01/05/2021

Protecciones forales vascas por los Reyes Católicos


Durante los primeros años del reinado de los Reyes Católicos, las provincias vascongadas seguían sufriendo los saqueos y crueldades de los nobles banderizos. Conocidos también como parientes mayores, estos señores feudales obligaban por la fuerza a los habitantes de la villa de Azcoitia a formar parte de sus luchas sangrientas. Los banderizos nombraban a los alcaldes y oficiales de dicha villa, con lo cual estos daban todo tipo de sentencias y órdenes para despojar a sus habitantes de sus propiedades. Igualmente, los banderizos saqueaban las iglesias y confiscaban los diezmos a los clérigos para seguir costeando su interminable Guerra de Banderizos.

Ante esta situación, los vecinos de la villa guipuzcoana de Azcoitia suplicaban a los Reyes Católicos la aprobación de ordenanzas para la pacificación de la comarca y la protección respecto a los terribles jauntxos rurales. Así, en 1482, desde Sevilla, aprobaron las ordenanzas municipales de Azcoitia, a petición de sus vecinos.

Una de estas medidas fue la orden de expulsar a los linajes de parientes mayores más díscolos y poderosos y llevarlos a combatir contra los moros en la Guerra de Granada durante tres años. Al llevarlo a efecto, la experiencia militar de estos levantiscos nobles fue aprovechada para terminar el proceso de Reconquista en 1492. Posteriormente, muchos de estos linajes nobiliarios vascongados participaron en las guerras de Italia y Flandes, y en la colonización de América y Filipinas.

REYES CATÓLICOS

Por tanto, los Reyes Católicos no sólo eliminaron las crueles guerras de banderizos que asolaron las villas y los campos vascos durante dos siglos, sino que aprovecharon su energía y valor en empresas comunes tan características de la Hispanidad, como fueron la Reconquista, la lucha por la unidad católica de Europa frente al Protestantismo, y la colonización y evangelización del Nuevo Mundo.

Poco después, en 1487, y en este mismo sentido, Fernando el Católico mandó al licenciado Chinchilla que redactase unas ordenanzas para Bilbao, las cuales se hicieron extensas a los distritos colindantes.

Igualmente, en 1490, los Reyes Católicos aprobaron unas ordenanzas municipales para la villa guipuzcoana de Mondragón, por las cuales se ordenaba de manera expresa el cese de las luchas entre los bandos de Guraya y Báñez. Se exigía que los habitantes de Mondragón dejaran de pertenecer a cualquier bandería para formar un cuerpo vecinal unido y pacífico. De esta manera, desaparecieron los bandos en Mondragón.

También, en 1490, los Reyes Católicos sancionaron unas ordenanzas para la villa guipuzcoana de Vergara, con el objetivo de acabar con las banderías de las casas de Ozaeta y Gaviria y para que formasen un cuerpo unido. Además, exigieron que estas ordenanzas se extendieran a los territorios delimitados por las parroquias de Oxirondo y Usarraga.

Al año siguiente, en 1491, los Reyes Católicos favorecieron con una licencia de gran importancia a la villa guipuzcoana de Segura. Sus vecinos podían organizar un mercado todos los martes durante 25 años y eximía del pago del pago del impuesto de la alcabala por tráfico de mercancías a los comerciantes que acudiesen. La villa de Segura se benefició de estos privilegios por haber servido con fidelidad a los Reyes Católicos en las diferentes guerras de su política internacional.

Por último, en 1501, los Reyes Católicos otorgaron carta real a las Encartaciones de Vizcaya, extendiéndose esta misma ley al Reino de Galicia, Principado de Asturias y villas y tierras de Álava y Guipúzcoa, acabando definitivamente con las luchas entre banderizos.

FUERO VIEJO DE VIZCAYA

Mediante la Pragmática del 20 de marzo de 1576, el rey Fernando concedía ventajas a quienes construyan naos de más de 600 toneladas, medida que activó el desarrollo naval en los puertos y astilleros vascos, incitando a mercaderes, maestres y armadores. El motivo estuvo en el conflicto entre la unión monárquica de Castilla y Aragón y la alianza de Portugal y Francia por el trono castellano, que enfrentó a Isabel I y Juan la Beltraneja.

Terminada la Guerra de Sucesión castellana, continuaron las consideraciones con los vascos, no solo en el mantenimiento de los fueros, también en lo que se refiere a la Marina. En 1495, los Reyes Católicos ofrecieron 100 maravedis por tonelada de más de gratificación anual para los armadores que construyeran grandes navíos de más de 600 toneladas.

En 1479, permitieron que el Señorío de Vizcaya llegase a un acuerdo con el Reino de Inglaterra favoreciendo la relación comercial. Poco después, en 1481, Guipúzcoa hizo lo mismo, con autorización de los Reyes:
"Sepan quantos esta carta vieren cómo nos los procuradores e gobernadores de los escuderos fijosdalgo de la noble e leal Provincia de Guipúzcoa que estamos juntos en el lugar de Usarraga, otorgamos e conoscemos..."
Los puertos guipuzcoanos expedían licencia real por algunos de los consejeros reales vascos instalados en su Corte: Domenjón González de Andía, el bachiller Pedro de Vicuña, Juan Miguélez de Zúñiga y Ochoa de Vergara. Estos habían gestionado este "concierto y asiento de paz" con el rey inglés:
"... para que los tratantes de los dichos nuestros reinos e del dicho Reino de Inglaterra puedan andar y anden seguros, y que los daños que de la una parte a la otra se ficieren sean satisfechos y pagados."
Más tarde, la Junta de Guipúzcoa nombró al bachiller Olazábal, Juan de Azmines, Martín Pérez de Aróstegui y Juan de Iñiguez como procuradores provinciales para gestionar capítulos de paz, corregirlos y ampliarlos, para conseguir una "quieta, pacífica e amigable contratación" con Inglaterra. Testigos de la carta de otorgamiento fueron el bachiller Sánchez de Elduayen, alcalde real en Guipúzcoa, Pedro Pérez de Vicuña y Juan de Landerrain.

En 1502, la reina Isabel la Católica mandó al corregidor de Vizcaya promover la construcción de barcos de guerra de gran tamaño.

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