegios, sería muy legítimo que estos declarasen su independencia de España, como lo habían hecho en el pasado las provincias unidas de Zelanda (Holanda), y llegó incluso a forjar un nombre para esa hipotética entidad independiente: las Provincias Unidas del Pirineo. Así lo dejó escrito en su Corografía de la etnia vascongada:
"¿Qué razón hay para que esta nación privilegiada no sea nación aparte, nación por sí, nación exenta e independiente de las demás? ¿Por qué tres provincias de España (y no hablo ya del reino de Navarra) han de estar dependientes de Castilla (Guipúzcoa, Álava y Vizcaya) y otras tres dependientes de Francia (Labort, Zuberoa y Baja Navarra)? ¿Por qué el bascuence, lengua tan viva y de más vida que ninguna, no ha de ver a todos sus vascongados juntos y unidos en una nación libre y exenta de otra lengua y nación?"
Larramendia se había convertido en el pionero de una cierta conciencia de comunidad étnico-política panvasquista y no sólo de comunidad foral guipuzcoana. Dedujo un concepto de comunidad política basado en la existencia del hecho lingüístico que abarca a todos los vascos. Para Larramendi, si existe una correspondencia entre lengua y nación, el vascuence debía tener la suya, por ello diseñó un Reino pirenaico independiente, que agruparía a todos los territorios de "Cantabria".

Además, en el caso de Guipúzcoa iniciase una rebelión armada defensiva por haber sido dañados gravemente sus fueros, todos los territorios vascos de Francia y España debían unirse y ayudar a la provincia.

Era consciente de que la identidad comunitaria de los vascos es un fenómeno que se manifestaría más bien de cara al exterior, basada en formas reales de cooperación étnica, que se producirían en instituciones de fuera del País como universidades o colegios mayores y que también frecuentemente asimilaban a Vizcaya, por eso abogaba por la equivalencia entre Cantabria y Vasconia. Afirmaba entonces que muchos autores que han estudiado en universidades han visto:
"... que todos los vascongados, vizcaínos, alaveses y navarros y guipuzcoanos hacían un cuerpo para distinguirse de castellanos, andaluces y extremeños,... y que a todo este cuerpo llaman Vizcaya, por no repetir tantos otros nombres; lo mismo sucede en los colegios mayores, en que hay becas de vascongados, que se llaman becas de Vizcaya, y se remediaría diciendo becas de Cantabria."

La visión panvasquista de Larramendi, que comprendería Navarra e Iparralde, no impedía que conceda a los tres territorios occidentales (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava) una particular especificidad:
"Son todas tres hermanas, hijas de una misma madre, que se llamó y se llama su primitiva inmemorial, antiquísima libertad. Hermanas muy parecidas en las glorias que voy apuntando de Guipúzcoa. Hermanas, pero distintas en sus límites, fueros, gobierno y lengua."
De hecho, aclaró una mayor afinidad y entendimiento entre la Provincia de Guipúzcoa y el Señorío de Vizcaya.

Sin embargo, Larramendi se incomodaba cuando en otras lugares de la Monarquía, debida a su complicada estructuración territorial y a la falta genérica de un nombre para el País Vasco, se confundía a los vascos, especialmente los guipuzcoanos con los vizcaínos:
"Es inaguantable la bobería del común de los castellanos y demás españoles cuando en lo hablado y en lo escrito entienden a todos los vascongados con el nombre de vizcainos, dando a las tres provincias el nombre propio y peculiar del Señorío de Vizcaya; y de aragoneses y valencianos que llaman navarros a los vascongados."
"No estamos mal en Guipúzcoa con el nombre de Vizcaya y vizcaínos, ni en Vizcaya están mal con el nombre de Guipúzcoa y guipuzcoanos. Todo se nos hace respetable en los nombres y en su significado. Con lo que estamos mal, y lo debieran estar todos, por la verdad de la historia, es que se diga de Guipúzcoa lo que es propio de Vizcaya, y se diga de Vizcaya lo que es propio de Guipúzcoa."

