31/01/2022

Bruno de Heceta y Dudagoitia


Almirante de mar y guerra que exploró la actual costa estadounidense y canadiense del océano Pacífico a finales del siglo XVIII para proclamar la soberanía española

Bruno Heceta Dudagoitia costa Pacífico Oregón Washinton Canadá
BRUNO DE HECETA Y DUDAGOITIA

A finales del siglo XVIII, crecieron las sospechas de que el Imperio ruso tenía intención de establecer asentamientos a lo largo de la costa del Pacífico norte de América, también de la llegada de británicos.

La Corte hispánica reaccionó y ordenó al virrey de Nueva España Antonio María Bucareli y Ursúa la organización de una expedición para explorar las costa noroeste del Pacífico extendiendo hacia el norte las posesiones españolas ante los rumores de la presencia de asentamientos rusos y británicos.

Por aquellas fechas, un grupo de oficiales había llegado a la base naval de San Blas (México), recién titulados en las mejores academias navales de España, expresamente contratados con el fin de ayudar a completar esta importante expedición. El virrey puso al mando a Bruno de Heceta y Juan Pérez iría como segundo al mando.

Bruno de Heceta y Dudagoitia era natural de Bilbao, donde nació en 1744. Se convertiría en el primer europeo en avistar la desembocadura del río Columbia, que llamó Bahía de la Asunción.

La expedición a la costa noroccidental de América estaba comandada por Bruno de Heceta y Dudagoitia y por Juan Francisco de la Bodega y Cuadra, y compuesta por 160 hombres y tres barcos de tipo goleta: el Santiago, el San Carlos, y el Sonora. Partió el 16 de marzo de 1775 con el objetivo de llegar hasta los 65º grados de latitud norte, descubrir los asentamientos rusos y tomar posesión de las tierras descubiertas para la Corona.

Heceta avistó la costa de California, el 9 de junio de 1775, repostó en la bahía durante dos días, efectuó intercambio comercial con los indios, y reclamó formalmente lo que hoy es la bahía de Trinidad, California, antes de zarpar de nuevo.

goletas Heceta Dudagoitia Bodega Cuadra expedición
GOLETAS DE LA EXPEDICIÓN DE BRUNO DE HECETA

Tras explorar las costas del actual estado de Oregón, el 11 de julio, volvió a avistar tierra en la costa del actual estado de Washington. Ancló en una bahía y tomó contacto con los indios quinault, que les recibió amistosamente e intercambiaron materias. Al día siguiente, un grupo de hombres de confianza de Heceta desembarcaron para realizar el acto formal de la posesión. Llegaron con éxito a la costa y se convirtieron en los primeros colonizadores en pisar lo que hoy es el estado de Washington, lugar que Heceta llamó Rada de Bucareli, en la actualidad es la bahía Grenville.

El 29 de julio de 1775, Heceta siguió rumbo norte hasta lo que hoy es la frontera entre el estado de Washington y el país de Canadá, que alcanzó el 11 de agosto. En su viaje de vuelta al sur, con sólo el Santiago y una tripulación reducida, descubrió una gran bahía que penetraba hacia el interior. Trató de navegar en ella, pero las fuertes corrientes lo impidieron, incluso desplegando completamente las velas. Su tripulación era tan reducida que no podían manejar el ancla para esperar mejores condiciones. Pensaba que era la boca de un gran río o un pasaje hacia otro mar, pero más tarde adivinó que se trataba del estrecho de Juan de Fuca, que denominó como Bahía de la Asunción y realizó un mapa de lo que podía distinguir aguas afuera de la barra del río, que resultó ser el río Columbia. De hecho, durante un tiempo, los mapas españoles mostraban el estuario del río Columbia con el nombre de Entrada de Heceta, Río de San Roque, y variantes similares.

Mapa costa Pacífico Washington Bruno Heceta Dudagoitia
MAPAS REALIZADOS POR BRUNO DE HECETA EN 1775

A principios de septiembre de 1775, el Santiago de Heceta llegaba a la bahía de Monterrey, en el actual estado de California. Y en noviembre, junto al Sonora, partió hacia el sur, a San Blas, para informar de sus logros al virrey y a la Corte de Carlos III. Heceta informó que si había asentamientos rusos en estos territorios eran esporádicos, porque no encontraron presencia rusa en toda la expedición.

Este viaje, aunque costoso en términos de vidas de los tripulantes y por la tensa relación con los indios, fue históricamente muy importante. Se realizaron tablas y mapas precisos que más tarde sirvieron como prueba de la pretensión de España en el territorio costero de lo que ahora es Monterrey, hasta el golfo de Alaska. Disiparon los rumores de la presencia de comerciantes y asentamientos rusos y tomaron posesión formal de esas tierras de acuerdo al Derecho internacional.

Posteriormente Heceta regresó a Europa, luchando en varias batallas navales contra Francia e Inglaterra. Murió en 1807 con el grado de teniente general.

En su honor, en la costa del estado de Oregón se nombró al Cabo de Heceta, donde se sitúa el Faro de Heceta.

