El
poderío de los otomanos fue creciente durante el siglo XVI, sus conquistas se
sucedieron una tras otra ocupando el sureste de Europa hasta que, en 1529, los
jenízaros fueron detenidos ante Viena por Carlos I de
España y V del Sacro Imperio Germánico. En el Mediterráneo la situación era
amenazante, las galeras turcas imponían su ley y las incursiones berberiscas
desde Túnez, Argelia y Marruecos no respetaban ninguna costa, continuando su
expansión por las islas del mar Egeo, Chipre y Malta.
Consciente
de esta amenaza, en 1571, el mundo católico se unió para combatirlo. España, Venecia, Génova,
los Estados Papales y la Orden de
Malta se aliaron para formar la Liga Santa.
La alianza tendría validez por un período de tres años, durante el cual se
reuniría una gran flota para derrotar a la flota naval del sultán Selim II.
La
flota aliada estaba al mando de Juan de Austria, hermano bastardo del rey
Felipe II. Tenía como almirantes en la Armada española a Álvaro de Bazán, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria,
que reunieron 90 galeras, 24 naves y 50 fragatas y bergantines.
La
flota veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y estaba formada por
6 galeazas, 106 galeras, 20 fragatas y 2 naves, mientras que la flota
pontificia de Marco Antonio Colonna reunía 12
galeras y 6 fragatas.
COMBATE DE LEPANTO |
La
Liga Santa logró reunir un total de 91.000 soldados, marineros y chusma. 34.000
soldados, 13.000 tripulaciones y 45 galeotes. Por parte española eran 20.231
los soldados: 8.160 eran españoles, 8.160 italianos y 4.987 alemanes. Además,
se unieron 1.876 caballeros y aventureros. Las piezas artilleras de toda la
escuadra eran 1.250.
Las
galeazas eran los navíos más potentes gracias a su gran aportación artillera.
Las galeras eran impulsadas por remeros profesionales o por condenados por
delitos a este duro trabajo. Muchas de las galeras italianas estaban en un
lamentable estado para la guerra y tuvieron que reforzarse con 4.000 infantes y
500 arcabuceros españoles en cada galeaza.
La
escuadra turca, al mando de Alí Bajá contaba con 210 galeras, 63
galeotas y 92.000 combatientes, de los cuales 34.000 eran soldados, 13.000
tripulaciones y 45.000 galeotes.
COMBATE DE LEPANTO |
La
fuerte y poderosa flota cristiana partió de Messina el 16 de septiembre de
1571. Y avista a la flota otomana en el golfo de Lepanto,
frente a la ciudad de Naupacto, en la Grecia Continental, el 7 de octubre,
siendo superior en número (aproximadamente 300 naves).
El
combate se decidió gracias a la superior fortaleza y al mejor armamento de las
26 naves españolas que ocupaban la batalla o centro y a la eficacia de los
arcabuceros; la nave real de Juan de Austria fue embestida y abordada por la
del generalísimo turco Alí, que había previsto una maniobra envolvente por el
ala derecha de la flota coligada, a fin de empujarla hacia el interior del
golfo y encerrarla en él.
Después
de dos horas de forcejeo indeciso, los soldados de la Liga, rechazados en tres
ocasiones, entraron en la capitana turca y mataron a su general. La victoria
del centro fue decisiva, pues el ala derecha, mandada por Doria, sostenía una
lucha desventajosa con Luchalí, que se había infiltrado hábilmente por el
centro en la primera fase del combate, y que trató, con una hábil maniobra, de
atacar al centro de la Liga, que se retiraba vencedor con las naves capturadas.
La
inmediata intervención de Juan de Cardona, y la posterior de la reserva mandada
por el marqués de Santa Cruz, obligaron a huir a los turcos hacia la costa de
Morea. Barbarigo el jefe veneciano, que mandaba el ala izquierda, resultó
muerto, pero la ayuda de la reserva y el arrojo de los venecianos permitieron
su triunfo sobre la derecha otomana y la muerte de Siroeco, que iba a su frente.
COMBATE DE LEPANTO |
En
la batalla, que duró cinco horas, murieron aproximadamente 35.000 hombres,
12.000 de los cuales eran de la Liga, y fueron capturados por ésta unas 130
naves turcas y 8.000 hombres, habiendo perdido los coligados 17 galeras. En
Lepanto se frenó la expansión turca en el Mediterráneo, por otra parte, los
intereses españoles se desplazaron hacia el norte de Europa.