ROMERÍA VASCA, POR JOSÉ ARRUE

Sobre historiografía tradicional que defiende la voluntaria incorporación de Guipúzcoa en el Reino de Castilla es conveniente realizar las siguientes puntualizaciones:

1. La Doctrina del Pactismo tenía dos vertientes:

a. El Pactismo histórico, basado en un acuerdo, contrato o concurso real de voluntades entre el rey y los estamentos de la comunidad para limitar el alcance del poder real, especialmente en el ámbito del Derecho. Este pactismo tuvo una gran tradición en los reinos de la Corona de Aragón, principalmente Aragón y Cataluña (estudios de Ferro, Iglesias y Lalinde) y también en Inglaterra y Alemania.

b. Las Teorías pactistas de las distintas Escuelas doctrinales, como la escuela francesa de Jean de Paris, Masselin Philippe de Pot, Claude Seyssel, y la Escuela jesuítica del siglo XVI.

2. Los planteamientos pactistas tuvieron gran desarrollo en Navarra y los territorios vascos en la Edad Media y Moderna en contraste con el fracaso del Pactismo castellano desde comienzos del siglo XVI, a pesar de la intensidad de las formulaciones pactistas de la Escuela jesuítica y de los teólogos castellanos del siglo de oro, que sólo sirvieron como consejos morales o de advertencia moralista frente al creciente peso del Absolutismo<

3. La inexistencia de una práctica pactista en Castilla en los siglos XVI y XVII, la desaparición de la Corona de Aragón a comienzos del siglo XVIII, de tradición pactista, y el creciente peso del absolutismo y centralismo borbónicos a lo largo del siglo XVIII contrastan con el empeño pertinaz de los territorios vascos por mantener prácticas pactistas en las relaciones con la Corona en el siglo del Despotismo ilustrado, convirtiéndose en una verdadera isla de pactismo en todo el continente. Resultan, por tanto, llamativas y sugerentes las formulaciones contractualistas de Larramendi, que presentan analogías con las de Rousseau, a pesar de partir de premisas diferentes.

OBRAS LITERARIAS SOBRE MANUEL DE LARRAMENI

Abandonando estas precisiones, el original concepto pactista de Larramendi, aunque basado en la escuela jurídica española del siglo XVI, hay que ponerlo en relación con dos elementos: el poder del rey y el derecho y competencias de la comunidad.

A lo largo de la Edad Moderna se impuso la supremacía como rasgo característico del poder del rey. Esta supremacía se concretó en la soberanía real, que conllevó la lex regia, es decir, el príncipe está al margen de la ley (princeps a legibus solutus).

Larramendi no está de acuerdo con esta concepción, pues el poder del rey tiene limitaciones, aferrándose con ello a la teoría tradicional de la escuela jurídica española. Los teólogos castellanos aceptaban el principio de que el poder del rey es supremo, pero el rey forma parte de la comunidad de la que mediatamente ha recibido el poder y queda, por tanto, vinculado a las leyes de la misma. Por otra parte la ley es la concreción de un orden superior que culmina en Dios, también está limitado el rey por la sujección a un orden transcendente. El rey se convierte en tirano, si conculca las leyes sancionadas por la comunidad y en consecuencia ésta puede rebelarse.

Asumió plenamente esta concepción, pero completándola con las siguientes aportaciones que dejó escritas en Sobre los Fueros de Guipúzcoa:

- La potestad y autoridad de los reyes viene sólo mediatamente de Dios e inmediatamente "de los pueblos y de la sociedad de los que se han constituido en vasallos suyos" (SFG, 228-229).

- La aplicación de esta formulación a Guipúzcoa es clara: "Toda potestad del rey respecto de Guipúzcoa le viene inmediatamente de la misma Guipúzcoa y mediatamente de Dios" (SFG, 250).

- Los reyes son tales por oficio y no por naturaleza y el oficio se desempeña en tanto se gobierno con justicia (cita para ello la autoridad del Concilio e Maguncia del año 888: el rey está llamado a regir rectamente, rex a recto regendo vocatur) (SFG, 195).

- En tanto el rey gobierne con justicia debe ser obedecido y cumplidas las leyes; pero si el monarca quebranta el Derecho, especialmente la ley procedente de la Comunidad, no deber ser obedecido. Con ello se proclama la supremacía del derecho sobre la soberanía del rey, porque el primero trasciende a todo poder humano y su fuente en última instancia se halla en Dios. Por tanto, rechaza la obediencia al rey injusto y el aforismo: "Van las leyes, do quieren los reyes", (Quo volunt reges, vadunt leges).