Cabo faro Bruno de Heceta Dudagoitia costa océano Pacífico Oregón
CABO Y FARO DE HECETA EN LA COSTA DE OREGÓN

26/01/2022

Crítica al Nacionalismo vasco por Miguel de Unamuno y Pío Baroja


Los más ilustres autores vascos de la época de la Restauración española y contemporáneos a la etapa de creación del ideario Nacionalista vasco denunciaron las manipulaciones que de la historia estaban efectuando.

Un grupo de intelectuales vascos encabezados por el vizcaíno Miguel de Unamuno, el guipuzcoano Pío Baroja y el alavés Ramiro de Maeztu, pertenecientes a la Generación del 98, y secundados por otros muchos periodistas, literatos, antropólogos e historiadores como Salaverría, Miquelarena, Mourlane Michelena, Balparda, Echegaray, Labayru, etc., dedicaron cientos de páginas a desvelar el artificio que estaban fraguando conocido como "sentimiento nacional vasco" y fundamentado en gran medida en la falsificación de la historia de los vascos.

Miguel de Unamuno fue uno de los escritores y filósofos más sobresalientes de la Generación del 98. Poseía una gran categoría humana e intelectual en el panorama cultural hispánico del siglo XX. Fue precursor del Existencialismo cristiano, junto con Kierkegaard; un ciudadano ejemplar y patriota contrario al uso de la violencia política y cualquier idea fascista, comunista o monárquica. Este vizcaíno fue un ensayista excepcional dotado de un extraordinario dominio del español, que se dedicó al estudio de la filología, a la erudición filosófica y a la docencia universitaria, llegando a impartir en la Universidad de Salamanca. En cuanto a la literatura, fue creador de un nuevo género literario en prosa: las "nivolas"; además de abordar la poesía y el teatro Su extensa producción se proyectó sobre la cultura española moderna influyendo en todas las corrientes literarias y filosóficas de pre y postguerra.

Defensor del Socialismo y de la II República, llegó a enfrentarse a los totalitarismos de la Europa de su época, desde el Comunismo al Franquismo. Pero jamás renegó de su identidad vasca y española:
"¡Pues sí, soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo, y el españolismo es mi religión, y el cielo en que quiero creer es una España celestial y eterna, y mi Dios un Dios, el de Nuestro Señor Don Quijote, un dios que piensa en español y en español dijo: ¡sea la luz!, y su verbo fue verbo español…!"

MIGUEL DE UNAMUNO

Sobre los españoles consideraba:
"Cuando en España se habla de cosas de honor, un hombre honrado sencillamente tiene que echarse a temblar."
"Los españoles que adoptan juicios deformados son unos cuantos atolondrados que no conocen nuestra propia historia."
"La sangre de mi espíritu es mi lengua y mi patria es allá donde resuena."
Sobre la identidad de los vascongados en su novela Niebla escribió: "Soy doblemente español, por vasco y por español."
"Los vascos somos el alcaloide o esencia de los español. La sangre de mi espíritu es mi lengua y mi patria es allá donde resuena."
"Hemos ido los vascos a todas las guerras en que había que defender a España; fuimos, no nos llevaron… fuimos como vascos y como españoles."
"La Compañía de Jesús y la República de Chile son las dos grandes hazañas del pueblo vascongado."
Sobre el vascuence se atrevió a decir:
"El vascuence, hay que decirlo, como unidad no existe, es un conglomerado de dialectos en que no se entienden a las veces los unos con los otros. Mis cuatro abuelos eran, como mis padres, vascos; dos de ellos no podían entenderse entre sí en vascuence, porque eran de distintas regiones: uno de Vizcaya y el otro de Guipúzcoa."

MIGUEL DE UNAMUNO

Sobre Simón Bolivar escribió:
"Su alma creó patrias y enriqueció el alma española, el alma eterna de la España inmortal y de la humanidad con ella."
Esta frase está grabada en la parte derecha del pedestal de la estatua ecuestre de Simón Bolivar.

Unamuno se lamentaba sobre el desarrollo que estaba tomando el Independentismo vasco y catalán y sus fundamentos manipulados y victimistas cuando decía:
"Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee."
"El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia."

MIGUEL DE UNAMUNO

Si Miguel de Unamuno es el más grande pensador vasco de todos los tiempos, Pío Baroja es el más grande novelista. Nadie ha descrito mejor las características y peculiaridades de los vascos, mediante cuentos como La dama de Urtubi o novelas como Zalacaín el aventurero. Obras como estas han conseguido que todo lector haya sentido una profunda simpatía por sus personajes, en particular, y por el mundo vasco, en general.

Al igual de Miguel de Unamuno, Pio Baroja fue otro escritor de la Generación del 98, defensor de la II República, que jamás renegó de su sentimiento de pertenencia vasca y española.

En plena crisis de identidad de la conciencia nacional tras la pérdida de los últimos territorios imperiales en 1898, reflexionaba sobre los españoles:
"Los españoles hemos sido grandes en otra época, amamantados por la guerra, por el peligro y la acción; hoy no lo somos. Mientras no tengamos más ideal que el de una pobre tranquilidad burguesa, seremos insignificantes y mezquinos."

