30/11/2020

Industria férrea de Guipúzcoa según Esteban de Garibay y otros autores


Guipúzcoa es una entidad física y económica, descrita por Esteban de Garibay en su Compendio historial, en el cual trató pueblo por pueblo según sus actividades productivas. Del Urola escribió:
"El rio Urola cuya denominación en lengua de la mesma tierra de la propiedad y efecto suyo, tiene el nombre, significando agua de herrenas, de la mucha abundancia que d´ellas ay en su ribera."
Refiriéndose al antiguo nombre de Olearso:
"A este valle como llaman Olearso, si le dixieran Olearso, que quiere decir muchas herrenas, fuera el nombre correspondiente a la cosa, por el grande número, que en este valle y su comarca, ay de herrenas de hierro."
PUEBLO DE FERRONES; EN EL MUSEO DE SAN TELMO, POR SERT

El hierro aparece por todas partes. En su descripción general trazó un cuadro minucioso de la producción siderúrgica de Guipúzcoa:
"Abunda esta tierra de muchas herrenas de hierro, cosa tan necesaria a la vida humana, d'el qual no solo se lleva a Castilla y Andaluzia, y a los reynos, assi de Portugal, como d'el resto de d'España toda, pero a Francia, Ynglaterra, Flandes, Ytalia, Sicilia, y otras provincias de la Europa, y también a Africa, y aun a las Indias Orientales de Asia, y a otras provincias, donde los Portugueses tienen su comercio y navegación y también al nuevo mundo, llamado comúnmente Indias Orientales. 
También se labra hazerro, pero en sola la villa de Mondragon, siendo el mas fuerte, que se sabe hacer en parte alguna, en tanto grado, que aunque de espada, o otra cualquiera arma, labrada d'este metal, se tornen a hacer cinco y seis cosas, en cada una tornando al fuego, nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian; porque tornando segunda vez en el fuego, se convierten en hierro, perdiendo la fortaleza que como hazero devrian tener. A esta causa los herreros de Castilla quieren mas el hazero de Milan, porque con ser tan blando, que casi es hierro, gastan menos carbon, tiempo y trabajo, y como después lo hecho es hecho, no tiene cuenta con mas, de que una vez se venda la cosa y allá se avengan el dueño, y lo que lleva. D'este hazero se gasta en Navarra, y mucho mas en Francia, y poco en Castilla. Abunda esta tierra de diversos géneros de armas, assi offensivas, como defensivas, que en ella se labran, especialmente arcabuzes, moxquetes versos, y otros instrumentos de fuego, que mas que en otra parte se labran en Mondragon y Vergara, y mucho mas en Plazencia. Armas de bastas, con sus hierros, picas, lanças, medias lanças, dardos y dardes, azcones, y en Portugal chuças, y otras armas y herramientas sotiles de cuchillos y cosas a ello adherentes en Tolosa y Vergara…
Labrase en esta tierra mucho herraje y toda suerte de clavazón, de mucho hierro sotil, y tantas suertes d'ello, que seria largo de contarlas, y labrase en Mondragon muchas inques, bigornias, porras, maços y donde quiera, achas, açadones, arados y otros instrumentos de hierro, que seria no acabar, querer especificar todas las cosas. Las quales llevan los mercaderes por mar y tierra a diversos reynos y provincias, siendo tan necesarias, que sin ellos aun las tierras no fructificarían, por falta instrumentos con que la abrir, ny las gentes podrían fabricar, ni vivir con descanso alguno."

Garibay vivió el ambiente industrial de su villa natal, pero al mismo tiempo se dejó influir por creencias mitológicas sobre la etnografía de los vascos y el patriarca Tubal, llamando a esta economía como la ferrería mondragonesa de "Babilonia". Destacó aquella pequeña peña de forma bella y majestuosa que domina todo el ámbito del territorio, que bien pudo referirse a la torre de Babel:
"Esta notable y grande peña, que del nombre de una pequeña población, llamada Udalacha, que quiere decir peña de Udala, es una de las cosas más altas, que ay en todos los reynos de E'españa, y hermosa y fructífera, especialmente de metales, y tiene conjuncta otra muy alta peña, llamada Amboto, que las dos parecen hermanas, que nacieron para ser la una a la otra, y cerca del monte Gordeya están ambas, pero esta les excede en su fertilidad y grande abundancia de metales de hierro y hacero, el qual se labra del metal de d'esta peña, siendo el mas rezio de la Europa…"
escudo foral guipúzcoa tallado
ESCUDO FORAL DE GUIPÚZCOA

Al margen de la historiografía mitológica de este apologista, cierto fue que otros historiadores repitieron la existencia de este único enclave minero de acero en Guipúzcoa, situado "en la montaña de Udalacha de Mondragón".

