Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, un grupo de intelectuales vascongados pretendió renovar los tradicionales alegatos que defendieron en los siglos pasados apologistas como Garibay, Poza, Zaldivia, Isasti y Larramendi. Fue una serie de eruditos en clara confrontación ideológica con los ilustrados del Siglo de las Luces, a los que se les conoce como contrailustrados.
Este grupo se reunía en Durango, en torno a su líder el sacerdote Pablo Pedro de Astarloa, y formaban parte del núcleo principal de pensamiento el párroco de Marquina, Juan Antonio de Moguel Urquiza, y dos miembros de la pequeña nobleza rural, el vizcaíno Juan Antonio de Iza Zamácola y el guipuzcoano Juan Bautista de Erro Aspíroz.
CALLE DE DURANGO, POR DARÍO DE ROGOYOS Y VALDÉS |
Pablo Pedro de Astarloa escribió una extensa apología del vascuence, inspirado en las teorías del calvinista francés Antoine Court de Gébelin. Para este, la lengua primitiva de la humanidad tuvo que poseer una perfección lógica absoluta, que habría permitido a sus hablantes desarrollar una civilización antediluviana muy superior a todas las que vinieron después, y sostenía que dicha lengua era el celta primitivo, que se perpetuó en la de los galos. A través de las raíces célticas del francés era teóricamente posible reconstruir una imagen de la civilización que pereció bajo las aguas del diluvio, y lo expresó así en su principal obra Le monde primitif, con la que pretendió desacreditar las obras ilustradas de Diderot, D'Alembert, Holbach, etc.
Astarloa tomó de Court de Gébelin el método de análisis de las perfecciones lingüísticas para aplicarlo al vascuence, demostrando que la lengua primitiva no había sido el celta, si no el eusquera. El planteamiento de Astarloa defería bastante de los de Poza y Larramendi, porque según el contrailustrado, el vascuence no sería ya solo una lengua matriz entre los demás idiomas babélicos, sino la lengua originaria de la humanidad desde tiempos de Adán y Eva, pero no por haber sido infundida por Dios al hombre, sino por tratarse de un producto instintivo y natural de éste. Además, la superioridad del eusquera sobre el hebreo no se debería a la posesión de una revelación divina acerca de la trinidad, inscrita en su vocabulario, sino a su mayor perfección gramatical.
La tesis de Astarloa consistía en la prueba de que la naturaleza del hombre le facultaba para hablar, eso demostraba que no fue Dios el que le dio la capacidad de hablar, sino que fue el hombre el que, ejerciendo la facultad vocal que Dios le dio, creó el habla de forma natural. En su extenso Discurso filosófico sobre la lengua primitiva, Astarloa quiso demostrar que dicha lengua primitiva no podía ser otra que el vascuence, como lo demostraban sus características fonéticas, semánticas y gramaticales. Según este autor, tan natural sería para el caballo relinchar y para el toro bramar como el ser humano hablar vascuence.
PABLO PEDRO DE ASTARLOA |
Lo que parecía ser una polémica sobre la lengua vasca encubría no solo una controversia en torno a la legitimidad de los fueros, sino un ataque a la cultura de la Ilustración. Este pensamiento conllevó discusiones con de intelectuales como el arabista José Antonio Conde y, más significativo, el marino y erudito liberal José Vargas Ponce, amigo de Jovellanos y los caballeritos de Azcoitia, que mantuvo una correspondencia amistosa con Juan Antonio de Moguel.
Para Vargas Ponce estaba muy claro cuál era el sentido y la finalidad de la exaltación del vascuence por el grupo de Durango. Juan Antonio de Moguel Urquiza no editó en vida ningún libro, salvo un manuscrito que su sobrino Juan José Moguel entregó al convento de franciscanos de Zarauz. Algunas copias circularon manuscritas antes de que en 1881 un periódico integrista vizcaíno lo publicase por entregas. Su largo título era El doctor Peru Abarca, catedrático de lengua vascongada en la Universidad de Basarte. Diálogo entre un rústico solitario vascongado y un barbero callejero llamado Maisu Juan.