PÍO BAROJA

Tanto Unamuno como Baroja criticaron la manipulación e interpretación interesada que de la historia de España habían hecho los nacionalistas.
"Los nacionalismos vasco y catalán se fundamentan en textos de segundo orden."
A los pocos días del polémico discurso de Unamuno en Bilbao, Baroja dio su opinión acerca de lo sostenido por su paisano en relación al vascuence. Lo hizo con su lapidaria ironía y la exquisita sencillez lógica de su prosa:
"Para un castellano lo dicho por Unamuno es una revelación; para un éuscaro es una blasfemia; para un vascongado inteligente, es una verdad que está harto de saberla."
Baroja estableció así la contradicción de la anti-inteligencia de los bizcaitarras de Sabino Arana que tomaron como una traición lo que Unamuno les había dicho acerca de su absurdo y anacrónico euskarismo. La inteligencia de vascongados como él que chocaba de frente con los disparates lingüísticos e históricos del incipiente Nacionalismo separatista vasco.
"El vascuence no ha sido ni es una lengua literaria o filosófica, ha venido estrecha a todos los vascongados que han tratado de expresar sus pensamientos en él."
En 1901, describió a los seguidores de Sabino Arana, sin sospechar la repercusión que sus palabras iban a alcanzar un siglo después:
"Si algunos han querido demostrar que el vascuence es una lengua que puede transformarse en un idioma literario y científico ha sido un corto número de chiflados y un gran número de éuscaros carlistas con disfraz de filólogos que creen que toda la verdad del mundo está encerrada en ellos."

PÍO BAROJA

Su filiación política de ese absurdo estaba clara:
"El éuscaro ha sido el padre del bizcaitarra y el carlista el padre del éuscaro. El euscarismo comenzó a manifestarse con energía después de la guerra y de que el Gobierno de la restauración quitase los fueros. En esa época y a consecuencia de esa medida todo el elemento carlista y reaccionario se sintió impulsado por una misma aspiración tradicionalista y como caballo de batalla tomaron los éuscaros el vascuence y trataron de hacer una restauración histórica, lingüística y literaria de él."
Baroja, que hablaba éuscaro mejor que Sabino Arana y conocía los pueblos y valles más escondidos de sus cuentos y novelas vascas, dijo:
"El euscarismo no encarnó en el espíritu del pueblo y no puede hacer literatura vascuence digna de ser estimada."
En 1901, sentenció que lo que entonces se logró con ello:
"... fue introducir la afectación, el engolamiento, la cursilería entre los que escribieron en vascuence, de tal modo, que no ha habido poeta vascongado moderno que no haya recurrido a la trompa épica para tocar en falsete aires en honor de la Madre Euskeria, del Padre Aitor y de otra porción de entes tan ridículos como fantásticos."
Terminó diciéndoles algo que hoy se puede repetir con total actualidad:
"Ninguno de esos poetas se han dirigido a la tierra y han ido a ver al vasco tal como es. No han hecho más que fantasear y mentir. Han pintado vascongados de plomo, costumbres para ser representadas en los escenarios madrileños del género chico. Todo lo han falsificado de un modo repulsivo. Han llegado a querer demostrarnos que los vascos, cuando eran salvajes, ya creían en un Dios único, cosa que asegura el sabio jesuita Larramendi, probablemente en un rasgo de humorismo. De esas piadosas mistificaciones hay a montones, inventadas por los éuscaros."

PÍO BAROJA

22/01/2022

Acceso de los vascos a la economía del Imperio español en América


Desde la llegada de los primeros colonizadores españoles al continente de América a finales del siglo XV, empezaron a forjarse las primeras élites vascas. Se dedicaron a la administración y gobierno, a las milicias, al sector mercantil y minero, e incluso combinando varias de estas actividades.

Se especializaron en la administración de la hacienda indiana, como oficiales reales en los tribunales de cuentas, pero fue en el campo del comercio y la navegación donde los vascos fueron tomando posiciones, hasta llegar a constituir el grupo más poderoso de españoles a ambos lados del Atlántico. Después de Andalucía, las regiones vascas fueron las más beneficiadas de la empresa colonizadora en toda España.

Entre 1493 y 1508, un 6% del contingente de europeos que viajaron a América, fueron vascos, porcentaje que descendió en la década siguiente. Durante las dos primeras décadas del siglo XVI, el destino preferido de los guipuzcoanos fue Puerto Rico, mientras que el de los vizcaínos fueron Cuba y Santo Domingo.

Durante el período de 1493-1519, los vascos que acudían como criados solo representaron un 4,2%, en cambio los vascos que eran pilotos, maestros y capitanes de buque alcanzan un 6,8%, es decir, la segunda región española tras los andaluces. Este porcentaje aumentó hasta el 13% cuando se trataba de marineros, grumetes y calafetes, y de un 18% en los que se refiere a mercaderes, profesión por excelencia de los vascos en América.