No
podía faltar la presencia de marineros y soldados vascos en
la contienda. La victoria tuvo un fuerte impacto en tierras vascongadas, pues
después de varios siglos aun perduran las muestras de entusiasmo mediante los
celebres "errebombillos", Alarde de Elorrio, que se
celebraban año tras año el primer domingo de octubre, conmemorando festivamente
de una manera muy tradicional el histórico suceso, que avalan una activa
participación en el combate de gentes oriundas de Elorrio.
Se
han comprobado la existencia actual de calles con el nombre glorioso de Lepanto
en varias poblaciones vizcaínas: Baracaldo, Guecho, Portugalete, Santurce,
Lejona y otras.
Ahora
bien, la intervención de los marinos vascos en Lepanto fue muy reducida y
modesta en comparación a la de otros grupos nacionales, especialmente los de la
ribera mediterránea desde Cataluña hasta Andalucía. Eso fue debido a la
imposibilidad de atender a la vez los dos teatros estratégicos del momento: el
Atlántico y el Mediterráneo. Quedaron la mayor parte de los marinos
guipuzcoanos y vizcaínos al servicio de las naos oceánicas para el tráfico de
Indias o para reforzar la presencia naval española en los Países Bajos.
COMBATE DE LEPANTO |
Alguno
de los marinos y soldados que intervinieron de forma destacada en la
preparación de la escuadra y en el desarrollo del combate fueron:
Domingo Zavala y Armendia, natural de
Villafranca de Oria, fue contador mayor del rey y consejero de Hacienda de
Felipe II. Tomó parte en el combate como capitán de cuatro
galeras. Enfrentándose a cinco galeras turcas consiguió prender tres,
recibió varias heridas y salvó la vida al lugarteniente de Juan de Austria, Luis
de Requesens. En premio de su arrojo, Su Santidad le concedió dos jubileos para
su villa natal. Murió en su palacio de Zavala en 1614.
Juan Pérez de Elizalde, natural de Tolosa, fue el marino arquetipo de entrega
y abnegación a la Corona hispánica, allá donde fueren requeridos sus servicios.
Su prestigio como marino veterano está avalado por sus cuarenta y dos
años de servicio a su patria. Fue secretario de la gobernación de estado
en Milán. Participó en varias de las guerras sostenidas por España en el
siglo XVI: Flandes, Italia, Portugal, Malta, Goleta, Orán, Peñón de Vélez
y Guipúzcoa y, en 1571, en Lepanto. En premio de sus servicios, recibió
por armas las águilas imperiales, presentes en la fachada de su casa en el
paseo de Belate.
Miguel de Eleizalde, natural de Tolosa, capitán
de mar, compuso un libro de aritmética y geometría.
Juan Ibáñez de Aulestia y Mendirichaga, de Murelaga,
general de marina.
Antonio de Alzate, de Fuenterrabía, constructor de la
nao capitana real en la que navego Juan de Austria, y capitán de la nao
soberana del Papa.
Juan Núñez de Palencia, de Fuenterrabía,
capitán de soldados.
Francisco de Ibarra, de Eibar, contador mayor de galeras.
Ruiz de Galarza, de Anzoula, muerto en combate.
Marcos de Isaba, de Isaba (Navarra), mandó una compañía de
178 hombres que perteneciente al tercio de Miguel de Moncada.
Góngora
y Torreblanca escribieron de Marcos de Isaba:
"En esta batalla, uno de los más valientes capitanes, que más se señalaron, fue don Marcos de Isaba, tan celebrado en la Austriada del Regidor de Córdoba, pues teniendo el Ochaliren las galeras de Malta, y degollada gran parte de los comendadores, les embistió y peleó tan valerosamente con este famoso capitán, que en breve rato se la volvió a ganar y rescatar y en particular la capitana de ellas con el general Jofre Justiniano, que sólo con otro comendador habían dejado con vida, con muerte de muchos genízaros, que son los nervios del poderoso brazo del turco, e hizo en aquel tan sangriento día otros hechos heroicos y notables, y después de muy grandes servicios, fue a Castellano de Capúa en el reino de Nápoles."
DOMONGO DE ZAVALA EN EL COMBATE DE LEPANTO |
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