10/04/2021

Tomás de Ayalde e Ibarrola


Teniente general de la Armada española que estuvo presente en los combates del cabo Espartél en 1782 y de Trafalgar en 1805, y en la Guerra de la Independencia española en 1808-1814.

TOMÁS DE AYALDE E IBARROLA

Tomás de Ayalde e Ibarrola nació en Usurbil, Guipúzcoa, en 1761. Desde muy joven se interesó por los oficios marítimos.

En 1776, a la edad de quince años, ingresó en la Real Armada español como cadete de la Compañía de Guardiamarinas de Ferrol, siendo de la misma promoción que otros almirantes vascos como Anselmo de Gomendio, Ventura Barcaiztegui o Cosme Damián de Churruca.

En 1779, acabó los estudios académicos y embarcó en el navío Miño, tras ser oficial de la Armada con el rango de alférez de fragata.

Tuvo su bautismo de fuego a bordo del navío Septentrión junto a José de Gardoqui en el combate del cabo Espartel, en la que se enfrentaron una flota hispano-francesa comandada por el almirante Luis de Córdova y una británica dirigida por el almirante Richard Howe, el 20 de octubre de 1782. A finales de ese año, ascendió a alférez de navío. Aquella batalla naval se desarrolló durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos que enfrentaba a España y Francia contra Inglaterra.

Tras la firma del Tratado de París en 1783, Ayalde fue destinado a la fragata Asunción para tomar parte de la Comisión de Filipinas, colaborando con el almirante vasco Ignacio María de Álava en la realización de mediciones hidrográficas del archipiélago. Como tantos otros almirantes que se habían formado en las Academias Navales de Guardiamarinas, era un marino científico y guerrero náutico. Llevada la noticia de la paz a la gobernación filipina, regresó al Departamento Naval de Cádiz, siendo nombrado ayudante del arsenal en agosto de 1784, de donde pasó al servicio de batallones.

NAVÍO SEPTENTRIÓN DURANTE EL COMBATE DEL CABO ESPARTEL

En 1785, Ayalde fue enviado al control de las rutas del Caribe, a las órdenes del comandante José Quevedo, embarcado en el navío Astuto. Tras pasar por Cartagena de Indias, Veracruz y La Habana, regresó a Cádiz con caudales y mercancías. La realización de este cometido oceánico se compensó con el ascenso de teniente de fragata en 1787.

En 1788, embarcó en la fragata Rosario la escuadra de Tejada para participar en la campaña de Liorna y Nápoles, regresando a Cádiz en la Guadalupe. Después trasbordó al San Hermenegildo de transporte para el Departamento Naval de Ferrol, destinado de ayudante del subinspector. En este puesto y siendo ya teniente de navío estuvo hasta 1791, que abandonó para llevar tropas á Pasajes en la fragata Elena.

Desde Cádiz, efectuó el corso por el Cabo de San Vicente y la costa de África. Y regresó al Ferrol, donde fue nuevamente ayudante del subinspector del arsenal.

En 1793, en el navío San Hermenegildo, formaba parte de la escuadra del general Lángara en el Departamento Naval de Cartagena, en plena Guerra de la Convención francesa. En agosto de ese año, junto a una escuadra inglesa realizaron la toma de la ciudad y puerto de Tolón, al sur de Francia, manteniendo acciones de guerra en las que demostró un valeroso comportamiento.

En 1794, pasó al navío Reina Luisa residencia de Lángara, con cuya escuadra recogió al príncipe de Parma en Liorna. Volvió al navío San Hermenegildo que, con la escuadra de Gravina, pasó a Rosas contribuyendo a su defensa, y de allí a Barcelona para tomar el mando del bergantín Vigo. Condujo a Rosas tropa y marinería, efectuando luego cruceros y transportes entre Palamós y Rosas. En Barcelona, Ayalde fue ascendido a capitán de fragata entregó el mando del bergantín y embarcó de segundo del navío Reina Luisa, de la insignia de Lángara, en el puerto de Mahón.

En 1795, tomó el mando de la fragata Dorotea de la escuadra de José de Mazarredo para llevar caudales al cónsul de Argel.

