23/03/2017

Participación en la Reconquista del Reino de Pamplona-Aragón


A la muerte sin descendencia de Sancho Garcés IV el de Peñalén, en 1076, continuó el reinado por Sancho Garcés V de Aragón. Ambos son primos y nietos de Sancho III el Mayor. El Reino de Nájera-Pamplona fue incorporado entre 1076 y 1134 en la Corona aragonesa por Sancho V, y por sus hijos, Pedro I primero y Alfonso I después.

Alfonso I el Batallador accedió al trono de ambos reinos en 1104, al morir sin descendencia su hermano Pedro I. Bajo su reinado, el Reino de Navarra completó su Reconquista. En pocos años arrebató a los musulmanes más de veinticinco mil kilómetros cuadrados para el Reino de Pamplona-Aragón. Llegó a dominar un amplio territorio desde Tudela a Madrid por el oeste, y de Sariñena a Morella por el este, siendo Molina de Aragón, Singra, Cella, Aliaga y Gúdar sus límites meridionales. 

Dio un impulso definitivo a la reconquista del valle del Ebro: tras tomar Egea de los Caballeros, Tauste (1106), Tamarite (1107) y Morella (1117), y detener una ofensiva musulmana en la batalla de Valtierra (1110), concentró sus fuerzas sobre Zaragoza; para ello obtuvo del Concilio de Toulouse los beneficios de Cruzada, consiguió ayuda económica del obispo de Huesca y concentró en Ayerbe un ejército expedicionario en el que predominaban los francos, mandado por Gastón de Bearne; con él puso sitio a Zaragoza durante siete meses, hasta que se la entregaron los almorávides, en 1118En la toma de Zaragoza por el rey de Pamplona y Aragón, participaron numerosas huestes navarras. El señor de Vizcaya, Diego I López de Haro el Blanco, también fue de la partida.

EL BARRANCO DE LA MUERTE, POR AGUSTÍN SALINAS TERUEL

El empuje reconquistador prosiguió en los años siguientes con la toma de Tudela, Tarazona, Borja, Épila y Ricla (1119), la repoblación de Soria (1120) y la derrota de la contraofensiva almorávide en la batalla de Cutanda (1120). Además tomó el control de los valles del Jalón y Jiloca, con Calatayud y Daroca.

En la conquista de Almería en 1147 por el Reino de Castilla, Alfonso VII tuvo la fortuna de contar con la colaboración de su yerno García V de Navarra y de sus huestes, caballeros navarros, vascongados y montañeses como Lope de Ochoa, Alfonso de Muñatorres, Pedro de Crento, Juan de Castejón, Ruy Ibarra de los Abrojos, Fortún de Santisteban, Rodrigo de Azagrán, señor de Estella, Pero Niño de Torres, el conde Iñiguez Ladrón de Guevara y familias notables como los Cosío, los Terán o los Peralta.

Al morir en 1134, dejó sus reinos para las órdenes militares; pero los nobles no aceptaron dicho testamento, procediendo a dividir la herencia entre Ramiro II el Monje (Aragón) y García V el Restaurador (Navarra).

El desorden de aquel momento fue aprovechado por los almorávides para lanzar una gran ofensiva, en la que recuperaron algunos territorios del valle del Ebro.

ALFONSO I EL BATALLADOR, POR FRANCISCO PRADILLA

20/03/2017

Íñigo López Ezquerra


Primer señor de Vizcaya, que cambió la vinculación del Señoría del rey Sancho IV Garcés de Pamplona hacia Alfonso VI de León

Íñigo López Ezquerra
BILBAO Y ESCUDO DE ARMAS DE LA CASA DE HARO

El primer señor de Vizcaya fue Íñigo López Ezquerra, con el título de conde, quien ejerció soberanía entre los años 1040 y 1077, según consta en las inscripciones de 1017 y 1020: "Comes Enneco Lopiz Vizcayensis" (Conde de los vizcaínos Íñigo López).

Es una tenencia, una delegación de gobierno y por lo tanto el conde Íñigo era conde en Vizcaya, no conde de Vizcaya. Eran condes en mandato pero no en posesión, aunque los condados podían convertirse en hereditarios, pero siempre por la voluntad del rey. De hecho, dejó de titularse conde y empezó a llamarse señor de Vizcaya desde 1072.

Vizcaya formó parte del Reino de Asturias hasta comienzos del siglo XI, cuando el señorío pasó a vincularse a los reyes pamploneses, primero con Sancho III Garcés el Mayor, y continuando con García III Sancho el de Nájera y con Sancho IV el de Peñalén. A la muerte de este último en 1076, Íñigo López cambió la vinculación política del señorío del Reino de Pamplona hacia el de León, bajo el reinado de Alfonso VI. Para entonces, el señor se hacía llamar Consul de Gratia Dei totius Vizkaie comes (Cónsul por la gracia de Dios de todo el condado de Vizcaya).

retratos alfonso vi león sancho vi garcés pamplona
ALFONSO VI DE LEÓN Y SANCHO IV DE PAMPLONA

Íñigo López Ezquerra ejerció el gobierno de Álava y en ocasiones la jefatura del Condado de Durango, en los reinados de Sancho III y García III. También tuvo el gobierno de Nájera, desde 1051, por delegación de García III.