En el prólogo de este Peru Abarca, escrito en castellano, Moguel ya declaraba que "estos diálogos no se dirigen a la instrucción de la juventud vascongada, sino a la de los que son tenidos por muy letrados". Se trataba de un diálogo pedagógico, siguiendo el modelo de Juan Luis Vives, que pretendía demostrar a los miembros de la Sociedad Bascongada Amigos del País que los aldeanos sabían muchas cosas que ellos ignoran y, sobre todo, que hablan un vascuence más rico y elegante. Para ello, enfrenta dialécticamente a dos personajes: el campesino Peru Abarca y el barbero Maisu Juan; un campesino rural frente a un ciudadano de villa. En el diálogo, el hombre de municipio manifestaba ignorar las actividades de los labradores e incluso de las industrias rurales, como las ferrerías, hablando un vascuence muy pobre y degradado. Al obre de campo y montaña le correspondía instruirle, tanto en la lengua vascongada como en economía empírica.
Mediante estos personajes, Moguel puso en contraste el mundo de los verdaderos sabios, los campesinos vascongados, y el de los falsos sabios, los ilustrados de salón, los notables que utilizaban el vascuence como lengua auxiliar, para entenderse con sus criados y labradores, pero que no lo aprecian y fomentan.
Moguel definía una antropología contrailustrada, en la línea llevada por Astarloa: Peru Abarca es un verdadero sabio porque es "catedrático de Lengua Bascongada en la universidad de Basarte", es decir, en la universidad de la naturaleza. Su conocimiento de esta era mucho más profundo y amplio que el de Maisu Juan ( e ilustrados en general) porque poseía una lengua perfecta, la lengua primitiva de la humanidad, que transmite a sus hablantes la ciencia de los orígenes, muy superior a la filosofía y ciencia experimental del Siglos de las Luces.
PERU ABARCA, POR JUAN ANTONIO MOGUEL
Otra obra importante escrita en contra del pensamiento de la Ilustración fue la de Juan Bautista de Erro. Natural de Andoain, fue militar e ingeniero de minas formado en el Seminario de Vergara y autor de El mundo primitivo o examen filosófico de la antigüedad y cultura de la nación vascongada, que apareció en 1815. Este Mundo Primitivo estaba basado en Le Monde Primitif de Court de Gébelin, partiendo del eusquera para la reconstrucción de la supuesta civilización primitiva de la humanidad. Su prólogo contenía un ataque frontal contra la idea de soberanía nacional. Erro sostenía que todos los monarcas legítimos eran herederos de un primer padre universal al que Dios invistió con una autoridad absoluta sobre su prole, autoridad que comprendía la potestad para dar muerte, a su entero arbitrio, a cualquiera de sus hijos.
Erro era discípulo de Astarloa, y también escribió que el vascuence era la madre de todas las demás lenguas al haber sido hablada por la Humanidad desde Adán y Eva.
Durante la primera Guerra Carlista, fue nombrado ministro universal del pretendiente Carlos, y en este cargo lo conoció el escritor y viajero británico Richard Ford, y otro de menos renombre pero gran importancia para la historia de Vasconia, el escritor sulentino Joseph Augustin Chaho, sobre el que ejerció una profunda influencia.
EL MUNDO PRIMITIVO, POR JUAN BAUTISTA DE ERRO |
Realmente, los contrailustrados de Durango nunca tuvieron un peso específico y relevante en la configuración de una ideología contrarrevolucionaria que, sin duda, existió y movilizó a una buena parte de la sociedad vascongada de la época, primero contra los franceses de la invasión napoleónica, luego contra los constitucionalistas del 1812 y más tarde contra los liberales isabelinos.