En el siglo XVIII, Bowles ofreció noticias acerca de la producción industrial de Mondragón:
"A una legua de Mondragón hay una mina de hierro barnizado, o como llaman los mineros, helado, que está en una greda roxa, y produce acero natural, cuya circunstancia es muy singular, por no haber otro semejante en el Reyno, según aseguran. Se conserva la tradición de que el hierro de esta mina se fabricaron las espadas famosas por su temple, que la Infanta Doña Catalina hija de los Reyes Católicos, regaló a su marido Henrique VIII, Rey de Inglaterra, de las quales aun hoy se hallan esparcidas algunas en Escocia, donde los naturales las estiman infinito, y las llaman André Ferrara. Las célebres espadas de Toledo, las del perrillo de Zaragoza, muy estimadas todavía, y las que se hacían en otras ciudades, que se dice que eran de hierro de esta mina, la qual da quarenta por ciento de metal: pero es algo duro de fundir. A poca diligencia se puede sacar de ella muy buen acero, porque tiene es si, como otras muchas minas, la disposición de tomar fácilmente de carbón de la fragua al flogisto necesario para hacer excelentes sables; pero sin la cementación no creo que baste para hacer buenas limas, y navajas de afeytar.
Las célebres espadas que he referido eran comúnmente, o largas para el trage de golilla, o anchas que llamaban de arzón, para montar a caballo; y se puede presumir, que como a principios de este siglo se abandonó de repente dicho trage, empezaron a venir de fuera espadines guarnecidos, como los que se llevaban con el trage que se empezó a usar, de que provino la decadencia de las fabricas, y al fin su total ruina perdiéndose al mismo tiempo la práctica del temple. Sobre el modo con que los hacían, hay variedad de opiniones. Dicen algunos que solo se templaban durante el invierno; y que quando sacaban la hoja de la fragua por la ultima vez, la cibraban con mucha velocidad en el ayre por tres veces en un día muy frio. Otros dice, que ponían a caldear las hojas hasta que tomasen el color que los artistas llaman cereza, y que en aquel punto las ponían por dos instantes en una tina honda llena de aceite o de grasa, las pasaban inmediatamente a otra de agua tibia durante el mismo tiempo, y luego las dexaban enfriar en la fría, haciendo todo esto en los mas riguroso del invierno. Hay, por fin, quien dice que aquellas hojas se hacían de este acero natural de Mondragon, poniendo una lista de hierro común en el medio para que fuesen mas flexibles, y que después las templaban a lo ordinario, pero en invierno. Estas son las opiniones que corren sobre las espadas del hierro de Mondragon, las quales a la verdad son excelentes."

Este texto quiere decir que la industria espadera en la Edad Moderna era muy productiva. Las relaciones de Mondragón con Toledo y la de esta ciudad armera con Éibar, explican que en la lista de marcas de espaderos toledanos aparezcan bastantes nombres vascos como los Aguirre, Arechiaga, Lagaratea, Leizalde, Lezama, Orozco, etc.

De todas formas, eran las ferrerías comunes las que daban mayor vida al término, como a otros muchos de Guipúzcoa y Vizcaya. Pronto se estableció una asociación entre la naturaleza del hierro, la del país que lo producía y la de las personas que nacían en el país y trabajaban el mineral. El gran dramaturgo Tirso de Molina aludió a esta en un famoso pasaje de la primera escena de La prudencia en la mujer, en que el señor de Vizcaya, Diego López de Haro, terminaba diciendo:
"El hierro es vizcaíno,que os encargo.Corto en palabras, pero en obras largo."

De esta época llegaron otras tantas exageraciones, incluso reiterando a la famosa peña por su acero.

Lope Martínez de Isasti enumeró hasta 80 ferrerías grandes en Guipúzcoa, y se refirió a 37 martinetes más pequeños, todos de agua, más 2 ferrerías grandes, en reparación, y 2 ingenios para labrar acero "con que se hacen espadas y alfanjes"; y en Mondragón, se instalaron 3 ferrerías grandes (las de Legarra, Guesalibar y la Magdalena) y 3 martinetes (Guesalibar, Uribar y Arrazas) de particulares.

En la época de Esteban de Garibay, e incluso antes, las ferrerías mondragonesas eran objeto de tratos y especulaciones a las que se refiere en sus memorias. Pero, como el mismo Martínez de Isasti indicó, Garibay en su Compendio historial consideró que las ferrerías de altura habían sido las más antiguas y por ellas llegó a establecerse la conexión con la forja de Tubal, el de la descendencia de Caín, no el primer "poblador de España". Así, la idea de la existencia de una técnica antigua giró sobre la conciencia de casi todos los primeros historiadores "lingüistas" vascongados, fundiéndose sobre un elemento antiguo del paisaje una especulación histórico-etnográfica.