Poseyó bastantes tierras y propiedades en Vizcaya y Durango, debidas a su matrimonio con Toda Fortúnez, hija de Fortún Sánchez, ayo del rey García III, y tuvieron por hijos a Lope, García, Galindo, Mencía y Sancho Iñiguez. En 1053, Íñigo y Toda donaron al monasterio de San Juan de la Peña el castillo e iglesia del Gaztelugache, en territorio de Baquio, y algunas heredades en Bermeo.

A su muerte en 1077, le sucedió su hijo Lope Íñiguez, al frente del Señorío de Vizcaya.

IGLESIA DE GAZTELUGACHE


17/03/2017

Medallas de Blas de Lezo y Cartagena de Indias


Las medallas de una supuesta invasión de Cartagena de Indias son las más llamativas de la serie que glorificaba las victorias del almirante inglés Edward Vernon en los territorios de la América española durante la Guerra del Asiento en 1739-1748. En esta sería habría que incluir las acuñadas en referencia a las tomas de Portobelo y del fuerte de Chagres, y a una supuesta toma de La Habana.

Después de conseguir el control militar del puerto y bahía de Bocachica de Cartagena de Indias en 1741, Vernon envió un paquebote a Londres con dos pliegos que informaban de la reciente toma de la ciudad entera. La noticia generó grandes manifestaciones de alegría, se celebraron fiestas y se acuñaron estas monedas o medallas conmemorativas de una victoria que nunca ocurrió.

A pesar de la enorme diferencia que existía entre el número de tropas y buques españoles e ingleses, el valeroso marino Blas de Lezo consiguió rechazarlos tras más de dos meses de brutal asedio.

Estos son los siete tipos de medallas conmemorativas, algunos ejemplares se hallan expuestos en el Museo Naval de Madrid.

Medalla nº1 (Cobre)

En el anverso, Edward Vernon aparece de cuerpo entero con el bastón de mando en la izquierda y el brazo derecho extendido, bajo él una figura representa el puente de un buque, y junto a él se representan un cañón y un ancla. En el contorno: THE . BRITISH . GLORY . REVI . D . BY . ADMIRAL . VERNON  (la gloria británica revivificada por el almirante Vernon).

En el reverso se ven la ciudad y el puerto de Cartagena de Indias y un castillo, y varias embarcaciones y navíos entran en la bahía. En el contorno: AD . VERNON . GEN . OGLE . TOOK . CARTAGHENA . BY . SEA . AND . LAND (el almirante Vernon y el general Ogle tomaron Cartagena por mar y tierra); y en el exergo inferior: AP . 1:1741:1 (1 de abril de 1741).




Medalla nº2 (Bronce)

En el anverso, Edward Vernon aparece con bastón de mando y Blas de Lezo arrodillado ante él y entregándole una espada. Sobre la cabeza del español aparece la leyenda: DON BLASS; y en el contorno: THE . SPANISH . PRIDE . PULLD . DOWN . BY . ADMIRAL . VERNON (el orgullo español humillado por el almirante Vernon).

En el reverso se presenta la ciudad de Portobelo con sus fortificaciones, y se ve cómo seis navíos penetran en la bahía y un buque está fondeado en el puerto. En el contorno: WHO . TOOK . PORTO . BELLO . WITH . SIX . SHIPS . ONLY (quien tomó Portobelo con solo seis barcos).

En 1741 se reutilizaron los mismos cuños de la serie de medallas dedicadas a la toma de Portobelo, por este motivo aparece aquí esta ciudad y no la de Cartagena.




Moneda nº3 (Cobre)

En el anverso, Edward Vernon aparece con bastón de mando y Blas de Lezo arrodillado ante él y entregándole una espada. Sobre la cabeza del español aparece la leyenda: DON BLASS; y también en el contorno: THE . SPANISH . PRIDE . PULLD . DOWN . BY . ADMIRAL . VERNON (el orgullo español humillado por el almirante Vernon).

El reverso es similar al anterior, la escuadra inglesa se distribuye en dos líneas de cuatro buques.




Moneda nº4 (Bronce dorado)

El anverso es idéntico al de las dos monedas anteriores (nº3 y 4)

El reverso representa una vista de la ciudad de Cartagena de Indias cerrada con una cadena y en su interior aparece un buque con tres marineros. También se ven dos navíos fuera del puerto. Sobre ellos la leyenda: DON BLASS; en el contorno: TRUE . BRITISH . HEROES . TOOK . CARTAGHENA (auténticos héroes británicos tomaron Cartagena); y en el exergo inferior: APRIL 1741 (Abril de 1741).