Las especulaciones sobre la perfección formal de las lenguas no debieron interesar ni los pocos campesinos alfabetizados en castellano ni a los ilustrados vascos. Quienes sí prestaron atención fueron algunos ilustrados alóctonos, como Conde o Vargas Ponce, escandalizados porque a finales del Siglos de las Luces y la Razón hubiese autores que siguieran defendiendo las fantasías de los apologistas mitológicos del siglo XVI.
Pero el pensamiento de Astarloa y de Moguel tuvo una importante influencia en la radicalización del Fuerismo y en la aparición del nacionalismo vasco, a través de la recuperación de las obras de ambos escritores en la década de 1880. Así pues, los Discursos filosóficos de Astarloa marcaron profundamente al joven Sabino Arana, y el Peru Abarca no dejó indiferente a Miguel de Unamuno. Además habría que incluir el Amaya de Francisco Navarro Villoslada. Esta trilogía de obras sobre mitología vascófila formaron las bases ideológicas de los fueristas y carlistas vascongados del siglo XIX.
EL HOMBRE PRIMITIVO VASCÓN |
La ideología del grupo contrailustrado de Durango constaba de una antropología y de una teoría de la lengua vasca. La teoría de la antropología de la etnia vascona seguía las pautas marcadas por el tradicionalismo europeo. Frente a la figura del ciudadano moderno surgida de la Revolución francesa, los tradicionalistas defendían el paradigma del hombre primitivo, que no se debe confundir con el buen salvaje de Rousseau. De hecho el buen salvaje y el hombre primitivo son antagónicos.
La teoría del buen salvaje de Rousseau defiende que el hombre fue inocente e inofensivo en su creación. Lo que pasó es que los reyes o jefes de determinados pueblos cometieron horribles crímenes y pecados cuyas culpas se transmitieron a sus súbditos y descendientes, reforzando así los efectos de la caída de Adán y profundizando la tendencia al mal que esta indujo en la naturaleza humana. El salvaje no representaba una modelo de bondad y tolerancia, estando totalmente pervertido. Sólo el esfuerzo de algunos individuos excepcionales ha conseguido que algunos pueblos se hayan civilizado.
Por el contrario, la hipótesis del hombre primitivo mantenida por los tradicionalistas situaba a la especie humana en el paraíso terrenal. Por revelación divina, el primitivo había accedido a gran parte de su sabiduría, desde la cual supo construir una civilización antediluviana mucho más acorde con la ley natural que la más avanzada de las civilizaciones modernas y mucho más desarrollada en conocimientos científicos. Pero esa primitiva civilización desapareció bajo las aguas del diluvio universal y solo los restos arqueológicos permiten adquirir algo de su grandeza.
CIUDAD BÍBLICA ANTEDILUVIANA |
Erro y Astarloa reconocían los monumentos de las civilizaciones precolombinas de América como testimonios de la perfección primitiva, pero la única vía para conocer su sabiduría estaba en la lengua que estas hablaron antes de la colonización hispánica, y no en los restos materiales de sus edificios.
La defensa de esta última tesis, por parte de los contrailustrados vascongados, suponía que también el estudio del vascuence representaba una surte de enciclopedia de la humanidad primitiva, de cuyo análisis podría extraerse una imagen completa de la civilización antediluviana. Por tanto, los campesinos euskaldunes poseían los conocimientos fundamentales de la naturaleza, sabiduría que creían estar descubriendo de forma tardía y errónea los ilustrados mediante su método científico experimental.
Frente al buen salvaje de Rousseau y al ciudadano soberano de los revolucionarios franceses, el campesino descrito en Peru Abarca por Moguel, aparecía como una supervivencia de modelo perfecto e insuperable de humanidad: el hombre primitivo, el primigenio. Sin embargo, los verdaderos campesinos vascos del siglo XVIII tenían otras necesidades y creencias que nada tenían que ver con aquellas atribuidas por estos neo-apologistas de Durango.
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