COMBATE ENTRE LA FRAGATA MAHONESA Y FRAGATA INGLESA

El 13 de octubre de 1796, al mando de la fragata Mahonesa perteneciente a la escuadra de Mazarredo, mantuvo un combate con la fragata inglesa Terpsícore de 40 cañones. Tras tres horas de lucha, tuvo que rendirse con 22 muertos y 28 heridos, tras lo cual fue enviado prisionero a Gibraltar. Un canje de prisioneros que permitió la liberación de Ayalde, y su posterior proceso de juicio en el Departamento Naval de Cádiz. Se le condenó a medio año de suspensión de sueldo y empleo, sirviendo de aventurero en el navío del comandante general de la escuadra.

Entre 1798 y 1803, se desarrolló la Segunda Guerra de Coalición, que volvía a enfrentar a la flota hispano-francesa contra la de Inglaterra. Ayalde estuvo el mando del navío Concepción, de la flota de Mazarredo, y con él se unió en Cartagena á la francesa de Bruix. Esta flota combinada tenía como objetivo realizar una operación anfibia de invasión a Gran Bretaña desde Brest. En este puerto al norte de Francia se mantuvo durante bantante tiempo, junto a otros almirantes vascos como Churruca o Moyúa, entro otros, esperando a la orden de Napoleón Bonaparte de emprender el ataque sobre la costa sur de Inglaterra que nunca llegó.

En mayo de 1800, Ayalde estaba de regreso en Cádiz. En mayo de ese año, tuvo la misión de comprobar un crucero sobre Argel al mando en el navío Princesa de Asturias, y después tomar parte de la campaña de Nápoles con el marqués del Socorro, para el transporte de autoridades reales.

La firma del Tratado de Amiens de 1803 permitió un alto el fuego momentáneo entre las armadas española, francesa e inglesa. Un año antes, Ayalde consiguió ascender a capitán de navío, sin embargo, durante los dos próximos años estuvo destinado en la subdirección del personal del Departamento Naval de Cádiz.

ESCUDO DE ARMAS DE AYALDE Y COMBATE DE TRAFALGAR

En 1804, se le adjuntó el mando del San Leandro, como teniente de navío. La máxima autoridad de este buque fue un viejo amigo de la etapa del Caribe: el comandante José Quevedo. Había comenzado la Tercera Guerra de Coalición. A partir de abril de 1805, continuaba a bordo del San Leandro en Cádiz, junto a navíos como el Santa Ana o el Santísima Trinidad, bajo las órdenes del almirante alavés Ignacio María de Álava, a la espera de la vuelta de la Flota Combinada hispano-francesa.

El 21 de octubre, Ayalde tomó parte en el combate de Trafalgar como teniente del navío San Leandro, al mando del capitán José de Quevedo, una embarcación de 74 cañones de artillería y 606 marinos.

A las 12 de la tarde, inició la refriega entre los navíos San Justo y el Redoutable, muy cerca del Santísima Trinidad. Tras la orden de virar hacia el puerto de Cádiz del vicealmirante francés Villeneuve, quedó en una posición muy difícil para su defensa. Sin embargo, pudo cañonear al Temeraire de Elias Harvey por estribor cuando se acercaba en auxilio del Victory de Nelson. Pero el Temeraire logró escaparse del San Leandro con facilidad ante su desafortunada posición tras lanzarle una letal andanada. Después de una larga y dificultosa maniobra para enderezar el rumbo, sobre las 4 de la tarde, el San Leandro orientó la proa en defensa del Príncipe de Asturias, para cubrir su retaguardia. Tras la victoria de las armas inglesas, fue uno de los pocos navíos que consiguió entrar en Cádiz horas después, junto al del comandante Gravina. De los 606 marineros a bordo, tuvo 8 muertos y 22 heridos.