Moneda nº5 (Cobre)

Esta medalla fue acuñada después de que llegara Inglaterra la noticia de la entrada de Vernon en Bocachica.

En el anverso aparece Edward Vernon de cuerpo entero con el bastón de mando en la mano izquierda y brazo derecho extendido. Detrás de él se ven dos castillos y a sus pies sendos buques. En el contorno: ADMIRAL . VERNON . THE . PRESERVER . OF . HIS . COUNTRY (el almirante Vernon conservador de su país).

En el reverso se representa un plano de la ciudad de Cartagena con sus fortificaciones, dos lenguas de tierra y una isla. Los fuertes viene acompañados de leyendas: IAGO; S. PHILLIPS; BOCACHICA; S. IOS. Dentro de la bahía aparece un buque, y atacan la entrada al puerto embarcaciones de pequeño tamaño, dos navíos y tres bombardas, y la leyenda: TOOK CARTAGENA (tomó Cartagena).




Moneda nº6 (Bronce)

En el anverso, Edward Vernon aparece a la izquierda y Blas de Lezo arrodillado ante él y entregándole una espada, símbolo de la rendición, y a su derecha Charloner Ogle observa la escena. Sobre la cabeza del español aparece la leyenda: DON BLASS; y en el contorno: THE. PRIDE . OF. SPAIN . HUMBLED . BY . AD . VERNON (el orgullo español humillado por el almirante Vernon).

El reverso representa una vista de la ciudad de Cartagena de Indias y su puerto cerrado con una cadena, mientras varios navíos se acercan. En el interior del puerto se ve una embarcación y en la parte superior la leyenda: DON BLASS; en el contorno: THEY . TOOK . CARTAGHENA . APRIL . 1741 (ellos tomaron Cartagena, abril de 1741).




Moneda nº7 (Bronce dorado)

Esta medalla fue acuñada después de que llegara Inglaterra la noticia de la entrada de Vernon en Bocachica.

En el anverso aparece Edward Vernon de pie sobre una explana en forma de trapecio con el bastón de mando en la mano izquierda y el brazo derecho extendido. Señala una ciudad situada a su espalda. También aparecen representados árboles y tres navíos, en su contorno: ADMIRAL . VERNON . WEIWING . THE . TOWN . OF . CARTHAGANA (el almirante Vernon contempla la ciudad de Cartagena); y en el exergo inferior: 1740:1.

El reverso representa una vista de la ciudad y sus dos fuertes: S. IAGO y S. IOSEPH; y dos navíos entran en el puerto. En el contorno: THE FORTS OF CARTHAGENA DESTROYED BY ADMIRAL VERNON 1741 (los fuertes de Cartagena destruidos por el almirante Vernon).



16/03/2017

La Marcha de Oriamendi


La Marcha de Oriamendi es el gran himno del carlismo. Su nombre viene del de una batalla desarrollada en 1837, en el monte Oriamendi, situado en las inmediaciones de San Sebastián, durante la Primera Guerra Carlista.

Según cuenta la tradición, tras la derrota de las tropas liberales, los carlistas entraron en el campamento cristino, tomando como botín de guerra, armas, uniformes y, también, la partitura de una marcha militar compuesta por un músico inglés y arreglada por un liberal donostiarra, sin letra, para conmemorar la victoria de los cristinos, y a la que los carlistas pusieron letra.

Caballería carlista Tercio Requetés Augusto Ferre-Dalmau
CABALLERÍA CARLISTA DE LOS TERCIOS DE REQUETÉS

Esto cantaban los millares de voluntarios vascos y navarros de los Tercios de Requetés, al mando del general Tomás de Zumalacarregui:

Gora Jainko maite maitea
zagun denon jabe.
Gora Espania ta Euskalerria
ta bidezko errege.

Maite degu Euskalerria,
maite bere Fuero zarrak,
asmo ontara jarriz daude
beti karlista indarrak.

Gora Jaingoiko illezkor!!!
Gora euskalduna,
auto ondo Espaniako
errege bera duna!!!



Traducción al español:

Viva Dios queridísmo
tengámoslo todos por dueño.
Vivan España y el País Vasco
y el rey legítimo.

Amamos al País Vasco,
amamos sus viejos Fueros,
a esta idea están orientadas
siempre las fuerzas carlistas.

¡¡Viva Dios inmortal!!
¡¡Viva el vasco,
que tiene bien
el mismo rey de España!!


Caballería carlista Tercio Requetés Augusto Ferre-Dalmau
CABALLERÍA CARLISTA DE LOS TERCIOS DE REQUETÉS

Más adelante, con los arreglos musicales de Silvano Cervantes y la letra compuesta por Ignacio Baleztena Azcarate, se adoptó la letra más famosa:

Por Dios, por la patria y el Rey
lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la patria y el Rey
lucharemos nosotros también.