SEVILLA, SIGLO XVI

Una de las causas de este auge fue el hecho de que desde el inicio del descubrimiento de América, varias colonias de vascos ya estaban establecidas en Sevilla y en el Atlántico andaluz.

La Española era una base de expediciones de toda clase. Por esta isla pasaron muchos vascos que después aparecieron en las empresas continentales. Tenían intereses en esta isla Juan de Lacosa, Lope de Olano, Juan Martínez de Zamudio, Pedro de Arbolancha, etc., instalados desde el 1502.

Otros vascos afincados en la isla, a comienzos de siglo fueron el licenciado Alonso de Zuazo, Diego de Leguizamón, Matías Ortiz de Eibar, Juan de Eibar, María Ortiz de Eibar, Juan de Aréchaga, Pedro de Eibar, Juan Ochoa de Zubicoa, Pedro de Oñate, Clemente López de Ochandiano, Sancho Ortiz de Urrutia y Martín de Arraga.

La lista de vascos en Santo Domingo es larga, siendo los más representativos Cristóbal de Vergara, Bernardino de Gamarra, Juan Loyno de Vergara, Pedro de Arana, Jorge de Vitoria, Lorenzo Zozo, Juan de Celaya, Martín de Isasaga, Pedro de Marquina, Francisco de Otalora y otros.

El primer colono que explotó varias industrias agrícolas en Puerto Rico fue Juan Mejía Guiluz o Eguiluz.

MERCADERES VASCONGADOS EN SEVILLA

En la primera etapa descubridora, entre 1500 y 1519, la participación vasca, con naves y hombres fue intensa y alta en relación a los procedentes de otras regiones de España. El 7% de los europeos que llegaron al Nuevo Mundo eran vascos. En la isla La Española eran un 8,5%, en Puerto Rico un 16%, y en Panamá un 10%. Eran el 10% de los capitanes, maestres y marineros de las expediciones navales que zarpaban de Sevilla; y un 18% eran mercaderes, 20 entre 110. La mayoría de estos colonizadores vascos eran comerciantes y apoderados avecindados en Sevilla.

Uno de esos mercaderes vascos establecidos en Andalucía y pionero en el comercio con las Antillas fue el bilbaíno Pedro de Arbolancha. Estimulado por los beneficios que garantizaban las disposiciones de los Reyes Católicos, este comerciante fue oficial de Contaduría general en la isla La Española. En 1513, fue nombrado visitador de indios, llegando a poseer un repartimiento de indios y conseguir una fortuna. Ese mismo año, realizó exploraciones por Panamá junto a Núñez de Balboa, tomando parte del descubrimiento del océano Pacífico. A su vuelta a España, entregó cartas, informes, oro, perlas y otros presentes en la Casa de Contratación de Sevilla, y desde allí a la Corte para informar al rey. En 1525, envió a controlar sus negocios de la isla La Española a Francisco de Arista y Pedro de Bidaguren, pues residía ya en Sevilla.

Procedentes del segundo viaje de Colón, Francisco de Garay fue el primer expedicionario que descubre minas de oro en América (Santo Domingo), convirtiéndose en un rico hacendado en Jamaica, Santo Domingo y Puerto Rico.

Uno de los grupos familiares con mayor cohesión en América, durante los primeros años de la colonización, fue el de los Urrutia, naturales de Valmaseda. En 1508, Sancho Ortíz de Urrutia y Juan de Urrutia iniciaban su andadura en el mercado indiano, especialmente en Santo Domingo, a donde trasportaba productos férreos y textiles. Allí se asociaron con otros emprendedores de origen vascongado, como Martín de Zubizarreta, Ochoa Iñiguez de Ochandiano y Martín Pérez de Achotegui, Juan Martínez de Lexturi, Juanés de Astigarraga y el capitán de tropas y empresario Martín de Murga.

Miguel de Gaviria había remitido, en 1508, una importante partida de herrajes y azadones a Antonio y Pedro de Llanos en isla La Española, y cuyo importe habría de intentar cobrar el mercader Andrés de Aróstegui, destinado en la isla.

Juan de Iranzo, que mantenía una intensa actividad con comerciantes de Puerto Rico, en 1514 remitió a dicha isla con Bartolomé Fernández, maestre de la nao Santa Ana, 25 toneladas de mercaderías diversas.

MERCADERES VASCOS EN UN PUERTO COMERCIAL DEL IMPERIO ESPAÑOL

En la segunda etapa de la colonización americana, entre 1520 y 1539, los destinos se ampliaron por el Virreinato de la Nueva España, por Tierra Firme (América Central) y por el Virreinato del Perú. De los 169 mercaderes que emigraron, los vizcaínos eran el segundo grupo tras los sevillanos, mientras que burgaleses y guipuzcoanos siguieron entre los grupos de nacionales más concurridos.

Una gran actividad a la que se dedicaron los vascos es este período fue la minería, ya que un 13, 2% de ellos se embarcaban como mineros, hacia México y Perú.