Tras el combate, se desencadenó una terrible tormenta, con intensa lluvia, olas de más de tres metros y pésima visibilidad, que hizo encallar al navío Neptuno. Ese mismo día, a altas horas de la noche, la reunión de mandos decidió organizar una flotilla de salvamento para rescate de marinos heridos y náufragos así como buques apresados y encallados, especialmente en el caso del navío Neptuno. Antonio de Escaño asignó a Ayalde formar parte de su escuadra formada por lanchas y falúas.

En aquellas condiciones logró represarse al navío Neptuno del comandante Cayetano Valdés el día 23, pero aquel buque fue arrastrado por la tempestad. Finalmente, encalló esa misma noche sobre las rocas de la costa, frente al castillo de Santa Catalina en el Puerto de Santa María, comenzando a destrozarse por el intenso oleaje. Los heridos aún estaban dentro y la desesperación comenzó a adueñarse del resto de los tripulantes. Desde el litoral, Ayalde consiguió acercarse en una falúa en plena tormenta, sorteando las enormes olas y manteniendo la disciplina entre los tripulantes de la embarcación. Ya junto a un costado del Neptuno, fue rescatando a los marinos abordo, ayudado en la difícil misión por el capitán de fragata Pedro Cabrera y el teniente de fragata Francisco Michelena en varias lanchas. Mientras tanto Ayalde, permaneció el resto de la noche sobre el barco, organizando el traslado de unos hombres heridos y desesperados, hasta que en la madrugada el Neptuno terminó abriéndose con terrible ruido desde sus cuadernas. La tarea fue tan difícil que, al regreso del salvamento, entre la lluvia y las olas, la propia falúa de Ayalde se resquebrajó, debiendo pasar sus colaboradores a los botes restantes.

TORMENTA DEL COMBATE DE TRAFALGAR

Se pudo rescatar a casi toda la marinería, hallándose entre los hombres de la tripulación del Neptuno el comandante Cayetano Valdés y su segundo Joaquín Somoza.

El parte de salvamento está expuesto en la Relación o resumen de las faenas de mar dirigidas por oficiales de Marina de la escuadra y departamento, en los días 20 a 27 de octubre, que conserva el Archivo y Biblioteca del Museo Naval de Madrid:
"El navío Neptuno, mal fondeado en Rota, desarboló y el temporal le hizo varar en las inmediaciones del Castillo de Santa Catalina del Puerto. Abriose desde luego la mayor parte de su costado de babor, quedando enteramente inutilizados los víveres. La horrible resaca del mar en las piedras y en las playas hacían imposible pudiesen llegar a su bordo los marineros valencianos del Puerto de Santa María, que con la mayor intrepidez y evidentes riesgos de sus vidas se arrojaron para tomar un cabo y llevarlo a tierra con el fin de alar una jangada y salvar las vidas de sus compañeros: pero siendo insuperable la dificultad, determinó el capitán de fragata D. Pedro Cabrera, que con el teniente de fragata D. Francisco Michelena se hallaba destinado por el general del Departamento en la costa para socorrer a los náufragos, se trajese por la tierra una lancha en una carreta, la cual se echo al agua y se embarcaron en ella los marinos más prácticos y atrevidos; pero, sin embargo de sus extraordinarios esfuerzos, sólo pudieron llegar a la voz del navío... 
La gran dificultad que se ofrecía era sacar al comandante y segundo que como otros de la tripulación se hallaban gravemente heridos, pues aun cuando se habían hecho por Cabrera los mayores esfuerzos por sacarlo en la jangada, su estado no lo permitió; al fin llegó por fortuna el capitán de navío D. Tomás Ayalde, ayudante general de la Escuadra, en la falúa del Departamento, que temerariamente arrostrando el riesgo de perecer entre las olas, atracó a bordo del Neptuno, donde viendo en confusión los marineros que habían quedado en el buque resueltos a arrojarse al mar, se mantuvo aquella noche a su bordo entreteniéndolos y alentándolos a la constancia. En estas apretadas circunstancias llegaron de Cádiz dos barcas de tres que despachó el capitán del puerto con un oficial de Marina cada una, y con toda dificultad se atracaron a bordo y se embarcaron a todo riesgo el comandante Don Cayetano Valdés y su segundo D. Joaquín Somoza, y varios oficiales y demás heridos, y fueron conducidos a Cádiz sin haberse ahogado de este navío más que un solo hombre que se echó a la mar; y se perdió la tercera barca de auxilio en que fue Ayalde."