Lucharemos todos juntos
todos juntos en unión
defendiendo la bandera
de la Santa Tradición.

Cueste lo que cueste
se ha de conseguir
venga el rey de España
a la corte de Madrid.

Por Dios, por la patria y el Rey
lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la patria y el Rey
lucharemos nosotros también.



Durante la Guerra Civil Española, la Marcha de Oriamendi fue uno de los himnos de combate del Requete y, por decreto de 27 de febrero de 1937 aprobado por el general Franco, canto nacional de la España Nacional, junto con el Cara al Sol de la Falange y la Marcha Real, con letra de José María Pemán.

Epítome vizcaíno de Antonio Navarro de Larreátegui


Antonio Navarro de Larreátegui nació en Beasain en 1554. Fue contador en Chile y secretario real durante el reinado de Felipe II, y preboste y alcalde de la merindad vizcaína de Busturia, archivero de los Reales Archivos de Simancas, diplomático en Turín y secretario de Felipe III.

En 1620, publicó en Turín su Epítome de los Señores de Vizcaya, siendo la primera historiografía vizcaína. El valor del texto se vio perjudicado por la falta de rigor crítico y la admisión de fábulas y mitos tradicionales en la historiografía clásica de los secretarios reales vascos que defendían el sistema foral de estas tierras desde el siglo XVI con Garibay.

ESCUDO HISTÓRICO DE VIZCAYA EN VIDRIERA

Afirmaba que el vascuence era una de las 72 lenguas bíblicas que surgieron de la torre de Babel, traída por Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé. Consideraba por tanto a Túbal, además de patriarca de los vascos y primer poblador de España, el primer señor de Vizcaya 2163 años antes del nacimiento de Cristo:
"Y bien se puede estender la consideración y decir que, desde Túbal, su fundador y padre, que como se ha notado, vino a Hespaña y pobló a Cantabria y Vizcaya año dos mil ciento sesenta y tres antes del nacimiento de nuestro señor Jesu Christo. Los vizcaínos tubieron sus legítimos señores, como fueron el mismo Túbal, Ybéro, Ydúbeda, Brigo, Tágo y Béto."

También consideró a Cantabria el hogar de los que nunca fueron conquistados por los romanos, siendo continuista de la tesis vascocantabrista:
"Hasta que Augusto Cesar en persona vino con solo animo de sugetar a Cantabria. Y aunque juntó tanto poder y tres exercitos Consulares, no pudo hazer triumph, ni tropheo desta Naçion. Porque vista la feriçidad y valentia, sitio, naturaleza de la tierra, larga asistencia, costosa y tan dudosa en el suçesso de lo que trataban, para verle fin tanto daño, le redugeron a numero señalado de soldados, para que lo combatiesen, o para quedar en paz, o vençidos. Hizose ansí, vinçieron los Vizcaynos, quedaron con su libertad, lengua, havito, leyes y costumbres, de que dura hasta hoy."

Larreátegui contraponía a la tesis de la goticidad como fundamento de la nobleza española, el de la hidalguía originaria de los vascos anterior a cualquier sistema de supremacía del hombre sobre el hombre.

Existe una segunda edición de esta obra efectuada en Madrid en 1702. Posteriormente fue plagiada, en 1780, por Pedro de Montoya en su Compendio Histórico de la sucesión de los Señores de Vizcaya que no vio la luz.

Navarro Larreategui amó a Vizcaya con delirio y ordenó en su testamento que sus restos mortales fuesen sepultados en la parroquia de Santa María de Lequeitio.

EPÍTOME DE LOS SEÑORES DE VIZCAYA

13/03/2017

Íñigo Arista Íñiguez


Primer rey pamplonés entre los años 816 y 842, considerado patriarca de la dinastía Íñigo y fundador del Reino de Pamplona

Íñigo Arista Íñiguez reino pamplona navarra
BUSTO Y ESTANDARTE REAL DE ÍÑIGO ARISTA

Conocido como Íñigo Arista Íñiguez (Enneco Enneconis en latín, Eneko Aritza en euskera) nació en 781, siendo hijo de Íñigo Jiménez y Oneca. Muerto su padre, su madre se casó en segundas nupcias con Musá ibn Fortún de Tudela, uno de los señores de la dinastía Banu Qasi del valle del Ebro, con cuyo apoyo llegó al trono. Este matrimonio dejó bajo la influencia de Íñigo Arista unos territorios considerables: desde Pamplona hasta los altos valles pirenaicos de Irati (Navarra) y Valle de Hecho (Aragón). Los Banu Qasi controlaban las fértiles riberas del Ebro, desde Tafalla hasta las cercanías de Zaragoza.