Entre los primeros eibarreses que emigraron al Nuevo Mundo figuran Martín de Ibarra y Laurenbide, en 1526, y Ortuño de Ibarra y Mendilibar, en 1538. Ortuño de Ibarra partió con destino a la conquista del Virreinato de la Nueva España y llegó a ocupar el cargo de tesorero general de aquel territorio y factor del rey. De la familia de los eibareses Ibarra, también llegó Martín de Ibarra, pero serían sus sobrinos Francisco y Diego, en la década de 1540, quienes fundarían una potente explotación minera argentífera.

Domingo de Solaruce, compañero de Pizarro en su segunda expedición, se hizo cargo de la compañía de Martín de Zubizarreta a su muerte, en 1529. Fue nombrado regidor de Túmbez, mantuvo negocios en común con los conquistadores Pedro de Alvarado y el alavés Pascual de Andagoya, y se convirtió en el empresario más destacado de la ruta que se estableció entre el Perú y el istmo Panamá, en 1535. Pero especialmente, tuvo grandes vinculaciones con los socios de Urrutia. En el mercado peruano se convirtió en el primer traficante de negros, entre 1529 y 1539, introdujo en México, Tierra Firme y Perú, mediante licencias propias o a terceros, 500 esclavos.

En conjunto, la dedicación de los vascos y el éxito que la acompañó desde las primeras décadas de la colonización es algo más que evidente, éxito ejemplarizado en las figuras de Solaruce o los Urrutia.

ESCUDO DE LA CASA DE CONTRATACIÓN DE BILBAO

Hacia mediados del siglo XVI, el centro del Virreinato de la Nueva España ya había sido conquistado y pacificado, y como los puestos administrativos, militares y políticos estaban en manos de los castellanos principalmente, los vascos se trasladaron al occidente y noroeste y, después de fundar Guadalajara en lo que fue el Reino de la Nueva Galicia, siguieron hacia Zacatecas, donde fundaron un importante centro minero de plata.

Dos sagas de familias vascas, los Oñate y los Ibarra, encabezadas por Cristóbal y Juan de Oñate, y por Diego y Francisco de Ibarra, convirtieron su expansión descubridora y el uso de sus cargos institucionales en una ambiciosa empresa familiar, fundando ciudades y explotando las minas de plata de Zacatecas y Guanajuato tan importantes para el futuro del Imperio. Desarrollaron la economía las provincias de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo México, basadas en el comercio y la minería.

En 1563, partió Ibarra hacia la Nueva Vizcaya, donde fue gobernador y capitán general. La mayoría de los peninsulares que participaron en la expedición eran vascos. Algunos cuantos se quedaron en el nuevo territorio que, con el tiempo, llegaría a tener una superficie superior a 400 mil kilómetros cuadrados: adquirieron tierras e introdujeron el ganado lanar en sus propiedades. Sus descendientes las transformaron poco a poco en latifundios dedicados a la cría de ovejas.

Francisco de Urdinola era natural del valle de Oyarzun, cuando llegó a México sirvió en la milicia en una época en que se llevó a cabo la expansión española por la Provincia de Nueva Vizcaya. Urdiñola se había enriquecido gracias al comercio con Manila y a la explotación de las minas de México. Fue gobernador de la Nueva Vizcaya y fundó Monterrey, ciudad situada en Nuevo León. Adquirió más tierras en el este para fundar así un emporio de casi cinco millones de hectáreas que llegaba hasta Texas. Aunque la mayor parte de la tierra eran pastizales pobres y desierto, había también algunos oasis con mucha agua para irrigar los campos y los viñedos, cultivo este al que Urdiñola dio mucha importancia. Fundó el latifundio más grande del norte del Virreinato dedicado a la cría de ovejas y estableció la bodega vinícola en la Hacienda de Santa María de las Parras, en Coahuila.

Otro de los pioneros fue el primer Simón Bolivar, un ancestro del libertador, un vizcaíno regidor del Cabildo de Caracas y el primero en conceder licencias para adquirir esclavos africanos y explotarlos en el cultivo masivo del cacao. Fue el fundador de la primera Escuela de Gramática Castellana en Venezuela, futura Universidad de Caracas. Más tarde, fueron otros dos vascos quienes se encargaron de la escuela: Juan de Artega y Simón de Basauri. Bolivar terminó de contador general de la Real Hacienda.

El ejemplo de Bolivar fue muy típico entre los vascos allí presentes, ocupándose del comercio y de la administración y de las haciendas reales, creando unas auténticas élites americanas. Como por ejemplo el vizcaíno Martín Calvo de la Puerta y Arrieta, empezando como escribano público en La Habana llegó a ser notario de la ciudad, iniciando la industrialización azucarera y dedicándose al comercio logró una fortuna. Su familia se convertiría en una élite habanera y poseedora de títulos de Castilla en el siglo XVIII.

El navarro Martín de Aróstegui, empezó como apoderado del cabildo de La Habana en 1638. Su nieto Martín de Aróstegui fundó la Compañía Habanera, siendo los Aróstegui otra élite cubana.