También Baltasar de Echave, seguidor de Garibay, desarrolló esta idea mitológica de la bajada de los ferrones de las alturas montañosas a los cauces fluviales:
"Las espadas que usaban en aquel tiempo los nuestros, eran pocas y ruynes, a causa de no averse hallado hasta entonces, el modo de labrar el hierro con la particularidad que algunos años después se dieron. Como se puede notar de tantos sitios, y lugares que en mi lenguage nombramos en estas Provincias con Oleo. Que es herreria, como Olaçaval, Olaverria, Çuazola, Gaviola, Mendiola, Egurrola, Balçola, y Loiola con otros infinitos que sería cansancio referirlos, todos los mas de los quales fueron casas de fundición, donde a mano se labrava el hierro, y no con la curiosidad y fuerça del agua, con que en nuestro siglo se usa con tantas ventajas, y provecho, a cuya grangeria baxaron a las riveras de los nos, muchos mas de los nuestros, que lo avian hecho por mandado del Emperador Romano, donde an venido a luzir, por este camino muchas familias, que antiguamente eran muy ordinarias y comunes."

Era evidente que en el siglo XVI, la ferrería constituía un signo de potencia económica. También se sabía que las ferrerías habían sido causa de tensiones y disgustos que procuraron remediar las ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa.

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MURAL DE LA INDUSTRIA DE MONDRAGÓN

23/11/2020

Parque Blas de Lezo en Alcorcón


PARQUE BLAS DE LEZO

El parque infantil Blas de Lezo de Alcorcón es un espacio ubicado entre la avenida de Los Castillos y la avenida de Lisboa, del barrio San José de Valderas. A finales del 2018, esta área urbana fue recuperada para los vecinos por el gobierno del ayuntamiento que dirigía hasta 2019 el alcalde David Pérez, del Partido Popular.

El nuevo parque lleva el nombre del héroe de la Real Armada del siglo XVIII, el teniente almirante Blas de Lezo y Olavarrieta, natural de Pasajes (Guipúzcoa). Pasó a la historia por defender el Imperio español en el asedio de la ciudad de Cartagena de Indias, en el Virreinato de Nueva Granada (Colombia), de 1741, por una enorme flota británica al mando de Edward Vernon.

PARQUE BLAS DE LEZO

El complejo está formado por un pequeño parque infantil, sito en la plaza Santa María de Ortigueira, con un columpio en forma de navío, que también cuenta con serigrafía específica de este tema. También contiene canchas de petanca, un circuito bio-saludable, y un nuevo espacio verde de 2.600 metros cuadrados.

En esta área estaba instalada la Escuela Taller de Alcorcón, un centro social donde antiguamente se realizaban distintas actividades. Este edificio fue ocupado de forma ilegal por grupos de extrema izquierda durante diez años. El 8 de abril de 2014, el alcalde David Pérez consiguió desalojar a los mismos por orden del Juzgado número 14 de Alcorcón.

PARQUE BLAS DE LEZO

La bandera que cuelga en lo alto es la Cruz de Borgoña, estandarte oficial de España durante más de tres siglos, desde la llegada del primer monarca de la dinastía de los Habsburgo, Carlos V, a inicios del siglo XVI hasta la instauración del Estado liberal con Isabel II, en 1834. Se trata de una bandera histórica sin connotaciones políticas, aquella que Blas de Lezo llevó en sus barcos y a la que sirvió con valentía y honor.

Según explicaciones del ayuntamiento al diario ElPlural.com sobre la bandera del Imperio español: "la idea es que sirva de complemento al resto de la instalación, que es un parque urbano dedicado a Blas de Lezo".

PARQUE BLAS DE LEZO

20/11/2020

Repoblación de las tierras andaluzas por navarros tras su Reconquista


Durante el periodo de tiempo que discurrió entre los reinados de Sancho VII el Fuerte y Teobaldo I, el Reino de Navarra realizó una empresa de Reconquista en colaboración con el Reino de Castilla de dimensión puramente español.

Del mismo modo que las crónicas valencianas dan cuenta de la participación de contingentes de guerreros navarros en la conquista y poblamiento del Reino de Valencia, también las crónicas registran que existió un grupo de navarros en el poblamiento y colonización de Andalucía.

