16/10/2017

Corografía de la etnia vasca por Manuel de Larramendi


Manuel de Garagorri Larramendi nació en Andoain, en 1690, y murió en Azpeitia, en 1766. Miembro de la Compañía de Jesús, hizo carrera universitaria en Salamanca y Valladolid, para trabajar más tarde como profesor de filosofía, lengua, retórica y teología. Consiguió un reconocido prestigio en su tiempo, fue precursor de los estudios lingüístico-dialectológicos vascos. Está considerado como el mayor exponente de la tradición apologista vasca de su época.

COROGRAFÍA DE LA ETNIA VASCA POR MANUEL LARRAMENDI

Su obra El Imposible vencido. Arte de la lengua bascongada, publicada en 1729, constituye la primera gramática del eusquera escrita en tres dialectos: guipuzcoano, vizcaíno y navarro o labortano.

En Sobre los Fueros de Guipúzcoa y Corografía de la muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa, publicadas en 1756, denunció el hecho de que los predicadores no utilicen el eusquera en sus actividades, poniendo así en peligro la supervivencia de esa lengua. En esta obra Larramendi tuvo seis dialectos en consideración: zuberoano, labortano, vizcaíno, navarro, alavés y guipuzcoano.

Su obra lingüística más conocida es el Diccionario trilingue del castellano, bascuence y latín. También escribió De la antigüedad y universalidad del bascuence en España, escrita en Salamanca en 1728.

Larramendi recibió toda la tradición fuerista anterior de escritores apologistas como Garibay, Isasti, Moret, Zaldibia, Echave, Iñurrigarro, Salazar y Castro, Henao, Fontecha y Salazar, que transcribió en el Compendio Guipuzcoano y la Nueva Recopilación de 1696. Por supuesto, como catedrático en la Universidad de Salamanca, también se vio influido por miembros de la Escuela escolástica de Salamanca como Juan de Mariana y Francisco Suárez, ambos de estudio obligatorio entre los jesuitas.

Fue un ferviente defensor de las tesis vascocantabristas, teoría que demostró escribiendo un monográfico con el título Discurso Histórico sobre la antigua famosa Cantabria. Question decidida si las provincias de Bizcaya, Guipuzcoa y Alaba estuvieron comprehendidas en la Antigua Cantabria, publicado en 1736. La teoría por la cual Guipúzcoa pertenecía a la antigua Cantabria fue recogida por casi todos los historiadores autóctonos y foráneos como Mariana, Morales, Garibay, etc.
"Los hombres de todas las naciones del mundo cultivado convienen en hacer ostentación y gala de descender y ser sucesores de antepasados heroicos y gloriosos."
Y matizaba más adelante sobre los antepasados cántabros:
"El lustre, el honor y la gloria de ser legítimos descendientes de aquella heroica gente es de tan gran magnitud que, sin escrúpulo, puede afirmarse no haber otro mayor en el mundo."
Tan grande era esta gloria que hasta fue capaz de levantar envidias entre vizcaínos y guipuzcoanos. En la dedicatoria a sus paisanos guipuzcoanos que encabeza el Arte de la lengua bascongada, Larramendi escribió sobre:
"... los cántabros antiguos, que fueron terror de la Señora del Orbe, Roma, escarmiento de sus Cónsules y Emperadores, y son los padres y abuelos de los Guipuzcoanos."
Continuó con la tesis del Tubalismo, situando el origen histórico de Guipúzcoa en la llegada de Túbal a la provincia desde Armenia, siendo el vascuence una de las 72 lenguas surgidas tras la confusión babilónica. Por tanto, aseguraba que el vascuence fue la primera lengua que entró en España, en el año 142 después del Diluvio Universal, o sea, en el 2163 a. C., de la mano de Túbal:
"No se puede afirmar, sino voluntariamente y de puro capricho, que hubiese distintos pobladores de España; porque nuestra España no tuvo otro poblador que Túbal."
Son los mismo argumentos relatados por Garibay, Zaldibia, Echave, Isasti, Iñurigarro, Aramburu y otros.