- El poder del rey está limitado en Guipúzcoa, porque los guipuzcoanos son vasallos agregados a otro reino, que en el momento de la voluntaria y pactada incorporación le confirieron al rey poder restringido, reservándose el goce de unos Fueros, que no pueden ser conculcados. (SFG, 229-230 y 266-267). Por tanto, desde largo tiempo la postestad del rey en Guipúzcoa no es absoluta, sino restringida.

- Guipúzcoa pertenece a Castilla por agregación voluntaria y pactada, pero con reserva de sus Fueros. Por tanto, los reyes no tienen facultad para modificarlos (SFG, 186) y sólo para guardarlos y defenderlos (SFG, 250). Es más, el rey sólo puede ser legítimo rey de Guipúzcoa, si guarda el Fuero (SFG, 286).

- Bondad del rey, que ama los Fueros (concepción típica del Antiguo Régimen), mientras los ministros transgreden la foralidad. Estos imponen restricciones a la libertad de comercio en el tema del tabaco y otras vituallas "hurtando, y robando autoridad a cada paso al rey" (SFG, 41 y 96).

COROGRAFÍA DE LA MUY NOBLE Y LEAL PROVINCIA DE GUIPÚZCOA

10/10/2017

Martín de Redín y Cruzat


Maestre de campo en Cataluña y en Navarra, gran prior de Navarra y virrey de Sicilia a mediados del siglo XVII

Martín Redín Cruzat maestre campo navarra
MARTÍN DE REDÍN Y CRUZAT

Martín de Redín y Cruzat es natural de Pamplona, donde nació el año 1579 en el palacio familiar que actualmente es el nº 37 de la calle Mayor de Pamplona, dedicado a conservatorio de música. Fue hermano de 
Tiburcio de Redín y Cruzat e hijo de Carlos de Redín e Isabel de Cruzat.


Durante su permanencia en Pamplona realizó las obras de construcción y fortificación de sus murallas en la zona norte próximas a la catedral, en la zona que se conoce con el nombre del El Redín. Fue maestre de campo de Navarra y Cataluña.

Nombrado gran prior de Navarra en 1641, las Cortes de este reino lo designaron miembro de su Diputación permanente.

Baluarte Redín muralla Pamplona retrato Martín Cruzat
BALUARTE DE REDÍN EN PAMPLONA

Se le designó virrey de Sicilia en 1656. Fue elegido gran maestre de la Orden de Malta, a pesar de la oposición del inquisidor de Malta, a favor del Partido francés, además de prior de la Orden de caballeros de San Juan.

Dirigió la Orden de Malta desde el 17 de agosto de 1657 hasta el 6 de febrero de 1660. Durante su breve mandato, la isla se benefició considerablemente, ya que creó un cuerpo de 4000 mosqueteros y ordenó la construcción de 13 torres de vigilancia. También acometió la fortificación de la isla, pagando a su costa los soldados que atendían los fuertes. Por su conexión con el Virreinato de Sicilia, obtuvo víveres y alimentos para alimentar a los malteses, que tenían necesidad en esa época.

sello martín redín orden malta
MARTÍN DE REDÍN

02/10/2017

Combate de Cabañas por Carlos de Ibarra en 1638


En 1638, durante el transcurso de la Guerra de los Treinta años, una gran flota holandesa se presentó en aguas del mar Caribe con la intención de capturar los galeones de la Carrera de Indias cargados de metales preciosos y productos americanos con destino a la península.

Aquel año, la Flota de Tierra Firme que partía desde Cartagena de Indias estaba dirigida por Carlos de Ibarra, un experimentado marino de Eibar que dirigía armadas españolas desde 1616. Era un aventajado subordinado de Fadrique de Toledo que atesoraba en su haber varios éxitos navales, su logro más reciente fue conquistar y limpiar el nido de piratas que era la isla Tortuga en el mar Caribe. Su segundo o almirante era Pedro de Ursua

COMBATE ENTRE GALEONES ESPAÑOLES Y HOLANDESES

Entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre de 1638, tuvo lugar el combate de Cabañas en aguas caribeñas de una zona conocida como Pan de Cabañas (cerca de La Habana) entre la flota naval y mercante de Carlos de Ibarra y una armada holandesa al mando de Cornelis Joll "Patapalo". Se trataba de una flota de 17 buques cosarios proveniente de los Países Bajos con la intención de capturar el valioso contenido de los transportes españoles. Habían zarpado desde sus bases en la costa brasileña, recién conquistadas, con bastión principal en la estación naval de Pernambuco.