En tiempos de Sancho VII el Fuerte, el arzobispo de Toledo y navarro de origen Rodrigo Ximénez de Rada era un entusiasta de la causa de la reconquista de Andalucía. Había sido uno de los principales promotores de la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 y su cronista oficial. Por su influencia se establecieron colonos navarros en Cazorla, Úbeda y Baeza (Jaén), cuando el rey de Castilla era Alfonso VIII.

RENDICIÓN DE SEVILLA A FERNANDO III, FRANCISCO POR PACHECO

Sevilla fue reconquistada por Fernando III el Santo, en 1248. El repartimiento de la lista registra a casi dos mil individuos beneficiados por la distribución de tierras y fincas tomadas a los moros. La fuente documental principal es, sin embargo, el Libro del Repartimiento de Sevilla, de 1253.

Los navarros formaban un grupo no muy numeroso pero significativo. Su líder era el obispo de Pamplona, Jiménez de Gazólaz, cuya sede recibió el lote mayor de las propiedades repartidas, después de los asignados a los obispos de Segovia y Santiago. Tanta generosidad del rey Fernando III con el obispo de la lejana Pamplona puede entender por su interés político de mantener a Navarra como un reino aliado en la Reconquista, y que el obispo pamplonés estaba enfrentado casi de modo constante con el rey Teobaldo I.

Otros veintiséis apellidos navarros se encuentran en el repartimiento de Jerez de la Frontera, cinco en Puerto de Santa María y cuatro en Vejer de la Frontera (Cádiz).

RECONQUISTA DE CÁDIZ POR ALFONSO X, POR MATÍAS MORENO

Esta política de reconquista y poblamiento fue continuada por Alfonso X el Sabio, quien reconquistó Cádiz, en 1262. Otorgó a los monasterios navarros de Roncesvalles y Santa María de Iranzu una dote comparable con la del monasterio castellano de Las Huelgas. Las tenencias de estas concesiones debieron de ser problemáticas, pues se hallaban en tierra de moros, que en aquellos años de 1264 a 1275 se encontraban en rebelión y pronto sus titulares se deshicieron de ellas.

El obispo Jiménez de Gazólaz trató de defender las nuevas tierras cristianas. Así, emprendió una recaudación de fondos para restaurar las murallas de Córdoba, que habían sido destruidas en las revueltas de 1264.

Junto a los pobladores navarros que habían participado en la reconquista militar, las tierras andaluzas también contaron con un pequeño grupo de burgueses, como las dieciocho familias que se asentaron en Sevilla después de la conquista, más un número indeterminado de escuderos y sus familias.

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ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO

Fue significativa también, aunque pequeña, una inmigración en el aspecto intelectual, bajo el patrocinio políglota de Alfonso X. Otro grupo de escritores, traductores y sabios de origen navarro se dedicaron en la Escuela de Traductores de Toledo. Guillén Arremón de Aspa, que tradujo el Libro de las estrellas fijas, en colaboración con el judío de Tudela Jehuda ben Moshe. A su vez, los hijos de ambos, Juan de Aspa y Moshe el Cohen, cooperaron el la traducción del Libro de las cruces.

De forma resumida, se ha estimado que el poblamiento de al-Ándalus tras su reconquista había sido de unos mil navarros asentados en el siglo XIII.

16/11/2020

Navarra en la historia, por Jaime Ignacio del Burgo


reino navarra historia jaime burgo mitos aberzales
NAVARRA EN LA HISTORIA
POR JAIME IGNACIO DEL BURGO

Navarra en la historia. Realidad histórica frente a los mitos aberzales
Jaime Ignacio del Burgo, Editorial Almuzara, Córdoba (2017), 432 páginas

Tras las grandes convulsiones que padeció la península Ibérica desde el derrumbamiento del Imperio romano en el siglo V y, sobre todo, tras la pérdida de España a manos del Islam en el siglo VIII, emerge en las estribaciones del Pirineo occidental el Reino de Navarra, auténtico crisol de lenguas y culturas diferentes. En su conformación como comunidad política, una y plural, desempeñó un papel fundamental el Fuero, conjunto de normas e instituciones garantes de la libertad colectiva del pueblo navarro.

Desde su aparición a finales del siglo XIX, el nacionalismo vasco no ha cejado en su empeño de conseguir que Navarra diluya su personalidad en el seno de Euzkadi o Euskalherria. Tras una serie de intentos fracasados, en nuestros días el aberzalismo radical ha trasladado su lucha totalitaria y revolucionaria al campo de la historia, con una manipulación sin precedentes, con el fin de lograr la integración del pueblo navarro en la pretendida República Confederal euskalherríaca y su conversión en un territorio histórico más de una nación vasca que jamás ha existido.