El advenimiento del primer rey de Navarra no se hizo sin dificultades. Entre los núcleos de población cristiana, que eran minoritaria, algunos dieron su apoyo al partido franco, sostenido primero por Carlomagno y más tarde por Luis el Piadoso. La rica familia cristiana de los Velasco está a la cabeza de ese partido.

En 799, unos magnates pamploneses pro-carolingios asesinaron al gobernador de Pamplona, Mutarrif ibn Muza, de la familia de los Banu Qasi. En 806, los francos controlaban Navarra a través de un Velasco como gobernador. En 812, Luis el Piadoso mandó una expedición contra Pamplona. El regreso no fue muy glorioso, tomando como rehenes a niños y mujeres de la zona para protegerse durante el paso del puerto de Roncesvalles.

íñigo arista escultura estauas pamplona madrid
MONUMENTOS A ÍÑIGO ARISTA

Íñigo Arista se casó con Oneca Velázquez, hija de Velasco, gobernador de Pamplona, fallecido en 816. Momento en el cual fue elegido entre la nobleza vascona de la dinastía Íñigo para expulsar a la dinastía Velasco del poder pamplonés, tradicionalmente vinculada a los francos, pero bajo la autoridad de los Omeyas de Córdoba y pagando tributos.

Para asentarse en el poder y como reacción a esta incursión de los carolingios, Íñigo Arista comenzó una relación de alianzas con la dinastía de los Beni Fortun, descendientes la familia muladí de origen visigodo Banu Qasi. Íñigo era hermanastro de Musa ibn Fortún de Tudela por parte de madre, ya que esta, Oneca, casó en segundas nupcias con un Banu Fortún. Además, su hija Assona Íñiguez casaría más tarde con su tío Muza ibn Muza ibn Fortún, valí de Tudela y Huesca. Estos enlaces matrimoniales entre ambas dinastías permitieron poner bajo la influencia de Íñigo Arista unos territorios considerables: desde Pamplona hasta los altos valles pirenaicos de Irati (Navarra) y Hecho (Aragón). Los Banu Fortún controlaban las fértiles riberas del Ebro, desde Tafalla hasta las cercanías de Zaragoza.

Por otra parte, el nuevo conde de Jaca, García el Malo, se había aliado con Íñigo Arista tras abandonar a su primera esposa, hija del conde procarolingio Aznar, y casar en segundas nupcias con la segunda hija de Arista, Nunila Íñiguez.

El cuarto de los hijos de Arista, Galindo Íñiguez, fue el padre de Musa ibn Galindo, que sería valí de Huesca en el 860. Mientras que García I Íñiguez sería su sucesor en el trono.

DINASTÍA ÍÑIGO

En 824, los condes francos Elbe y Aznar dirigieron otra expedición contra Pamplona, pero fueron vencidos por Íñigo con el apoyo de sus yernos Musa ibn Musa ibn Fortún y García el Malo.

Ese mismo año de 824, tras esta victoria, Íñigo Arista accedió al control de la ciudad fundando el Reinode Pamplona. La entronización fue efectuada en la Peña de Oroel, del Condado de Jaca y en colaboración con trescientos caballeros, principalmente de los Banu Fortún de Tudela y de las dinastías vasconas Jimeno e Íñigo, y con el obispado de Pamplona. Según Eulogio de Córdoba, Íñigo Arista aparecía como un príncipe cristiano (Christicolae princeps).

La dinastía Íñigo, la primera real pamplonesa, organizó el Reino de Pamplona en guerra permanente con Abd al-Rahman II, el cual también fue el principal rival de Alfonso II el Casto, rey de Oviedo. Fue el preludio de una futura alianza navarro-astur, ya que cada año el emir cordobés enviaba expediciones de saqueo contra galaicos y pamploneses.

En 841, Íñigo Arista, debido a una enfermedad que lo dejó paralítico, abdicó en favor de su hijo Garía I Íñiguez, muriendo al año siguiente. Su sucesor ejerció una fuerte regencia, llevando la dirección de las campañas militares, pero continuando la política de alianzas.

09/03/2017

Patrimonio artístico de las provincias Álava y Guipúzcoa


Hasta el siglo XX, el País Vasco apenas contaba con testimonios sobre su lejano pasado. Estos fueron apareciendo por la curiosidad de los espeleólogos o por pura casualidad, como es el caso de la mayoría de las cuevas rupestres localizadas a lo largo del corredor costero. Si sorprendente y tardía ha sido su localización, más lo es su belleza y la calidad de su conservación.

Hay muestras de todo, por ejemplo en la Venta Lapena de Carranza, en Vizcaya. En Santimamiñe, las cuevas de Cortézubi parecen salas de exposición de bellísimos ejemplares de caballos y bisontes, diseñados con una perfección majestuosa; en Goikolan, Berriatúa; en Altxerri, Aya, hay grabados y pinturas admirables, como lo son los caballos y bisontes de Ekain, en Deva, y las muestras de Arenaza en San Pedro de Galdames.