Por su brillante comportamiento en el combate de Trafalgar y su posterior comportamiento en el rescate fue ascendió a brigadier de la Armada. Al año siguiente se le asignó el mando del navío del Príncipe de Asturias. Allí permaneció hasta el final de la guerra contra Gran Bretaña en 1808. En junio de 1807, fue nombrado mayor general de la Escuadra de Cádiz.

EPISODIO DE TRAFALGAR, POR FRANCISCO SANS CABOT

En 1808, dio comienzo 
de la Guerra de Independencia española que supuso una alianza con Gran Bretaña y el enfrentamiento directo con el ejército imperial de Napoleón Bonaparte, que había invadido España y Portugal. Durante este conflicto, Ayalde realizó importantes acciones de defensa costera, por ejemplo, en el combate y rendición de la escuadra francesa del almirante Rosilly, el 15 de junio de 1808. Su aportación al control de la costa andaluza resultó decisivo en la guerra.

En noviembre de aquel año, se puso al mando del navío San Leandro. Con este buque zarpó en abril de 1809, dando escolta a una expedición convoy de 19 barcos a La Guaira y Veracruz, en el Virreinato de la Nueva España. Otra expedición posterior al mando del general llevaba en conserva al navío San Ramón, pero tuvieron que quedarse en Puerto Rico por el mal estado de los navíos, enviando la plata y el cargamento en dos fragatas inglesas.

A inicios de 1811, se encargó de las fuerzas militares de la isla de León, en Cádiz, mientras la Junta Suprema Central está organizada desde las Cortes parlamentarias en aquella ciudad. Un año después, los diputados oficializaron la primera Constitución española, y Ayalde fue nombrado vocal de la Junta de Defensa en septiembre.

Una vez que Cádiz fue liberado de los invasores franceses, en mayo de 1813, Ayalde se encargó del Arsenal de la Carraca, con el cargo de subinspector hasta la conclusión de la Guerra de la Independencia, cuando consiguió el ascenso a jefe de escuadra, en octubre de 1814.

Ante el inicio de los procesos de emancipación de las provincias americanas, Ayalde fue nombrado comandante general del Apostadero de la Habana, durante el Trienio Liberal de 1820-23, mostrándose a favor de la causa constitucionalista. En febrero de 1822, fue nombrado vocal del Almirantazgo.

Cuando volvió a establecerse el Régimen absolutistas de Fernando VII, Ayalde sufrió algún tipo de persecución, quedando sin cargos en la Real Armada en los primeros años de la Década Ominosa. Incluso, obtuvo la Gran Cruz de San Hermenegildo por sus servicios a la Armada española, pero fue retirada por la pérdida de la fragata Mahonesa en 1797. Al menos, en 1829, recibió la Cruz de San Luis de Francia.

APOSTADERO DE LA CARRACA (CÁDIZ), SIGLO XIX

En julio de 1825, fue reincorporado al Departamento Naval de Cádiz con el rango de teniente general en las labores de dirección de forma interina, y de forma definitiva en 1835, tras la muerte de Cayetano Valdés. Desde esta ciudad, en 1833, pudo ver el nacimiento de una España liberal y constitucional, tras el fallecimiento de Fernando VII y la llegada al trono de Isabel II.

En enero de 1836, se reconocieron sus servicios a la Armada española mediante la Gran Cruz de Isabel la Católica. Meses después, en noviembre, el teniente general Tomás de Ayalde fallecía de enfermedad a la edad de 75 años y 60 de meritorios servicios al Ejército español. Murió en Cádiz, después de que sus ideales de la Ilustración terminaran dirigiéndose hacia los postulados del Liberalismo.

La Armada perdió a un excelente almirante que había asistido a todos los hechos navales de más relieve durante los reinados de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII. Sus compañeros aseguraban que siempre fue un caballero y un excelente marino que honró al Cuerpo General de la Armada.

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