09/06/2017

Vascos en la Marina del Reino de Castilla


La fundación de la Marina del Reino de Castilla fue realizada en tierras gallegas por Diego Gelmírez, obispo de Santiago, en 1100. Se trataba de una fuerza naval cuya misión era la protección de las costas del Reino castellano-leonés, atacadas por moros y normandos. La intensidad de la Reconquista por tierra había descuidado la lucha por mar, por eso se decidió contar con la experta colaboración de un reputado maestre genovés, Ogerio, para iniciar la construcción de las primeras naves de guerra.

Los primeros reyes de la Baja Edad Media concedieron fueros y privilegios a las villas portuarias para organizar flotas: los navarros García III a Santoña y Sancho VI a San Sebastián; y los castellanos Alfonso VIII a Castro Urdiales, Santander, Guetaria, Laredo, Motrico, Deva y Fuenterrabía y Fernando III a Zarauz, Tuy, Cartagena, Sevilla, etc.

El comercio exterior del reino de Castilla, realizado sobre todo con los puertos de la Europa atlántica, se canalizó a través de sus puertos cantábricos, fundamentalmente los de su mitad oriental, de San Vicente de la Barquera a Irún. Estos puertos de Guipúzcoa, Vizcaya y La Montaña desempeñaron un papel esencial en la construcción de barcos para la Marina castellana y luego española, desde el siglo XIII al XVIII. Entre los astilleros montañeses se destacaron Santander, Guarnizo y Castro, y entre los vascos Orio, Portugalete, Pasajes y Zarauz.

CARRACAS VASCA DE 1475

La primera acción importante de la Marina Real de Castilla fue la toma de Sevilla, trascendental hito de la Reconquista, en la que, además de castellanos, también participaron marinos y naves de gallegos, asturianos, montañeses, vizcaínos y guipuzcoanos.

En 1247, el rey Fernando III el Santo encargó al almirante Ramón Bonifaz la organización de una flota en los puertos del golfo de Vizcaya:
"Mandó luego a tornar a priesa a que fuese a guisar naves e galeras a Vizcaya e la mayor flota que pudiese e mejor guisada, e que viniese con ella para Sevilla."
El almirante general reunió 13 naos y 5 galeras en Santander; a esta flota se sumaron otras embarcaciones procedentes de otros puertos del mar Cantábrico, entre ellas, varias naves guipuzcoanas.

La flota que remontó el río Guadalquivir en mayo de 1248, asedió y rindió la ciudad de Sevilla, ocupada por los moros. Pelegrín de Uranzu, natural de Irún, fue capitán de una de las naves de la flota de Bonifaz, primer marino vasco en pasar a la historia naval y premiado con mercedes reales.

Esta acción tuvo un cronista excepcional, el futuro Alfonso X cuando aún era infante. También fue inmortalizada en varios escudos de las villas cantábricas que participaron en ella, como Laredo, Avilés, y Santander.

Tras la recuperación de Sevilla en 1248, el rey Alfonso X dividió el almirantazgo en dos: uno para las aguas andaluzas y otro para las aguas cantábricas con sede en Burgos y atarazanas en Castro Urdiales y Santander. Durante este reinado, Alfonso X concedió exenciones y privilegios para las villas de Pasajes, Zarauz, Guetaria, San Vicente de la Barquera y Laredo, por el apoyo prestado por sus marinos en la Reconquista por mar.

MAQUETA DE NAVE DE BAYONA EN LA BAJA EDAD MEDIA

En general, el éxito de la flota que reconquistó Sevilla y el comportamiento de los vascos en ella, les abrieron nuevo camino. A finales del siglo XIII, barcos y marinos de los puertos cantábricos repitieron su participación en la Marina Real de Castilla en acciones navales contra los marroquíes, en 1284, y en la conquista de Tarifa y Gibraltar, en 1292. También diversas galeras vizcaínas, en unión con la Escuadra castellana, concurrieron al cerco de Algeciras, siendo almirante Micer Gil Bocanegra.

Además, en los años de paz fueron estableciendo relaciones comerciales con la ciudad conquistada, al tiempo que genoveses, catalanes y florentinos. Un horizonte nuevo se abría a sus empresas comerciales, favorecidas por la protección regia. El impulso dado a la Marina por Alfonso X, Sancho IV o Alfonso XI fue notable y fomentó la construcción de barcos y los servicios de estos.

Los navíos guipuzcoanos y vizcaínos asistieron en las expediciones marítimas que los monarcas castellanos dirigieron, en 1350 contra la Inglaterra, en 1372 contra la Rochela, en 1385 al cerco de Lisboa, y en 1339 en el primer bloqueo del Estrecho para evitar un nuevo desembarco musulmán desde Marruecos.

En 1351, la ciudad de San Sebastián recibió varias mercedes por la distinguida participación de sus marinos en el socorro de Algeciras.

GRAN CARRACA DEL SIGLO XVI

Según data Labayru, en 1403, se fundó un gremio de marinos y comerciantes vascos en Cádiz que regulaba la navegación por el Poniente.

En 1407, las naves vascas y montañesas vencieron a la Armada marroquí en la batalla del Estrecho. La gran flota norteña fue comandada por Rubín de Bracamonte, quien contó con la presencia de la marina vasca, entre los que se encontraba Diego Díaz de Aguirre, de linaje de Busturia. Así lo comentó el comandante:
"E vinieronle de Vizcaya seis naos con asaz buena gente."
En 1412, las naos guipuzcoanas, vizcaínas, gallegas y de las Cuatro Villas se sumaron a la expedición del rey de Portugal contra Ceuta y Canarias.

Mercantes castellanos, y entre ellos los vascos, aparecen en el mar Mediterráneo como rivales de los intereses comerciales de los aragoneses. Así, cuando Marsella fue saqueada por Alfonso V de Aragón, en 1423, los marselleses contaron con los servicios de marinos vascos en gran número. Los marinos del Cantábrico lucharon también contra navarros y aragoneses en 1430. Desde Sevilla se reunió una flota de 20 galeras y 30 naos precedentes de la costa de Vizcaya, de Santander y de la propia ciudad de Sevilla. Los enfrentamientos tuvieron lugar en Ibiza, Mallorca y Menorca.

Aunque limitada, la presencia de naos vascas en el comercio mediterráneo está atestiguada, sea en puertos de Levante (Valencia, Barcelona), sea en puertos italianos.

A partir de 1483, durante la Guerra de Granada, la flota cantábrica pasó al Mediterráneo para cortar la comunicación del Reino de Granada con sus aliados africanos.

En 1487, se sitió Málaga por tierra y mar. Las escuadras castellana y aragonesa estuvieron dirigidas por los almirantes Fadrique Enríquez y Galcerán de Requesens, secundados por los capitanes Antonio Bernal, Melchor Maldonado, Álvaro de Mendoza, Martín Ruiz de Mena y Garci López de Arriarán.

NAO VICTORIA DE INICIOS DEL SIGLO XVI

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