ARTE DE LA LENGUA BASCONGADA POR MANUEL DE LARRAMENDI

Y siendo la lengua vascongada la "lengua común y universal de todos los españoles", son los vascongados "los españoles legítimos, impermixtos, descendientes de los primeros pobladores de España y de sus sucesores", como prueba el hecho de que son los únicos que la han conservado. El mismo Larramendi insistía en que el verdadero nombre del vascuence debería ser el de la lengua cántabra:
"(El bascuence) no se llamó con nombre universal de lengua vascónica, ni se hallará autor ninguno que así la llamase, sino lengua de los Cántabros."

Explicó el motivo de la superioridad del vascuence sobre las demás lenguas:
"Otras lenguas formadas por el ingenio y gusto de los hombres, y por esso susceptibles de ages, yerros e inconsequencias, efectos de achacoso origen. El Bascuence fue Lengua formada por sólo el ingenio de Dios."

Éste era el motivo por el cual Larramendi sostenía que los ángeles hablaban vascuence:
"Señores, si los theólogos y otros supiérades el bascuence, concluiríades al instante que el bascuenze es la locución angélica, y que para hablar a los ángeles en su lengua es necesario hablarles en bascuenze."
Para Larramendi, el patriarca Túbal fue quien transmitió a sus hijos la fe en el Dios verdadero, que se mantendría incólume hasta la predicación del apóstol Santiago en Euskal Herría, en donde, por tanto, se habría rendido culto a la Cruz antes de que se predicase el Evangelio.

Tras la fundación tubaliana, los vascos se mantuvieron sin haber sido conquistados por nadie, ni romanos, ni godos, ni árabes. El hecho de la independencia originaria explicaba otros dos elementos relacionados: la base incontestable de la autoctonía del derecho propio y la existencia de un título original, la nobleza universal de los vascos.

Las leyes escritas de Guipúzcoa serían un reflejo de sus "albedríos y fazañas" desde Túbal hasta Enrique II de Castilla, "leyes habidas en la ley de la naturaleza antes de que Nino, rey de Babilonia, adulterase la edad áurea" al producirse la confusión babilónica. Este Derecho autóctono escrito estaría fundado en el Derecho natural, y sería muy anterior a la difusión del Derecho romano. El Fuero guipuzcoano, por tanto, sería el primer Derecho natural instaurado por Túbal. Larramendi basó en el origen autóctono del fuero buena parte de sus proposiciones, sobre todo cuando hizo distinción entre fueros esenciales y accidentales, diferencia importante en el ámbito institucional.

Manteniendo su independencia originaria y su Derecho autóctono desde tiempos inmemoriales, la unión de Guipúzcoa al Reino de Castilla se formalizó mediante un pacto voluntario. Esta tradicional doctrina fue suscrita enteramente por Larramendi, añadiendo que como consecuencia la provincia quedó en estado de "sui juris", es decir, "dueña de sus leyes, libertades y fueros como cuando no era país unido a Castilla, pues que se agregó, salvo todo ese derecho suyo".

PATRIARCA TÚBAL CAZANDO LEÓN EN BABILONIA

Para Larramendi, como otros ya habían asegurado, la nobleza universal de los guipuzcoanos estaba basada en la doctrina del Tubalismo y la independencia originaria. La hidalguía se generalizó para todos los guipuzcoanos en el siglo XVI y se conseguiría que con la sola probanza de guipuzcoanía se reconociese su hidalguía en el resto del reino. Seguía fielmente el pensamiento tradicional guipuzcoano, pero incremento el acervo doctrinal con innovaciones que incluyo en su Corografía:

1. La nobleza general de sangre de los guipuzcoanos fue heredada por su descendencia directa de Túbal e independencia sin mezclas ni interferencias, siendo la permanencia de la lengua las prueba más evidente de esta afirmación.

2. La simple "guipuzcoanía" es un título específico de nobleza del mayor rango y valor que cualquier otro título de nobleza, como la adquirida, la moral, la física o la intelectual.

3. La nobleza intrínseca a todos los guipuzcoanos les hace iguales entre ellos, bastando con probar la naturaleza, acreditando el carácter originario hasta el cuarto o quinto abuelo.

4. La diferencia entre ricos y pobres es una condición marcada por los golpes de fortuna, pero no existe la distinción entre nobles y plebeyos. La posesión o no de bienes determina el carácter censitario y oligárquico del régimen foral, aunque la exigencia de millares la justifica en la necesidad de dar "seguridad a la república para sanearse de los daños que puede causar un mal cargohabiente".