El apasionante relato histórico de Jaime Ignacio del Burgo pone claramente de manifiesto que Navarra nunca se apartó de su vocación española, uno de los componentes esenciales de su recia identidad como pueblo libre, tanto en momentos de triunfo y de derrota, de éxito...

12/11/2020

José Manuel de Goicoa y Labart


Comandante de la fragata Mercedes durante el combate del cabo Santa María en 1804

josé manuel goicoa combate cabo santa maría
JOSÉ MANUEL DE GOICOA Y EL COMBATE DEL CABO SANTA MARÍA

José Manuel de Goicoa y Labart
nació en San Sebastián, en 1757. Con 19 años obtuvo real carta de guardia marina y, poco a poco, fue ascendiendo en el escalafón hasta que en 1802 alcanzó el grado de capitán de navío. Como alto mando cobraba un sustancioso sueldo de 150 escudos de plata, muy superior a los 24 asignados al calafate o los 15 del buzo, según consta en el Archivo de la Marina. Su periplo oceánico le trasladó a Rusia, EE.UU., Uruguay, Santo Domingo y Perú, entre otros muchos países.


En su ciudad natal iba a casarse, habiéndolo ya hecho por poderes con doña Josefa Bermingham, pero prefirió pasar a la gloria de la épica marítima por el suceso de 1804: el combate del cabo de Santa María.

Este experimentado marino donostiarra, que por aquel entonces tenía 47 años, se encontraba en el mejor momento de su carrera en la Armada. Era comandante de una fragata de la Real Armada española, Nuestra Señora de las Mercedes, de 45 metros de eslora en la que viajaban 282 marinos. Formaba parte del convoy que cubría la ruta comercial entre los virreinatos de América y España, y tras partir de Lima, haciendo escala en Montevideo, llevaba a bordo un importante cargamento de monedas de oro y plata por valor de 80.000,000 de reales, además transportaba telas de vicuña, quina y canela. Junto a esta navegaban en conserva otras tres fragatas, Medea, Fama, y Santa Clara, al mando del brigadier José de Bustamante, reuniendo un total de 1.089 hombres de dotación y 148 cañones.


josé manuel goicoa fragata mercedes
JOSÉ MANUEL GOICOA Y LA EXPLOSIÓN DE LA FRAGATA MERCEDES

Cuando la flotilla española avistaba la costa portuguesa del Algarve, el 5 de octubre de 1804, fue sorprendida y asaltada por una escuadra británica al mando del comodoro Graham Moore, sin previa declaración de guerra, en el cabo de Santa María, cerca de Cádiz. Al poco tiempo de empezar el cañoneo entre escuadras, la Mercedes de José Manuel de Goicoa saltaba por los aires de una explosión como consecuencia de los impactos de artillería que lanzaba la fragata enemiga Anphion.

La falta de combatividad de la marinería española impedía hacer una defensa eficaz, y la desigualdad era abismal entre los convoyes mercantes españoles y los barcos de guerra británicos. El brigadier Bustamante rindió las tres fragatas que resistieron y fueron apresadas hasta el puerto de Gosport en Inglaterra.

En el Museo Municipal de San Sebastián hay un retrato al óleo pintado en la misma época en que vivió el marino donostiarra.


fragata mercedes homenaje museo goicoa comandante marino vasco
PLACA HONORÍFICA A JOSÉ MANUEL GOICOA Y MAQUETA DE LA FRAGATA MERCEDES

09/11/2020

Vinculación de la Capitanía general de Guipúzcoa al Virreinato de Navarra


La relación de los conflictos jurisdiccionales entre los capitanes generales de Navarra y la Provincia guipuzcoana, sobre todo en el ámbito judicial, decidió resolverlos el rey Felipe II vinculando el cargo de capitán general de Guipúzcoa al de virrey de Navarra, que también era capitán general de este reino. Y así, en 1572, en Vespasiano Gonzaga de Colona recayeron ambos cargos, designación bien aceptada por la Provincia. El rey dejó como delegados en Fuenterrabía un teniente de capitán general y un alcaide de la fortaleza de esa plaza que fueron quienes suscitaron los escasos conflictos de competencias que se plantearon en los primeros años.

Sin embargo, las tensiones continuaron y no se refirieron sólo a las derivaciones de la ausencia del capitán general, sino que se extendieron al terreno económico y otras de mayor alcance potencial, como el intento de fragmentar territorialmente la provincia protagonizando en 1577 por unos vecinos de Rentería, valle de Oyarzun y la villa de Fuenterrabía de separase de la Hermandad de Guipúzcoa. Al plan se opusieron San Sebastián y las villas mayores, y al no ser apoyado por todas las corporaciones implicadas no prosperó, pero puso en evidencia las diferencias de intereses reinantes.