CUEVAS DE SANTIMAMIÑE, CORTÉZUBI


Los romanos, caracterizados por exhibir sus aportaciones, dejaron en estos territorios pocas huellas, excepto en las calzadas y oppidums que aún se conservan en Álava.

Sin embargo, resulta sorprendente la profusión de cuevas trogloditas en toda la franja limítrofe del sur de Álava, que sirvió de refugio a los introductores del Cristianismo en España. Ermitaños, santones practicantes de la vida monástica, benedictinos, etc., construían sus oratorios en las excavaciones rocosas y hasta sus propias tumbas, como pueden verse en el valle de Valdegovía, en el Condado de Treviño, en San Fernando.

Del visigodo, las muestras supervivientes son tan escasas como delicadas. San Pedro de Abrisqueta, en Arrigorriaga (Vizcaya), Astigarribia (Guipúzcoa) y San Julián de Zalduendo en Álava aportan ejemplos de arte religioso de esta época.

Sobre el Románico se debe anotar un hecho fundamental. Las iglesias y los edificios relevantes se levantaban en madera, el material de construcción más común, pero también el más frágil a la acción del tiempo. Ese es el motivo de que en Guipúzcoa y Vizcaya apenas queden huellas de esta manifestación artística medieval. En Álava y Navarra, el medio natural es diferente, de la misma manera que su situación geográfica era paso obligado a las peregrinaciones hacia Santiago de Compostela, en cuyo camino quedó un reguero de maravillosas obras románicas.


BASÍLICA DE SAN PRUDENCIO DE ARMENTIA


En Álava son testimonios del arte románico las iglesias de San Prudencio de Armentia, Estíbaliz y San Juan de Marquínez, construidas según el canon del ábside en forma de tambor. Las muestras de arte mayor alavés se concentran en los magníficos ejemplares con ribetes góticos del centro de Vitoria: la antigua colegiata y la actual catedral de Santa María y la preciosa parroquia de San Pedro. Es destacable el sorprendente pantocrátor y la bóveda de la iglesia de Gaceo, el modesto ejemplar de San Martín de Avendaño y la iglesia de Tuesta.

En Guipúzcoa son destacables las escasas portadas supervivientes al derribo de edificios frágiles, que apenas superan la docena y media de ejemplares. Es el caso de la portada de la iglesia de las Agustinas en Hernani, el cementerio de Pasajes de San Pedro, el presbítero de Igueldo, San Miguel de Urnieta, la iglesia de Idiazábal, con 79 motivos, la de Ugarte, la de Abalcisqueta y la puerta de la entrada al baptisterio en la iglesia de San María de Tolosa, además de pequeños detalles dispersos en la cuenca alta del Deva y muestras de Andra Maris (en Icíar y Juncal) y Cristos.


CONVENTO DE LAS AGUSTINAS DE HERNANI


Guipúzcoa no está tan escasa de arte Gótico como en románico. La causa principal es encuentra en que la mayoría de las poblaciones adquirieron naturaleza jurídica de villa durante esa época. La iglesia de San Salvador, en Guetaria, de tres naves y con planta adaptada al terreno, es un buen ejemplar. A dos pasos se encuentra la iglesia de Azquizu y, siguiendo la costa, San Pedro de Zumaya, que destaca su torre defensiva por encima del resto de los edificios. Santa María de Deva sobresale por su conjunto de variantes góticas mientras, ya en el interior de la provincia, hay que mencionar San Juan de Mondragón y San Miguel de Oñate, si se contempla desbrozando sus añadidos posteriores.

No es el caso de los edificios civiles de la costa, como el palacio de los Lili en Cestona, la Torre Lucea en Zarauz y la Casa Echeveste de Fuenterrabía, en Guipúzcoa, y el Portalón y la casa del Cordón, ambas en Vitoria.

En Vitoria se encuentran dos ejemplares singulares de gótico: la catedral de Santa María, concluida a finales del XIV, con un triple pórtico donde sobresale una bellísima virgen de ese siglo, y la iglesia de San Miguel, en el ángulo de la Plaza de la Independencia, y en cuyo exterior está expuesta una imagen policromada, también bellísima, de la patrona de Vitoria. Ya en la Rioja, son de obligado reconocimiento la portada de Nuestra Señora de los Reyes y la iglesia de San Juan Bautista, en Laguardia.


CATEDRAL DE SANTA MARÍA DE VITORIA


En escultura y aunque sólo sea porque les hicieron sin barba, quedan anotados los Cristos de Lezo y Azitain.

La pintura gótica que se conserva en Álava y Guipúzcoa responde a las huellas que dejó el intenso comercio que se mantenía con Flandes. De ella hay buenas muestras en el Museo de Vitoria y grupos escultóricos o trípticos en las capillas de San Bernabé en Zumaya, Aizarna, Vergara, Elgueta, Zarauz, Loyola y Lezo.

