05/04/2018

Reinado de Sancho I Garcés: dinastía Jimeno en Pamplona


En el año 905, abdicó el último rey de la dinastía Íñigo, Fortún Garcés, por presiones de los nobles. En su lugar se coronaba a un joven y decidido caudillo, Sancho I Garcés, de la dinastía Jimeno, quien tras eliminar los derechos patrimoniales de los hijos del rey, los hizo recaer sobre su nieta Toda. Al estar Sancho I casado con Toda, ocupó Pamplona destronó a Fortún Garcés y se proclamó rey de Pamplona en el 905. La causa fue el descontento de los nobles pamploneses ante el modo en que Fortún estaba llevando los destinos del reino y decidieron prescindir de él, de acuerdo con algunos miembros de su propia familia.

Sancho Garcés era hijo de García Jiménez y de su segunda esposa, Dadildis de Pallars. A la muerte de García I Íñiguez en el año 870, fue gobernante de la Valdonsella y pronto comenzó a intervenir en todos los territorios circundantes.

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SANCHO I GARCÉS

La dinastía Jimeno sustituyó a la Íñigo, que comenzó con Sancho I Garcés, quien fortaleció la vinculación con el Condado de Aragón, con la Monarquía de León y con los Condados de Castilla y Álava, mediante constantes enlaces matrimoniales. Durante todo el siglo X, fueron numerosas las ocasiones en las que navarros, leoneses y castellanos combatieron juntos contra los musulmanes.

Sancho I pasó de una posición defensiva a una política expansiva, y trató de vincular a los Banu Qasi a su órbita de influencia. Lope ibn Muhammad ya tuvo que rechazar una expedición conjunta de asturianos y pamploneses en el 900 en Tarazona. En el 904, debió afrontar la defensa del castillo de Grañón (La Rioja) contra los intereses de Alfonso III de Asturias, y tuvo además un conflicto menor con Raimundo I de Pallars-Ribagorza.

En el año 907, una alianza de navarros y aragoneses logró derrotar al valí Banu Qasi y darle muerte. A su sucesor, su hermano Abd Allah, no le fue mejor, ya que en el 913 perdió Calahorra (La Rioja) por el leonés García I, y a punto estuvo de tomar Arnedo. Abd Allah había trasladado parte de sus efectivos militares para contener al leonés, desprotegiendo la frontera norte. Esta situación fue aprovechada por Sancho I quien no dudó en tomar el castillo de San Esteban de Monjardín. Un año después los navarros consiguieron la conquista de Calahorra, pero se perdió al poco tiempo.

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EXPANSIÓN PAMPLONESA POR LA RIOJA DURANTE EL REINADO SANCHO I

En el año 915, Sancho I capturó a Abd Allah, lo que supuso la cesión de varias fortalezas como Falces y Caparroso, la entrada hacia La Rioja y la entrega de rehenes de importancia, como su sobrino Fortún ibn Musarrif y su hija Urraca.

Sancho I también salió victorioso en la defensa de la frontera occidental ante los ataques del valí de Huesca, Muhammad al-Tawil. La línea defensiva formada por las fortalezas de Uncastillo, Luesia, Sibrana y Biel fue un límite insuperado por la expedición del año 911. Ante esta superioridad, Al-Tawil se alió con el rey pamplonés frente a los tuyibíes zaragozanos.

Ante los buenos resultados, la alianza entre navarros y leoneses se renovó de una manera más coordinada y efectiva, en el 918. Los reyes cristianos hispánicos atacaron conjuntamente, tomando importantes plazas que se repartieron: Calahorra, Arnedo y Viguera para Sancho I, y Nájera para Ordoño II.

La conjunción de fuerzas militares hispanas y la desintegración del poder Banu Qasi ocasionaron la reacción del emir Abd al-Raham III. En el 919, las fuerzas cordobesas se precipitaron sobre León en dos ocasiones, mientras tanto, una gran coalición entre Sancho I, el conde Pallars y los Banu Tawil arrebataron Monzón (Huesca) a los Banu Qasi.

SEGUNDA BATALLA DE VALDEJUNQUERA

Los cordobeses continuaron su campaña al año siguiente. Tras recuperar varias plazas, se dirigieron a Pamplona, derrotando en el camino a las aliadas fuerzas de León y Navarra en la batalla de Valdejunquera del 920. Los supervivientes se refugiaron en las fortalezas de Muez y Viguera, pero tras un fuerte asedio ambas fueron tomadas y sus guarniciones ejecutadas. Aunque se detuvo el avance a Pamplona, los campos de Navarra y de Álava sufrieron un expeditivo pillaje.

El contrataque cristiano comenzó en el 923. Mientras Sancho I sitiaba Viguera, Ordoño II lo hacía con Nájera, Muhammad fue apresado y ejecutado junto a un numeroso grupo de notables por orden del rey pamplonés. Este último se quedó con todas las conquistas. El esfuerzo común de ambos reyes revertió en provecho de uno sólo debido a un enlace matrimonial entre Ordoño II y Sancha, hija de Sancho I, y a un acuerdo diplomático en virtud del cual el pamplonés acataba la superior autoridad del leonés y quedaba al frente de estos territorios como subordinado suyo.

En la primavera del 924, Abd al-Rahman III puso en marcha un contundente ejército de castigo. Al llegar al valle del Ebro, se unieron los tuyibíes y juntos entraron, en julio, en Navarra, procediendo a la destrucción sistemática de todo cuando encontraron, incluida Pamplona, que fue abandonada por sus habitantes, refugiados en las montañas. Regresaron por el sur, arrebatando Tudela a los Bau Qasi, cuya dinastía fue enviada a Córdoba para su integración en el ejército. Su poder en la zona había terminado.

CASTILLO DE SAN ESTEBAN DE MONJARDÍN

Paralelamente la expansión en La Rioja, Sancho I aparecía como soberano de Aragón desde el 921, y desde la muerte del conde Galindo II Aznárez, al año siguiente, y ante la ausencia de descendencia masculina, el rey pamplonés acaparó todo el poder en el territorio.

Todas estas incorporaciones territoriales convirtieron a Sancho I en el rey de Pamplona, Aragón y Nájera, tres territorios diferenciados.

Sancho I necesitaba repoblar de cristianos la ciudad de Nájera. Para dotarla de una buena base demográfica dotó a este estratégico enclave de una serie de ventajas económicas que compensaran la peligrosidad de este territorio fronterizo. Los nuevos pobladores se fusionarían con los numerosos ciudadanos mozárabes que vivían allí desde la conquista musulmana. En esta ciudad estableció su Corte, reorganizando en torno a ella el Reino de Pamplona.

Durante su reinado se comenzó a acuñar moneda, siendo el primer reino cristiano que usaba tal regalía. Así mismo, surgió el sistema de tenencias, que se perpetuaría en Navarra y Aragón hasta principios del siglo XIII.

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PENÍNSULA IBÉRICA PRINCIPIOS DEL SIGLO X

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