La introducción de negros en Cuba, en las vegas de Vuelta Abajo, fue obra de Sancho de Alquizar, pero ya en 1616. Anteriormente había sido gobernador de Caracas y bajo su mando en Cuba se inició el auge del contrabando.

EXPLOTACIÓN MINERA EN POTOSÍ

Al finalizar el siglo XVI, la comunidad vasca de San Luis de Potosí, controlaba las fábricas mineras (el 80% de las 132 explotaciones eran de vascos en 1580), tenía mayoría parlamentaria en el municipio (de los 12 regidores 6 eran vascos), y dominaba el mercadeo de la plata (de 12 mercaderes 8 eran vascos). Se constituyeron en hermandad de ayuda mutua, con sede en el templo de los agustinos del lugar, aunque no se oficializaron los estatutos. Y lo mismo ocurrió por aquellos años en la Ciudad de los Reyes (Lima), donde algunos vascos se reunían, con fines iguales y la misma informalidad de los de Potosí, en el convento de San Agustín.

Como han demostrado los historiadores argentinos César García Belsunce y Susana Frías, los vascos fueron una de las colonias más importantes en el Buenos Aires colonial y las primeras ciudades españolas en el Rio de la Plata. Muchos fueron los vascos que participaron en estas epopeyas.

En el siglo XVI, de las 157 familias procedentes de la España peninsular que se establecieron en Chile, 39 de ellas tenían apellidos vascos.

En la fundación de Santiago de Chile, el trazado era realizado por el alarife Pedro de Gamboa, natural de Elgorrieta, y compañero de armas, el navarro de Lara,Pedro de Miranda. Según el literato y filósofo Miguel Unamuno "La Compañía de Jesús y la República de Chile son las dos grandes hazañas del pueblo vascongado".

Los inmigrantes vascos seguían llegando y se casaban con las hijas de los vascos llegados primero y así, para finales de siglo XVI surgió un grupo de criollos dueños de propiedades que vendían ovejas al centro de la Nueva España, en donde a su vez se surtían de mercancías importadas de Europa.

Una de esas familias de origen vasco fue la de Jugo-Urkidi, constituida por el migrante Agustín Urkidi, y la hija de Pedro Jugo, cuyas propiedades, aquel había estado administrando. Pedro Jugo también inmigrante, se convirtió en el administrador de otro compatriota, Orrantia, con cuya hija se casaría más tarde; de esta manera, la cadena se remonta hasta la Nueva Vizcaya.

19/01/2022

Álava en Waterloo, por Ildefonso Arenas Romero


ÁLAVA EN WATERLOO, POR IDELFONSO ARENAS

Álava en Waterloo, Ildefonso Arenas Romero, Editorial Edhasa, (2012), 1216 páginas

Ildefonso Arenas narra con un punto de ironía y tras una asombrosa investigación histórica, los prolegómenos y la batalla de Waterloo, mediante las peripecias de Miguel-Ricardo de Álava y Esquivel (1772 a 1843), cuyo historial resulta extraordinario: capitán de fragata de la Marina Real (1805), diputado general de Álava (1812), teniente general de los Reales Ejércitos (1814), embajador en el Reino Unido de los Países Bajos (1814), comisionado del Rey de España en el Ejército del Duque de Wellington (1815), embajador en Francia (1815, 1835), diputado por Álava (1821), presidente de las Cortes (1822), embajador en el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda (1834, 1838), senador (prócer) (1834, 1836), ministro de Marina (1835) y presidente del Consejo de Ministros (1835).

Sin embargo, es sobre todo conocido por haber sido la única persona, en cualquiera de los bandos, que participó, en puestos de mando, en las dos batallas más importantes de las Guerras Napoleónicas, Trafalgar (1805) y Waterloo (1815).

Pese a conservarse en el Museo de Armería de Álava una estatua y sobre todo una escultura ecuestre en el Monumento de la batalla de Vitoria del general Álava, resulta muy sorprendente que no existiera todavía la gran novela acerca de uno de los personajes españoles más fascinantes e internacionalmente conocidos del siglo XIX. Reseguir la trayectoria del general Álava, permite a Ildefonso Arenas trazar curiosos retratos de algunos de los personajes más destacados de los años inmediatamente anteriores y posteriores a la batalla de Waterloo, con particular acierto en el caso de los diplomáticos, a los que trata con una combinación de rigor histórico e ironía que hacen de la lectura de este libro pura delicia.

Por otra parte, el auténtico tour de force que supone relatar de un modo clarificador la batalla de Waterloo se resuelve aquí con un éxito sorprendente.

ÁLAVA EN WATERLOO, POR IDELFONSO ARENAS

16/01/2022

Blas de Lezo en aguas de Peñíscola, Palermo y Génova, en 1705


En el contexto bélico de la Guerra de Sucesión española, el almirante Blas de Lezo tomó parte en las operaciones que tuvieron lugar para el socorro de la plaza de Peñíscola, en 1705, en el Reino de Valencia. Probablemente era jefe de una unidad integrada en la escuadra francesa del conde de Tolosa. La plaza mantuvo la fidelidad a Felipe V y se vio sitiada por el ejército del aspirante al trono Carlos, el archiduque de Austria. Allí, Sancho de Echeverría y Orcolaga y una pequeña guarnición de soldados resistían junto a la población sin alimentos ni munición.