5. La hidalguía universal conlleva dos consecuencias:

a. Como son nobles todos los guipuzcoanos pueden desempeñar oficios mecánicos, sin que su práctica sea un obstáculo para cargos, hábitos y encomiendas. Aunque exista incompatibilidad entre nobleza adquirida y oficios mecánicos, no entre éstos y la nobleza de guipuzcoanía por ser título de rango superior.

b. El avencindamiento permanente en Guipúzcoa requiere la previa probanza de hidalguía con objeto de no alterar el principio de hidalguía universal de los habitantes. Este procedimiento era largo y lo iniciaban los caballeros diligencieros nombrados por la Provincia.

MANUEL LARRAMENDI

En su Corografía de la etnia guipuzcoana, Larramendi dibujó un paisaje pre-romántico, en conjunción de naturaleza celestial y terrestre, donde el trabajo tan natural como la cumbre de una montaña. Es el mismo cuadro de Garibay y Zaldivia, sólo que aumentado por ideas antropológicas del siglo XVIII.

Pero Larramendi elaboró su propio pensamiento político, que es digno de atención especial. Su método de análisis de la realidad consiste en la generalización de hechos individuales, ocultando lo particular y concreto de cada vasco y de cada villa y paisaje, para hacer una descripción genérica a todos ellos, con la intención de diferenciar vascongados de españoles. En su Corografía todo es genérico, no aparecen personas reales, ni descripciones de Juntas, bailes o procesiones, sino un vascongado tipo, un mismo "pueblo" monolítico, en un mismo escenario paisajístico.

La Corografía de Larramendi se convirtió en un registro documental de la aparición del "hecho diferencial" vasco ante el ímpetu centralista de la política de los Borbones, que intentó unificar jurídica, política y fiscalmente el conjunto de los territorios de España.

Se quejó de la confusión que los españoles tenían sobre los guipuzcoanos y alaveses (incluso navarros) llamándoles genéricamente vizcaínos: "que no nos confundan, sino que nos distingan con los nombres de cada provincia"; pero en cambio no distinguía a las diferentes sociedades del Nuevo Mundo llamándolas genéricamente indios americanos, ni distinguía las diferencias lingüísticas, forales y paisajísticas de las diferentes regiones y gentes de España englobándolas en un tipo genérico. Sostuvo que la nobleza de los guipuzcoanos se basaba en la ausencia de mezcla con cualquier otro pueblo. No era una idea novedosa, pero fue el primero en expresarla de manera clara y tajante.

COROGRAFÍA DE LA MUY NOBLE Y LEAL PROVINCIA DE GUIPÚZCO, POR MANUEL LARRAMENDI

La obra y pensamiento de Larramendi fue recuperado por el Partido Nacionalista Vasco en el último cuarto del siglo XX, como un supuesto precursor de las ideas nacionalistas. Toda una paradoja, ya que el jesuita guipuzcoano estaba totalmente en contra de la idea moderna y liberal del País Vasco.

En sus Conferencias sobre los fueros provinciales vascongados, Larramendi sugería que si la Monarquía española no respetase los tradicionales privilegios, sería muy legítimo que estos declarasen su independencia de España, como lo habían hecho en el pasado las provincias unidas de Zelanda (Holanda), y llegó incluso a forjar un nombre para esa hipotética entidad independiente: las Provincias Unidas del Pirineo. Así lo dejó escrito en su Corografía de la etnia vascongada:
"¿Qué razón hay para que esta nación privilegiada no sea nación aparte, nación por sí, nación exenta e independiente de las demás? ¿Por qué tres provincias de España (y no hablo ya del reino de Navarra) han de estar dependientes de Castilla (Guipúzcoa, Álava y Vizcaya) y otras tres dependientes de Francia (Labort, Zuberoa y Baja Navarra)? ¿Por qué el bascuence, lengua tan viva y de más vida que ninguna, no ha de ver a todos sus vascongados juntos y unidos en una nación libre y exenta de otra lengua y nación?"
Larramendia se había convertido en el pionero de una cierta conciencia de comunidad étnico-política panvasquista y no sólo de comunidad foral guipuzcoana. Dedujo un concepto de comunidad política basado en la existencia del hecho lingüístico que abarca a todos los vascos. Para Larramendi, si existe una correspondencia entre lengua y nación, el vascuence debía tener la suya, por ello diseñó un Reino pirenaico independiente, que agruparía a todos los territorios de "Cantabria".