VESPESIANO GONZAGA DE COLOMA Y EL VIRREINATO DE NAVARRA

La reiteración de solicitudes de la provincia de que se separaran los cargos de capitán general y virrey dio fruto en 1579. Año en que precisamente comenzaba una intensa actividad en la frontera guipuzcoana por los movimientos de tropas francesas y desde entonces hasta 1590 las relaciones entre las autoridades militares y la provincia fueron bastante cómodas y menos conflictivas, un clima que cambió con la llegada a la capitanía general de Juan Velázquez, donde permaneció hasta 1598, en donde se reprodujeron las alarmas fronterizas y no faltaron problemas de relación entre las autoridades de los dos ámbitos.

El siglo XVII se inició de nuevo con la unión de los cargos de capitán general y virrey navarro, que salvo breves períodos se mantuvo hasta 1662, pese a las peticiones de separación formuladas por la Provincia. Las designaciones de estos cargos eran facultad reconocida del soberano y estaban motivadas por el deseo de afrontar en las mejores condiciones la guerra y su incidencia en el territorio de Guipúzcoa, que desde 1635 se agravó como consecuencia de la declaración de guerra francesa. Fueron años en que la provincia negoció con Felipe IV para la salvaguardia de sus atribuciones militares, que consiguió en sucesivas cédulas reales que constituyeron el cuaderno foral de 1696:
"La conservación de estas antiguas libertades, plasmadas en el nombramiento de los coroneles y el gobierno de sus propias tropas, estaban sustentadas en el propio pacto de sujeción a la superior autoridad del monarca, que veía así limitada su potestas por estos condicionamientos. Las relaciones de fidelidad seguían estando presentes, pero en esta doctrina, ahora ya foral, estas relaciones políticas ante ambos poderes, aunque reconocidos desiguales, se sustentaban en los vínculos de sujeción directa de la entidad provincial al poder emanado de la figura del monarca y no al de sus delegados, como sucedió igualmente en otros ámbitos del gobierno."
SIERRA DE ARALAR

05/11/2020

Expediciones cartográficas de Juan de la Cosa (1499-1510)


El primer gran expedicionario y cartógrafo español de ultramares del siglo XVI fue Juan de la Cosa. Participó en los dos primeros viajes de Colón, más tarde también realizó otros cinco por cuenta propia. Su aportación a la cartografía y geografía universal quedó de manifiesto en el primer mapamundi en el cual se representa América.

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JUAN DE LA COSA Y SU MAPAMUNDI

Juan de la Cosa nació en Santoña, Cantabria, otras fuentes dicen que era vizcaíno de las Encartaciones. Lo que si se sabe con más certeza es que nació en 1449, que la reina Isabel la Católica le llamaba Juancho el Vizcaíno, y posiblemente hablase el eusquera ya que entre su tripulación solía reclutar a marinos vascos junto a los cántabros.

Participó en el descubrimiento de América como patrón de su navío mercante Santa María. De la Cosa no dudó en acompañar a Cristóbal Colón en su primer viaje. Ya era un navegante de sobra preparado para surcar el desconocido mar Océano, pues había navegado durante su juventud por el mar Cantábrico y por los mares de África occidental.

A pesar de que su nave encallase el día de Navidad de 1492 en la isla La Española, De la Cosa fue un hombre de confianza de Colón y por eso también tomó parte en el segundo viaje del marino genovés. Hacia finales del siglo XV su experiencia a bordo de las naos estaba demostrada y era respetada tanto por sus colegas de profesión como por los cortesanos, también estaba acreditada su habilidad en la construcción de mapas que le valieron su confianza para embarcar en tres grandes singladuras oceánicas.

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COSTAS DEL NUEVO MUNDO DESCUBIERTAS EN LOS VIAJES MENORES

Su tercera expedición fue iniciada el 18 de mayo de 1499 desde el puerto de Cádiz con dos carabelas. Su máximo apoyo era una copia de la carta de marear que Colón trazó en su tercer viaje. Junto al cántabro viajaba el capitán Alonso de Hojeda y Américo Vespucio.

Tras hacer escala en Lanzarote y La Gomera, llegó a la costa de Venezuela con la intención de cartografiar lugares desconocidos, pero también con el propósito de revisar zonas exploradas anteriormente. Los pilotos llegaron a creer que se ubicaban en los confines de Asia, pues desde los comienzos de la singladura la tripulación pensó hallarse frente al litoral del sureste asiático, que para ellos se extendía de forma uniforme de norte a sur.