Los tripulantes de flota en la que marchaba Lezo entraron en el campamento enemigo y se adueñaron de alimentos, munición y dos cañones que posteriormente se fundieron y con los que se hicieron dos campanas para la torre de la Ermitana en Peñíscola.

BLAS DE LEZO Y MAQUETA DE NAVÍO ESPAÑOL DEL SIGLO XVI

También llevó pertrechos a la lejana plaza de Palermo, en Sicilia, que aguantó y finalmente cayó en poder de los aliados anglo-holandeses.

Ante la superioridad de la flota anglo-holandesa se le encargó la práctica del corso por el Mediterráneo occidental y las costas atlánticas. Su primer objetivo fue castigar el comercio de Génova. Cerca de esta ciudad, a la altura de Ventimiglia, el 21 de marzo de 1705, tuvo lugar el combate contra el navío inglés Resolution de 70 cañones, superiormente armado en comparación con su pequeño navío. Había sido botado ese mismo año de 1705 y estaba comandado por el hijo de Peterborough, general en jefe de las fuerzas inglesas en España que había desembarcado en Barcelona con el archiduque Carlos.

Lezo era alférez de uno de los dos navíos Rubis, 56 cañones, y el Toulouse, de 64, pertenecientes a la escuadra francesa, ambos con menor porte que el Resolution. El navío inglés fue acosado hasta ser embarrancado y finalmente quemado por su propia tripulación antes de huir.

Continuó su trabajo de corso, patrullando por el mar Mediterráneo, probablemente con sede en Tolón y bajo mando del conde de Tolosa. Posteriormente, cruzo el estrecho de Gibraltar y sorprendió en el Atlántico a otros buques ingleses, realizando valientes maniobras con un arrojo impropio. Por méritos propios, se le permitió llevar a sus presas al puerto de su villa natal, Pasajes, y al de su vecina francesa Bayona.

Su nombre comenzaba a destacar entre los altos mandos oficiales de la Marina, y sus hazañas a ser conocidas en la Corte y en los pueblos de las costas.

FRAGATA AL MANDO DE BLAS DE LEZO

12/01/2022

Escultura a Juan Sebastián Elcano en Getaria por Ricardo Bellver


ESCULTURA A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN GETARIA

La escultura Juan Sebastián Elcano está situada en la plaza Gudarien Empartza de la guipuzcoana villa de Getaria. Es un homenaje al navegante de esta localidad, realizada por escultor madrileño Ricardo Bellver en 1888.

Este escultor es reconocido por ser el autor de El Ángel Caído, que se encuentra en el madrileño Parque El Retiro. Tras realizar justamente esta obra, Bellver fue pensionado por el Ministerio de Ultramar, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores, que le encargó el monumento al guipuzcoano.

Juan Sebastián Elcano ha pasado a la historia universal por ser el navegante que consiguió dar la primera vuelta al mundo en la Expedición de Fernando de Magallanes a las Indias Orientales, demostrando de forma empírica que la Tierra es esférica entre los años 1519 y 1522. Representa al clásico explorador de ultramar del siglo XVI, buscando nuevas rutas y descubriendo nuevas tierras.

ESCULTURA A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN GETARIA

El boceto para esta obra fue realizado en 1877 y la escultura se presentó en la Exposición de Bellas Artes de 1881. Se trata de una figura en mármol de Carrara, de dos metros de altura, que se alza de pie, sobre un pedestal octogonal con un escudo de armas en bajorrelieve. Este conjunto es alzado sobre un pilar en mármol negro, también octogonal, con el nombre grabado del protagonista: "JUAN-SEBASTIAN DE ELCANO"

En esta escultura, Bellver creó una composición casi teatral, basándose en los atuendos y atributos propios de un navegante del siglo XVI, reflejando diferentes calidades textiles en los ropajes con gran lujo de detalles y contornos bien definidos.

Elcano es representado como un personaje de pose serena y firme, que logra movimiento apoyándose en un bello soporte, y que refleja un espíritu audaz y carácter triunfante.

El estado de conservación de esta escultura es excelente, a pesar de los problemas derivados de la contaminación ambiental que se traduce en forma de manchas. También presenta una pequeña rotura en uno de los atributos que la complementan y la falta de una pieza metálica perteneciente al astrolabio.

ESCULTURA A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN GETARIA

06/01/2022

Miguel Antonio Zuaznabar Larramendi


Consejero real de hacienda en el reinado de Felipe V

Miguel Antonio Zuaznabar Larramendi nació el 4 de abril de 1685 en Hernani, Guipúzcoa, y murió en 1753. Fue hijo de Esteban Zuaznabar y Ana Maria Larramendi.