Además, en el caso de Guipúzcoa iniciase una rebelión armada defensiva por haber sido dañados gravemente sus fueros, todos los territorios vascos de Francia y España debían unirse y ayudar a la provincia.

Era consciente de que la identidad comunitaria de los vascos es un fenómeno que se manifestaría más bien de cara al exterior, basada en formas reales de cooperación étnica, que se producirían en instituciones de fuera del País como universidades o colegios mayores y que también frecuentemente asimilaban a Vizcaya, por eso abogaba por la equivalencia entre Cantabria y Vasconia. Afirmaba entonces que muchos autores que han estudiado en universidades han visto:
"... que todos los vascongados, vizcaínos, alaveses y navarros y guipuzcoanos hacían un cuerpo para distinguirse de castellanos, andaluces y extremeños,... y que a todo este cuerpo llaman Vizcaya, por no repetir tantos otros nombres; lo mismo sucede en los colegios mayores, en que hay becas de vascongados, que se llaman becas de Vizcaya, y se remediaría diciendo becas de Cantabria."

La visión panvasquista de Larramendi, que comprendería Navarra e Iparralde, no impedía que conceda a los tres territorios occidentales (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava) una particular especificidad:
"Son todas tres hermanas, hijas de una misma madre, que se llamó y se llama su primitiva inmemorial, antiquísima libertad. Hermanas muy parecidas en las glorias que voy apuntando de Guipúzcoa. Hermanas, pero distintas en sus límites, fueros, gobierno y lengua."
De hecho, aclaró una mayor afinidad y entendimiento entre la Provincia de Guipúzcoa y el Señorío de Vizcaya.

Sin embargo, Larramendi se incomodaba cuando en otras lugares de la Monarquía, debida a su complicada estructuración territorial y a la falta genérica de un nombre para el País Vasco, se confundía a los vascos, especialmente los guipuzcoanos con los vizcaínos:
"Es inaguantable la bobería del común de los castellanos y demás españoles cuando en lo hablado y en lo escrito entienden a todos los vascongados con el nombre de vizcainos, dando a las tres provincias el nombre propio y peculiar del Señorío de Vizcaya; y de aragoneses y valencianos que llaman navarros a los vascongados."
"No estamos mal en Guipúzcoa con el nombre de Vizcaya y vizcaínos, ni en Vizcaya están mal con el nombre de Guipúzcoa y guipuzcoanos. Todo se nos hace respetable en los nombres y en su significado. Con lo que estamos mal, y lo debieran estar todos, por la verdad de la historia, es que se diga de Guipúzcoa lo que es propio de Vizcaya, y se diga de Vizcaya lo que es propio de Guipúzcoa."

ROMERÍA VASCA, POR JOSÉ ARRUE

Sobre historiografía tradicional que defiende la voluntaria incorporación de Guipúzcoa en el Reino de Castilla es conveniente realizar las siguientes puntualizaciones:

1. La Doctrina del Pactismo tenía dos vertientes:

a. El Pactismo histórico, basado en un acuerdo, contrato o concurso real de voluntades entre el rey y los estamentos de la comunidad para limitar el alcance del poder real, especialmente en el ámbito del Derecho. Este pactismo tuvo una gran tradición en los reinos de la Corona de Aragón, principalmente Aragón y Cataluña (estudios de Ferro, Iglesias y Lalinde) y también en Inglaterra y Alemania.

b. Las Teorías pactistas de las distintas Escuelas doctrinales, como la escuela francesa de Jean de Paris, Masselin Philippe de Pot, Claude Seyssel, y la Escuela jesuítica del siglo XVI.

2. Los planteamientos pactistas tuvieron gran desarrollo en Navarra y los territorios vascos en la Edad Media y Moderna en contraste con el fracaso del Pactismo castellano desde comienzos del siglo XVI, a pesar de la intensidad de las formulaciones pactistas de la Escuela jesuítica y de los teólogos castellanos del siglo de oro, que sólo sirvieron como consejos morales o de advertencia moralista frente al creciente peso del Absolutismo<

3. La inexistencia de una práctica pactista en Castilla en los siglos XVI y XVII, la desaparición de la Corona de Aragón a comienzos del siglo XVIII, de tradición pactista, y el creciente peso del absolutismo y centralismo borbónicos a lo largo del siglo XVIII contrastan con el empeño pertinaz de los territorios vascos por mantener prácticas pactistas en las relaciones con la Corona en el siglo del Despotismo ilustrado, convirtiéndose en una verdadera isla de pactismo en todo el continente. Resultan, por tanto, llamativas y sugerentes las formulaciones contractualistas de Larramendi, que presentan analogías con las de Rousseau, a pesar de partir de premisas diferentes.

