Conquistador, gobernador, comerciante y capitán general de Nueva Vizcaya del virreinato Nueva España a finales del siglo XVI y principios del XVII. Fue uno de los mineros más ricos de Nueva Vizcaya y de Nueva Galicia.
Poseedor y explotador de minas en Bonanza, en Mazapil, en Ramos y en el Río Grande de las Nieves, donde tenía ingenios para fundir y refinar el metal. Agricultor, vinicultor (construyó la primera bodega comercial de vino de América en Parras), propietario de uno de los latifundios más grandes de la tierra (sólo en Coahuila 30.000 km2 con 66 poblados), fue también uno de los ganaderos más importantes de Nueva España (México). Para aprovechar la lana de sus incontables ovejas, tenía en Patos fábricas de paños, bayetas y de sombreros de lana que proporcionaban propios rebaños de ovejas. Y también tuvo industria de transporte, pues en varios documentos se mencionan sus jefes arrieros.
FRANCISCO DE URDIÑOLA |
Francisco de Urdiñola y Larrumbide nació en Oyarzun, Guipúzcoa, en 1552, en la casa torre de los Urdiñola frente a la iglesia, hoy llamada Landetxe. Sus padres fueron Juanes de Urdiñola e Isabel de Larrumbide Echenagucia y Ugarte, familia pobre pero hidalga. Su arribo a la Nueva España y, especialmente, a los territorios de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya se efectuó en 1572.
Llegó a México hacia 1572, probablemente a Zacatecas, donde había muchos vascos, puesto que Francisco de Ibarra se rodeaba de ellos. Coincidió su llegada más o menos con la muerte de Ibarra y tuvo incluso más mérito que él, puesto que fue el definitivo conquistador del Nuevo Reino de Vizcaya, o mejor dicho el pacificador, puesto que este último prefería una mala paz a una buena guerra.
En 1579, fue herido por los indios en Nueva Vizcaya en un asalto a las minas de Indé. En 1580, luchó y pacificó la comarca del Saltillo con el capitán Diego de Aguirre. En 1581, socorrió con el capitán Alonso López de Loys a los mineros de Mazapil y por su ánimo y diligencia fue nombrado caudillo: soldado más valeroso y distinguido. Ese mismo año, prendió a los jefes indios Martín y Francisco el tuerto a su costa y misión, y el general Rodrigo del Río Losa le nombró capitán de Mazapil.
En 1582, atrapó al jefe chanala Machoquía, al jefe guachichili y a otros tres jefes que asaltaban a los mineros. Vigiló los caminos asegurando el comercio en beneficio de las minas. El mismo año, luchando contra los guachichiles prendió entre otros a la madre, mujer e hijos del capitán Melchor, indio muy ladino criado entre cristianos. Para conseguir la paz, trató bien a los presos y dio libertad a muchos, entre ellos a la madre de Melchor. Este le citó en la sierra y le dijo que fuera solamente con dos soldados. Allí el jefe rodeado de muchos indios le hizo subir sin arcabuz y al ver que lo hacía lo abrazó y Urdiñola consiguió su asentamiento en las minas de Mazapil.
URDIÑOLA EN EL VIRREINATO DE LA MUEVA ESPAÑA |
En 1584, se volvió a alzar Melchor con el indio Pedro Rayado y los redujo volviendo a traer la paz; les proporcionó a su costa alimentos y vestuario y los asentó.
En 1586, segundo alzamiento de los indios en Saltillo dando muerte a Sagastiberri y robando muchos caballos. Venció a sus jefes Cilavan y Zapalinamé, los trajo a la paz y los asentó.
En marzo de 1587, firmó una paz ajustada con los indios de Mazapil, dándole libertad al indio esclavo Maztel o Cristóbal y buen trato en general.
En 1588, tercer alzamiento en Saltillo. Con maña los trajo a la paz y los asentó en pueblos y rancherías.
En 1589, cuarto levantamiento en Saltillo. Viendo que la paz no era duradera y que al no haber minas que defender en Saltillo resultaba muy caro enviar una gran partida de soldados, el virrey Velasco decidió poblarlo de tlaxcalas. Los tlaxcalas eran indios que ayudaron a los españoles en la conquista de Tenochtitlan, Ciudad de México. Por lo visto en las negociaciones con el jefe tlaxcala influyó mucho el padre navarro Gerónimo Mendieta.
PACIFICACIÓN DE INDIOS POR URDIÑOLA |
El 14 de marzo de 1591, el virrey Luis Velasco refrendado por su secretario Martín López de Gauna ordenó al general Rodrigo del Río de Loza el asentamiento de los indios tlaxcalas en cinco poblados, teniendo que estar uno de ellos contiguo a Saltillo, dándoles mercedes y privilegios de conquistadores a los indios. Pero, el 11 de agosto, Rodrigo legó el asentamiento en Urdiñola por su rectitud, diligencia y habilidad demostradas, con el que partieron los 400 tlaxcalas con sus familias. Hay un listado de los indios comandados por Buenaventura de Paz, nieto de Xicotencatl del 6 de julio de 1591.
Urdiñola fue nombrado teniente gobernador y capitán general de toda Nueva Vizcaya y se ordenaba a todas las villas que se le obedeciese. La marcha debió de ser lenta pues llegaron el 2 de septiembre. Los indios de Saltillo los recibieron bien, cedieron parte de los manantiales y comenzó el reparto de las tierras más fértiles, quedando el pueblo fundado y así consolidada la precaria villa de Saltillo.
El 13 de septiembre, amojonó tierras para la iglesia y el convento y al sur de Saltillo asentó a los guachichiles y otras naciones que habían estado en guerra. El propio Urdiñola tomando de la mano a varios jefes indios les dio posesión de las tierras. Y a petición de los tlaxcaltecas que eran todos de San Esteban de Tizatlan lo bautizaron con el nombre de San Esteban de Tlaxcala, quedando dividido de Saltillo por una acequia y hoy en día por la calle Allende, convirtiéndose en ciudad al unirse a Saltillo el 5 de noviembre de 1827 y más tarde en capital.
Mientras cumplía sus deberes de gobernador no desaprovecho la oportunidad para aumentar sus extensas propiedades otorgándose mercedes que extendieron sus propiedades hacia el norte y hacia el sur de lo que ya poseía.
La fortuna principal de Urdiñola, la que pasaría a sus herederos, se formó de haciendas ganaderas y vinícolas que empezó a adquirir desde que fuera nombrado capitán de la tropa de Mazapil y que seguiría extendiendo hasta los últimos días de su vida. Desde el principio de la colonización de la Nueva Vizcaya se repartieron no solamente solares y caballerías a los fundadores de los pueblos, sino también extensiones mucho más amplias llamadas "estancias", en los valles cercanos donde había agua, lo que permitía dedicarlas a la agricultura y a la cría de ganado.
La estancia fue adquiriendo sus características y dimensiones, hasta convertirse en la unidad de explotación típica de la Nueva España Mientras tanto, en la ciudad de México, los virreyes hacían esfuerzo por reglamentar la distribución de la tierra.
Las leyes de 1567 y 1574 definieron la extensión de una "estancia" de ganado mayor en 1.755 hectáreas, la de ganado menor en 780 hectáreas, y la de una caballería en 430 hectáreas. Las estancias se otorgaron con derechos definitivos de propiedad privada y se vendieron, donaron o legaron sin otro requisito que el registro del cambio de propietario ante un escribano público.
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