El mudéjar pasó de largo porque nunca llegaron hasta aquí quienes lo trabajaban y se expresaban en este estilo, de profunda influencia árabe; pero resulta curioso que las contadas muestras labradas y ornamentadas con ladrillo, según esta tendencia, fueron ordenadas por vascos que habían conocido el estilo durante su prestación de servicios a la Corona española. Es el caso de la torre de Loyola, elevada por un Pariente mayor exiliado en Jimena de la Frontera, y la Casa de Antxieta de Azpeitia, construida por el músico de Isabel la Católica. Otro tanto cabe atribuir a los artesonados de la Universidad de Oñate, realizados en 1552.


UNIVERSIDAD DE OÑATE


Frente a la divulgada imagen de sobriedad que caracteriza a los vascos, el Renacimiento arraigó aquí con más profusión que otras corrientes. La causa de este arraigo puede atribuirse a la coincidencia de un desarrollo económico de la región, fruto del Descubrimiento de América, y en el momento en que esta manifestación se producía. Es el caso de la villa artística por excelencia de Oñate, cuyo valedor, Rodrigo Mercado de Zuazola, estuvo tentado de emular a su coetáneo el cardenal Jiménez de Cisneros, construyendo una Universidad en su villa natal. Esta muestra del arte plateresco en el corazón de Guipúzcoa forma todo un conjunto en el que todos los elementos responden a una concepción global: la del humanismo renacentista, que profesaba su mecenas, el cual llegó a ocupar el obispado de Ávila.

A esta misma línea responde el museo de San Telmo de San Sebastián, edificado por el dominico fray Martín de Santisteban, formado en Salamanca. En Eibar, Azpeitia, Anguiozar y Aizama se mantienen restos de portadas de este primer Renacimiento, al que también pertenecen el coro de Santa María de Salvatierra, en Álava, y el Palacio Episcopal de Vitoria.

Su versión escultórica se refleja en el retablo y en el mausoleo del prócer oñacino, en la parroquia de San Miguel, y en el retablo de la capilla de la Universidad, lo mismo que en los de San Pedro de Vergara, Icíar, Ezquioga, Garagarza, los de San Bartolomé de Oiquiná y los grupos de la Piedad y el Descendimiento de Azpeitia y Hernani, esculpidos por Araoz (discípulo de Berruguete), que también dejó su impronta en Elgueta y Elvillar, ambas en Álava.



MUSEO DE SAN TELMO DE SAN SEBASTIÁN


El estallido del Barroco llegó al País Vasco cuando todavía se concluían las obras iniciadas durante el Renacimiento y comenzaban a sentirse los primeros síntomas de crisis que aquejaron a la época barroca en España. Lo más notable es la serie de monasterios que se levantaron en las tres provincias vascas, como resultado de la reforma de Trento, y cuyo baluarte fueron los jesuitas. La Basílica de San Ignacio es buena prueba de ello. La rama franciscana, impulsada por fray Miguel de Aramburu, echó sus raíces en Aránzazu, Mondragón y Tolosa, mientras las mujeres se establecieron en Azcoitia, Azpeitia, Eibar, Elgóibar, Segura, Mondragón, Tolosa y Zarauz. Los capuchinos, por su parte, se asentaron en Rentería y Fuenterrabía; los carmelitas en Zumaya y San Sebastián; las brígidas en Lasarte y Azcoitia, y las bernardas o cistercienses en Lazcano-Oquendo.

La basílica de Santa María, de San Sebastián, y las parroquias de San Bartolomé de Olaso en Elgóibar, San Martín de Andoáin y San Pedro de Pasajes, como el pórtico de Placencia de Armas, se levantaron en este mismo periodo, caracterizado también por la construcción de torres-campanarios en excelentes sillerías que daban gran presencia a los templos. Es el caso de Ibarra, Santa María y San Pedro de Vergara, Elgóibar, Escoriaza, Fuenterrabía, Andoáin, Usúrbil, Hernani, y las de Usarte, Orbiso, Bernedo, Bujanda, Arrieta, Oyón, San Pedro de Treviño, Mendata, Argote, Páriza y Antoñana.



BASÍLICA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA


Sin duda, lo más destacado del barroco fue la contrapartida civil de la contrarreforma, auspiciada por las Cortes de Toledo, de donde partió el ordenamiento para que todas las villas y ciudades que no tuvieran edificio propio para albergar los consejos municipales, lo habilitaran en el plazo de dos años.

Esta iniciativa, tomada con cierta relajación en el País Vasco, se plasmó con cierto retraso, sin perjuicio de su profusión y calidad o la menor o mayor importancia de los ayuntamientos. En casi todos ellos, excepto en el caso de San Sebastián, se nota una influencia del barroco afrancesado como en Oñate, Mondragón o Elgóibar. Entre los municipios menos poblados merecen destacarse los de Anzuola, Legazpia, Asteasu, Albistur y Ataun.