OBRAS LITERARIAS SOBRE MANUEL DE LARRAMENI

Abandonando estas precisiones, el original concepto pactista de Larramendi, aunque basado en la escuela jurídica española del siglo XVI, hay que ponerlo en relación con dos elementos: el poder del rey y el derecho y competencias de la comunidad.

A lo largo de la Edad Moderna se impuso la supremacía como rasgo característico del poder del rey. Esta supremacía se concretó en la soberanía real, que conllevó la lex regia, es decir, el príncipe está al margen de la ley (princeps a legibus solutus).

Larramendi no está de acuerdo con esta concepción, pues el poder del rey tiene limitaciones, aferrándose con ello a la teoría tradicional de la escuela jurídica española. Los teólogos castellanos aceptaban el principio de que el poder del rey es supremo, pero el rey forma parte de la comunidad de la que mediatamente ha recibido el poder y queda, por tanto, vinculado a las leyes de la misma. Por otra parte la ley es la concreción de un orden superior que culmina en Dios, también está limitado el rey por la sujección a un orden transcendente. El rey se convierte en tirano, si conculca las leyes sancionadas por la comunidad y en consecuencia ésta puede rebelarse.

Asumió plenamente esta concepción, pero completándola con las siguientes aportaciones que dejó escritas en Sobre los Fueros de Guipúzcoa:

- La potestad y autoridad de los reyes viene sólo mediatamente de Dios e inmediatamente "de los pueblos y de la sociedad de los que se han constituido en vasallos suyos" (SFG, 228-229).

- La aplicación de esta formulación a Guipúzcoa es clara: "Toda potestad del rey respecto de Guipúzcoa le viene inmediatamente de la misma Guipúzcoa y mediatamente de Dios" (SFG, 250).

- Los reyes son tales por oficio y no por naturaleza y el oficio se desempeña en tanto se gobierno con justicia (cita para ello la autoridad del Concilio e Maguncia del año 888: el rey está llamado a regir rectamente, rex a recto regendo vocatur) (SFG, 195).

- En tanto el rey gobierne con justicia debe ser obedecido y cumplidas las leyes; pero si el monarca quebranta el Derecho, especialmente la ley procedente de la Comunidad, no deber ser obedecido. Con ello se proclama la supremacía del derecho sobre la soberanía del rey, porque el primero trasciende a todo poder humano y su fuente en última instancia se halla en Dios. Por tanto, rechaza la obediencia al rey injusto y el aforismo: "Van las leyes, do quieren los reyes", (Quo volunt reges, vadunt leges).

- El poder del rey está limitado en Guipúzcoa, porque los guipuzcoanos son vasallos agregados a otro reino, que en el momento de la voluntaria y pactada incorporación le confirieron al rey poder restringido, reservándose el goce de unos Fueros, que no pueden ser conculcados. (SFG, 229-230 y 266-267). Por tanto, desde largo tiempo la postestad del rey en Guipúzcoa no es absoluta, sino restringida.

- Guipúzcoa pertenece a Castilla por agregación voluntaria y pactada, pero con reserva de sus Fueros. Por tanto, los reyes no tienen facultad para modificarlos (SFG, 186) y sólo para guardarlos y defenderlos (SFG, 250). Es más, el rey sólo puede ser legítimo rey de Guipúzcoa, si guarda el Fuero (SFG, 286).

- Bondad del rey, que ama los Fueros (concepción típica del Antiguo Régimen), mientras los ministros transgreden la foralidad. Estos imponen restricciones a la libertad de comercio en el tema del tabaco y otras vituallas "hurtando, y robando autoridad a cada paso al rey" (SFG, 41 y 96).

COROGRAFÍA DE LA MUY NOBLE Y LEAL PROVINCIA DE GUIPÚZCOA

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