La flota de Carlos de Ibarra estaba compuesta por un siete galeones de combate (algo escasos de gente y de armamento) y un patache, a los que se añadieron la almiranta de Honduras, la urca mercante La Portuguesa y tres fragatas mercantes. Fue sorprendida por una escuadra que la doblaba en número de navíos de guerra, pero lejos de pensar en claudicar, Ibarra ordenó preparase ante un eminente ataque: ordenó levantar protecciones con cables gruesos en las bandas, preparar curas para atender a los heridos, tener lista la pólvora en cartuchos y disponer de cubos de agua por doquier, pero tales precauciones se tomaron contra una fuerza enemiga estimada, todo lo más, en nueve buques. Dada la importancia de mantener a salvo la carga, ordenó a sus buques de guerra que protegieran a los débiles mercantes formando una línea frente a ellos.

La capitana holandesa de 54 pieza de artillería se lanzó junto con otras tres más contra la capitana de Ibarra para intentar el abordaje. Este, siguiendo la mejor y tradicional táctica española, esperó retener el fuego hasta estar pegada a la capitana holandesa, para sorpresa enemiga, lanzar una andanada de artillería reforzada por el fuego de mosquetes y arcabuces. 

Cuando la nave holandesa de Joll chocaba con la de Ibarra, el almirante español gritó abrir fuego. La intensa lluvia de bolas metálicas de los cañones y otros tantos arcabuces disparados en varias descargas sobre los sorprendidos atacantes barrió las cubiertas. Resultó tan letal la embestida española, que decidieron separarse para tratar de batir a los españoles a distancia.

En la refriega Ibarra sufrió heridas en cara, brazo y piernas, y su buque fue acribillado también, donde se encontraban otros 25 muertos y el doble de heridos. La nave almiranta de Pedro Ursúa se enfrentó a su homólogo holandés, sufriendo varios muertos. Con menos intensidad también lucharon entre sí el resto de los buques de ambas escuadras. Tras seis horas de duro cañoneo entre ambas armadas, los holandeses se retiraron, pues sus buques habían sufrido graves daños y sus tripulaciones habían sido diezmadas.

COMBATE DE CABAÑAS

El 3 de septiembre, los holandeses volvían a la carga, en esta ocasión con solo 13 buques de los 17 iniciales contra los 8 galeones españoles, una urca y un patache, limitándose al cañoneo a media distancia. Sabedor de que esta estrategia le permitía aprovechar su ingente número de piezas de artillería y la mayor preparación de sus hombres, el almirante Joll se dedicó durante horas a disparar cañonazos sobre sus enemigos y, especialmente, sobre el bajel de Ibarra.

Pero en esta ocasión, la vanguardia de la defensa española estuvo liderado por el galeón Carmen de Sancho Urdanivia, que fue separado de la formación principal por el viento y cañoneado por varios enemigos.

Con todo, y tras un intenso combate los holandeses se dieron por vencidos y abandonaron definitivamente la contienda. Los españoles lamentaron otros 54 muertos y unos 200 heridos, la mayoría pertenecientes al buque de Urdanivia. Mayores aún fueron las pérdidas holandesas, entre los que se encontraban el vicealmirante Abraham Rosendal, el contralmirante Jan Mast, o el comandante Jan Verdist, aparte de otros jefes y comandantes.

CUBIERTA DEL GALEÓN CARMEN DE SANCHO DE URDANIVIA

Eran considerables las pérdidas y daños sufridos en los buques españoles. Además, el día 5, se sumaron a la flota holandesa nuevos refuerzo, hasta llegar a 24 naves. Finalmente, la flota que dirigía Carlos de Ibarra decidió marchar rumbo a Veracruz y salvar los convoyes mercantes.

Aún en retirada, la flota holandesa siendo superior perdió la ambición de un tercer ataque, ante ante lo cual Ibarra desafió al enemigo, deteniendo su escuadra para esperarles y hasta iluminando su barco de noche para indicar su posición. A los holandeses no se les volvió a ver más, su derrota ante un enemigo tan numéricamente inferior sembró la consternación.

Para Ibarra, resistir fue vencer y, finalmente, la flota española pudo llegar a Veracruz (México) el 22 de septiembre. En julio de 1639, esta flota llegaba a Cádiz, su destino final, cargado con las mercancías acumuladas durante años.