Sirvió en la Corte borbónica de Madrid para los reyes Felipe V de Borbón e Isabel de Farnesio. En 1724, fue elegido alcalde de su villa natal, pero sus ocupaciones cortesanas no le permitieron desempeñar este cargo. Más tarde, fue nombrado consejero real de Hacienda.

En compensación a los servicios prestados en la Corte, Felipe V le concedió el patronato de la iglesia parroquial de Hernani.

Practicó activas gestiones para el establecimiento de la fábrica de anclas en Fagollaga.

Un descendiente suyo fue José Agustín Zuaznabar, que fue consejero real, director de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1754, cónsul de San Sebastián en 1774 y administrador local de Hernani.

Sede Real Compañía Guipuzcoana Caracas Guaira Venezuela
CASA DE LA COMPAÑÍA GUIPUZCOANA DE CARACAS

02/01/2022

Muralla de los Reyes Católicos en San Sebastián


MURALLA DE LOS REYES CATÓLICOS EN EL FRENTE DEL MAR

La antigua muralla que está ubicada en la zona portuaria de la Parte Vieja de San Sebastián es parte del sistema defensivo que se hizo construir durante el reinado de los Reyes Católicos. Su objetivo era la defensa e, incluso, el ataque mediante artillería del Frente del Mar de la ciudad fortificada.

Esta moderna muralla sustituía a la anterior medieval que hicieron levantar a lo largo de la calle del Campanario, en 1194. Aquella formaba parte del cerco que rodeaba la ciudad, construida por orden del rey Sancho VII el Fuerte, cuando San Sebastián pertenecía al Reino de Navarra.

En 1200, tan solo veinte años después de la concesión del Fuero, San Sebastián pasó a formar parte de la Corona de Castilla. Este cambio de monarquía consiguió un mayor fortalecimiento del sistema defensivo de la villa ya que Alfonso VIII comenzó las obras de circunvalación del castillo.

Los sucesores continuaron asegurando las fortificaciones y conservando sus murallas. Formaban un cuadrado, apoyado en el monte Urgull, de sencilla construcción de mampostería y se abrían por siete puertas para comunicarse con el exterior. En lo alto del Urgull se alzaba el castillo de la Mota, nombre con el que se conocía a muchos de los castillos de los reinos cristianos, y una torre semicircular protegida por la muralla de El Macho.

MURALLA DE LOS REYES CATÓLICOS EN EL FRENTE DEL MAR

Pero fue durante el gobierno de los Reyes Católicos cuando el sistema defensivo de la plaza fuerte de San Sebastián fue tomado en muy consideración.

Durante la Guerra de Sucesión de Castilla que aconteció entre Isabel I la Católica y Juana de Trastamara durante los años 1474 y 1479, las provincias vascas tomaron parte del bando de los Reyes Católicos, es decir, de las Coronas de Castilla y de Aragón. De la otro parte, Juana fue apoyada por su marido, Alfonso V de Portugal, y además Francia, enemiga de Aragón por las posesiones en Italia.

Esto supuso que, en 1476, un ejército de tropas francesas formado por 40.000 hombres, al mando del señor de Labrit, asediasen la ciudad durante varios días. Su intención era apoderarse de la provincia de Guipúzcoa. Una dura resistencia de los donostiarras unida a la escasa artillería invasora consiguió que no rendir la plaza.

A pesar de que las lombardas francesas no fuesen una artillería muy efectiva para la rotura de muros, se hizo evidente la necesidad de reforzar las viejas murallas medievales.

Esta amenaza continua y su estratégica posición fronteriza hicieron que los Reyes Católicos ordenasen, en 1496, el refuerzo de los muros de la fortaleza, añadiendo casas torre fortificadas a este cerco.

MURALLA DE LOS REYES CATÓLICOS EN EL FRENTE DEL MAR

San Sebastián sufrió otro ataque del Ejército francés en 1512, efectuada por el duque de Borbón, futuro rey de Francia, que encabezada a 15.400 hombres. El nuevo sistema defensivo consiguió que la ciudad resistiese y las tropas francesas se retiraran.

Esta constante amenaza en un territorio fronterizo hizo que se pusieran en práctica todas las reformas proyectadas por los ingenieros de los Reyes Católicos de manera urgente. Las obras comenzaron por el lienzo meridional en 1515, bajo la dirección del capitán Pedro Navarro que trazó la "Nueva Ciudad de San Sebastián" y al que se deben, posiblemente, los cubos de Hornos y de Amezqueta.

Esta moderna muralla era más amplia en cuanto a su extensión, envolvía a la anterior por dos de sus lados, y permitió un posterior ensanchamiento de la ciudad. También se restauró el Castillo de la Mota, en el monte Urgull.

En la actualidad, la Muralla de los Reyes Católicos en el Frente del Mar conserva algunas de sus estructuras. El muro frente al puerto conserva sus troneras y otros elementos defensivos. Una balconada recorre su parte superior, sirviendo como atalaya para contemplar la bahía y el puerto.

La Muralla de los Reyes Católicos fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1925. Una placa instalada en el muro explica su importancia histórica.

PLACA CONMEMORATIVA A LA MURALLA DE LOS REYES CATÓLICOS