En su faceta escultórica destacan, además de los señalados, los retablos de Laguardia, Oyón, Lapuebla, Elciego, Navaridas, Barriobusto, Moreda y Baños, en Álava.



RETABLO PRINCIPAL DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LOS REYES EN LAGUARDIA


De los siglos XVIII y XIX sobresalen los arquitectos Ventura Rodríguez, Silvestre Pérez y Olaguíbel, a quienes les fue encomendada la reordenación urbana de San Sebastián y Vitoria, respectivamente. Los primeros, y a causa del incendio que había destruido San Sebastián, dejaron su firma en San María y en la plaza de la Constitución; Olaguíbel lo hizo en la célebre solución de los Arquillos, el Ayuntamiento y la plaza Nueva de Vitoria.

En el siglo XX y, en particular, a partir del vencimiento de su primera mitad, es cuando el arte vasco muestra sus rasgos propiamente autóctonos, que cuajan en la creación de la Escuela de Arquitectura de San Sebastián, impulsada por Peña Ganchegui.

Anteriores a esta materialización, figuran las obras de los Cortázar y Aizpurúa; las iglesias de la Coronación, de Fisac y García de Paredes, y la Casa de la Cultura, de Fernández Alba, en Vitoria, donde Peña Ganchegui ha levantado la iglesia de San Francisco, y las casas frente a la catedral nueva, en la calle Dato y la plaza de los Fueros, en colaboración con Chillida. Sus realizaciones guipuzcoanas pertenecen a Motrico, Oyarzun y Ataun y las de Oriol Ibarra a la sede de los Estudios Universitarios y Técnicos de Guipúzcoa, en San Sebastián.

La escultura, como la arquitectura, adquiere en este siglo una identidad vasca fulgurante, cuyos primeros embates proceden del desastre de la Guerra Civil. Beobide no pudo alcanzarlo, pero sí la llamada generación rebelde, encabezada por Oteiza (Arántzazu), Chillida (El Peine del Viento, Plaza de los Fueros), y el vizcaíno Néstor Basterrechea (Fuente de Irún, Iztueta, Baroja, Pasajes).



PEINE DEL VIENTO

06/03/2017

Miguel de Aguinaga y Mendigoitia


Capitán y gobernador del Nuevo Reino de Granada en 1675 y fundador de Medellín

miguel aguinaga mendigoitia nuevo reino granada medellín
MIGUEL DE AGUINAGA Y MENDIGOITIA

Miguel de Aguinaga y Mendigoitia nació en 1634, en Eibar, Guipúzcoa. Sus padres fueron Miguel de Aguinaga y María Mendigoitia. Su hermano Juan fue caballero de la Orden de Alcántara, miembro del Consejo Real, juez oficial de la Real Audiencia y de la Casa de la Contratación de Indias en la ciudad de Sevilla.

A mediados del siglo XVII, tanto Miguel como Juan se encontraban en Sevilla ocupándose en diferentes negocios y comisiones del Real servicio. Con frecuencia, Miguel de Aguinaga viajaba a Cádiz, verdadera ciudad portuaria del comercio indiano a partir de mediados del siglo XVII. Además, tuvo el cargo de mayordomo de la capilla de Nuestra Señora de la Piedad, fundada por vascos en el convento de San Francisco de Sevilla.

En 1675, viajó a las Indias para ocupar el puesto de capitán y gobernador de Antioquía en el Virreinato de Nueva Granada, correspondiente al actual Departamento de Antioquia en Colombia.

El principal mandato de Miguel de Aguinaga era la continuación del proyecto que había empezado su predecesor, el alavés Francisco de Montoya y Salazar, a quien sustituyó tras su muerte, y que se materializó mediante la fundación de la actual ciudad de Medellín.

miguel aguinaga mendigoitia medellín fundación
FUNDACIÓN DE MEDELLÍN

Esta fundación fue aprobada de manera oficial nada más ocupar su cargo, en noviembre de 1675, con el nombre de Villa de la Candelaria de Medellín, en honor al presidente del Consejo de Indias, el conde de Medellín. Y nombró patronos de la villa a San Juan Bautista y a Nuestra Señora de la Candelaria.

Los primero que hizo fue abrir el primer cabildo y realizar un primer censo que contabilizaba unos 3.500 habitantes reunidos en 158 familias. Definió los nuevos límites de la población, que se asentó en la ya establecida población de Aná, ampliándolos por todo el valle de Aburrá.

Este cargo fue desempeñado hasta 1679, año en el que volvió a la España peninsular, donde residió hasta su muerte en 1693.

Dos años más tarde, en marzo de 1678, el rey Carlos III concedió Candelaria de Medellín el mismo escudo de armas que Medellín de Extremadura.

PLANO DE MEDELLÍN DEL SIGLO XVIII