Nada de eso estaba sucediendo, pues en este viaje De la Cosa fue el primer marino que pasó la línea equinoccial en los mares del Nuevo Mundo. Llegó a las bocas del Amazonas, Guayanas, bocas del Orinoco, navegó frente a las islas Margarita y Trinidad y el golfo de las Perlas en dirección a poniente, siguiendo el litoral de Maracapana, Caquetíos, la isla de los Gigantes, el golfo de Venezuela y efectuó el descubrimiento del lago Maracaibo y lo recorrió totalmente, hasta llegar al cabo de la Vela en Colombia, poniendo nombre a Venezuela. Este país lo reconoce en la actualidad como su descubridor y padrino. Puso proa al golfo de México hasta el río Misissippi, que llevaba pronto hacia Santa María, pudieron encontrar La Española. Todo un itinerario que representaría De la Cosa en su mapa del mundo.

Al regresar a España en 1500, De la Cosa realizó su inmemorial aportación a la cartografía y geografía universal cuando presentó ante los reyes Católicos el primer Mapa del Mundo en el que se representan las costas del continente americano, y que hoy se encuentra expuesto en el Museo Naval de Madrid.

Mapamundi Juan de la Cosa Mapa Mundo América Museo Naval Madri
MAPAMUNDI DE JUAN DE LA COSA

El Mapamundi de Juan de la Cosa marcaba el inicio de la cartografía americana, considerado como una de las joyas de la historia de la cartografía. La gran carta está fechada en junio de 1500, en El Puerto de Santa María de Cádiz.

Se trata de un portulano pintado a color sobre una gran hoja de pergamino junto con dos pieles unidas, formando un rectángulo irregular de 96 cm de ancho y 183 cm., y artísticamente iluminada.

Se muestra el mundo conocido hasta entonces, a finales del siglo XV. Con precisión relativa se dibuja Europa y más defectuosamente Asia, hasta el Ganges. Al oeste de Europa y África aparece el mar Oceanuz y allí una rosa de los vientos con la imagen de la Virgen María y el Niño Jesús, de donde parten líneas o rumbos que parecen una telaraña. Limitando al mar Oceanuz por Occidente, se pintan de verde las tierras continentales recién descubiertas hacia el norte y hacia el sur por Colón, Ojeda, Yáñez Pinzón y Juan y Sebastián Caboto.

Muestra además a Asia y América separadas por una masa de agua independiente, el océano Pacífico, y a América del norte y América del sur como dos continentes autónomos. América del norte aparece representada como un gran seno marinero, que correspondería al golfo de México, y sobre el "círculo cangro" se ven la isla de Cuba y muchas isletas alrededor, las Antillas están representadas con sus nombres, pero faltan las penínsulas de La Florida y Yucatán. El litoral de América del sur está representado desde el cabo de la Vela al de San Agustín y una parte del Brasil actual.

El contorno de África está dibujado de acuerdo con los últimos descubrimientos portugueses, mientras que el de Asia es muy impreciso. Las costas de Europa y particularmente del Mediterráneo están trazadas conforme a los más avanzados portulanos mallorquines e italianos de la época. Toda la carta ha sido ampliamente decorada con rosas de los vientos, banderas, naos, carabelas, ciudades y reyes africanos, personajes bíblicos y figuras míticas. La planimetría comprende cursos de agua, puertos y núcleos de población con representación convencional.

El mapa fue hecho de manera vertical, es decir que el Occidente corresponde a la parte superior del mapa y el Oriente a la parte inferior, el norte se sitúa a la derecha y el sur a la izquierda. En la parte superior aparece una efigie de San Cristóbal, aunque puede ser un retrato del mismo Colón, situado a poniente de las Antillas y aparece una inscripción que dice: "Juan de la Cosa la fizo en el Puerto de S. Mª en año de 1500".

MAPAMUNDI DE JUAN DE LA COSA

Esta carta fue depositada por el Consejo de Indias en la Casa de la Contratación de Sevilla, de cuyas dependencias desapareció en circunstancias nunca aclaradas. En 1832, el barón de Walckenaer, ministro plenipotenciario de Holanda en París, la adquirió en una almoneda de esta capital. Al morir el barón en 1853, el Estado español la adquirió en una subasta por 4.321 francos gracias al interés de Ramón de la Sagra no sin ser objeto de una fuerte disputa entre diferentes interesados extranjeros y particularmente por la Biblioteca imperial española representada por M. Jomard. Finalmente fue depositada en el Museo Naval de Madrid por Real Orden de 14 de septiembre de 1853.

Entre finales de septiembre y mediados de octubre de 1501, el piloto santoñés efectuó desde el puerto de Cádiz su cuarto viaje al mando de dos carabelas. Junto a él viajaba Rodrigo de Bastidas. Pasaron por la Canarias, como marcaba la rutina del cabotaje en la Carrera de Indias, este viaje se coordinó con la cuarta expedición de Cristóbal Colón. Lejos de saltarse el Tratado de Tordesillas acordado entre españoles y portugueses en 1494, De la Cosa buscó un acceso al océano Índico.

Regresó al litoral venezolano, ya conocido en su anterior viaje, concretamente a la isla Verde, entre el sur de Guadalupe y Tierra Firme. Su exploración comenzó desde cabo de la Vela, recorrió la costa venezolana en dirección poniente, reconociendo una serie de accidentes geográficos desde la bahía de Santa Marta hasta la bahía del Retrete, pasando por la desembocadura del río Magdalena y el puerto de Galera de Zamba. Durante su curso pusieron nombre al puerto de Cartagena y las islas contiguas. Siguió por el golfo de Urabá, el puerto de Cispatá y el río Sinú, pero como consecuencia las carabelas sufrieron los efectos corrosivos de una plaga de moluscos anclada en los cascos de madera sumergida. Las naves tocaron fondo a pocas millas de la isla La Española, pero sobrevivieron tanto De la Cosa como su tripulación y consiguieron llegar a la isla. Allí se encontró con Colón en junio de 1502.

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MAPAMUNDI DE JUAN DE LA COSA

Cuando retornó a España en septiembre de 1503, el cosmógrafo cántabro presentó a la reina Isabel la Católica la primera carta marítima de las Indias fechada en 1500 y otros dos mapas hidrográficos más, que eran dos evoluciones con respecto al primero. La reina, por cédula real del 3 de Abril de 1503, le nombró alguacil mayor de Urabá y autorizó a navegar como capitán de tres navíos hacia el golfo de Urabá y provincia de las Perlas.

Esta vez estuvo al frente de las empresas geográficas de la Casa de Contratación de Sevilla, primera institución científica europea fundada por los reyes Católicos en el mismo año. Por lo tanto, se convirtió en el primer cartógrafo o maestro de hacer cartas de navegar de la Casa sevillana, sucedido en este arte por Américo Vespucio.

Monumento Juan Cosa Santoña
MONUMENTO A JUAN DE LA COSA EN SANTOÑA

En el quinto viaje de 1504, fue con cuatro barcos, como capitán general de la expedición. Descubrió nuevas tierras y recorrió las islas de las Perlas, golfo de Uraba, Trinidad, Margarita, golfo de Cumaná, Cartagena y el Darién. Regresó el año 1506.

En el sexto viaje de 1507, con Bastidas, recorrió las costas e interior de Panamá volviendo en 1508. En el transcurso de estos últimos viajes, progresivamente fue abandonando sus funciones de cartógrafo y marinero para buscar oro.

En su séptimo y último viaje de 1509, iniciado el 10 de noviembre de 1509, De la Cosa ocupó el cargo de primer piloto de Ojeda y segundo comandante en una nueva travesía hacia La Española, la gran obsesión del marino santoñés. Embarcados en dos buques y dos bergantines, les acompañaba un joven Francisco Pizarro y 300 hombres.

Esta vez el puerto de salida estaba en Santo Domingo. Llegaron al litoral colombiano y a comienzos de 1510 tomaron tierra en el puerto de Cartagena. Tras el desembarco y a penas adentrarse en la selva, en Turbaco, una tribu de indígenas atacó a los expedicionarios que corrieron en retirada. Mala suerte para Juan de la Cosa, que murió alcanzado por una de las flechas envenenadas que usaron los indios durante su ataque.

Monumento Juan Cosa Santoña
MONUMENTOS A JUAN DE LA COSA EN SANTOÑA

Compañero de aquel fatal desenlace fue el cosmógrafo 
Martín Fernández de Enciso quien compuso la Suma de geografía que trata de todas las partes y provincias del mundo: en especial de las Indias; un obra sumamente curiosa e impresa en Sevilla en 1519.

Años más tarde a la publicación del primer mapamundi de Juan de la Cosa, en 1507 aparecía el planisferio Universalis Cosmographia del alemán Martin Waldseemüller. Fue el primer mapa en denominar América con este nombre. El autor lo nombró así por Américo Vespucio, navegante italiano que consideró a las tierras descubiertas como un nuevo continente.

Monumento Juan de la Cosa Santoña placa homenaje
MONUMENTOS A JUAN DE LA COSA EN SANTOÑA